Sola en el cine

Mi marido no soporta las películas de terror, en cambio, a mí siempre me han encantado. Fui una tarde a ver la reposición de "El exorcista" yo sola. Era un miércoles, las cuatro de la tarde, elegí esa sesión porque no quería ir a una hora en que la sala estuviera ocupada por niñatos ruidosos, quería disfrutar la peli, y vaya si la disfruté.

Mi butaca estaba situada hacia la mitad de la sala, habían muy pocas personas en el cine. Las luces se apagaron y se encendió la pantalla. Yo me acomodé en mi asiento dispuesta a ver la película, cuando se sentaron justo delante de mí dos chicos, les pedí muy educadamente que cambiaran el asiento, puesto que la cabeza de uno de ellos me impedía ver. Ellos dijeron que por supuesto, que se pasaban a otra fila. Mi sorpresa fue que tomaron asiento (estando casi todo libre) justo a mi lado.

Las imágenes publicitarias ocupaban la pantalla, así que comenzó la charla. Ellos me comentaron que me habían visto entrar sola y bromeaban con que ninguno de los dos sería capaz de ver esa película sin la compañía de alguien. El que estaba a mi lado me decía que si en algún momento me sobresaltaba que clavara mis uñas en su brazo. La publicidad continuaba y el otro empezó a decir entre risas que las mujeres ibamos solas al cine para buscar una experiencia erótica. La verdad es que eran muy simpáticos y me apeteció seguirles el juego. Les dije que eso como fantasía no debía de estar nada mal, y más con un par de tíos como ellos (¿Se nota que me encanta el sexo?). La peli empezaba, ellos hablaron un par de minutos en voz baja. De repente, el que estaba a mi lado me susurró al oído que deseaban hacer de esa fantasía una realidad y ni corto ni perezoso pasó su húmeda lengua por mi cuello. De inmediato, noté que mi sexo palpitaba y apreté mi muslo contra su pierna. Me dijo que se llamaba Jaime y su amigo Ernesto.

Aquello era una locura de lo más apetecible y no me resistí. Jaime comenzó a acariar la cara interior de mis muslos por debajo de mi falda. Ernesto dejó su asiento y se pasó al que quedaba libre a mi lado. Me besó en la boca y me dijo que era preciosa, besaba de maravilla, mordisqueaba mis labios suavemente para luego buscar mi lengua con la suya. Bajó su mano hasta mi entrepierna, yo separé los muslos facilitandoles la labor. Ernesto me dijo que me levantara un poco para bajar mis bragas, yo lo hice y de un rápido tirón las bajó. Jaime elevó un poco mis piernas y me las sacó, las acercó a su rostro y me dijo que las notaba húmedas. Se bajó los pantalones y me pidió que las pasara por su polla. Me incliné sobre él, y le acaricié la polla con mi ropa interior. Al sentir su erección, volví a notar como mi clítoris se humedecía por segunda vez, me incliné aún más y comencé a chuparle su sexo frenéticamente. Elevé mi culo un poco y Ernesto metió sus dedos en mi vagina, miré hacia detrás y en la penumbra vi que se había bajado los pantalones y que con la otra mano se masturbaba. Recuerdo como luego volví a sentarme y entre los dos desabrocharon todos los botones de mi blusa. Cada uno se dedicaba a un pecho, mientras al mismo tiempo me follaban con sus dedos.

Yo me sentía muy encendida y tiré de sus cabezas para besarles en la boca, los tres al mismo tiempo. La situación era tan excitante que ellos se besaban en la boca con total naturalidad, eso me puso a cien. Les pedí que se sentaran uno junto al otro y yo me puse de rodillas para tener sus pollas al alcance de mis labios más cómodamente. La película se desarrollaba en la pantalla, pero a quien le interesa ver a Ryan hacer un giro de cuello imposible cuando tengo para mí solita la posibilidad de paladear las pollas de dos tíos tan atractivos como estos. Yo me los comía con mucho deseo, los notaba a los dos muy excitados, Ernesto no pudo más y se corrió en mi boca, eso me decepcionó un poco, aún no me había penetrado. Estaba deseando que me follaran así que me subí encima de Jaime y apoyé los brazos en el asiento delantero. Su polla entró ansiosa en mi coño, yo comenzé a moverme atrás y adelante, él se cogió a mis caderas acelerando el movimiento, me corrí en medio de un electrizante placer. Jaime pasó de mis caderas a los pechos y me pegó a él. Sentí el chorro de semen caliente resbalar desde mi coño al mismo tiempo que le oí jadear al alcanzar el orgasmo.

Nos arreglamos nuestras ropas, como pudimos, cada uno en su asiento. Los tres habíamos visto ya la peli y sabíamos que aún faltaba un buen rato para el final. Jaime dijo que se salía de la sala a comprar unos refrescos y a fumar un cigarrillo. En cuanto se levantó, Ernesto me dijo al oído que sabía que no me había dado todo el placer que yo necesitaba y que quería remediarlo. Me besó y ahora fue el quien se arrodilló en el suelo, separó mis muslos, luego apartó mis bragas con sus dedos. Me pidió que me rodara un poco hacia delante y comenzó a chuparme el clítoris como si le fuera en ello la vida. Introdujo su lengua en mi vagina y la movía en un movimiento circular que me volvió loca de excitación. Puse mi mano en su nuca y le hundí mas entre mis piernas, Jaime llegó en ese momento, no dijo nada, se sentó a nuestro lado y se acariciaba el paquete mientras nos miraba. Apoyé mis pies en el asiento delantero, me notaba a punto de correrme. Quise apartar a Ernesto antes de irme, pero él se apretó mas y más contra mi coño, chupando con fruición. No me resistí mas y me corrí en su boca, el tragó mis jugos con placer y luego me besó en la boca. Me dijo que ahora sí que se sentía bien consigo mismo por haber logrado que me volviera a correr.

Pocos minutos después terminó la sesión y salimos juntos del cine. Comentamos lo excitante que había sido la tarde e intercambiamos teléfonos. A ellos les sorprendió que yo les dijera que iba a contarle a mi marido lo que había sucedido y que quería quedar con ellos para otra ocasión yendo acompañada de mi esposo.

Pero esa historia la dejaré para otro día.

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