Con el fuego de la juventud cuentos eróticos

Autor: Fatiga | 16-May

Heterosexuales

Titulo: Con el fuego de la juventud

Resumen: La seduccion de un varón maduro por una hermosa mujer virgen de 18 años

Any entró en mi vida como un huracán.

Una lluviosa noche de verano estaba plácidamente saboreando mi cotidiano trago de whisky y disfrutando en silencio de la sala de mayores en el chat de elsitio... cuando entró en mi privado una impetuosa mujer con el nick de «Anysolita».

Como me preguntó atrevidamente «¿Que pasa Poco (pocoseso es mi nick) que hoy estas tan callado?» ... supuse que sería alguna de mis veteranas amigas de la sala... con algún «disfraz» para tomarme el pelo.

Sin muchas ganas le di lo suficiente para no parecer un desatento... ese día estaba realmente cansado. Después de casi catorce horas de avión mas trescientos km de auto, solo tenia ganas de estar tranqui... eran la doce de la noche y mis 54 añitos pedían una camita mullida.

Poco a poco me fui dando cuenta que... o tenía en mi privado una veterana muy dinámica (mucho más de lo que yo conocía por esos sitos del chat) ... o que semejante empuje e ímpetu eran propios de una adolescente con un desarrollo intelectual poco frecuente.

Sin darme cuenta nos enfrascamos en un juego que comenzó como un paseo por la pradera para ir transformándose en una partida de caza sutil e inteligente, pero encarnizada, donde por momentos no se sabía quien era el cazador y quien era la presa.

A las cuatro de la mañana con un beso de despedida en mi monitor (beso húmedo, escribió pícaramente) se despidió de mí, dejándome... pensando con mi almohada por un par de hora más.

A la mañana siguiente apenas abrí mi correo me encontré con un «emilio», escrito después del corte de la madrugada donde, además de decirme que no podía dormir, me enviaba una foto suya practicando su deporte favorito.... el patín artístico sobre ruedas.

A partir de ese momento mis diarias visitas de medianoche al chat encontraban a una cada vez mas lanzada y decidida mujer que la más de las veces me hacia dudar de que tuviera los 18 años que declaraba y rejuraba tener.

Un día le anticipe que en los próximos tres días no nos encontraríamos ya que tenía un evento en Buenos Aires, su lugar de residencia, y que no tendría oportunidad de chatear.

Cometí un error estratégico... me sacó disimuladamente tantos datos y referencias de dicho evento que descubrió perfectamente donde era y de que se trataba.

Al día siguiente, por la tarde, estando yo, con mis colaboradoras, atendiendo varios escritorios de un workshop de turismo... me alcanzó el ojo del huracán.

Una de mis chicas se acerca y me dice: Lo busca una señorita que dice ser «una amiga».

El tono de mi ayudante y su sonrisa pícara y maligna... me preparó para cualquier cosa.

Cuando me di vuelta.... sentí como caía mi mandíbula hasta el suelo como pasa en los dibujitos animados de la tele cuando alguien recibe una sorpresa mayúscula.

-. Hola, Fatiga... soy Any... como estas?...

Palabras que nunca pude contestar por encontrarme en estado de shock bolúdico grave.

Any... una escultural adolescente de pelo castaño-rubio... largo y espeso con un desorden casi salvaje... me miraba fijo con unos profundos ojos claros que hacían que su cara fuera de una belleza infernal. Su tez, morena por el sol del verano, estaba visible hasta el tercio superior de su tetas porque el vestido que tenía, de una tela áspera y brillante color canela... colgaba de sus hombros y se separaba un tanto de su cuerpo (sobre un soberbio par de senos que supuse superaría los 97 cms para el abrazo) y apenas si cubría los pezones ya que... no tenían ningún sostén.

El vestido era muy corto... impúdicamente corto... y por la cara de los operadores turísticos de la mesa a la que ella le daba la espalda, supuse (después dolorosamente lo comprobé) que tenía un escote escandalosamente bajo en la espalda.

Apenas logre salir de mi «shock de estupidismo» evalué la imperiosa necesidad de poner a buen recaudo semejante «cosa», ya que todos los escritorios de la cercanías habían suspendido momentáneamente sus tareas (a pesar de que mis ayudantes son de verdad impactantes y los habían sorprendido gratamente desde el inicio del evento) por lo que con premura invite a Any a tomar un café en la confitería del hotel donde se desarrollaba el evento.

Como había mucha gente en los pasillos me vi obligado a caminar detrás de ella hasta la confitería... el espectáculo era sobrecogedor.

Se había puesto unas sandalias de tiras muy finas y asombrosamente altas que hacían que sus piernas (de mas de nueve años de patín artístico profesional y todo el sol del verano) se vieran esculturales.

De su cola... que apenas cubría por arriba y por abajo ese tenue y vaporoso vestido que tenía... mejor... no voy a hablar. Mi egoísmo y el temor a quedarme corto en el detalle me lo impide.

Su porte (mide, descalza, 1,78) y la desenvoltura para caminar y manejarse me asombraron desde el primer momento.

La mezcla de su suave perfume con su mirada cálida y traviesa y su voz profunda (sin llegar a ser ronca) ponían mis sentidos en una alerta roja total.

Después de terminado el evento de ese día la invite a compartir con mis ayudantes Petu (22) Naty (20) y Sol (19) la cena de esa noche. Comimos como un grupo de amigos y cuando llegó la hora de irnos al hotel donde nos hospedábamos, ante la perspectiva de una copa allí, Any se negó rotundamente a dejarnos. Nos acompaño con la idea de tomar después un remise hasta su casa (su madre -separada- estaba de viaje, según después me enteré)

Reunidos todos en mi habitación, escuchando música y tomando (champagne las chicas y whisky para mi) Any demostró desde el principio tres cosas: 1º) Que a pesar de tener 18 años los nueve años de viajar por el mundo compitiendo deportivamente le habían dado una soltura absolutamente fuera de lo común, que dejaba opacadas a mis colaboradoras de mucha experiencia en el trato con la gente; 2º) Que era una mujer terriblemente sensual. (haciendo una parodia de baile erótico con Sol despertaba comentarios de asombro de las otras dos chicas); 3º) que posee un desarrollo inteligente e intelectual absolutamente fuera de lo común.

De a una, las chicas se fueron a su habitación porque estaban realmente cansadas. Any comenzó a ponerse nuevamente sus pulseras y aros (que se había sacado mientras hacia la parodia de baile erótico) pidiéndome una copa más de champagne, porque ya se iba.

Al alcanzarle la copa hasta donde estaba parada note que su mirada había cambiado. Con su copa toco la mía y mojó sus labios mirándome pícaramente a los ojos. Era un sueño increíble la belleza de esa mujer que delicadamente trataba de decirme, con la mirada, lo necesitada que estaba de ternura y cariño.

Acercó lentamente su cuerpo al mío muy suavemente frotó sus labios con los míos. Con la punta de su lengua recorrió sin prisa el contorno de mis labios, humedeciéndolos. Su respiración se agitaba lentamente a medida que su lengua recorría pausadamente el borde de mis labios. Sus ojos estaban clavados en los míos.

Tome con mis manos, delicadamente, su cintura. Sentí el temblor de su cuerpo debajo de la tela suave que lo cubría.

Pasó sus brazos sobre mis hombros y acercó aún mas su cuerpo al mío, comencé a sentir el temblor general que la embargaba y que ella no podía controlar. La tela suave y suelta de su vestido me hacia sentir el cuerpo de Any como si estubiera desnuda.

Minutos antes de que comenzaran a irse las chicas, y aprovechando su entusiasta charla, yo me había dado un ducha y estaba solo cubierto por una robe que con su tela suave no lograba contener mi creciente erección.

Tratando de no llevar las cosas a mayores (me obsesionaba el hecho de tener una mujer tan joven en mi habitación y los riesgos que ello implicaba) deje mi vaso de whisky y tome de la cintura a Any haciéndola girar para quedar a su espalda.

Tomo su salvaje pelo y corriendolo de costado dejó al descubierto la nuca. Su piel estaba totalmente erizada. Toda su espalda estaba perlada de pequeñísimas gotitas de transpiración que el baile reciente había formado. Pase mis labios por su nuca y sentí como un gemido suave salía de boca. Casi sin tocarla con las manos, con punta de mi lengua comencé a recorrer sus hombros. Sus manos a parecieron desde adelante para bajar las dos columnas de sostén del vestido que cayó, casi instantáneamente, en el suelo.

Me corrí levemente hacia atrás, para poder mirar su cuerpo desnudo desde atrás, el espectáculo era devastador.

El escultural cuerpo desnudo solo cruzado en la cintura por el hilo de la tanga «cola less», sobre las afrodisiacas sandalias que sostenían sus piernas, ahora levemente abiertas, terminaban en una cola tan perfecta como muy pocas he visto en mi vida. Los músculos de su espalda se contraían y por el espejo de la comoda de la habitación pude ver como sus propias manos apretaban, frotando, sus pezones recién liberados. Sus ojos entrecerrados y su cara de placer en loca carrera ponían en el espejo una imagen de lujuria total.

Any se dio vuelta... jadeaba... no intentaba disimular el estado de excitación que tenía. Sus ojos, húmedos de lujuria ya descontrolada, estaban semitapados por el pelo que se descolgaba sobre sus dos pechos impresionantes. Dos perfectas tetas coronadas por delicados y tersos pezones que terminaban es una punta cilíndrica mas oscura, de casi un centímetro. Su monte de venus era apenas tapado por la parte delantera de una tanga minúscula.

Caí de rodillas en la alfombra de la habitación y mi cara quedó a la altura de su pubis angelical. Any se quito lentamente lo único que le quedaba puesto y así tuve delante de mis ojos algo que quedará grabado en mi mente por el resto de mis días. Dos inflamados labios vaginales, ya húmedos y brillosos, apenas lograban cubrir un clítoris asombrosamente erecto y desafiante. Era asombroso su tamaño.

Puse mis labios delicadamente sobre su sexo humedeciéndolos con ese flujo vaginal que se sentía suave y aromático, como para enloquecer hasta las piedras.

Al tocar su clítoris suavemente con la punta de mi lengua provoqué un sacudón eléctrico en ella, que con un grito ronco y gutural me tomó por la nuca obligándome a meter casi toda mi boca dentro de su sexo... mientras entre gritos y movimientos pelvicos convulsivos eyaculaba un orgasmo de antología.

Era tal el fluir de su orgasmo que no lograba retener todo en mi boca... me desbordaba... y resbalaba por mis labios, mi barba y el lado interior de sus piernas.

Caí hacia atrás en la alfombra empujado por la desesperación de Any que no quería que sacara mi boca de su sexo. Quedó sentada sobre mi boca sacudiendose y gritándome que no parara... que mi barba le producía un placer indescriptible en su vulva y su clítoris.

Gritaba y jadeaba con tal placer que en apenas un par de minutos tuvo otro espectacular orgasmo que esta vez bebí con placer hasta la última gota.

Cayó, como desmayada, hacia atrás, de espaldas, sobre mi pecho... sentía como sus piernas, a ambos lados de mi cabeza, eran recorridas por sacudidas eléctricas. Con voz grave entrecortada por los temblores me pedía por favor que la dejara tomar un poco de aire.

Mi sexo erecto había quedado a la par de su cabeza. Sentí su mano delicada y temblorosa que lo tomaba con sumo cuidado. Bajó su cuerpo desnudo a la alfombra poniéndose de costado a mi lado.

Miraba mi sexo con detenimiento y casi con curiosidad. Terminó de abrir mi robe y comenzó una minuciosa investigación de mis genitales. Acercó tímidamente sus labios y beso mi pene por el costado. Mi erección era perfecta, pero no tenia mucho resto, su desesperación y ahitación había logrado ponerme al borde de la eyaculación.

«Me da mucho miedo esto» me dijo mirando mi, quizás un poco desproporcionado, sexo en sus manos.

Conociendo, por nuestras charlas anteriores, su virginidad, le dije que se quedara tranquila que no era ese el momento adecuado para lo que ella temía.

Tratando de ser agradecida con mi afirmación puso la punta de mi enrojecida glande sobre sus labios pasando tímidamente su lengua por la punta. Su inexperiencia era notoria. Deje que lo hiciera a su gusto. Tome una de sus piernas que tenía a mi lado (estábamos invertidos) y pasándola sobre mi hice que quedara boca abajo, nuevamente encima mío, en un prefecto 69.

Su sexo quedo a la altura de mi boca y me zambullí dentro de él con desesperación. Su reacción fue instantánea. Comenzó a temblar y agitar sus piernas como si estuviera sufriendo un ataque de epilepsia. Pero yo tenía ahora bien capturado su erecto clítoris dentro de mi boca y esta vez mis brazos rodeaban su cintura impiendo que sus convulsivos sacudones lo sacaran de la prensa succionadora que eran mis labios.

Any se retorcía y chupaba mi glande con frenesí. Por momentos debía liberar su boca para jadear y gritar como poseída mientras sus orgasmos se sucedían sin solución de continuidad. Sus flujos orgasmicos corrían por mi barba y cuello dándome un placer indescriptible.

Sin permitirme retenerlo mas mi verga comenzó a lanzar todo el semen contenido a borbotones. Después del primer momento de sorpresa sentí como mi dulce lolita combinaba su último orgasmo con una succión desesperada y frenética que me vaciaba totalmente.

Any se dio vuelta y acurrucándose a mi lado comenzó a hacerme mimos tiernos y dulces que me hicieron poner totalmente loco. Su indescriptible belleza estaba ahora realzada por un gesto de su cara que mostraba la sensación de saciedad de placer y paz interior que la embargaba después de esta increíble sucesión de orgasmos.

«Mi vida, debo ir a casa. Mamá esta de viaje y llamara temprano en la mañana para ver si esta todo bien» me dijo, con una mirada de dulce resignación.

Se paró a mi lado y me tendió la mano para que yo también lo hiciera. Juntos fuimos a la ducha. Caminaba delante mío como llevándome enganchado de la mano, mirar su portentoso cuerpo delante mío me producía una sensación de fantasía.

En la ducha no me dejo hacer nada. Me atendía como una gheisa a su señor. Masajeaba mis músculos produciéndome un sensación de descontracturación increíble.

Nos quedamos un rato bajo el potente chorro de agua. Cerro la ducha y comenzó a darme jabón con mucha delicadeza. Al terminar hizo lo mismo con ella y me abrazo para hacerme sentir sus pezones en mi pecho. Mi erección ya estaba al máximo. Se puso en puntas de pie, levantó una pierna y puso mi verga por debajo de su sexo y su cola.

Me mostró divertida que su clítoris, descubierto al abrirse los labios vaginales sobre el lomo de mi verga, me apuntaba como un pequeño pene entre la espuma del jabón que nos unía.

Empujó hacia adelante y mi verga resbaló por debajo de su sexo y su ano hasta que su pelvis chocó contra la mía. Tenía la mirada vidriosa, su jadeo era creciente, se tomó con sus manos enjabonadas de mi espalda y casi clavando sus uñas en mi piel, para no resbalar, comenzó un desenfrenado movimiento de pelvis. Jadeaba y gritaba... de su boca salían sonidos guturales mientras me masturbaba con sus piernas. Luchaba por contener su orgasmo... abría muy grandes sus increíbles ojos y contenia la respiración... se quejaba y me pedía que apurara mi eyaculación para que lo hiciéramos juntos. Hice un esfuerzo y me contuve. Su orgasmo fue indescriptible... rabioso... con indignación por no haberlo podido contener...

Abrió la ducha... enjuagó mi sexo... se puso de rodillas... puso mi verga en su boca y comenzó a chupar con desesperación hasta que volqué mi semen en su boca en una acabada gigante que aún recuerdo.

Nos vestimos y la acompañe a su casa. Sus mimos en el viaje de remise hicieron que, en el viaje de regreso al hotel, el chofer me deseara ¡¡¡ supervivencia!!! para poder disfrutar de semejante «cosa».

A partir de alli... Any comenzó a ser como una droga para mi. Fui incapaz de rechazar una conquista que cada vez se hacia mas encarnizada.

En cada viaje mío a Buenos Aires, posterior a lo relatado, Any se auto designó mi secretaria privada. La experiencia me resultaba graciosa. Enfundada en sobrios trajes de chaqueta y pollera, su sola presencia resultaba tan sensual y atractiva para mis interlocutores que muchas veces, consciente de la locura que desataba, se disculpaba con la excusa de atender el «telefonino» (su pícaro italianismo para denominar a su telefono celular) para dejarnos solos y que pudiéramos hablar de negocios.

Por las noches salíamos a cenar a los restoranes de gran categoría donde ella pudiera lucir lo que más le gusta, los vestidos largos muy escotados y con grandes aberturas en las piernas.

Durante las semanas siguientes hicimos un pausado y metódico trabajo de preparación mental para que perdiera el miedo al dolor de la futura perdida de su virginidad.

En marzo de este año la invite a una fiesta de matrimonios de empresarios en la ciudad del interior donde vivo. Le envié los pasajes y reserve hotel para que viniera con su madre o con alguna amiga. Vino con Betina su inseparable amiga desde la infancia y compañera de competición en sus viajes por el extranjero.

Mande una colaboradora que las   esperó en el aeropuerto y las llevó al hotel. Almorcé con ellas, les di algunas instrucciones y quedamos en que las pasaría a buscar para ir a la fiesta.

Cuando pase a buscarlas por la confitería del hotel el revuelo de los allí presentes era mayúsculo.

En realidad, estaban las dos... para el infarto. Any tenia unas sandalias de tiras muy finas trenzadas hasta las rodillas, superaltas (sabe que me enloquecen) y un vestido (?) que apenas cubría su pelvis y su espectacular cola. Estaba solo tomado por el cuello y de una tela muy parecida a la gasa. La espalda desnuda. La tela, color miel, era transparente!!!!. Debajo, solo una tanguita minúscula, «cola less» y sus soberbios senos dejaban ver tenuemente, por debajo de la gasa, sus hermosos pezones desnudos como un desafío a las miradas. Tenia en el cuello una gargantilla de cuero de la que colgaba una cadenita semejando un collar canino. Pelo salvaje, apenas recogido. ¡¡¡ Un ensueño !!!.

Su amiga Betina, si bien es un poco mas menuda (repito que Any mide 1,78 descalza) tiene un cuerpo tan escultural como su amiga y tenía una microminifalda y top estilo soutiens en tela dorada brillante.

Llegamos a la fiesta. Era en una casa quinta residencial. Aprovechando lo informal del evento mis amigos me las arrebataron en el acto. En todo momento con cada una de ellas había por lo menos tres o cuatro varones integrando el grupo de charla. Mis amigas, esposas de los pseudo conquistadores, se divertían viendo las caras de babosos de sus maridos.

Any bailaba con los que la invitaban pero no podía hacerlo con la intensidad que le conozco porque sus tetas luchaban por salir del vestido que no lograba contenerlas. En varias oportunidades que hicimos pareja de baile le comente graciosamente que la veía «encendida».

«Hoy estoy decidida a que sea un día memorable para mi» «Hoy vas a conocer a la verdadera Any» «Hoy no te me vas a escapar, mi vida»... me contestaba con una mirada entre pícara y sensual.

Después de la medianoche quedamos un grupo reducido de tres varones y cuatro mujeres, el matrimonio dueño de casa, un joven matrimonio amigo, las chicas y yo.

Decidimos una zambullida en la piscina. Las mujeres no tenían soutiens así que lo hicieron solo con las tangas. Jugamos waterpolo hombres contra mujeres. Al terminar nos sacamos nuestras mudas mojadas y desnudos nos sentamos, en ronda, a charlar.

Como es de suponer los dos matrimonios y yo llevamos al tema del sexo a Any y Betina (recién iniciada con el matrimonio mayor de su profesora de ingles). Lentamente las indujimos a contarnos sus fantasías y sus temores.

Any, sentada a mi lado en un sillón doble, tenía en una mano su copa de champagne y con la otra pasaba descuidadamente sus finos y largos dedos por su pelvis. Conociendo la especial disposición y tamaño de su clítoris no tenia dudas que lo estaba tocado en cada pasada.

Estaba agitada... respiraba con dificultad. En un momento dado la esposa de la pareja joven que estaba sentada en la falda de su marido compartiendo sillón con Any, se levantó para servirse mas champagne y al volver se sentó directamente sobre le falo erguido de su marido.

Any vió y sintió el ruido de la penetración (yo también). Vi que bajó su mano y en un par de segundos se sacudía tratando de disimular su orgasmo. Mientras los otros hablaban tome delicadamente su mano, me la lleve a mi boca. Lentamente chupe sus dedos húmedos del flujo mas exquisito que he probado.

La pareja pidió disculpas y se fue a un dormitorio de la casa. Solo un par de minutos después se sentían los gritos y jadeos que de allí venían. Como impulsados por una fuerza invisible todos fuimos a la puerta de la habitación.

Ella lo estaba cabalgando con desesperación y al vernos en la puerta se incremento su excitación. Nos relataba... entre gritos y jadeos... lo que estaba sintiendo en las entrañas.

La dueña de casa había tomado la verga de su marido y la estaba masturbando pausadamente mientras con la otra mano se atendía a si misma. Betina se acercó a ella y fue aceptada en ayuda. Any estaba delante mío levemente encorvada, se estaba masturbando. La tomé desde atrás y haciéndole sentir mi verga erecta entre sus piernas abiertas, tome desde atrás sus senos durísimos y mordí lujuriosamente su nuca. Tuvo un orgasmo tan intenso que sus jadeos y quejidos reemplazaron a la pareja que había terminado de cojer y estaban como desmayados tirados en la alfombra.

Any se dio vuelta... tomó mi cara entre sus manos mojadas de su flujo... metió su boca con desesperación en mi boca y trenzó su lengua con la mía. Se separó un poco... miró con lujuria mi erecta verga que se apoyaba en su ombligo... y salió caminando para una de las habitaciones.

Fuí hasta la mesa del living y cargue mi vaso con un whisky casi triple, con poco hielo.

Cuando me dirigía a la habitación, donde me esperaba mi dulce lolita, pude ver como entre las dos mujeres casadas ayudaban a Betina a sentarse en el tremendo falo del dueño de casa.

Entré a la habitación. Any se cepillaba el pelo en el tocador. Estaba deslumbrante.

A pesar de mi edad, mi vida cotidiana me mantiene en muy buen estado sexual. Por otra parte, el estar generosamente dotado normalmente me permite ahorrar energías necesarias para lograr sesiones muy prolongadas y, por lo tanto, eficaces.

Pero la excitación que tenía con «mi dulce lolita» y el saber que debíamos lidiar con su virginidad me indujo a tomar todas las medidas necesarias para asegurar un excelente desempeño.

Mientras, apoyado en la cómoda de la habitación, estudiaba el camino a seguir, terminé mi trago de dos grandes sorbos (importante un moderado nivel alcohólico para un buen aguante).

Any mientras cepillaba su pelo se había transfigurado. Se la veía dominante, decidida... como una leona estudiando el momento de lanzar su carrera para cazar a su presa.

Engancha el cepillo en su pelo y me pide que le ayude. Me acerco y la libero. Mi verga toca levemente su espalda. Se da vuelta... la mira con devoción. Aniñadamente se queja de una uña rota en el dedo de su pie.

Me arrodillo y tomo su pie... muerdo su uña rota y saco el pedacito. Siento que al tocar mis labios su piel la sacude un leve temblor. Meto uno a uno los dedos de los pies en mi boca y los succiono con ternura... tira su cabeza hacia atrás y comienza a jadear... sus piernas se va separando lentamente... puedo ver su sexo brillante por los jugos... avanzo lentamente por su pierna lamiendo y chupando... comienzan sus movimientos pelvicos... el olor a hembra en celo me atrae como la luz a un insecto... esta abriendo mucho mas sus piernas... sus manos en mi nuca se aseguran que no detenga mi avance... toco su clítoris con la punta de mi lengua y se desata... el huracán!!!

Se toma de las rodillas y flexiona sus piernas contra el cuerpo. Así como esta, sobre la banqueta, queda su sexo abierto al máximo para mi boca...

De rodillas en el suelo parezco un perro peleando con una presa indomable... le como literalmente la vulva... mi nariz se mete desesperadamente entre los labios vaginales... mi barba frota su cola... Any grita como una posesa... veo como a cada orgasmo sus flujos brotan desde dentro y se escurren por su cola y mi barba.

De pronto me toma con violencia la cabeza, se agacha y mete su boca dentro de la mía.... quiere beberse sus propios jugos que han inundado mi boca... su mirada de lujuria es indescriptible.

Me abraza con fuerza... frota sus pezones en mi barba.... en mi pecho... parecen esculpidos en piedra... sus tetas están duras como si se hubieran petrificado...

Me hace parar frente suyo... mi erección queda frente a su cara... con mucha delicadeza descubre mi glande... un gota transparente sale a la vista... toma uno por uno sus pechos y lubrica la punta de sus pezones...

Siento como esta temblando como una hoja... la dejo que maneje la situación a su gusto.

Se pone de pie frente a mi... es una mujer imponente.

Me dice que el recuerdo de nuestro ultimo orgasmo juntos, duchandonos en la habitación del hotel de Buenos Aires, ha sido el recuerdo que la ayudo en todas sus masturbaciones desde entonces. Se pone en puntas de pie... baja mi erecta verga hasta que alcance la horizontal... levanta una pierna y acomoda mi falo entre sus piernas pasando por debajo de su sexo y su cola. Indudablemente la ha adoptado como su pose preferida para preparar sus orgasmos.

Esta vez sin la ayuda del jabón la fricción de mi falo en su totalmente mojada vulva produce un ruido que me produce un morbo incontenible. Any sacude su pelvis con desesperación. Entre sus dientes apretados sale un quejido muy fino y lastimero que denota su desesperación por el orgasmo que se le escapando. Sus golpes de caderas hacia adelante y atrás van perdiendo velocidad cuando siento que mi verga se cubre con la pasta espesa y caliente que sale de su vulva palpitante.

Con decisión me hace sentar en la banqueta y luego acostarme en ella. Quedo en una incomoda posición, con las piernas colgando por un extremo y mis hombros y cabeza colgando del otro lado. Decididamente se calza nuevamente sus altas sandalias. Me mira con cara de triunfo. Diría que su gesto y mirada se parecen a la de un soldado que entra triunfante a una batalla que sabe va a ganar. Su mirada es de... decisión tomada.

Ese brutal cuerpazo de mujer va separando sus piernas y avanza lentamente con una pierna a cada lado de la banqueta. Desde mi incomoda posición miro hacia su sexo y veo sus brillosos labios abiertos por la separación de las piernas. Avanza lentamente hasta quedar como un puente sobre mi verga.

Se apoya suavemente plegando mi pene sobre mi abdomen y comienza a frotar su vulva sobre el lomo inferior de mi verga. Siento como resbala por lo mojada que esta.

Me doy cuenta que trata de que su maravilloso clítoris no roce mi verga que esta acostada sobre mi cintura para no acelerar su orgasmo.

Endereza sus piernas, que tenía levemente flexionadas, elevando el puente sobre mi sexo y hace lugar para poner vertical mi estaca que esta dura como una piedra. Mirando hacia allí frota la glande por los labios de su vulva. El ruido del aire que entra forzado entre sus dientes apretados me hace sentir su desesperación porque la cabeza de mi verga también frota su ultrasensible clítoris.

Me mira con una mezcla de lujuria y terror. Su actitud de dominación esta cayendo como un castillo de naipes. Me pide por favor que la ayude. Que tiene mucho miedo. Que quiere tenerla dentro suyo. Que la ve demasiado grande. Me pide que la obligue porque teme no animarse. La miro en silencio y dejo que se arregle sola.

Se le empieza a escapar otro orgasmo y en su desesperación de ver sus jugos que chorrean por mi verga pone la glande en la entrada de su vagina intentando tapar la salida de sus jugos.

Sus manos mojadas de sexo se apoyan en mi pecho. Cierra los ojos y afloja un poco sus piernas. Siento que la cabeza de mi verga empuja y abre sus labios vaginales comenzando a entrar.

Abre los ojos desmesuradamente... traga saliva con dificultad... contiene un poco su respiración... los fluidos de su último orgasmo se siguen deslizando por los costados de mi verga... miro su sexo y veo que sus labios se están abriendo desmesuradamente tratando de abrazar el borde violáceo de mi glande.

Any sacude desesperadamente su cabeza hacia los lados, mordiéndo sus labios como diciéndome que ve que eso no va a poder entrar. Su pelo, semipegado en la transpiración de sus pechos y hombros, se abre cuando mira hacia el techo y afloja un poco sus piernas... un sonido desgarrador sale de lo mas profundo de su estómago... una rigidez involuntaria endereza un poco la piernas y algo del terreno ganado en la penetración retrocede... pero la cabeza ya esta adentro!!!!

Tiernamente le sugiero que no se apure. Me putea y me ordena que me calle... me dice que es ella quien manda... que es ella la que se quiere meter toda esa tranca en sus entrañas.

Esta totalmente fuera de sí. Su lujuria la domina. Confiada por el momentáneo alivio del retroceso intenta flexionar un poco las piernas para bajar su pelvis un poco mas. Es tal el temblor que agita todo su cuerpo que no puede controlar ajustadamente sus movimientos. Mi glande dentro de su vulva vence definitivamente la resistencia de su himen. Any pega un grito desgarrador... siento un tibio liquido que moja la cabeza de mi verga... un poco de sangre lubrica y ayuda a acelerar la penetración.

En la locura de su lujuria Any piensa que lo peor ya paso y da rienda suelta a un orgasmo contenido por el terror que la embargaba. El orgasmo le provoca movimientos pelvicos que ella no controla y los flujos del mismo inundan la zona de penetración... la penetración avanza despacio pero sin pausa.

El cuerpo de mi dulce lolita tiembla completo... sus piernas se aflojan... la penetración avanza aún mas. Ahora, inexorablemente.

Abre muy grandes sus hermosos ojos y me mira. Llorosa pero jadeante y terriblemente excitada me pide ayuda para que alivie su sufrimiento. Mira hacia mi sexo y ve que recién estamos llegando a la mitad... su cara de pánico es inenarrable.

Estoy tan incomodo con medio cuerpo colgando fuera de la banqueta que me tomo suavemente de sus hombros para besar su tetas que están duras como piedras y totalmente mojadas por el sudor. Esto provoca un aceleramiento en la penetración... Any grita desesperadamente pero no detiene el avance de mi rígida verga.

Como medio de calmar su deseperación me relata, entre jadeos y sonidos guturales que se cruzan involuntariamente por su garganta, lo que esta sintiendo en sus entrañas y el hambre desatada que siente de tener toda esa masa de carne dentro suyo.

Parece increíble que con tanto dolor este preparando otro orgasmo... pero indudablemente el morbo de sentirse penetrada esta haciendo estragos en su cabecita adolescente.

Un temblor creciente y los movimientos de su pelvis me demuestran que viene un orgasmo gigante... Any contiene la respiración... saca las manos de mi pecho que controlaban su penetración y se toma de sus nalgas y las abre desmesuradamente... siento que afloja definitivamente el tono muscular de sus piernas... se esta abandonando a la penetración.

Muerde sus labios. Lloriquea quedadamente. Sonidos guturales salen de su boca cerrada. De su vulva ajustada a mi verga brotan como a presión los fluidos de un orgasmo espectacular. La penetración se hace incontenible.

Esta prácticamente sentada sobre mi verga bajando en la medida que ésta logra abrirse camino. Los movimientos involuntarios de su pelvis hacia adelante y atrás ayudan a mi verga haciendo palanca para entrar mas adentro. Si pensarlo gira hacia ambos lados como tratando a mi falo como un trepano semigiratorio.

Es tal la magnitud de su orgasmo que creo que se ha trasnformado en múltiple... sus caderas, en la desesperación, comienzan a mezclar el movimiento de vaivén con uno circular.... siento que la penetración se acelera.

Any me dice que siente un palo de fuego en su estomago... que no puede seguir porque llegara hasta su garganta... que esta teniendo una clase de orgasmo que nunca sintió... que empieza a sentir que mis huevos rozan levemente su cola... cuando su magestuoso clítoris entra en contacto con mi pelvis la invade una locura total.

Se sacude como poseída por una fuerza sobrenatural. Me doy cuenta que el dolor ha mermado mucho porque se mueve con mayor frenesí. Como sacando una fuerza impensada desde dentro de su cuerpo pega un grito muy fuerte y empuja con todas sus fuerzas hacia abajo.

La penetración se completa y su clítoris se estrella fuertemente contra mi pelvis... me tomo de sus hombros y la abrazo con pasión... sus pechos se clavan en el mío... con sus manos mojadas de sexo me toma la cara y se funde en un beso... donde su legua me ataca como queriendo devolverme la penetración.

Estamos los dos sentados en la banqueta, la tengo en mi regazo... empalada hasta los pelos. Any cruza sus piernas por detrás de mi espalda... sus manitos se toman el vientre como intentando evitar que estalle por la inmensa masa de carne que siente palpitar en su interior... mis huevos frotan su cola... siento su clítoris que pega en mi pelvis como intentando penetrar en un agujero inexistente.

La lengua de Any se mete en mis oídos... mordisquea con desesperación mi cuello.... sus uñas se clavan en mi espalda y sus piernas se flexionan ritmicamente contra mi espalda haciendo que sus nalgas, totalmente empapada en sus flujos y algo de sangre, resbalen en un vaivén endiabladamente hermoso sobre mis pantorrillas.

Ambos miramos hacia abajo entre nuestros cuerpos que se chocan y se separan. Allá abajo una barra de carne morada y brillosa entra y sale como un pistón. Los labios de su vulva parece que lo agarraran intentado evitar su salida quedando brotados hacia afuera. Al volver a entrar con violencia, lo hace llevándose, como un tornado, los labios y el clítoris plegándolos hacia adentro.

Mi control mental esta cayéndose a pedazos.... siento un fuego que nace en mi espalda.... la tomo de la cintura... aumento el ritmo infernal que el excelente estado atlético de mi dulce lolita le permite mantener casi ininterrumpidamente.

Por momentos reduce la velocidad y en su cara leo la sensación de estar paladeando lentamente con su vulva todo el recorrido de mi falo en su lenta salida y violento reingreso... la locura de ambos es total.

Any se da cuenta que estoy por eyacular... no hace falta que se lo anuncie... la fuerza de retención me a sumido a mí también en un temblor incontenibleme.

Me abraza con una fuerza increible y me pide SU lechita... la quiere ahí... en el estómago, donde siente la punta de mi verga... me mira a los ojos entra en un nuevo orgasmo empujando con golpes mas espaciados pero de una violencia que me hace pensar que le voy a perforar las entrañas

Me pide mi leche... me putea... me ruega...

Siento que la rigidez de mi verga llega a su máxima expresión... un suave placer avanza por dentro de mi vaina y mi cañón comienza a vomitar lava liquida... que inunda por dentro a mi dulce amante.

Comienza un ruido erotizante de sus flujos y mi semen empujados y batidos con una violencia inusitada hasta dentro de una vagina que siento que esta al rojo vivo.

Any va disminuyendo lentamente el ritmo de sus empujes hasta que queda quieta sintiendo como los últimos chorros de semen entran en su interior.

Con la voz entrecortada por los temblores, la agitación y un llanto de felicidad muy suave... me cuenta en el oído sus sensaciones internas.

A pesar de estar totalmente flácida en mi regazo Any se asegura que yo no salga... mantiene mi verga dentro de su vagina soldada hasta los pelos.

A sido tan violento el ritmo de este polvazo que mi verga pierde sus rigidez con mucha lentitud.

Any esta muy quieta en mi regazo con su cabeza metida en mi cuello. Su vagina produce las primeras contracciones que hacen que me sienta ordeñado, al salir los últimos restos de semen del conducto de mi verga.

Tomo con ambas manos su cola. Esta totalmente mojada de semen y flujo de sus orgasmos. La alzo muy tiernamente sin dejar que mi verga salga de esa cueva maravillosa.

Me paro y camino con ella alzada hasta la cama. Me siento muy suavemente porque se queja mucho de sentirse todavía muy llena. Me acuesto de espaldas y dejo que mi niña se acomode encima mío con ambas piernas flexionadas a ambos lados de mi cuerpo. Su vagina esta repitiendo contracciones a un ritmo creciente.

Ella desata su caudal de dulces y suaves mimos con una ternura que me enloquece.

Miro hacia el tocador y en el espejo veo una especular y voluptuosa mujer que se ha quedado pegada a mi con mi sexo aún erecto dentro de ella. Paso mis manos por su espalda y sus piernas provocando tiernos sacudones de placer.

Mi dulce lolita comienza a hablar muy quedadamente en mis oídos... mezclando palabras dulces con mimos.

Pienso... y siento... que estoy en el Paraíso.

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