Nuestra felicidad se lo debemos a la infidelidad de mi esposa

Autor: MARIDO FELIZ | 08-Sep

Confesiones
¿Cómo fue que supe que mi mujer me engañaba y porqué reaccioné como lo hice? En realidad fueron una serie de circunstancias que ahora a la distancia me parecen absurdas o cuando menos pienso que debía haberme dado cuenta antes pero no fue así. Teníamos diez años de casados y un hijo de dos años, y nuestra vida parecía algo perfecto, ya que me iba bien en mi trabajo y era muy solvente, de manera que en la casa no faltaba nada o al menos eso creía yo. Yo tenía en ese momento 40 años y mi esposa tenia 30, y aunque siempre procuré que ella se sintiera a gusto, con viajes, compras, comodidades, etc. Yo nunca le había sido infiel, y de alguna forma mi patrimonio lo estaba cimentando cuando empezaron los problemas, y estos se originaron porque yo dedicaba demasiado tiempo al trabajo (Soy ingeniero) y muy poco o nada a nuestra vida social. Mi mujer es alegre y le gustaba ir a las fiestas pero yo siempre me negaba aduciendo muchos pretextos; el más socorrido era que me hacían mal las desveladas, y si se los cuento es porque a través de mi vida me ha tocado ve a muchas parejas que pasan por lo mismo cuando bien podrían resolverse las cosas de manera distinta.

Siendo ella mas joven no supe entender esa parte y cuando ella me pidió permiso para tomar alguna clase o hacer alguna actividad tampoco lo permití, diciéndole que eran tonterías, que ella debía dedicarse a la casa y a nuestro hijo. En respuesta, mi mujer se molestaba y hasta en eso cometí errores ya que ella se negaba a tener sexo y yo, en cierta forma, me sentía tranquilo porque, al no coger con ella, no me desgastaba y trabajaba más y más cada vez. Sin darme cuenta, podían pasar hasta quince días sin que cogiéramos no obstante ser ella una mujer muy cachonda y entusiasta en cuanto al sexo. No había sido yo el primer hombre en su vida, o al menos ella no sangró cuando tuvimos sexo por vez primera siendo novios, aunque ella siempre lo negó pero? ¡Me enamoré!

Una vez casados nuestra vida sexual era muy tranquila, casi siempre en la posición del misionero o si acaso ella arriba, que hasta la fecha le encanta. Tuvimos sexo anal y sexo oral y en fin, todo me parecía normal y agradable. Nunca le pregunté si a ella también se lo parecía, así que cuando ella empezó a decir que iría a una iglesia de corte evangélico cercana a nuestra casa yo lo acepté casi de inmediato, no solo por el hecho en si, sino para que ella se sintiera ocupada. Ella es una mujer muy activa y en poco tempo dentro de al Iglesia ya participaba de manera activa y yo acepté acompañarla hasta que también me volví parte de la Iglesia. Hubo un cambio en cuanto a nuestros hábitos sexuales ya que, según le decía el ministro, había cosas que aun dentro del matrimonio no eran correctas, como el sexo anal o el sexo oral y ahí había ciertas fricciones con mi mujer que no aceptaba lo que antes era común entre los dos, y muchas veces terminamos enojados espalda con espalda en una cama que, sexualmente, ya no era la de antes.

Una noche llegaron al templo tres personas, una mujer y dos hombres. Eran ilegales, de esos que van en busca del Sueño Americano, y fueron al templo para recibir ayuda. Entre las personas que les dieron la bienvenida al templo estaba mi esposa y al final del culto ella, junto con algunas personas más, vio la forma de ayudar a aquellos ilegales. Cuando mi esposa me dijo en voz baja que si podía invitarlos a la casa para darles de cenar no me negué y ella así lo hizo, y en nuestro coche los llevamos a nuestra casa en donde esa noche se les dio de cenar y después de eso, como ya era noche y estaba lloviendo, a instancias de mi mujer yo les propuse que se quedaran, ya que al lado de nuestra casa tenemos una especie de bodeguita, que antes era nuestra casa, y que en ese momento estaba ocupada por triques pero había dos camas y lugar para poner una hamaca. Yo mismo llevé a esas personas a la que llamamos aun LA CASITA y con una escoba se medio limpió el lugar.

No vi, o mas bien no quise ver, que uno de los dos hombres era mas o menos de la edad de mi mujer pero además, era negro, o cuando menos de un color de piel muy oscuro. Se quedaron a dormir y en ese tiempo había una barda entre el terreno donde estaba la casita y nuestro patio nuevo, y una puerta con candado que yo mismo puse, creyendo estar seguros aunque en ese tiempo no había tanta delincuencia como ahora. Recuerdo que esa noche mi mujer me agradeció el gesto de ?generosidad?, lo llamo ella, de ofrecerles un lugar para dormir y también que esa noche cogimos y pude ver a mi mujer con un entusiasmo que tenia tiempo no mostraba en la cama conmigo? ¡Quien se iba a imaginar que al coger conmigo, en realidad estaba pensando en aquel negro, Sergio era su nombre, que dormía al otro lado de la barda!

Así pasan las cosas y como dice el dicho, el ultimo en enterarse es el esposo. Al día siguiente vi desde mi recamara el patio de la casita bien limpio, y la ropa de aquella ente tendida en un cordel recién lavada. Mas me sorprendí cuando vi que habían lavado mi coche y cuando salí estaba Sergio, quien me saludó atentamente y luego sonrió. No supe si ofrecerle dinero o no, pero en ese momento salió mi esposa a mi espalda y dijo en voz alta:

-Que bueno que se acomidieron a lavar el coche y a limpiar el patio? ¿Verdad, mi amor?... ¿Puedo o mas bien, podemos invitarlos a desayunar? ?y lo dijo de tal forma que, por pena, ni modo de negarme, así que solo asentí con la cabeza pero como ya era tarde, solo tome un poco de cereal y una fruta y salí rumbo al trabajo, distante cosa de una hora. Solo les di las gracias y les desee un buen viaje, ya que me dijeron casi a coro que en cuanto desayunaran se iban a ir.

A mi regreso, ya en la tarde, me encontré con la sorpresa de que mi mujer les había invitado a la Iglesia y acababan de llegar los cuatro. Ella, mi esposa, estaba feliz y yo, en mi torpeza, lo atribuí a que estaba haciendo una obra de misericordia con esos ilegales. No me quedó de otra que aceptarlos esa noche de nuevo en la casita pero a mi mujer le dije que era mejor que se fueran porque no quería problemas con las autoridades. Ella me dijo que si y esa noche ella inició los toqueteos y caricias que, finalmente, hicieron que cogiéramos muy rico de nuevo, algo que ya era inusual en nosotros. En la mañana se me hizo tarde y salí casi corriendo así que no vi a los ilegales pero confié en que mi mujer los despediría.

A mi regreso me encontré con la novedad de que no se habían ido, porque uno de ellos se había enfermado y mi esposa le había dado medicinas. Me molestó lo que ya consideré un abuso pero como el tipo estaba aun con fiebre dejé las cosas por la paz. Cenamos mi esposa y yo a solas y ella me contaba hasta detalles de la vida de aquellas personas, indicio de que había charlado con ellas muy a gusto. Lo dejé pasar pero le dije que debían irse, y ella me dijo:

-No te desesperes, papacito, yo creo que ya mañana se van. Por cierto mi amor, Sergio, o sea el hombre mayor, dice que quiere hablar contigo? ¿Lo llamo para que platiquen?

-¿Así que ya hasta sabes cómo se llama ese? negro y toda la cosa? ?le dije molesto y ella me miró, sonrió, y me dijo:

-¡Pero papacito, no vayas a salirme ahora con que estas celoso, mi amor? y menos cuando has visto cómo me coges!... por cierto, ¿No se te antoja que lo hagamos hoy de nuevo? Me siento con ganas de ti, mi cielo- y prudentemente ya no insistió en que Sergio viniera a verme. Nos fuimos a nuestra recamara y debo decir que de verdad estaba ganosa de verga porque prácticamente esa noche ella fue la que me hizo el amor a mi y no al revés. Cogimos en varias posiciones y hasta quiso que se la metiera desde atrás en la posición de perrito que a mi me encanta con mi mujer porque ella es nalgona y tiene las nalgas paraditas y duras. Al día siguiente me levanté otra vez algo tarde y después de solo beber un café Salí casi corriendo rumbo al trabajo que, como ya dije, estaba distante casi una hora en auto.

Cuando regresé esa noche mi esposa estaba muy contenta, de buen humor, y cuando le pregunté la razón sonrió y me dijo con picardía que era porque la noche anterior me la había cogido muy rico y que estaba con ganas de repetirlo. De verdad estaba yo sorprendido ya que ella había sido, hasta ese momento, d e una cogida a la semana cuando mas, y solo al inicio de nuestra vida de casados era que cogíamos a veces diario. De novios fue cuando lo hacíamos cada vez que había oportunidad aunque fuera un ?rapidín? pero me molesté cuando me dijo con cara de pena que los ilegales seguían ahí y que se irían hasta el día siguiente. Le dije cosas duras, es verdad, y ella aguantó mi molestia hasta que, lógicamente, me fui calmando. Me habló de la caridad cristiana, que eran pobres personas que no tenían nada y además, que SERGIO estaba aun algo enfermo, con fiebre, y el caso es que le dije que si quería lo llevábamos con el médico. Ella me dijo entonces que no, que por su status de ilegal podía haber problemas y finalmente accedí de mala gana a platicar con aquel hombre que, prácticamente, ya estaba en medio de nuestra vida de pareja? pero yo no lo percibía como un peligro para mi matrimonio.

Sergio platicó conmigo a solas. Me dijo que de plano ya no contaba con dinero para seguir el viaje y que deseaba pedirme permiso para estar unos días solamente, trabajar en lo que se pudiera y seguir el viaje. Casualmente, yo tenia un amigo que casi siempre daba trabajo por días, y no pagaba mal, así que al día siguiente le llamé y solo me dijo que lo enviara para ver si había oportunidad de trabajo para Sergio. Cuando regresé en la noche vi a Sergio ahí en el patio de la casa chiquita, y estaba limpiando a fondo con todo y que ya era tarde. A gritos le pregunté qué había pasado y el, acercándose, me dijo que debía presentarse al día siguiente con mi amigo, que trabajaría cortando fierro y que estaba agradecido por mi generosidad. Mi esposa estaba en mi casa, cuidando de mi hijo, o al menos así me pareció, así que cuando entré, me recibió muy bien, alegre y todo, y durante la cena fue discretísima no preguntando nada relacionado con Sergio, y yo fui el que le dije:

-Por fin este hombre va a trabajar. Dice que desde las ocho hasta las seis de la tarde. Dice que apenas junte un dinero se va a ir? y que ya se fueron los otros ?y al decir esto miraba su reacción, pero ella parecía indiferente, y solo me contestó:

-¡Que bueno, mi amor, que lo ayudaste! Recuerda que Dios ve las acciones del corazón? ¡Que Dios te bendiga, mi amor, por tu manera de ser! ?Dijo, al tiempo que acariciaba mi cabeza y luego de sonreír, continuó - ¡Apúrate, mi cielo, quiero coger? no sé qué me pasa pero estos últimos días me siento ganosa mi cielo!

Al día siguiente me levanté temprano y vi cuando Sergio barría el patio. Vi la hora y solo le dije por la ventana que no se preocupara, y que se apurara porque mi amigo es exigente en cuanto al horario de trabajo. Dejó la escoba y lo vi salir por la puertecita hacia la calle. Cuando volví el rostro mi esposa me miraba sonriendo y volvió a insistir:

-¡Qué lindo eres, mi amor, y que Dios te bendiga por ser tan generoso! ¿Qué te preparo de desayunar mi amor? ?pero le dije que no era necesario y que mejor comería algo en la oficina. Le di un beso y salí yo también a trabajar. Todo esto se volvió casi una rutina durante más de dos semanas. Sergio se iba a trabajar y yo salía poco después a lo mío. Luego en las noches, generalmente Sergio ya estaba ahí cuando yo llegaba pero no salía de su cuartito en la casa chiquita. No molestaba, no hacia ruido, era discreto y limpio, y yo veía su ropa tendida en una soga ya que el mismo se lavaba. Todo parecía normal y de lo más inocente, pero casi cuatro semanas después me encontré con mí amigo en el Banco, y en la plática me habló de Sergio:

-Es buen trabajador ese negro. Ha estado ganándose el salario como todo un hombre. Ahora ha trabajado menos porque con eso de que tengo que ir a una empresa en donde tienen muchos requisitos de entrada, solo trabaja hasta las doce del día pero me desquita el salario? ¡Ojalá hubiera mas gente como él! -Yo disimulé y para evitar una indiscreción, le dije a mi amigo:

-Si, eso me dijo Sergio? que ya son varios días en que solo trabaja en la mañana.

-Si, ya es más de una semana y faltan dos o tres semanas más pero ya después de ese tiempo todo volverá a la normalidad, y entonces si deberemos todos trabajar en el taller desde las 8 hasta las seis.

Nos despedimos y salí del Banco mirando el reloj. Eran las 11:30? faltaba media hora para que Sergio saliera del taller y mi cabeza daba vueltas, inquieto, molesto, celoso, furioso de estar haciendo el papel de cornudo, todo en una sola vez. Pero me puse a pensar que tal vez no debía verlo mal, que mi mujer era incapaz de acostarse con alguien más, que era cristiana y un montón de cosas más. En vez de regresar a la oficina me regresé a mi casa y era un día lluvioso. Al llegar vi mi casa cerrada como de costumbre, pero el aire acondicionado de mi habitación estaba prendido. Era ya casi la una de la tarde y entré con cuidado, sin hacer ruido.

La puerta de mi habitación estaba entornada, aunque mi mujer sabe que así se gasta más luz porque el aire frio se escapa, y por eso a veces teníamos ligeras discusiones. Me acerqué despacio y ahí, en mi cama, pude ver a mi esposa, blanca, hermosa, nalgona, completamente desnuda y montada encima de Sergio, el hombre negro, el ilegal. El tenia las piernas flexionadas y podía ver cómo entraba y salía del ponche de mi esposa una verga de enormes dimensiones, desde luego de un tamaño mucho mayor que la mía, y sus testículos parecían enormes de verdad, y se movían acompasadamente con cada subida y bajada de mi esposa, bien clavada en esa verga, y cuando ella se iba hacia arriba, podía ver cómo el ano de mi esposa se dilataba. Las manos de Sergio acariciaban las nalgas de mi mujer y con su boca succionaba esos senos que hasta ese momento pensaba que eran solo para mí? pero lo más terrible? y excitante al mismo tiempo era escucharlos hablar:

-Hummm, que rica la siento, mi amor? siento que me llenas hasta la garganta? así papacito? ¡Qué rica verga me estoy comiendo, mi negro!... ¡Me haces tan feliz, mi amor!... ¡Tenia ganas de que me cogieras desde que te vi esa noche, mi negro lindo!... Agh? ¡espérate tantito, no te muevas, porque me estoy viniendo otra vez papacito!? ¡Agh, así, que rico siento tu verga dentro de mi ponche mi amor!

-Estas buenísima, mi amor? ¡Qué ricas nalgas tienes mi cielo? tengo ganas de metértela por atrás, cariño!

-Espérate un poco mas, mi negro? la tienes muy gruesa mi amor, y me vas a desfondar el culo y luego? ¿Qué le voy a decir a mi marido para explicárselo?... Ay, déjame sentirte así, mi negro? que rica y dura la tienes papacito? y gruesísima, cabezona, como a mi me gustan las vergas? así, Sergio, así, muévela despacito dentro de mí? ¡Agh, me estoy viniendo otra vez!

Era increíble ver a mi mujer ahí en nuestra cama y dejándose coger por Sergio. Además, oírla expresarse así, cuando ella nunca decía nada que se relacionara con el sexo, y solo estando los dos muy calientes es que se animaba a decir algo como verga o ponche pero fuera de ahí parecía que esa mujer era una desconocida absoluta para mí. Pero lo que mas me desconcertó fue que, luego de un momento de rabia, me excitó verla ahí, empalada en la verga de Sergio y disfrutando de ello. Ver los huevotes de Sergio moviéndose, como dije antes, al compás de las caderas de mi mujer resultaba algo muy cachondo. Pensaba en eso y me tocaba mi verga por encima del pantalón cuando mi mujer dijo casi gritando:

-¡Ya papacito, échame tu lechita mi amor, quiero que me llenes el ponche de tu crema mi negro! Agh, así mi amor, vente aquí dentro, Sergio, así papacito? me encanta sentir tu crema en mi cosita? Agh, así, échamela toda? no dejes de chuparme los pezones? así, así mero papacito, así mi negro hermoso.

Yo sabia casi desde siempre que a mi esposa le gustaba o por lo menos no le eran indiferentes las personas de color. Incluso, tenía unos amigos desde la niñez que eran negros absolutos pero de eso, de una amistad infantil a que ahora estuviera cogiendo con un negro, y de pilón, ilegal, de plano me confrontó muy fuerte. Además, Sergio no tenia puesto un condón, y mi esposa podía embarazarse de ese hombre del que realmente no sabia nada, salvo lo que él nos había dicho, o lo que le habría dicho a ella? y mientras Sergio terminaba de venirse en el ponche de mi mujer, ella se desmadejó de plano y se inclinó encima de su amante para reposar en su pecho. Podía yo ver el cabello castaño de mi esposa encima de Sergio, y sus nalgas moviéndose pausadamente, como queriendo exprimir hasta la ultima gota de semen de aquel hombre. Me retiré con cuidado y sin hacer ruido, muy confundido por lo que había visto. Entendía que me hubiera enojado y hasta pensé por un momento en sacar un arma y acabarlos ahí mismo pero el hecho de que me sentía excitado al ver coger a mi mujer con otro me tenia alterado y sinceramente no sabia qué hacer, ya que ella, por lo menos hasta ese día, había sido la esposa perfecta, la mujer fiel pero? después de ver todo aquello por fuera tenia o que meditar sobre con cuantos mas habría cogido ella.

La amaba, era la verdad, pero verla ahí cogiendo con aquel hombre y en mi propia cama me hacia sentir muy raro. Conozco a compañeros del trabajo y colegas a los que su mujer los ha engañado y algunos se han separado pero había dos que me platicaban lo que les había pasado y seguían ahí, casados con sus mujeres. Uno había hablado con ella, y la mujer se había arrepentido y por lo menos hasta donde mi amigo sabia, no había vuelto a coger con su amigo, por cierto, un ex novio de aquella mujer. Pero el otro me contó una noche en que nos tomamos unas cervezas, que para el, haber visto a su mujer metiéndose a un motel con otro hombre y luego verla llegar a la casa tan tranquila como si nada, y hasta haber aceptado coger con él, su esposo, trayendo en el ponche restos del semen del otro hombre, había sido el inicio de una vida totalmente nueva y excitante. Me contó, al calor de las cervezas, que desde entonces, y ya habían pasado tres años, el suyo era un matrimonio abierto y el permitía que su mujer tuviera encuentros sexuales con amigos pero la condición, según me contó, era que él, como esposo, supiera a donde iba y con quien, primero para evitar engaños y segundo por la seguridad de su mujer, ya que en México hay mucha delincuencia, pero que además, su vida sexual se había enriquecido mucho, ya que aparte de ser esposos, amantes, amigos, etc. Eran cómplices en cuanto a que ella saliera y cogiera con otros hombres, ya que después de que la señora regresaba, ella le contaba absolutamente todo y hasta con detalles? y luego cogían muy sabrosamente? ¿Seria que yo podría vivir algo semejante y permitir que mi mujer cogiera con otros sin yo molestarla? o debía hacerle un tango y que mejor nos separáramos? Salí de mi casa y me fui a un bar a tomar unas cervezas. Pasaron dos o tres horas y llamé a mi esposa que me contestó el teléfono de la forma más natural del mundo. Le dije que ya iba en camino a la casa y ella me dijo en tono alegre:

-¡Que bueno, papacito, que vienes temprano! Te voy a preparar lo que te gusta para cenar, mi amor ?y yo le contesté procurando que mi voz sonara natural:

-Bueno, tu ya sabes lo que me gusta y ojalá me lo tengas listo para esta noche, mi amor ?haciendo alusión a su ponche. Ella se quedó calladita por un momento y luego me dijo:

-¡Hummm, se ve que vienes caliente, mi amor? apúrate para que me dejes satisfecha? tengo muchas ganas de coger mi amor!

Y al oírla me puse a pensar que realmente ella se había vuelto como más activa sexualmente, precisamente a raíz de que llegó Sergio a su vida hacia seis semanas? o mas bien, Sergio había llegado a nuestras vidas, porque después de que Sergio se fue, unas cuatro semanas después de lo que les acabo de narrar, dejé que pasaran dos meses mas, en los que ya no se mostró tan deseosa de coger y empecé a hacérselo notar. Cogíamos, era verdad, peor como si a ella le faltaran las ganas y solo lo hiciera por obligación conmigo, y yo no sabia qué hacer, hasta que luego, una noche en que la hice tomar unas cervezas, de plano le dije lo que había visto y ella lloró, primero me dijo que estaba yo confundido, que no había pasado nada entre ella y Sergio, pero al final lo aceptó, diciéndome que solo había sido esa vez y el caso es que le hablé claro de mi manera de reaccionar y ella, sonriendo, me dijo:

-Mira mi amor? tu dime qué quieres que hagamos. Yo te ofendí y estoy dispuesta a restituir el daño. Analízalo, piensa bien, mi amor, y si tu quieres, hago lo que me indiques? te amo y debes entender que en cierta forma tu me descuidaste por el trabajo. Vino él, Sergio, y de alguna forma me hizo sentir viva, me hizo sentirme deseada y ahí fue donde perdí con él, pero solo fue una vez papacito? dime mi amor, ¿Qué quieres que haga para que te sientas a gusto? Ya me dijiste que te sentiste raro, como excitado, cuando me viste con Sergio, y si es así, papacito, y no te ofende, podemos intentarlo todo de nuevo.

-Realmente no lo sé? te quiero, es verdad; Tu sabes que eres la mujer que amo pero me preocupa mucho mi reacción, o sea la que tuve esa tarde aquí mismo, mientras te veía con él y cómo lo hacías, con qué ganas te dejabas coger y todo lo que decías, mi amor? es mas, cariño, el hecho de verte hacer el amor con otro hombre y aquí en nuestra cama, me hizo pensar que te amo mucho, aun mas de lo que yo pensaba y sí, me gustaría pedirte que en adelante si sales con alguien o te acuestas con alguien me lo digas. Esa tarde pude hacer muchas cosas pero no las hice y ya no pienso hacerlas. Te amo mucho, y te digo, mi amor, que si tu tienes deseos de estar con alguien mas, sencillamente me lo digas y punto? te aseguro que no te voy a hacer escándalos ni nada de eso pero eso si, procura usar condón, o cerciórate de que esté sano mi socio? revísale bien la verga, que no vaya a tener una enfermedad mala.

-¿De verdad me estas diciendo esto o solo es para ver hasta donde llego yo? Mira, yo te amo, y lo de? Sergio considero que fue por un momento de pasión pero sinceramente no sé qué decirte de tu propuesta? ¿Me estas diciendo que si yo quiero me dejarías ir con alguien a un hotel o motel, a coger, y luego podría regresar aquí a nuestra casa como si nada hubiera pasado con otro hombre? ?y yo la miré, asintiendo con la cabeza y acercándome para besarla; Ella primero dudó peor luego se entregó al beso y ahí los dos nos abrazamos, y terminamos teniendo sexo como antes, como al inicio de nuestro matrimonio? ella dejándose llevar y yo, muy excitado de solo imaginármela cogiendo con Sergio? o con algún otro hombre. Pasaron tal vez cuatro semanas y una noche, después de una riquísima cogida, mi esposa me dijo:

-Oye mi amor? ¿Tu propuesta de que yo salga y lo haga con otros sigue en pie o ya te arrepentiste?

-¡Claro que sigue en pie, mi amor? te amo y eso no lo dudes; En todo caso y como dice tu hermana, mi cuñada, ese es jaboncito que no se gasta!- y ella me observaba con fijeza. Luego de un momento mi mujer me dijo:

-Mira, conocí a? alguien. Hemos platicado por teléfono y por Whatsapp? y me propone que salgamos juntos a algún lado mi amor pero no quise contestarle nada hasta no saber tu opinión, mi cielo? ¿Me darías permiso, mi cielo? Te prometo que esto seria igual de nuevo para mí que para ti? te juro que solo si tú lo aceptas ¡Adelante! Y si no ahí la dejamos? ¿Qué me respondes? ?y me miraba expectante. La abracé, la besé y le dije que si? que fuera con su amigo; Han pasado ya casi tres años y el vivir así con ella, sabiendo que se va a coger con otro me excita y ahora somos un matrimonio aun mas perfecto.

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