Fui toda una zorra para mi hermano
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Todas en algún momento no nos gustaría pensar en lo que pueda pasar. Y mucho menos cuando estás muy excitada. Mamarle la verga a mi hermano es algo que me excitaba tanto pensar hacerlo hasta que lo hice.
Todo esto empezó cuando descubrí que le atraía a mi hermano. Ver como me mira el traserito cuando uso los jeans muy ajustados. Me gusta como me ve. Comerme con la mirada me excitaba y me podría imaginar lo que le gustaría hacerme. Soy una chica de 17 años, delgada, de piel blanquita. Me gusta tener buena salud por lo que hago ejercicio para mantener mi cuerpo en forma. Me gusto mucho y se que le gusto a varios pero creo que no son lo suficiente buenos. Y no me refiero a que quisiera que estén buenotes como muas quisieran, sino que sepan tratar a una mujer y no solo esperar una respuesta para tener una relación. Pero bueno..
Una de las cosas que más me excitó de mi hermano, es cuando lo descubrí masturbandose. Hizo que me mojara muy rico. Fue una noche cuando el imbécil pensaba que estaba sólo. Yo había regresado del gimnasio. A veces no se escucha cuando alguien entra a la casa y eso lo delató por completo ese día. Subí a mi recámara y cuando pasé por su cuarto vi la puerta emparejada. Estaba recostado en la silla de la computadora. Al principio no captaba bien lo que hacía hasta que me acerqué a la puerta. Aunque estaba de espaldas estar recostado me permitió verle su miembro. Dios, la tenía muy parada y eso me excitó mucho.
– Aaahhh!!! Jadeaba.
Mordia mis labios, al verlo. En ese momento sin imaginarlo, en su otra mano tenía una prenda. No alcancé a ver bien hasta que forcé la mirada. Tenía un calzón mío. Se lo puso sobre su cara y lo olió.
– Dios! Que rico huele tu culo!
Dios, no me imaginaba que tomaba mis prendas para masturbarse. Y quién sabe que más hará y desde cuando, pensaba yo.
– como me gustaría metertela bien rico en tu panochita. Seguro la tienes bien abierta, decía él para excitarse.
Sus palabras me excitaban a mi tambien. Mi panochita empezó a mojarse. Mis pliegues se abrían, lo sentía.
Cerré mis piernas para sofocar mi excitación.
– quiero venirme dentro de ti, preciosa. Cogerte por la boca, por el culito tan rico que tienes y lamerte tu rajita.
– Aaahhh!!! Me vendré ya!!!
Decirlo hizo que me empezara a tocar. Bajé mi mano a mi panochita y me la empecé a frotar sobre mi licra. Que rico sentía. Ver cuando se iba a venir, cubrió su verga con mi calzoncito y se la jaló con ella hasta expulsar su semen. Bañó mi prenda con su liquido blanco.
Fui a mi recamara y me senté en mi cama. Me había quedado con esa imagen todo el día. Al llegar mis papás cenamos. No sabía que decir.
– ¿como te fue en el gimnasio?, me preguntó mi hermano.
-…Bien…¿porqué?
– nada, sólo preguntaba.
Al día siguiente mi mente no borraba esa imagen de mi hermano. No sería la primera vez que que se me antoja mamar una verga. Ya que se lo hice a mi primo.
Pero mi hermano era algo que no me atrevía a hacer por miedo a que pensaría de mí. Pero ahora que conosco su secreto no me importaría mucho si lo sedusco un poco.
El miercoles pasado hizo mucho calor. Tanto, que decidí entrar a la alberca.
– oye, como que se antoja darse un buen chapuzón, ¿no crees?, le preguntaba
– si, hace un pinche calor de la c…
– jaja bueno, iré a ponerme mi traje.
Pasaron 15 minutos.
Como quise probar que tan atrevido sería conmigo, y saber que tantas ganas me tenía, fui a su recamara.
– oye, ayudame, le pedí caminando hacia el con el sosten suelto y sosteniendomelo tomandome los pechos.
Su mirada cambio de repente. Se sorprendió que depositara mi confianza en él.
Di la vuelta dándole la espalda y mi trasero. Como estaba sentado en su escritorio su rostro estaba a la altura de mi culito bien paradito. Vi de reojo que no me lo dejara de ver.
Cuando me lo amarró bien, me volteé y le pregunté:
– ¿como me veo?
– …a…bien.
– jaja gracias. Bueno…te espero allá a fuera.
Al salir, entré a la alberca. Nadé un poco.
Pasaron 20 minutos y no llegaba. Salí y fui a su recamara. No estaba.
No se me sorprendería que estuviera en mi recamara. Fui a la mía. Estaba emparejada la puerta. Me asomé y lo vi. Dios, estaba oliendo una prenda mía. Se huntaba en la nariz el calzón que tenía puesto. Lo disfrutaba. Olía con tranquilidad la parte delantera de mi prendita. A la vez me quedé paralizada pero a la vez me gustaba ver como lo hacía.
– ¡que rico! Hmmm!, se decía.
Apretó su miembro con su mano izquierda mientras con la otra sostenía mi lindo calzón. Se le marcaba su trozo de carne. Lo tenía grueso y muy parado. Se le marcaba en su short que tenía puesto. Se masajeaba su verga. Ver eso me generaba un cosquilleo en mi vagina. Estar mojada y combinando el agua con mis flujos vaginales era algo excitante.
Bajé mis manos a mi rica rajita y me doble el traje de baño desnudando mi mojado sexo. El aire me generaba un leve escalofrío haciendo estremecer mi calido y delgado cuerpo. Acaricié mis suaves pliegues con mis dedos. Rosarlos era una sensación rica y excitante. Froté la parte donde se encontraba mi clítoris escondido. Quería estar excitada lo más rápido posible. De pronto paré. Tomé conciencia y enojo. Retiré mi mano, cubri mi vagina. Me alejé de la puerta y grité:
– ¡¡ya vienes!!!
En ese momento salí al patio.
– ya!! Es que me estaba cambiando!!
– tardas siglos. Ya estoy frita, le decía recargada en el borde de la piscina.
– no entraré a nadar, dijo.
– ¿porqué? ¡Vamos, entrar! Que tal y me ahogo.
– jaja no te ahogas.
– claro que si. Imaginate, que pasaría con mis pertenencias.
– las vendo, no te preocupes.
– jaja te heredare mi ropa, ¿quieres?. Te verías bella como yo.
– jaja si, bella. No hermanita, como crees que te dejaría morir en el agua.
– ¿que le harías a mi ropa, hermanito?, le pregunté con la intención de ver su reacción y que respondería el enfermo.
– la regalo a mis amiguitas.
– te pones mis calzones, ¿sale? Jaja
– jaja ni loco.
– andale. Jaja te verías bien bella como yo, ¿o no?
– jaja si, muy bella.
– ¿o buenota? jeje sonreí coquetamente.
– este…
Me salí de la piscina y caminé hacia él lentamente como si estuviera modelando.
– ¿que, acaso no estoy buenota para tí?
– no si…
– jaja mirame, le dije dandome una vuelta para que observara todo mi cuerpo casi desnudo.
Tragó saliva. Estaba tenso. Aunque se cuales serían sus intenciones no se mostraba seguro de querer hacerlas.
– ¡Dios mios!…
– ¿que pasa?, le pregunté jalando el resorte de mi traje de baño, casi mostrandole mi rajita.
– ¿porque lo haces?, preguntó sería y un poco excitado.
– no lo sé… Solo me divierto, ¿tú no?
– un poco
– ¿quieres que me lo quite?, le pregunté con una voz suave y sexy.
– …no se…si…tu quieras.
– te gustaría vermela.
– je…pues…
Caminé hacia él hasta pegar mi cuerpo. Al llegar frente a él, acerqué mi boca a la suya sin darle un beso. La rose sobre su mejilla y me diriji a su oreja diciendole:
– o prefieres probarmela…
Mordió sus labios. No creía lo que estaba pasando. Me aparté y lo miré a los ojos.
Su mirada me comía el cuerpo completo. Podría imaginarme la mente perversa de mi hermano. Tomé sus manos y las puse sobre mi delgada cadera.
Sentir su largas manos sobre mi piel, hacía crecer mi excitación. Subí mis manos a cara y lo acaricié. Me levanté de puntillas para alcanzar sus labios y los probé con un calido beso.
Sus manos se acercaron muy lentamente a mi culo. Sabía que me lo quería tocar y lo dejé.
– ¿te gusta?, le pregunté con tono suave.
– …me excita más bien.
Le regalé una sonrisa.
Abrió mas sus manos y tomó bien mis gluteos.
– tienes un rico culo, hermanita. Lo tienes bien paradito.
Sus palabras hicieron estremecer mi cuerpo.
Acaricié su pecho. Aunque no va al gimnasio como yo, se mantiene en forma por la escuela de natación. Y con sus 20 años parece más grande.
Me pegó a su cuerpo consiguiendo que su miembro precionara con delicadeza mi pelvis. La tenía dura y larga. Nunca imaginé que yo generaría eso en mi hermano. Me untaba muy rico su verga haciendo que mi vagina se abriera lentamente.
– ven, quiero a adentro, dije tomandolo de la mano.
Entramos, subimos, y entré a su recamara. Al ir adelante, giré mi cuerpo quedando frente a él. Me tomó de la cintura empujandome al muro más cercano. Mi culo chocó con la pared. Me besó el cuello. Lo lamía. Dios, su saliva invadía mi suave piel blanca. Sus labios me generaban un rico escalofrío.
– sabes muy bien…probaría tu cuerpo todo maldito día.
– sigue, pruebame cuantas veces quieras, se que te gusto mucho, le decía con los ojos cerrados.
– ¿porque dices eso?
– acaso crees que no se que te masturbas con mis calzones.
Se apartó de mí, y me miró a los ojos sin apartarlos.
– ¿desde cuando sabes eso?
– no tiene mucho…pero…me gustó lo que hacias con ellos. Me excitaste desde la primera vez que te vi hacerlo.
Su mirada vagaba mi cuerpo. Miraba mis pechos, mi ombligo, mi pelvis, mis piernas.
– estás lindisima. Verte vestida con tu ropa muy ajustada y pegada a tu entrepierna y a tu culo, me excitan muchísimo. Y ahora verte así…me vuelves loco, en verdad.
– lo sé. Es inevitable oler mis bragas con aroma a mi vagina y a mi culo, ¿no es así?
– me encanta olerlas, preciosa. Tu aroma es muy adictivo.
– ¿enserio?, decía mordiendo suavemente mi labio inferior y al mismo tiempo rascando mi vagina por encima de mi traje de baño todo húmedo.
Me hinqué y lo miré a los ojos. Sabía que iba a hacer. Desabroché su short. Lo bajé hasta ver su bóxer. Mis ojos se agrandaron al ver como se le marcaba su paquete. Tenía un lindo bulto. Se le veía bien parada. Moría por versela. Toqué su verga aún con su bóxer.
– ¡Dios!, está larga y dura, decía yo.
La acariciaba por encima.
– ¿te gusta?, me preguntó excitado y acariciandome la cabeza.
– ¿tu que crees?
Pegué mi rostro a su verga y la olí.
– huele rico, dije.
– chupala hermanita. Me gustaría que te la metas toda a la boquita.
– ¿eso quieres?, pregunté
Tomé el resorte de su bóxer con mis dedos y lo bajé lentamente, desnudando su rica vergota que tenía.
Al hacerlo su miembro pegó en mi rostro de un salto. Se meneaba de lo larga y dura que estaba.
– se ve muy rica, dije contesta. Labe mis labios con la lengua y bese su punta.
– Aaahhh!! Chupala, por favor.
Levante su tronco mostrandome sus huevos y resbalé mi lengua completa en todo el tronco de su verga desde su base hasta su glande. Al llegar a su punta la cubri con mis labios y se la succioné.
– Aaahhh!!! Sii!!! Jadeaba.
Al tener su punta dentro de mi boca la fui resbalando hacia adentro. Acariciaba mi linda boca toda su verga. Era dura y esponjosa. Sus venas se sentían gruesas. Me penetraba lentamente la boca. Me la metía y me la sacaba. Rodeaba su verga con mi lengua. Se la lavaba con mi rica saliva. Se la lubricaba toda. Su punta pegaba en mi paladar. Casi llegaba a mi campana. Abrí mi boca, me la saqué y jugué su punta con mi lenguita. Se la lamía con rapides como su tuviera lengueteando una rica paleta.
– que rico lo haces.
Tomó su pene y me lo metió hasta adentro llegandome hasta la garganta. Abri toda mi boquita.
– tragatela hermosa.
La sacó y me la volvió a introducir toda hasta que sus ricas bolas tocaran mis labios.
Dios, cerró toda mi garganta con su vergota. No podía respirar. Apreté los ojos queriendome aguantar. Abrí y empecé a brotar un poco de lagrimas. Me la retiró y inhalé lo más rápido que pude.
– ya no, por favor, dije con la voz entrecortada y secandome las lágrimas que derramé.
Me tomó de los brazos y me levantó. Me hizo una coleta y me jaló el cabello y me dió una rica lamida en el cuello. Sus labios recorrieron toda mi piel hasta mi oreja.
– ahora es mi turno, preciosa.
Me dio un beso en la mejilla bajando por mi cuello. Olió mis pechos. Pasó a mi ombligo hasta mi pelvis. Bajó a mi zona humeda. Ya estaba un poco seca, mi piel había absorbido el agua de mi calzón de baño. Pegó su nariz en mi vagina sobre mi traje.
– hubiera querido probar tu rico sabor de no ser porque ya entraste a la piscina.
– descuida, si me lo haces bien dejaré que me la chupes en otro momento.
Bajó mi prenda humeda desnudando mi rico coño. Mi rajita estaba delante de sus ojos.
– Dios! Que rica la tienes. Tus pliegues se ven tan jugosos, que se me hace agua la boca.
Acercó su nariz a mi coñito y preciono mis pliegues con la punta de su nariz. Los resbaló.
– huelen tan ricos, hermanita.
– ¿si hermanito?
– si, preciosa.
Me dio un beso. Mordí mis labios y apreté mis dedos de los pies. Mi cuerpo se estremeció con el calor de sus labios. Puso su mano sobre mis pliegues y me los abrió descubriendo mi clítoris. Lo lamío con delicadeza.
– Dios!! Aaahhh!!!
Su lengua se sentía muy húmeda y suave que me hizo retorcerme e inhalar con profundidad. Mis manos vagaban por todo su pelo. No podía reaccionar.
– ¿que sientes?
– rico, hermanito. Hazlo de nuevo.
Y lo hizo. Me dio dos lengueteadas lentas y profundas.
Sentía mi clítoris endurecerce poco a poco. Su lengua me daba un rico placer.
Me tomó de los muslos y me abrió las piernas, dejando más a la vista mi vagina. Cubrió mis pliegues con su boca y me los chupó. Bebía de ellos.
– chupamela!!! Que rico!!
Se apartó y me frotó el clitoris circularmente con su pulgar.
– la tienes bien rica, hermanita.
Me retorcia de la excitación.
Alejó su mano y me giró de modo que mi vagina y mis pechos pegaran con la pared.
– ¿te gusta mi culo?, pregunté.
– me encanta, bonita. Lo tienes bien paradito. Se te ve todo muy antojable.
Al terminar su frase me dio una rica nalgada en el culo.
– Au!! Tranquilo!!
– callate!! No digas nada si bien que te gusta.
Apretaba mis nalgas. Me las abría desnudando por completo mi culo.
– Dios, que sabrosa estás, decía excitado.
Metió su mano entre mis muslos y resbaló su pulgar sobre mis pliegues metiéndolo en mi vaginita bien mojada.
Mi piel se erizaba al hacerme eso.
Dios, sentía muy rico. Me acariciaba mis ricos y jugosos pliegues. Sacó su pulgar y lo besó.
– mmmh… Que rico sabe. Ven, dijo.
Me tomó las nalgas y acerco su rostro dandome un beso en cada glúteo. Me los mordía.
– me encanta tu traserico blanco, hermanita.
– …¿ajá?
– si, preciosa, afirmó separando mis dos nalguitas mostrandole la entrada de mi culo. Se acercó y me olió. Lamío sus labios y dijo:
– nunca pensé tenerte así. Estas buenisima y bien ricota.
Tenía el culo bien abierto para él. De reojo lo miraba como sus ojos estaban bien enfocados en mi traserito.
– ¿que quieres hacerme?, le pregunté.
– rosarte mi lenguita en tu rico culo, bonita.
– que rico, hazlo mi vida, respondí.
Me soltó el culo y con su mano derecha me dió un fuerte azote en mi trasero.
– aaau! Duele tonto!, grité. Y justo cuando lo hice separo mis dos nalguitas y me lamío el ano.
– Aaahhh!!! Dios!!!
Me abrio más el culo consiguiendo que mi ano se abriera más. Al hacerlo, plantó la punta de su lengua en mi anito, queriendo meterla en mí.
– Aaahhh!!! No hagas eso!!!, decía yo al mismo tiempo en que jadeaba de placer.
– callate hermosa, me desconcentras.
– ¿te gusta mi culo?
– me encanta, está bien rico.
Apartó su lengua y me dió un beso en el ano. Se levantó pegando su pecho en mi espalda y su verga bien parada chocando en mi culito. Giré a la derecha mi cabeza y me plantó un besó, metiendome la lengua.
– prueba tu asqueroso culo, hermanita.
No creí que hiciera eso. Y aunque me parecia muy repugnante lo disfrutaba. Mi excitación me hacía pperder la cabeza en esos momentos.
– ¿te gusta mi verga, hermanita?
– si. La tienes larga y muy dura.
– metetela, preciosa, y haz qu eme venga dentro de tí.
– si bebé. Llename de tu rica lechita.
Su miembro bailaba entre mis muslos. Bajé mi mano a mi pelvis. Luego a mi vagina y me incliné un poco hacia adelante para tomar su cacho bien duro. Me rebalaba su punta en mi jugosa vagina. La lubricaba.
– eso mi amor, metela. Ya quiero cogerte.
Lo obedecí. La necesidad y la lujuria me incitaron a escuchar sus palabras y hacer lo que me pedía.
Coloqué su punta en mi entrada y sin que yo la metiera aún, me la empujó, logrando que me entrara muy lentamente.
– Aaahhh!!! Dios!!! Siii!!! Gemia yo.
– eso cariño!!! Aaahhh que rico!!! Vamos!!!
Me empujaba su verga muy rico. Con tirmo de iba y ven. Levante mi culito y lo pegue a su pelvis. Al hacer eso, puse mis dedos en mi clítoris, y me empecé a frotar. Se sentía fascinante. Mis dedos me hacían disfrutar maravillosamente.
– Aaahhh que rico se siente!!! Decia yo.
Sus empujones iban aumentando e iban más rapido. Mis pechos chocaban en la pared.
– ¿alguna vez te imaginaste esto?
– no mi amor, pero me encanta que lo hagas. Mi mano derecha mastrubaba mi clítoris y con la derecha empecé a acariciarle el rostro.
Sin avisarme empezó a cogerme más rapido. Se masturbaba deliciosamente con mi sexo bien chorreado.
– woow!! Siii!!! Así!!! Sigue!! Más rapido!!
Decía yo mirando al techo con los ojos entrecerredos de tan excitada que estaba. – eso chiquita!! Sientela!! Haz que te llene de lechita!!! Haz que me venga bien rico!!
– si hermoso!! Cojete a tu rica hermana!!
– si!!! Aaahhh!!!
Se apartó un poco sin sacarmela y resbaló sus dedos entre mis dos nalgas hasta llegar a mi ano. Al estar ahí, con un dedo me acariciaba mi húmedo hoyo en forma circular.
– Aaahhh!!! Si, que rico siento!!!
Sin previo aviso me lo fue metiendo poco a poco. La sensación de penetrarme el ano con su dedo era indescriptible pero muy placentera que me hizo aflojar mi hoyo para que me lo metiera más.
– sii!! Así!! Sigue!! No pares!!
Cogerme por mis dos hoyos era muy pervertido y placentero que me hizo olvidarme que lo que estabamos haciendo estaba mal. Somos hermanos y no nos importo ni un poco.
– Dios…harás que me venga!!, decia yo.
– que rico. Eso quiero. Quiero que te corras bien sabroso. Que bañes mi verga de tu rico orgasmo.
– si, mi vida!! Aaahhh!!! Cogeme!!! Soy toda tuya!!
Me lo metía y lo sacaba suavemente. Me llenaba bien rico mi conchita. Penetrarme profundamente me hacía desmayarme del placer.
– Aaahhh!!! Metemela toda, papito!!! Cogeme como siempre has querido!!!
Retiró su dedo de mi ano y me dio una fuerte nalgada que me hizo soltar un grito desgarrador.
– eso, preciosa!!! Me gusta como te quejas. Haces que me excite más.
– tu igual, le contesté mientras me frotaba más rapido el clítoris y él me penetraba de lo más rico.
Me acarició el cabello con su mano derecha. Me peinaba con sus dedos como si fueran los dientes de un peine.
Acomodó mi cabello sobre mi espalda para luego enredarselo en su mano. Me jaló tan rudamente que hizo que mi espalda se arqueara y mi culo se parara más logrando metermela toda.
– Aaahhh!!! Que rico!!!
Pegué me espaldita a su pecho. Rodeó mi estomago con su brazo derecho y me empujó muy sabroso esa rica verga. Mordí mis labios al sentirla toda dentro de mí. No creí que mi hermano hiciera todo eso. Que tuviera tantas ganas de hacerme eso. Acercó su boca a mi oreja diciendome:
– coges muy rico, hermosa. Me gusta como te entra mi verga.
Besó mi cuello y mi hombro.
– quiero que te vegas, corazón. Dejame sentir tu rico semen.
– ¿eso es lo que quieres, preciosa?
– si.
– ¿que pensaría mamá y papá si te escucharan?
– no lo sé. Y no quiero pensar en eso.
Al terminar mis palabras. Empezó a penetrarme desesperadamente.
– Aaahhh!!! Siii!!! Que rico!!! Vamos!!! No pares!!!, jadeaba yo como una vil puta.
– si!!! Eso!! Aaahhh!!! Ya me quiero venir!!
– si!!! Yo tambien!!! Has que me moje!!
Me recargue sobre la pared y la rasguñe cada vez que me hundía su larga y exquisita verga.
– cogeme más rapido!!! Por favor!!! Quiero venirme!! Aaahhh!!!
Su ritmo me volvía loca. Era perfecto. Me sentía encantada con sus movimientos, con su fuerza, con su cuerpo, con todo él.
Abrí más las piernas para permitirle que me cogiera más rico.
Me tomó de la cadera con sus dos manos largas y alocadamente siguió cogiendome.
– Aaahhh!!! Siii!!! Ya!!!! Ya lo siento!!! Le decía yo muy excitada.
– ¿así te gusta? Aaahhh!!!
– …si!!!…así!!! Vamos!!! Más!!! Más rápido!!! Le ordenaba y lo hizo.
– siii!!! Aaahhh!!!! Jadeaba y cerraba los ojos levantando la cabeza.
– vamos hermanita, vente!!!
– siii!!! Estoy a punto!!! Culeate a tu hermana!!! Aaahhh!!! Siii!!! Que rica es tu verga!!! Dios!!! Voy a explotar!!!
– siii!!! Hazlo, preciosa!!! Vamos maldita!! Me dijo y me dió un rico azote en el culo.
– que rico me pegas!!! Aaahhh!!! Puta madre!!! Dios!!!! Siii!!! Ya!!! Más!!!! Más!!!
Jadeaba como una perfecta zorra. Y en un solo segundo liberé un riquisimo orgasmo inolvidable.
– Aaahhh!!! Dios mio!!! Siiii!!!!
Me saqué su larga verga y me seguí frotando mi sexo con locura. Mis piernas temblaban, no podia sostenerme. Mis ojos derramaban pequeñas lagrimas. Mi hermano me abrazó mientras me seguía escurriendo ese líquido femenino tan peculiar. Mi mano estaba tan mojadita de mi rica agüita. Mi hermano huntaba su rica verga en mi mojada vagina. La agarré y me la metí de nuevo.
– gracias, mi amor. Me haz hecho algo que no olvidaré, le dije a mi hermanito con una voz cansada.
– me encantó que te vinieras, hermosa.
– ahora te toca bebé, quiero que te vengas dentro de mí, le dije.
– ven, me dijo volteandome hacía él.
Nuestros ojos quedaron frente a frente. Flexionó sus piernas muy levemente y me cargó. Abracé su cintura con mis piernas y lo besé. Al juntar sus labios me metió su rico miembro.
– Aaahhh!! Que rico!! Gemí y dije al apartar mis labios de los suyos.
Caminó a la cama. Se agachó muy despacito. Quedé bajó de él. Flexioné bien las piernas y las abrí lo más que pude.
– Aaahhh!!! Metelo!!! Todo!!! Cogeme!!!
Me entraba todo su miembro. Sus testiculos chocaban en mis pliegues y mi ano. Lo hacía tan lento que disfrutaba de maravilla. Fue aumentando el ritmo. Quería venirse y yo también.
– sii!! Vamos!!! Hazme tuya!!! Cogete a tu rica hermanita!!!
– si!!! Que sabroso!!! Me encanta tu vagina y tu culo!!!
– Dios!! Lo haces bien!!!
– Aaahhh!!! Siii!!! Me vendré ya!!!
– siii!!! Hazlo!!! Llename de tu semen!!! Vamos!!! Quiero sentirlo!!! Bañame de él!!!
– siii!!! Siii!!! Aaahhh!!! Dios!!! Mueve el culo preciosa!!!
– Aaahhh!!! Eso hago!!!
Lo abracé fuertemente. Mordí mis labios. Me mataba con su penetración.
Su fuerza aumento descaradamente que me sorprendió y me excitó muchísimo.
– siii!!! Ya!!! Ya!!! Me vengo!!! Siii!!! Aaahhh!!! No inventes que rico!!! Dios santo!!!! Aaahhh!!!
– eso bebé!!!! Que sabroso me llenas!!!
Aprete su pelo. Me besaba mi cuello. Me lo lamía.
– se siente calentito, dije.
– no olvidaré esto, mi vida.
– yo tampoco, contesté y lo besé.
Y así es como terminó ese momento.