La Sra del Dr. historias xxx

Autor: Yamila | 19-Dec

Orgias
Me sacude la modorra y me acomodo para dormitar otro poquito?.. Pero me jode esa sensación de inquieta morbosidad que tengo en el cuerpo. Y pienso y me dejo llevar por esos pensamientos volátiles que se arremolinan en mi mente. Allí en mi cama matrimonial, pienso en mi esposo, medico excelente, que partió temprano a sus obligaciones?.. Sin antes llevar de regreso al aeropuerto a sus dos amigos de juventud.

Esos amigos que ya estuvieron en nuestra casa una semana, visitando nuestro pueblo rural, trabajando en inseminación artificial, y ahora volvieron a lo mismo pero hoy, como dije, se fueron temprano.

Ellos son también causa de mi estado actual, pues están bien físicamente, son algo atrevidos y locuaces, lo que varias veces llevo nuestra conversación hacia el sexo, donde confesé sin rubor la poca actividad de mi marido, su minima resistencia, mas lo elemental que era. Ellos jovialmente recordaron que mi Cesar, siempre había sido de ese modo, y se apenaban por verme tan ?hambrienta y sin cosecha?. Que ahora que la presidenta Cristina había inaugurado el Canpo para el campo, podría recoger muy buena producción, si yo los dejaba hacer el trabajo.

Tan solo por recordarlos, me moje, pese a que nada había pasado con ellos, mas que esas conversaciones algo subida de tono y confeccionarlo de por medio.

Pensé en levantarme e ir a lo de Irene, una amiga con la que nos entendemos muy bien sexualmente, pero que no frecuento desde que comenzó a insistir en incluir en nuestras ?secciones? a su marido. No, eso no lo podría hacer yo. Putita, si, calentona si, pero también muy fiel.

Debo darme una ducha, me dije?. Pero antes puedo jugar un poquito?.. Asi que me estire a la mesita de luz, tome mi Dildo doble penetración, el que me regalo mi esposo, y comencé a jugar con mi cuerpo suave?.tiernamente.

Siempre a poco de comenzar esos juegos, me pongo en cuatro, haciendo que el Dildo, entre libre desde atrás a mis dos cavidades calientes y jugosas.

Mi cara se hundía en la almohada perfumada y de un verde tenue?. mis pensamientos revoloteaban en recuerdos, como aquella única vez que le puse cuernitos a mi Cesar, en Alemania, dejándome coger por un seductor masajista en un hotel de lujo donde nos alojábamos. El nunca se entero.

Mi goce era perfecto?. aquel aparatito era como hecho para mi, me masajeaba vibrando mi cuevita, mientras aquel pedacito de verga chiquita me abria el culito. Me lo abria para ponerme luego otro mas grande, mientras me daba el vibrador a pleno sobre el clítoris.

Cuando sentí unas manos sobre mi espalda, mas otras sobre mis piernas?. Gire rápido manoteando las sabanas para taparme. Allí estaban Sergio y Amadeo, sorprendiéndome en aquella auto-orgia matinal.

-Que hacen, ché!-

-Nos deleitamos con esta rubiecita caliente que tiene nuestro amigo por mujer.-

-Como te gusta gozar!!!, Yamilita.-

Me acurruque a la defensiva, pero ellos llevaban gran ventaja. Fue en vano mis ruegos para que se fueran, sinceros al principio, falsos después, y sin sentido por ultimo.

Estaba yo expuesta, caliente, sinceramente deseosa de tener sexo. No lo quería admitir, pero aquellas manos comenzaron a hacer estragos, aquellas palabras no me dejaban respuesta correcta.

Sergio avanzaba sobre mis piernas, manoseándolas, abriéndomelas y dejándolas a la vista. El decía que yo estaba riquísima, que mi marido siempre había sido un precornudo, al no darme la lata que me correspondía y merecía.

Amadeo, fue puntualmente hábil al pegar golpecitos con sus dedos sobre mis pezones aun hinchados por mi propia preparación. El insistía en que yo quería, que yo tenía ganas de dejarlos hacer, que era una perrita caliente esperando sus huesitos ricos.

Amadeo, olía mi Dildo, pasando la lengua?. ?hummm..., que rica esta la cremita de la cuevita de oro?? ves Sergio, esto debes llevarle de regalo a tu señora, y traerme los juguitos a probar?

Sergio tomo el aparatito y se lo metió en la boca, mirándome y pidiéndome más juguitos.

Yo fui aflojando en ideas, y rechazos, hasta el punto de que abierta de piernas dejaba que Sergio lamiera mi conchita abierta, mientras que Amadeo, rechupaba mis tetas sin parar.

Verdad que queres Yamilita? verdad que queres?

Pase de aquellos cada vez mas apagados no, a una categórica suplica?. Por favor muchachos, quiero que me cojan toda, toda, toda.

Pronto aquellos slips estampados con figuritas del pato Donald, se acercaron a mi cara, para escabullirse dejándome ver un increíble pedazo, soberbio, duro, eréctil, masculino, al que muy prontamente tuve en mi boca el garrote de Amadeo. Gire para comérmelo mejor, poniéndome en cuatro otra vez, lo que permitió a Sergio, volver a ponerme el Dildo, cosa que me hizo suspirar ya completamente entregada., a tal punto que otra vez pedí ser cojida.

No hubo que hacer otros reclamos, senti al bueno de Sergio, ensartarme desde atrás con un fierro tan caliente y largooooo que me hizo explotar en aquella primera entrada en un orgasmo súper eficiente.

Sin parar de gemir, pedí a Amadeo, - Dámela vos ahora papito-

Así mientras la colosal verga de Amadeo me entraba en mi ya espumosa concha, acabando a mares, pude relamer la mojada pija de Sergio, que aun no había tenido su primera bajada.

No paraban de hablar, dicendome lo puta que era. De que desde el primer día que me vieron querían voltearme, de que ya habían visto mi figura en fotos ?atrevidas? que me había auto sacado en la Web. Sabían mucho de mí, evidentemente.

Me tendieron en la cama, mis piernas apuntaron el techo, haciéndome sentir por turno unas fenomenales cojidas, a las que conteste acabándome sin pausa mientras que ellos me regalaron cada uno a su turno su primer polvo a la mujer de su mejor amigo.

Mi cama matrimonial era un verdadero desastre?.. Pero no sentía yo mayores culpas. Y mientras saboreaba el licor que ellos me trajeron, les conté abiertamente, que en realidad yo lo había deseado, pero que nunca hubiera hecho nada para lograrlo. Y que hecho el hecho quería seguirlo disfrutando.

Me puse en pose para intentar levantar la larga verga de Amadeo, que pronto fue tensándose y poniéndose muy rica. Cuando lo tuve, a punto, le pedí montarla, y bajo la atenta mirada de ambos, me fui sentando, metiéndomela de a poquito, gozándola y balbuceando que me gustaba, me gustaba, si que me gustaba.

Ya cabalgando, tuve la otra viril cosa en mi boca, la que deje tan dura, como la primera vez. A esa también monte un largo rato.

Sentía que la conchita me ardía, a tiempo que me iba quedando sin jugos en mis repetidos orgasmos.

Cuando me pidieron la cola, estaba tan ciega, entregada, sumisa, viviendo en el limbo, que solo atine a decir?..- con cremita eh-

Hacia años que no tenia una verga en mi retaguardia, desde que era soltera con un ex novio, pero de esos placeres una nunca se olvida, así, que acompañando a la labor de los muchachos, los lleve a que se acabaran en lo profundo de mi colita.

Los epítetos que me lanzaban eran soeces, irrepetibles, pero de conchudita, puta, perra, degenerada, reina de pijas, potra?.. era lo menos que me decían.

Ellos no se habían ido a la mañana porque no había vuelos?. Pero esa tarde, debían partir.

Reacomode la alcoba, y los recibí después de que ellos se dieran una ducha.

Yo quería algo, pero no me animaba a pedirles.

Los acosté, chapándoles las vergas, que eran tan querendonas que otra vez se pararon.

Ellos me regalaban caricias, besos, que también me ponían querendona.

Pensé en pedirles, abiertamente que quería algo, pero ellos decidieron, cogerme semi parada, con una pierna sobre la cama y la otra en el piso.

Me recontra gusto, hamacarme a gusto mientras sentía sus flautas entrar y salir, mas mirándolas al espejo como me abrían mi cueva. Mirar aquello, sentir como me la clavaban, mientras tenia otra pija esperando, me llevo al orgasmo.

Mi orgasmo fue impresionante, avasallador, y solo atine a tirarme sobre Sergio, para montármelo a caballito, pero así sobre el borde de la cama, deje mi colita bien apuntada a la polla de Amadeo.

Amadeo, me la acerco, acomodándola suavemente. Al momento que comenzó a metérmela, aun sin salir de aquel orgasmo impresionante, alcance a susurrar, - Eso, eso es lo que quiero, amorcitos?.. Las quiero a las dos adentro-

No debe haber sensación más sabrosa para quienes como yo gustan de coger con locura, que sentir que te penetran dos vergas a la vez.

Quizás sea por eso que comencé a llorar como desesperada, contorneándome como víbora por parir, sacándome años y años de contención sexual. Como enajenada, no quería que pararan de cogerme, y hasta me enoje cuando me la sacaron para cambiarse de lugar. Quería tenerlos bien adentro.

Se fueron.

Esa noche cuando llego Cesar, encontró a su mujer descansando a causa de una supuesta jaqueca, que en realidad eran los cuernos de su marido, pero la casa estaba en orden. Se avecinan las pascuas, y pronto se que ellos volverán.


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