Ocurrió dentro de una furgoneta

No quiero empezar con una introducción larga y aburrida, por lo que iré al grano. Soy una chica de 29 años, morena, 1'75, con abundantes pechos, y un culo en el que se suelen fijar bastante los chicos. He tenido varios novios de todos los tipos, pero que al final, no han llegado a nada. A todos los he dejado después de conocerlos "íntimamente", y solo con dos he repetido la experiencia más tarde.

Mi mejor amiga se llama, o se llamaba puesto que se ha marchado a Asturias, Laura. Con ella experimenté los placeres del sexo por primera vez, masturbándonos la una a la otra, pero sin llegar a más. Siempre habíamos hablado de sexo tranquilamente, contándonos lo que un chico u otro nos había dicho o hecho tal noche o tal otra. Pero ahora ya no está aquí y ya se ha acabado nuestra relación. El caso es que vengo a contaros una historia que me acaba de pasar hace un par de días, al volver a casa yo sola.

Mi casa está a las afueras de la ciudad, y el bloque de pisos donde vivo está bastante mal arropado. No hay nada a su alrededor más que un viejo parking de pago y un par de arbolillos en la carretera principal. En el parking siempre están los mismos coches de siempre, de los vecinos normalmente, que no suelen pagar. Me han aconsejado muchas veces que no pase por allí "porque nunca se sabe lo que te puedes encontrar", pero el camino es más corto hacia mi casa, y esa noche no me apetecía andar. Además, aún era casi de día y se veía casi perfectamente, y por si fuera poco, mi casa estaba a no más de 200 metros.

El caso es que iba yo andando por entre los coches, cuando descubrí una furgoneta blanca, (no sé qué marca era) que no era de nadie de por allí, que yo supiera. Así que me acerqué a ver de dónde era la matricula. Al acercarme, pude oír unos gritos de mujer, como si estuviera follando, que fue precisamente lo que pensé, "Esta ha venido aquí a tirarse al novio". Y aunque solo fuera por curiosidad decidí dar unos golpes en la puerta mientras preguntaba en voz alta si estaban bien y si les pasaba algo. Al momento asomó la cabeza un joven contestándome que sí, que todo estaba bien, pero siendo aún más curiosa le dije que yo había oído a una chica gritar y que quería verla a ver si de verdad estaba bien. Me avergoncé un poco, pues desde el fondo de la furgoneta una chica semidesnuda, reafirmando lo que había dicho su novio. Les pedí disculpas y me di la vuelta, pero inmediatamente un brazo fuerte me agarró y la boca del chico se acercó a mí y me susurró, "No tienes por que irte tan rápido. Pasa un rato”.

La verdad es que no sé por qué le hice caso, pero minutos después estaba sentada en la furgoneta, viendo la espalda desnuda de la chica, mientras le acariciaba y le daba besos a la polla de su novio. Yo me iba poniendo muy cachonda y muy caliente, al ver aquella espalda desnuda, y aquella falda que bajaba de sus caderas y se posaba en el suelo, al estar ella de rodillas. Carmen, que así se llamaba, miraba de vez en cuando hacia mí y me sonreía, mientras batía con fuerza aquella polla de unos 20 o 22 centímetros. Estaba tan caliente que empecé a desnudarme sin llamar la atención. Primero me quité la chaqueta, y me desabroché dos botones de mi blusa. Luego, bajé mi mano hasta mi entrepierna, y la metí por debajo de las bragas, que sin darme cuenta se habían empapado con mis líquidos. Empecé a masturbarme mientras miraba a la feliz pareja, que había cambiado de posición, y ahora era Rafa, quien le trabajaba el coño a Carmen, tanto con la lengua como con los dedos. Cómo me hubiera gustado que aquella lengua se metiera en mi coñito, pensaba yo, mientras llegaba al primer orgasmo. Y parece ser que me oyeron, porque acto seguido, Carmen se levantó, y con cuidado de no golpearse la cabeza con el techo, dejó caer sus braguitas sobre mí. Se acercó a mí y me desabrochó la blusa entera. Esto era algo nuevo para mí. Rafa se acariciaba el capullo al otro lado. Carmen me bajó los tirantes del sujetador, y yo, para darle confianza me los desabroche por detrás y lo deje caer al suelo. En nada de tiempo estaba tumbada en el suelo, con las piernas abiertas, totalmente desnuda, y con dos dedos de Carmen, también totalmente desnuda, haciéndome caricias, hasta que finalmente los introdujo en mi agujero, y me hizo temblar de la excitación. Los metía, los sacaba, los hacía pasar alrededor de mi clítoris, proporcionándome oleadas de placer. Los sacaba y los metía en mi boca, y yo lamía mis propios flujos lo que hacía aumentar más mi excitación.

Cuando alcancé de nuevo el orgasmo, Carmen bajó un poco su cabeza, y lamió mi coño para saborear todo lo que manaba de él. Pero pronto la aparté hacia atrás y la coloqué tumbada contra el suelo y le introduje un dedo en su agujerito. Lo que de verdad me apetecía (ya me había olvidado completamente de Rafa) era lamerle aquel precioso chochete a mi nueva amiga, para agradecerle lo que me había hecho, de modo que me arrodillé ante ella, y comencé a introducir mi lengua en su vagina, dejando totalmente al descubierto mis nalgas y mi coño muy hinchado a Rafa. Yo seguía chupando y saboreando aquellos nuevos sabores que tenía ante mí, cuando noté una lengua más áspera y más larga en mi coño de nuevo. Casi inmediatamente me volví a correr, pero Rafa siguió dándome placer con su lengua y yo hacía lo mismo con Carmen, que se corrió también entonces, y mi paladar encontró un nuevo sabor.

Ya solo quedaba que Rafa nos penetrara con aquel enorme falo erectísimo que tenía, y como era de esperar, fue Carmen la que tuvo la primera oportunidad. Yo no sabía que hacer entonces, así que me puse a lamer aquellos grandes pezones rosados que tenía enfrente, con algún ocasional beso para ambos amantes. Pronto se volvió a correr Carmen, y Rafa y yo nos peleamos por recoger sus líquidos con nuestras lenguas, para beneficio de Carmen, que nada más correrse se encontró con dos lenguas en su coño. Así que me tocaba a mí ahora notar aquella verga dentro de mí, y si había suerte Rafa se correría, pues no le debía faltar mucho. Ciertamente, aquella gran polla se introdujo entre mis piernas por atrás, montándome como si fuera un animal, y Carmen acercó su cara a la mía para juntar nuestras bocas. Su lengua estaba muy caliente, al igual que la polla de Rafa, que yo sentía que iba a estallar. Le hice saber a Carmen que yo estaba a punto de correrme, y ella se agachó para recoger todos mis flujos con sus labios. Sin embargo Rafa seguía follándome, y muy inesperadamente para mí, sacó su polla de mi orificio cuando yo ya pensaba que no podía más, y dejó a Carmen que me siguiera chupando. Pero el muy listo no se había corrido aún, y decidió penetrar en mi culo, cosa que por lo visto Carmen nunca le había dejado hacer. Yo, sumida en un gran placer, y un poco mareada por el calor que allí había, no opuse gran resistencia, aunque era la primera vez que alguien entraba en mi culo, cosa que en circunstancias normales nunca dejaría hacer. Pero entonces era diferente, y con la espalda en el suelo, y una polla en mi culo, y una lengua por mis labios inferiores, y cuatro manos por el resto de mi cuerpo, llegué a mi enésimo orgasmo aquella noche, mientras Rafa hacía lo mismo, extrayendo su polla de mi culo y corriéndose abundantemente por encima de mí, que rápidamente Carmen se dedico a limpiar con su lengua.

Nos vestimos, rápidamente, y les invité a tomar algo en mi piso, oferta que aceptaron y que ya os contaré en otra ocasión.