Descubrí mi lado transexual con mi amigo Raúl
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Primera Parte – Mi primera vez como transexual fue inolvidable
En ese entonces yo tenía alrededor de 20 años. Tenía un amigo, quien era unos 5 años mayor que yo, que se llamaba Raúl. Él vivía con su tío, quien frecuentemente salía de viaje por cuestiones de trabajo. Un grupo de amigos solíamos quedarnos en casa del tío de Raúl a beber y escuchar música cuando su tío andaba de viaje. Todo era un ambiente festivo. Algunos siempre bebían de más y terminaban dormidos en diferentes habitaciones.
Ya entrada la madrugada, Raúl me enseñó que su tío tenía películas porno en cassetes, pero no quería que los demás se enteraran para no generar problemas con su tío. Sin embargo, yo sabía dónde estaba el aparato reproductor de esas cintas junto al televisor que estaba en la sala, en la planta baja.
Desde esa ocasión, me excitaba pensar en que había esas películas, así que en la siguiente reunión, esperé a que todos estuvieran dormidos, para bajar a la sala con mucho sigilo, sin hacer ruido y puse una de las cintas. Me excité muchísimo no sólo por lo que veía sino por el hecho de hacerlo a escondidas, con el peligro a que me descubrieran; sobre todo Raúl.
Varias veces me masturbé viendo aquellas escenas. Pero en una ocasión, mientras las escenas mostraban una penetración anal me excitó mucho y de pronto, escuché un ruido como si alguien hubiera despertado y abriera una puerta en la planta alta y apagué todo de un jalón.
Estaba tan caliente que me metí al baño para terminar de pajearme, pero en ese momento jalármela no era suficiente y lo primero que encontré fue un desodorante roll on que tenía una forma como de pene. Estaba tan caliente recordando las escenas que había visto, que le unté un poco de crema que encontré y comencé a jugar con él rozando la entrada de mi culo.
La sensación fue increíble; fue algo un tanto inocente y no planeado; nunca lo hubiera imaginado! Wow! Me encantó la sensación desde el primer roce. Comencé a empujar un poco cada vez, hasta que empezó a entrar en mi culito virgen. Seguí empujando cada vez hasta que lo tenía adentro! Inmediatamente me corrí a chorros. Fue mi primer orgasmo anal! Me sentí muy raro, pues nunca había experimentado algo semejante. Era una mezcla entre vergüenza, culpa, pero también deseo y excitación, pues realmente me había gustado mucho la sensación de penetrar mi ano.
A partir de esa noche, comencé a acariciar mi culito con mis dedos y con algunos objetos que pudiera meterme.
Seguimos con las reuniones cada vez que se podía (cuando el tío de mi amigo Raúl salía de viaje) y siempre esperaba a que todos durmieran para ir a escondidas a ver las películas del tío y masturbarme, aunque siempre terminaba en el baño metiéndome aquél objeto en mi culito.
Como mencioné, mi amigo Raúl era más grande que yo y él siempre me molestaba cuando me veía de espaldas y de broma se ponía detrás y hacía movimientos como si me estuviera follando. Era sólo para molestar, según lo decía y yo así lo tomaba; como de juego, aunque en mi mente me imaginaba que en realidad eso quería hacer y me ponía super caliente. Tenía que disimular mi erección y siempre terminaba por empujarlo en respuesta a esa broma.
Una noche, en casa de su tío seguimos la rutina de siempre; nos emborrachamos escuchando música y todos se fueron a dormir. Esperé un rato y bajé a hurtadillas a buscar los videos. Puse uno y comencé a pajearme rico. En eso, escuché el abrir de una puerta arriba y enseguida apagué todo. Oí que alguien entraba al baño y me quedé lo más silencioso que pude. No podía seguir en el baño mi rutina, así que esperé a que quien había entrado saliera y regresara a dormir. No supe quién había sido y me quedé un rato a oscuras y en silencio.
Pensé que ya no podría continuar, así que subí las escaleras y me metí al cuarto donde normalmente dormía, en una colchoneta junto a la cama de Raúl. Me acosté para dormir, pero estaba super excitado. No podía quitarme de la mente aquellas escenas de sexo anal y se me antojaba probarlo. En eso, vi que mi amigo Raúl estaba despierto y era quien había entrado al baño.
Me dijo que qué estaba haciendo y le dije que había bajado por un vaso de agua. Creo que no me creyó, pero le dije que iba a dormir y me acosté en la colchoneta, pero dándole la espalda. Como era costumbre, quiso “molestarme” y de un movimiento se bajó de su cama a la colchoneta y comenzó a hacer como si me estuviera cogiendo por detrás.
En esta ocasión no sólo no lo empujé, sino que moví mis caderas un poco y me coloqué ofreciéndole más mi culito. Fue algo instintivo, pues yo estaba súper caliente y esperaba que él no reaccionara con disgusto por mi comportamiento. Sentí su pene en mis nalguitas cuando se movía hacia a delante y hacia atrás, como jugando. Eso me puso aún más caliente! Para mi sorpresa, no se detuvo y pude sentir como crecía y se endurecía su verga. Mi mente se fue al cielo y no daba crédito a lo que estaba sucediendo. ¡Podría hacerse realidad mi fantasía!
En ese momento, estaba tan nervioso que no supe que hacer y me hice como que nada pasaba. Del miedo me quedé petrificado. Creo que Raúl tampoco se lo esperaba; se levantó y se acostó en su cama. Dijo que ya se dormiría y todo quedó en silencio.
No sé cuánto tiempo pasó, pero yo no podía dormir. Estaba tan excitado que no podía quitarme de la mente la verga que había sentido pegándose en mis nalgas. De pronto, sentí que Raúl se movía y me hice el dormido. Sentí que, desde su posición en su cama, que estaba más elevada que la colchoneta, con cuidado retiraba un poco la sábana que me tapaba y se quedaba quieto, como para no despertarme.
Movía un poquito más la sábana para ir descubriendo poco a poco mis piernas y mi trasero. Yo dormía con una camiseta, una trusa y unos shorts amplios. Estaba en la misma posición de antes, recostado de lado dándole la espalda a la cama de Raúl.
Sentí cómo él intentaba quitar por completo la sábana y buscar cómo bajarme el short y mis calzones, pero con mucho cuidado para que yo no despertara, según esto. Sentí sus dedos rozar mis nalguitas y buscar entrar por debajo del short, pero le costaba trabajo.
Hice un movimiento, como si estuviera dormido, pero para facilitarle el trabajo y pudiera bajarme el short y los calzones. Lo hizo sin dudarlo y mi piel quedó expuesta. Tenía el short y los calzones a la mitad de mis nalgas, así que él continuó poco a poco bajando más hasta que mis nalguitas quedaron totalmente desnudas. Yo estaba recostado entre de lado y con mis piernas un poco flexionadas, de tal forma que mi culo apuntaba directo hacia Raúl.
Sentí cómo bajó de su cama y se acomodaba detrás de mí, con mucho cuidado para no “despertarme” y de pronto comencé a sentir como se acercaba poco a poco hasta que sentí su pene duro rozando mis nalgas desnudas. Wow! Yo estaba fuera de mí, enloqueciendo por las sensaciones. Todo estaba en silencio, con una temperatura muy agradable y el tiempo parecía detenerse.
Con su mano, entreabrió mis nalgas y colocó su pene entre ellas con mucho cuidado. Sentía su dureza, su calor y sentía cómo pulsaba de excitación. Incluso alcancé a sentir “mojadita” la puntita, lo cual indicaba la presencia de líquido preseminal.
En ese momento, no pude resistir más y moví mis caderas suavemente hacia él, como para que se acomodara mejor ese miembro a mi entrepierna. Él se detuvo un instante y se dio cuenta de que no estaba dormido. Se quedó quieto completamente. Pero yo no iba a perder esta oportunidad! Así que comencé a moverme suavemente hacia a delante y hacia atrás.
Sentí cómo su miembro creció aún más y se puso más duro. En ese momento me dijo: no estabas dormido? No, le dije. Él me preguntó: Te gusta, verdad? Yo le dije que me encantaba, que había sido mi fantasía desde hacía tiempo. Entonces Raúl comenzó a moverse también y su pene se movía entre mis nalgas y mis testículos, como si me estuviera cogiendo.
La sensación era deliciosa! Mi pene estaba durísimo y sentía cómo se mojaba de líquido pre seminal también. Raúl comenzó a dedear la entrada de mi culo y colocó saliva en sus dedos para lubricarme. Yo también me ensalivé e incluso tomé del líquido pre seminal que me salía para ponerlo en mi culito. Tomé su verga con mi mano.
Nunca había tocado una verga de otro hombre. Era no tan grande pero sí gruesa y estaba durísima. Recuerdo que no estaba circuncidado, por lo que su prepucio la cubría completamente e incluso se cerraba por completo y su glande quedaba cubierto como con un capuchón.
Sentir (y luego ver) cómo se descubre la cabecita de un pene al subir y bajar el prepucio me enloquece! En este punto ya no había marcha atrás, así que mientras pajeaba su verga y me ensalivaba el culo le pedí que me la metiera por favor. Se colocó detrás de mí y yo dirigí esa hermosa verga a la entrada de mi culo caliente y deseoso de ser penetrado por primera vez por una verga real. Poco a poco fue empujando. Me dolió al entrar, pero ya sabía cómo relajar el esfínter, así que fue entrando poco a poco hasta estar completamente dentro.
Nos quedamos unos momentos así quietos y sintiendo delicioso. Sentía cómo pulsaba su verga dentro de mi culo. Comenzó a moverse adelante y atrás suavemente. Estaba en la gloria! Poco a poco fue incrementando la velocidad y la fuerza. Me dolía, pero me encantaba. Yo estaba a punto de estallar de placer! Raúl siguió moviéndose, cada vez más rápido; tardó unos segundos y sentí cómo me llenaba el culo con su semen caliente. En ese momento tuve un orgasmo maravilloso! Y comencé a retorcerme de placer.
Había fantaseado esto por mucho tiempo, pero nunca pensé que sería tan rico! La realidad superó a mi fantasía y por mucho. Sentir como una verga dura se abre paso entre tus nalguitas y entra completamente dentro de tu culo, y luego sentir los movimientos hacia a dentro y hacia afuera, para finalmente sentir la explosión de semen en tu interior es de otro planeta!
Nos quedamos así, quietos y disfrutando por unos minutos hasta que su miembro regresó a su tamaño normal y salió de mi colita. Unos minutos después sentí cómo salía su semen de mi culito y se escurría por entre mis nalguitas y mis piernas. Wow! Fue delicioso! En ese momento había dejado de ser virgen.
Raúl no dijo una palabra pero era más que obvio que le había encantado. Subió a su cama y se quedó dormido en unos cuantos minutos. Yo estaba disfrutando de lo sucedido y también dormí plácidamente.
Al día siguiente, cuando desperté ya se había levantado Raúl y estaba vistiéndose, luego de un baño. No dijimos nada; yo me bañé, me vestí y bajé. Ya los demás estaban desayunando y platicando. Yo me uní a la conversación y después de desayunar, todos nos fuimos a nuestras casas. Ese fue el inicio de una época maravillosa.
(2da parte) La primera vez que mamé la verga de Raúl
Después de haber perdido mi virginidad anal con mi amigo Raúl, pasó un tiempo antes de poder tener otro encuentro con él.
En las siguientes ocasiones en que su tío salía de viaje e íbamos a su casa a escuchar música y tomar unos tragos, había otros amigos que estropeaban la noche al ponerse demasiado borrachos e impertinentes, de tal forma que había que permanecer vigilándolos y no podíamos dormir como en otras ocasiones. Pero en una de esas noches, todo estaba tranquilo como antes y todos se fueron a dormir.
Siempre nos quedábamos Raúl y yo hasta el final, para revisar que todos estuvieran dormidos. Raúl estaba sentado en una silla del comedor, pues estaba bebiendo un poco de agua antes de apagar las luces para ir a dormir.
Me miró con una mirada que lo decía todo. No cruzamos ni una palabra, pero ambos sabíamos lo que queríamos. Yo me metí debajo de la mesa y me acerqué hacia donde estaba él sentado. Con cuidado comencé a tocar sus piernas, acercando mis manos cada vez más a su bulto, hasta que dí unos pequeños roces sobre el pantalón.
Sentí como se empezaba a poner duro su pene. Yo estaba muy caliente, así que con cuidado bajé el cierre de su pantalón y mi mano comenzó a buscar en su interior. Raúl se desabrochó el cinturón y yo desabotoné el pantalón para hacer más espacio.
Me acerqué más y comencé a acariciar aquella verga a través del calzón de Raúl. Sentí como se retorcía e intentó quitarme. Pero yo seguí acariciando aquella verga y ya no hizo por moverme, sino al contrario, se acomodó para que yo pudiera bajar su pantalón y calzón.
Su verga quedó libre y justo frente a mi cara, así que pude verla muy de cerca; era de un tamaño no tan grande, pero sí gruesa y, como ya lo había platicado, su prepucio la cubría por completo, quedando su glande cubierto como por un capuchón. La toqué y comenzó a pulsar de placer.
Comencé a bajar lentamente el prepucio y se fue descubriendo su cabecita mojada. WOW! ¡Eso me pone a mil! ¡Me excita muchísimo ver cómo se descubre poco a poco la cabeza de una verga que no está circuncidada! Comencé a mover su prepucio arriba y abajo y sentía la dureza de esa verga en mis manos. No lo pensé dos veces y le dí un besito.
Mmmmm! ¡Fue fabuloso! Entonces abrí mi boquita y con mi lengua comencé a acariciar la cabecita. Yo quería saber qué se sentía mamar una verga, así que, sin dudarlo, fui metiendo su miembro en mi boca. ¡La sensación fue de locura! Podía oler su aroma, sentía su sabor rico rico, sentía su textura y su calor. Comencé a mamarla como a mí me gusta que me lo hagan, acariciando cada centímetro. Raúl me tomó de la cabeza y comenzó a moverse dentro de mi boca, cada vez más rápido, hasta que sentí cómo descargaba su leche en mi garganta.
Se movía tan rápido que de pronto se salió y seguía eyaculando, por lo que su semen quedó en mi boca, sobre mi cara, mi cabello, y mi cuello. ¡Yo también tuve un orgasmo en ese momento! Nunca había terminado sin tocarme, así que fue una grata sorpresa. Sentía su semen en mi boca y escurriendo por mi cara y cuello; tragué lo que pude y me supo riquísimo.
La atmósfera se cubrió del olor al semen de Raúl. Ya había probado mi semen, pero el de Raúl era un poco más dulce y me gustó mucho. Nos quedamos así unos minutos. Él me tomó de la cabeza y me dijo: eres toda una putita, ¿sabes? Yo le dije que sólo era su putita y de nadie más. Estuvimos unos minutos saboreando el momento y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos levantamos como de costumbre y continuamos con la rutina de siempre.
Desayunamos y cada quien se fue a su casa.
Mi primera vez 3a parte: Cuando lo hicimos estando yo vestida de mujercita por primera vez
Después de nuestros dos primeros encuentros, Raúl y yo agarramos más confianza, por lo que comenzamos a vernos solos para explorar nuestros placeres. La siguiente ocasión en que el tío de Raúl salió de viaje, no le dijimos a los demás y nos reunimos sólo él y yo.
Cuando llegamos, yo me sentía un poco nervioso porque las veces anteriores habíamos hecho todo a escondidas de los demás y ahora estaríamos los dos solos. Qué me esperaría?
Comenzamos a platicar y nos servimos una cerveza.
Raúl encendió la televisión y puso una de las cintas porno de su tío. Yo ya las había visto y sabía de qué se trataban, así que de inmediato me excité mucho. Las escenas de sexo anal eran practicadas por mujeres, así que cuando comenzaron, Raúl se acercó a mí y me dijo: ¿No te gustaría ser la protagonista de esas escenas? Y yo le contesté que por supuesto, que me encantaría.
Así que subió a su habitación y bajó con una caja y una bolsa. Me las dio diciendo: ponte esto allá arriba y avísame cuando estés lista. En la caja había un vestido corto de satín color negro, lencería y unas medias negras de red. También había una peluca larga color castaño y lápiz labial. Raúl sabía el número de mis zapatos, así que también encontré unas lindas zapatillas.
Nunca me había vestido de mujercita, aunque había fantaseado eso por mucho tiempo. Subí a su cuarto, me quité toda la ropa y comencé a vestirme. La sensación de colocarme las medias me excitó muchísimo. Y luego ponerme la tanguita, el brassier y el vestido me enloqueció. Finalmente, me puse la peluca, las zapatillas y me pinté los labios como pude.
Cuando me miré en el espejo no lo podía creer; ¡me veía como una linda niña! Siempre he sido delgado, así que mi cuerpo se adaptó muy bien a la ropa que había escogido Raúl y resaltaban mis nalguitas y mis piernas. Mi primer intento por caminar con zapatillas no fue tan bueno. No sabía como mantener el equilibrio, pero con unos pasos comencé a dominarlo.
Raúl subió las escaleras y entró al cuarto. Al verme se quedó inmóvil y con los ojos bien abiertos. Me dijo: Wow! ¡Nunca pensé que te verías tan hermosa! ¡Eres toda una mujercita! Yo me sonrojé y me excitó escucharlo. Ahora sí, me dijo. Vas a ser mi putita.
Se acercó y sin decir nada más me plantó un beso. Hasta ahora nunca nos habíamos besado, por lo que fue una sorpresa. Mi reacción fue de devolver el gesto y comencé a besarlo también. Sus labios apenas rozaban los míos y sacábamos la punta de la lengua para acariciarnos mutuamente. En este punto, comenzó a pegarse a mí y sus manos empezaron a acariciar mi espalda y bajaron hasta mis nalguitas.
Era una sensación enloquecedora! Sentía la respiración de Raúl cada vez más intensa y sentía su verga dura a través del pantalón. Seguimos besándonos y mientras el acariciaba mis nalgas, mis manos comenzaron a buscar su miembro. Desabroché el cinturón y el pantalón e introduje mi mano para sacar aquel miembro que pulsaba de placer.
Así, de pié, comencé a pajearlo lentamente. Me hinqué y comencé a mamar esa verga rica. Raúl me detuvo y me dijo que esperara para no terminar en ese momento. Me hizo que me pusiera de pie nuevamente y me volteó. Levantó mi vestido y comenzó a meter su mano para acariciar mis nalguitas y mi culito. Se hincó detrás de mí, abrió mis nalguitas y acercó su lengua a mi ano. Wow! La sensación de sentir una lengua rozando la entrada del culo es maravillosa!.
Empezó a lamer mi cola y yo ya estaba en la gloria. Deseaba que me penetrara así de pie, así que le pedí que me la metiera en ese momento.
Raúl se puso de pie, colocó un poco de saliva en su verga y yo hice lo mismo en mi colita. Se acercó y sentí la puntita en la entrada de mi culito. Poco a poco fue entrando hasta que la tenía toda adentro! Fue maravilloso!
Raúl me tomó de mis hombros y comenzó a bombear rico, rico, rico. Ambos gemíamos de placer. Después de varios minutos, Raúl me pidió que yo me sentara en su verga, así que se sentó al borde de la cama y yo me puse de pie junto a él dándole la espalda.
Subí mi vestido un poco y comencé a bajar hasta sentir la puntita de ese hermoso miembro en la entrada de mi culito, que ya estaba muy bien lubricado y dilatado, así que tomé su verga con una mano para dirigirla y comencé a bajar.
Sentí cómo iba deslizándose en mi interior hasta que la tenía toda adentro. Empecé a subir y bajar, primero lentamente para sentir cada centímetro y luego aceleré mis movimientos. Llevaba yo el control de la velocidad y la profundidad de la penetración, así que me dí vuelo y comencé a moverme arriba y abajo sintiendo desde la puntita hasta la base de ese miembro palpitante en mi interior.
Raúl me tomaba de la cintura y me apretaba las nalgas con sus manos. Sentir las manos de un hombre sostenerte de la cintura mientras eres penetrada es una sensación única. En ese momento no pude más y mis piernas comenzaron a temblar, mi cuerpo se contraía rítmicamente al tiempo que chorreaba litros de semen en un orgasmo anal super intenso; ¡estaba en la gloria!
Después de mi orgasmo hicimos una pausa para retomar el aliento. Raúl me colocó al borde de la cama recostada sobre mi espalda y me colocó una almohada bajo mis caderas, de tal forma que mi culo quedaba inclinado hacia arriba.
Él se colocó de pié y tomó mis piernas, mismas que puso sobre su torso, con lo cual mi cola quedaba justo a la altura de su verga bien parada. A estas alturas ya nada importaba mas que el placer absoluto y, de un solo empujón me metió ese miembro cálido y mojado.
La temperatura de la habitación era ideal, el ambiente olía a sexo, a mi semen y a nosotros. Hasta ahora nunca lo habíamos hecho estando los dos de frente (siempre había sido con Raúl penetrándome por detrás). Podía ver su cara de placer y eso me enloqueció.
Saber que excitas a un hombre y que eres capaz de complacerlo es un afrodisiaco espectacular y te hace sentir una mujer completa en ese momento. La verga de Raúl se encontraba totalmente dentro de mí y así se quedó unos minutos; sin moverse.
Me decía: siente mi verga dentro de ti, siente su calor, siente cómo pulsa de placer y en ese momento me dijo: realmente eres toda una mujercita, mi putita. Comenzó a moverse dentro y fuera cada vez más rápido. Se escuchaba ese sonido de chacualeo tan excitante y se escuchaba cada empujón que me daba cuando la metía hasta el fondo.
De pronto, hizo un alto y me dijo: toma toda mi leche en tu culito de putita! Y en ese momento me dio un gran empujón y sentí como se chorreaba dentro de mí. Wow! ¡Era el placer absoluto! Yo recostada en el borde de la cama con mis piernas en sus hombros, él de pié tomándome de la cintura y empujando toda su verga y descargando su semen en mi interior era una escena increíble. Todos mis sueños y fantasías se habían hecho realidad en ese momento.
¡Me había convertido en toda una mujer!
Raúl salió de mí y se acostó junto a mi rendido de cansancio. Mi culo pulsaba de placer y poco a poco comenzó a escurrir el semen que me habían inyectado. Sentir como escurre la lechita caliente por tu cola, entre las nalgas y por el interior de los muslos es la gloria! No quería que terminara ese momento.
Nos quedamos así por unos minutos y después nos acomodamos bien en la cama. Raúl me abrazó y me dio un beso tierno y dulce. Nos quedamos dormidos así, abrazados, disfrutando de lo que habíamos experimentado esa tarde.
By: MonicaCD 😁