Mi mejor amiga y su marido

Me llamo Silvia, tengo 27 años, he estado casada los últimos cuatro años y me he separado hace un mes, el motivo fue, que mientras yo estaba de vacaciones, mi marido se lió con su secretaria, encontrándole un día que regresé de improviso en nuestra cama, por lo que nuestra separación fue rápida y de total acuerdo.

Desde que empecé secundaria, he tenido una gran amiga, su nombre es Ana, siempre está dispuesta a escucharte, ayudarte, físicamente es un poco más alta que yo, posee unos senos redondos que se le aguantan perfectamente sin necesidad de sostenedor, cintura estrecha y unas caderas proporcionadas que le hacen lucir un culo perfecto, según ella yo tampoco estoy nada mal. Con Ana hemos vivido los primeros escarceos amorosos y siempre hemos estado muy unidas hasta que las dos nos casamos. No logramos que nuestros maridos congeniaran y a pesar de que nosotras dos continuábamos viéndonos, perdimos un poco la relación y nos distanciamos un poco.

Al enterarse Ana de mi separación, dijo que teníamos que reanudar nuestra relación igual que antes de nuestros respectivos matrimonios, ya que Juan su marido le había dicho innumerables veces que no entendía como una chica agradable y guapa como yo, se había enamorado y casado con un engreído y estúpido como mi marido. Así que empezamos a salir los tres juntos una vez por semana al cine o al teatro y después nos íbamos a un pub y hablábamos de la actualidad o lo que habíamos visto.

Debo deciros que los dos eran encantadores, ya que nunca tocaban el tema de mi separación. Al cabo de unos meses Juan tenia una cena de negocios y fuimos solas al cine, después de la sesión, fuimos a la cafetería. Vi que Ana quería decirme algo, pues la notaba intranquila y nerviosa no encontrando el momento de lanzar su pregunta, conociéndola le dije:

- Que quieres preguntarme, Ana

- Nada, bueno si, quiero preguntarte algo, pero me incomoda decírtelo.

En aquel momento recordé, no sé a bien porque, quizás el tiempo que había pasado sin tener sexo empezaba a notarlo, de adolescentes, una noche que sus padres no estaban en casa y que estuvimos las dos juntas en su casa, y tuvimos una relación sexual.

- Que te incomoda?, Te ocurre algo con Juan?

- No, no, Lo que quiero preguntarte es muy privado e incomodo de preguntar. Notas a faltar tener sexo.

- Te diré, que empiezo a sentir que me falta, pero todavía aguanto, que remedio me queda.

Mi respuesta la hizo reír, y las dos reímos con ganas.

- Tendremos que buscar una solución, dijo Ana.

- Difícil me parece. Podríamos estar juntas tu y yo, como aquella noche.

- Nos lo pasamos bien, no estuvo mal y debo decirte que no he vuelto a tener una relación homosexual, podríamos repetirlo algún día.

- Por que no. Puedo venir a tu casa, hablamos y decidimos cuando.

Contesté un poco en broma, pero también había parte de verdad en mis palabras. Salimos de la cafetería y durante el trayecto hasta casa de Ana, la conversación giró sobre sexo. Como se comportaba mi ex en la cama, lo que más le gustaba sexualmente a Juan. Decidimos tomar una ultima copa al llegar a casa de Ana, nos sentamos cómodamente en el sofá y continuamos con el mismo tema. Hablar de sexo excita y más si llevas un tiempo sin practicarlo, no obstante ninguna de las dos, daba el primer paso, Había pasado, quizás una hora, cuando Ana tomó la iniciativa acercando sus labios a mi boca, cuando se juntaron las bocas y la lengua de Ana se movió buscando la mía, noté como si una electricidad recorriera mi cuerpo, mis pezones se endurecieron y mi vagina empezaba a humedecerse. Al cabo de un cierto tiempo Ana separó sus labios de los míos y me preguntó:

- No te asustes de mi pregunta. Te gustaría que te follara Juan.

- Ana que dices, como podría follarme a tu marido, siendo tú mi mejor amiga.

- No me has comprendido, lo que quiero decir es que a mí me gustaría que te follara mi marido estando yo presente.

Estábamos tan absortas con nuestra conversación que no oímos abrirse la puerta de casa, apareciendo de pronto Juan en el salón. Con un movimiento instintivo, intenté abotonarme la blusa que había quedado abierta después del escarceo mantenido anteriormente. Esto no pasó desapercibido para Juan que mirándonos sonriente dijo:

- Veo que os lo estabais pasando bien.

- Solo habíamos iniciado un acercamiento y precisamente estábamos hablando de ti. Juan quiero que me respondas sinceramente a mis preguntas.

- Que quieres que te responda.

- No, por favor dejadlo - dije yo.

- Juan, que te parece Silvia como mujer

- Quieres la verdad, me excita un montón, es una mujer muy guapa, con un cuerpo estupendo y muy simpática y agradable en el trato y además es tu mejor amiga.

La verdad es que los elogios de Juan eran un regalo para mis oídos y noté la mirada de deseo que había en sus ojos y la alegría de Ana en el tema, mis jugos vaginales empezaron a mojar mis bragas.

- Te gustaría acostarte con ella.

- Por favor Ana - decía yo con vergüenza, aunque en mi interior deseaba que siguiera la conversación.

- Ana me estas excitando - dijo Juan

Mirándole los pantalones, empezaba a notársele un bulto apreciable. Mi estado era de una excitación tan grande que sabia que si Ana y Juan me llevaban a la cama, no pondría ninguna resistencia. Y justo en este momento, Ana se acercó y volvió a besarme, sus manos recorrieron mi cuerpo y cuando llegaron a tocarme las bragas, dijo a Juan:

- Por favor, vete al dormitorio prepárate, que yo quiero preguntarle a Silvia antes una cosa y enseguida venimos.

Juan se fue y Ana me dijo:

- Silvia, estas excitada y ya sabes que a Juan y a mí nos gustas, yo soy tu mejor amiga y estoy segura que al follar juntos reforzará nuestra amistad, por lo que quiero saber si de verdad estas dispuesta.

- Si, si, por favor, os necesito, vayamos al dormitorio.

- Espera un momento que te voy a preparar para que cuando te vea Juan casi se corra.

Ana me sacó la blusa y la falda, dejándome puestos sostenes, bragas, medias y ligueros con los zapatos de talón, según ella, vestida de esta manera yo, volvería loca a Juan. Ana no me dejaba un instante, quería que me sintiera tranquila, fuimos a la habitación, me tendió sobre la cama, poniéndose ella de rodillas junto a mi cabeza. Juan no estaba en la habitación, oímos correr el agua de la ducha y Ana le dijo:

- Juan ya está aquí, cuando salgas ya veras lo que te vas a encontrar.

Ana se quedó con las mismas prendas que yo, sentada a la cabecera junto a mi cara, besándome cariñosamente y diciéndome lo mucho que me quería. Apareció Juan con una toalla envuelta en su cintura, acercándose lentamente se subió por los pies a la cama, y fue a encontrarse con Ana besándola con pasión en la boca. Yo, estaba tan caliente que encontré tan largo aquel beso que sentía deseos de interrumpirlo, sin embargo todo llega, cuando Juan dejó de besar a Ana, se inclino sobre mis labios y yo instintivamente abrí mi boca, dejándole espacio para que introdujese su lengua, al sentirla moviéndose, y encontrándose con la mía, noté que mi vagina se llenaba de jugos y mis bragas de tan mojadas, parecía que salieran de la lavadora. Juan dejó mi boca y empezó a pasar la lengua por mi cuerpo, mientras Ana le iba preparando el camino y liberándome de mi ropa interior, para que Juan, no encontrara ninguna dificultad. Desnuda sobre la cama con Juan lamiéndome los pezones, Ana también se desnudó y volvió a la cabecera de la cama besándome en la boca.

Juan paró un momento se levantó, quedando su verga ante mis ojos, que polla tenia!!, mas de veinte centímetros, pero, no era su longitud lo que más destacaba sino, su grosor debería tener unos seis centímetros de diámetro, en aquel momento pensé en Ana, como debía tener de dilatada su vagina. Ana viendo mi cara dijo:

- Que te parece, esta bien. Te gusta, verdad.

No pude responderla, estaba tan impresionada que tomé la verga de Juan entre mis manos y le hice acercarse para ponérmela en la boca y poder chupársela. Abrí la boca y tuve dificultad para introducir su punta, empecé a pasarle la lengua por toda su hermosa verga, que no se acababa nunca debido a la distancia existente desde su punta hasta sus testículos. Ana sustituyó a Juan pasándome su lengua por todo mi cuerpo, yo ya no pudiendo resistir y grité:

- Juan, penétrame por favor.

- Hazlo Juan - dijo Ana - No es necesario lubricarla pues su vagina esta llena de líquidos.

Juan puso su polla apuntando mi coño, empezó a penetrar suavemente, notando yo, un ligero dolor ya que no me había introducido nunca nada del tamaño del miembro de Juan. Cuando por fin me penetró totalmente y empezó a moverse grité de dolor, que al momento se transformó en placer tuve un primer orgasmo, mientras Juan, todavía entraba y salía su miembro de mi coño, cuando se corrió, yo tuve otro orgasmo.

Desde aquel día vivimos los tres juntos y os puedo asegurar que nos lo pasamos muy bien tanto en la cama como en lo demás y que Ana mi mejor amiga ya que lo comparto todo con ella.