Mi monitor Bruno y su amigo Mark

Autor: barcelona | 25-Nov

Orgias
Hacia dos meses que me había apuntado a un gimnasio cerca de casa. De esa manera no me aburría tanto estando en casa y además desarrollaba mi cuerpo aún más de lo que lo tenía. Creo que lo mejor será que me presente en primer lugar antes de contar la aventura que me ocurrió hace unos días con uno de los monitores del gimnasio llamado Bruno.

Os diré que me llamo Luisa, tengo 48 años y que me conservo bastante bien a pesar de mi edad. Estoy divorciada desde hace 6 años pues un buen día descubrí que mi marido me engañaba con una de sus empleadas. Al principio fue un golpe duro pero con el paso del tiempo la herida fue cicatrizando totalmente. El primer año decidí olvidarme por completo de los hombres pues tras lo ocurrido no me apetecía iniciar ninguna relación con otro hombre. Sin embargo, poco a poco empecé a salir animada por mi amiga Lourdes que me decía que debía salir por ahí a divertirme y dejar de lado las cosas de la casa en las cuales me había refugiado. Con mi amiga Lourdes habíamos conseguido tener alguna que otra aventura con algún tipo en alguna que otra discoteca.

La que más recuerdo fue una noche en la que ambas bebimos más de la cuenta y que acabamos acompañadas de dos amigos los cuales eran más jóvenes que nosotras, como de 32 años. Nos mezclamos entre nosotros y a mí me tocó como acompañante un tal Pedro el cual sabía como encandilar a una mujer pues era muy dicharachero y divertido. Tras unas cuantas copas me sacó a bailar en un lento y de este modo pude notar como su pene se empalmaba con el roce de su pubis contra el mío. Por lo que noté el muchacho estaba muy bien dotado pues lo que sentía entre mis piernas así lo demostraba. Para no enrollarme mucho diré que Lourdes se fue con su amigo y yo con Pedro acabando en su casa follando hasta el amanecer. Era un hombre con un gran aguante y una polla nada despreciable pues le mediría al menos 19 cms, lo cual era mucho más que la de mi marido.

Volviendo a mi descripción física os diré que mido 1.65 m, soy morena de cabello rizado y largo que me llega a media espalda, peso 52 kg, uso una 95 de pecho el cual aún se me mantiene bastante duro a pesar de mis años. Por último mi culo es bastante duro y respingón lo cual enloquece a los hombres menos al tonto de mi exmarido.

Siguiendo el relato, un día que había quedado con Lourdes para comer, ésta me comentó que se había apuntado en uno de los gimnasios del barrio y que me animara a ir con ella para así salir del aburrimiento que sentía encerrada en casa. Al principio no me llamó mucho la atención la idea pero Lourdes me dijo que se relajaba mucho haciendo gimnasia y yendo a la piscina que había en el gimnasio. Además me comentó que había tenido una relación con uno de los compañeros que iban al gimnasio. De ese modo conseguí salir del encierro en el que me encontraba y durante dos o tres horas me entretenía yendo con Lourdes al gimnasio. Lourdes me aconsejó que me comprase ropa deportiva para no desentonar pues mi vestuario se había quedado un tanto anticuado. Así pues me compré dos conjuntos de top y mallas con los cuales se remarcaban bastante mis formas.

El primer día de ir al gimnasio Lourdes me dijo que debía hablar con alguno de los monitores para que me hicieran un estudio pues hacía bastante tiempo que no hacía ejercicio. Así pues nos dirigimos a hablar con uno de ellos y me quedé alucinada con el monitor. Menudo hombre!!! Hacía tiempo que no sentía algo así por un hombre, mi cuerpo se alteró al momento sólo con su presencia. El muchacho se presentó como Bruno, mi compañera le dijo que me había animado para que hiciese algo de ejercicio y que me había apuntado al gimnasio el día anterior. Bruno sonrió de un modo encantador y me dijo que empezaríamos con unos ejercicios suaves para ir poco a poco haciendo ejercicios de mayor intensidad.

Bruno era un chico de 27 años, según me enteré un tiempo después, que llevaba trabajando en ese gimnasio unos dos años. Os diré que era una especie de gigante pues mediría sobre 1.90 con lo cual, a pesar de mi altura, me sentía atemorizada pero al mismo tiempo atraída por ese muchacho. Llevaba la cabeza rapada como una bola de billar y tenía un bigote que le hacía muy interesante. Vestía con una camiseta de manga corta de color azul y un pantalón corto también azul que cubría un culo muy apetecible. Sus músculos se marcaban de manera escandalosa pues hacía mucho fitness. Por último diré que era un chico de color lo cual acentuaba mi atracción hacia él.

Al acabar la sesión y yendo hacia casa, Lourdes riendo me dijo si me había gustado el monitor pues me dijo que me lo comía con los ojos. La verdad es que no sabía que me pasaba con ese hombre pero me había provocado un fuerte deseo hacia él. Supongo que parte del deseo se debía a ser negro, eso era una cosa que siempre me había llamado la atención, siempre deseé estar con uno de ellos.

Hace unos días fui al gimnasio a última hora pues estuve ocupada y no pude ir antes. Así pues tuve que quedarme hasta última hora haciendo mi tabla de ejercicios. Aquel día Bruno estuvo más atento conmigo. Estuvo una media hora ayudándome a hacer unos ejercicios con lo cual nuestros cuerpos sudorosos estaban muy cercanos. Me gustaba sentir junto a mí el cuerpo de ese chico, me ponía a mil sólo de imaginar lo que podía hacerle si le tuviera entre mis manos. Más de una noche, estando en casa, me había masturbado pensando en él, en su cuerpo musculado y fibroso, en sus muslos sin un gramo de grasa, en sus brazos poderosos. Había hablado de ello con Lourdes la cual me dijo que si se presentaba la ocasión no la desaprovechase, que ese bocado era demasiado apetecible y que si no lo hacía yo lo haría ella.

Tras sus palabras ambas nos echamos a reír pero en mi interior se produjo un sentimiento de celos hacia mi amiga. Quería a ese chico solo para mí, no iba a dejar que Lourdes se me adelantara. No sabía cómo hacer que Bruno se lanzase a por mí, el deseo era demasiado grande pero mi timidez me retenía, me sentía un ser minúsculo ante ese macho.

Al acabar la tabla de ejercicios era ya la hora de cerrar el gimnasio. Por suerte, la mayoría de la gente se había marchado y en el gimnasio sólo quedábamos Bruno y yo. Había gente en la piscina y el jacuzzi que ya se disponían a ir a los vestuarios a ducharse para marchar. Estaba muy cachonda; la cercanía del cuerpo de ese hombre me había hecho subir la calentura hasta límites increíbles. Estaba dispuesta a todo, no pensaba dejar pasar la ocasión de probar ese bombón de ébano. Deseaba comerme esa banana de chocolate que debía tener entre las piernas. Sabía que Bruno cerraba el gimnasio pues siempre se iba el último, así pues estuve esperando a que la gente abandonase el gimnasio haciéndome la remolona. Escuché como Bruno entraba en el vestuario de hombres y vi como iba cubierto con una toalla blanca sujeta en la cintura. Ver esa imagen hizo que mi mente trabajase a gran velocidad y esperé unos minutos hasta que oí como caía el agua en la ducha. Era el momento indicado.

Me cubrí con una toalla y me dirigí al vestuario de hombres, me iba a jugar el todo por el todo. Entré en el vestuario y vi al fondo la figura de Bruno transparentándose a través del cristal empañado por el vapor que producía el agua caliente. Temblaba de deseo mientras me iba acercando a la puerta detrás de la cual se encontraba mi objeto de placer... Abrí la puerta de la ducha y me metí dentro de ella junto a Bruno. Este se sorprendió al principio pero enseguida sonrió y se apretó contra mí. La situación estaba más que clara así que no hacía falta ser un lince para darse cuenta de mis deseos. Me abrazó con sus brazos cubriéndome por completo. Me apreté contra su pubis y noté algo enorme entre sus piernas. No me había equivocado. Lo que ese hombre guardaba en su entrepierna era algo descomunal. Jamás había visto una polla tan enorme. Debía medirle al menos 25 cms y era gordísima.

No pude resistir la tentación y me arrodillé a sus pies comiéndome de un golpe su verga. Era tan larga que sólo me cabía la mitad y eso que el glande me estaba golpeando la campanilla. Dios menudo trabuco tenía ese cabrón. Empecé a comérsela con verdadera fruición lamiéndola con la lengua a lo largo de todo ese garrote. Bruno gozaba y respiraba trabajosamente sintiendo como le comía ese tesoro que le colgaba entre las piernas. Poco a poco mis lamidas y chupadas se fueron haciendo más rápidas y osadas hasta que le hice reventar en mi boca la cual se llenó con toda una catarata de leche parte de la cual me rebosó cayendo por la comisura de mis labios.

- Qué bien Luisa, me la has mamado mejor que cualquier otra mujer. Me ha encantado sentir tus labios alrededor de mi polla chupándomela hasta hacerme correr.

- De verdad te ha gustado? Supongo que las chicas jóvenes con las que estés te lo harán mucho mejor que yo.

- Luisa, no hay muchas mujeres que lo hagan tan bien como tu me lo has hecho, lo único que deseo es continuar lo empezado en otro lugar más cómodo e íntimo. Tú eliges, mi casa o la tuya?

No podía creer lo que me estaba diciendo, pero sus palabras hicieron que mi ego y mi autoestima subieran hasta límites insospechados. Debía ser discreta, así que le dije que fuésemos mejor a su casa. Nos cambiamos en un plis plas y enseguida nos encontrábamos subidos en su coche camino a su apartamento. Subimos en el ascensor besándonos apasionadamente. Sus carnosos labios me hacían estremecer de placer y su lengua mezclándose con la mía hacía que mi cuerpo se erizase de pasión imaginando lo que vendría después.

Al entrar a su apartamento me llevé una gran sorpresa. En el salón había otro chico viendo la televisión. Era más joven que Bruno. Debería rondar los 24 años y me gustó al instante. Era de color igual que Bruno pero el color de su piel era más claro, más achocolatado. Después supe que era mezcla de madre estadounidense y padre jamaicano. Era alto como Bruno y también musculoso. No había un gramo de grasa en ese cuerpo. Iba vestido con una camiseta blanca de tirantes y unos pantalones cortos de deporte rojos. Bruno me lo presentó como Mark y me dijo que era americano y que estaba estudiando ingeniería en la Universidad y que compartían el alquiler del piso. Mark me besó acercando sus labios a la comisura de los míos y volvió a sentarse en el sofá. Le comentó a Bruno si nos dejaba solos y éste sonriéndole le dijo que no se preocupase que no molestaba. La sonrisa que le envió Bruno me hizo saber que estaría con los dos, lo cual no me desagradaba en absoluto. La verdad es que me apetecía follarme a esos dos muchachos al tiempo. Nunca lo había hecho con dos hombres pero al ofrecérseme la oportunidad no estaba dispuesta a dejarla escapar.

Le pregunté a Bruno dónde se encontraba el lavabo y éste amablemente me llevó hasta el mismo. Al dejarme me dio un beso de tornillo y me dijo que no tardase que me esperaba impaciente. Me arreglé en dos minutos y salí encontrándome a los dos muchachos sentados en el sofá. Me aproximé a Bruno y acerqué mi boca a la suya ofreciéndole mi lengua. Bruno me agarró los pechos por encima de la blusa blanca que llevaba y empezó a acariciármelos. Me abrió la blusa y me soltó el sujetador y mis dos naranjas saltaron buscando sus dedos de manera impaciente. Gracias a las caricias de sus dedos y sus labios mis pezones se endurecieron al momento haciéndome erizar y gemir de deseo.

Por su parte, Mark no se mantuvo quieto y aprovechó que se encontraba detrás mío para separarme el cabello y besarme la nuca y el cuello. De ahí pasó a mi oreja y se entretuvo besándome el lóbulo hasta hacerme derretir de placer. No aguanté más y dirigí mi mano hacia la entrepierna de Bruno acariciándole por encima del boxer que llevaba puesto.

De pronto me llevé una gran sorpresa. Mark se puso de pie y se colocó delante de la cara de Bruno ofreciéndole su entrepierna. Nunca había visto a dos hombres liados entre sí pero debo decir que la idea me produjo un morbo fenomenal. Así pues Bruno le bajó los pantalones y después el boxer descubriendo un miembro no tan largo como el de Bruno pero sí más gordo. Menuda broca tenía ese muchacho!!! Bruno me dijo que ambos eran bisexuales con lo cual podríamos disfrutarlo los dos a no ser que me negase. Por supuesto le dije que lo aprovecharíamos los dos pues me encontraba dispuesta a estar con los dos al mismo tiempo. Bruno se introdujo lentamente el pene de Mark entre sus labios y empezó a comérsela a buen ritmo. Me encantaba esa escena. Ver a un hombre comiéndole la polla a otro es una imagen que jamás se me había pasado por la cabeza pero que, en ese momento, al tenerla tan cerca de mí me produjo un morbo increíble.

Me tragué la verga de Bruno haciéndola crecer aún más de lo que estaba. Le pasé mi lengua a lo largo de su polla sintiendo como engordaba entre mis labios. Era la segunda mamada que le daba pero me gustaba aún más que la primera vez. Desde mi posición podía observar a Bruno comiéndole el rabo al otro muchacho. A los dos minutos Mark se corrió en la boca de Bruno y éste inundó la mía con su lefa. Tras esta corrida, me dirigí hacia Mark que estaba apoyado de pie en la mesa y me arrodillé entre sus piernas. Empecé a jugar con su glande que se encontraba húmedo tras la corrida anterior. Al poco rato la volvió a tener en pie de guerra y entonces Bruno me cogió de la mano haciéndome levantar y me llevó hacia la pared apoyándome contra ella de cara a él. Me acercó la cabeza de su polla a mi ano y empezó a acariciarlo. Imaginé lo que pretendía e intenté luchar con él. Recibirlo por delante era una cosa pero otra muy distinta era que me abriese el culo con ese miembro monstruoso.

Sin embargo mi resistencia decayó cuando Mark se dedicó a chuparme los pezones mientras su compañero jugaba con mi clítoris y mi ano. Bruno humedeció la entrada de mi ojete con sus labios y su lengua al mismo tiempo que me comía el clítoris haciéndolo crecer y desearle cada vez más. Introdujo primero un dedo consiguiendo sacarme un suspiro de placer al sentir entrar su dedo dentro de mi ano. Más tarde su entrada se hizo más audaz pues introdujo dos dedos consiguiendo dilatar mi entrada posterior. Aquellos dos hombres estaban consiguiendo llevarme al cielo con sus caricias y el trato que me estaban brindando.

De pronto Bruno introdujo de un golpe su miembro en mi ano elevándome en el aire como una pluma. Mi grito debió oírse en toda la ciudad. Mordí su hombro con mis dientes haciéndole sangrar y clavé mis uñas en su espalda haciéndole sangrar igualmente. Crucé mis piernas tras sus nalgas ayudándole en su penetración. Aquella invasión superaba todas las experiencias que había sentido anteriormente. Me sentía taladrada por completo, su pene llenaba totalmente mi interior haciendo golpear hasta el final de mis intestinos. Empezó a follarme sin compasión entrando y saliendo sin parar. Los bramidos que dábamos los dos eran espectaculares. Mark, por su parte, se colocó detrás de Bruno acariciándole las nalgas y el agujero de su ano. Dios mío!!! No podía creerlo, iba a follarlo mientras Bruno me follaba a mi. Mark se puso de puntillas detrás de Bruno apuntando su polla hacia el ano de su amigo. A los dos segundos me sentí clavada contra la pared ya que Mark había penetrado a Bruno mientras éste seguía follándome sin parar. Los golpes que Mark daba contra Bruno repercutían en los de éste hacia mí.

Bruno bufaba como un toro siendo follado mientras me follaba a mi al mismo tiempo. Los tres gozábamos como animales en celo, era un trío bestial el que estábamos desarrollando. De pronto Bruno se quedó quieto dentro de mí explotando brutalmente y expulsando todo su semen dentro de mi ojete mientras Mark llenaba su ano gritando y aullando de placer y tensión. Bruno estaba muy cargado pues llenó abundantemente mi ano con su leche caliente y espesa.

Estuvimos descansando unos diez minutos y de repente Bruno se levantó y dándome la mano me llevó hacia el sofá y se sentó en el mismo pidiéndome que se la chupase para acabar la sesión con un último polvo. La capacidad amatoria de esos dos hombres era espectacular pues se habían corrido varias veces y aún tenían fuerzas para un último combate sexual. Me tragué su falo acariciándolo y adorándolo suavemente deseando que creciese nuevamente para hacerlo mío. No me costó demasiado conseguirlo, la capacidad de recuperación de ese hombre era asombrosa. Se había corrido tres veces y aún quería más.

Así pues cuando conseguí ponérsela dura me senté sobre él y me clavé su polla hasta el fondo comenzando una cabalgada lenta pero sin pausa. La verga de ese hombre me llenaba por completo, era una verga fenomenal que sabía el ritmo exacto que debía adoptar para conseguir volverme loca. Mi cabalgada se hizo cada vez más rápida y Bruno me dio varios manotazos en las nalgas haciéndome gritar de placer. Mark se acercó por detrás con su polla en ristre y apoyó su polla en mi ano. Aguanté la respiración pues la verga de Mark era más gruesa que la de Bruno con lo cual sentía un temor superior debido a su grosor. Mark me introdujo unas bolas chinas por el ano para ayudarme en la posterior penetración. Nunca había sentido el placer que puede dar ese juguete pero, la verdad es que me encantó. Fui sintiendo como se introducían las bolas una tras otra y con la penetración de cada una de ellas emitía un gemido de placer mientras Bruno seguía golpeándome la vagina con su mástil. Mark sacó las bolas de un golpe con lo cual grité y le pedí que por favor me penetrase con su polla y no me hiciera sufrir más.

El momento sublime había llegado. Estaba preparada para sentir a ese animal dentro de mi ano. Sabía que me iba a destrozar por dentro pero estaba dispuesta a aguantar el dolor que pudiera producirme. Elevé mi culo hacia arriba para ayudarle a que me penetrase con mayor facilidad. Colocó su polla monstruosa sobre el agujero de mi ano y empezó a apretar lentamente. Bruno se quedó quieto esperando que su compañero entrase en mi interior. Mark apretó hasta conseguir que su glande entrase en mi interior. Grité sin poderlo evitar. La presión era demasiado grande para mí. Se quedó parado dejándome recuperar la respiración y que me acostumbrase a la penetración de las dos pollas en mi interior. Mis ojos se pusieron en blanco sintiendo a esos dos sementales dentro de mí. Tras un minuto de estar parado dentro de mi ano, Mark empezó a bombear adoptando cada vez un movimiento mayor hasta acabar cabalgando como un auténtico caballo. Sentía como las dos pollas se unían a través de mi vagina y mi ano y la sensación era sublime y genial. Poco a poco los aullidos fueron convirtiéndose en gemidos y alaridos de placer.

Aquellos dos hombres eran maravillosos. Jamás había gozado de un placer igual. Era algo inigualable que recomiendo a cualquier mujer que se atreva a hacer la prueba. Amigas os aseguro que no os arrepentiréis!!! El sándwich que hacíamos estaba a punto de llegar a su final. Los dos muchachos boqueaban y respiraban cada vez con mayor dificultad sudando como bestias en celo.

- Luisa, prepárate que en seguida te vamos a llenar tu culito y tu coño con nuestras leches. Vas a sentirte llena de semen como jamás lo hayas estado.

Las palabras de Mark en mi oído hicieron que mi cuerpo temblase de emoción preparándose para el momento culminante de esa sesión gloriosa con esos dos hombres. Así pues ambos empezaron a golpear con mayor ímpetu hasta quedarse parados en mi interior y empezar a descargar toda su leche en mis dos agujeros. Los tres logramos corrernos al mismo tiempo. Encadené dos orgasmos seguidos junto a las corridas de ambos chicos y al acabar quedamos exhaustos y relajados.

Bruno me miró al conseguir abrir los ojos y me sonrió acercando sus labios a mi boca dándonos un beso de tornillo e intercambiándonos la poca saliva que quedaba en nuestras gargantas.

- Luisa, eres la mejor folladora con la que he estado. Nos has dejado secos a ambos pero has aguantado como la mejor.

Las palabras de Bruno me hicieron sonreír y suspirar pensando en una próxima ocasión con ambos chicos o bien por separado. Pensaba contarle todo con pelos y señales a Lourdes e invitarla a disfrutar de ellos junto a mí. Sé que ninguno de los tres pondrá ninguna pega y por supuesto que yo menos. Había encontrado dos diamantes en bruto y pensaba exprimirlos hasta que me dijesen basta.

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