Mi iniciación con mi futuro suegro relatos eróticas

Autor: poimenh | 24-Jul

Gays

Esa mañana hacia un calor endiablado, era la hora en que los trabajadores salían a comer, por lo que aproveché para darme una ducha en la regadera que estaba detrás del establo. En ese tiempo yo tenía 15 años y ya estaba muy desarrollado por mi trabajo en la hacienda era rudo y muy pesado, pero yo estaba acostumbrado y lo manejaba como una rutina. Estudiaba el primer año de preparatoria por lo que al mediodía me iba la escuela cercana de mi centro de trabajo.

Amaba mucho ese lugar, ya que desde pequeño estaba en esa hacienda, mis padres estaban al pendiente de todo y los patrones tenían una gran confianza en nosotros, lo cual se agradecía y se respetaba. Don Eusebio y su familia eran buenas personas, lo mismo que sus dos hijos, que eran cuates, hombre y mujer, y tenían dos o tres años más que yo; ellos eran mis amigos y nos teníamos aprecio y amistad.

En fin, que estaba disfrutando plácidamente ese rico baño, me enjabonaba todo mi cuerpo con la confianza que te da el saber que estás solo, era delicioso lo refrescante del agua con el fuerte calor que hacía, me deleitaba deseando no terminar por lo agradable que me resultaba el agua. Repentinamente algo me llevó a voltear a una de las ventanas, y mi sorpresa fue descubrir la figura de Don Eusebio que me contemplaba desde ahí. Su presencia me cohibió y sentí algo de pena, por lo que de inmediato trate de cubrirme con la toalla, pero él lo impidió y se metió al cuarto, sin miramientos se me acercó y me dijo:

- Por favor, no te sientas mal, me pareces un buen chico con un cuerpo hermoso y que me ha gustado admirar. - Aquello me sorprendió y más viniendo del patrón, aún así me sentí sonrojado y avergonzado, no levanté la vista y nuevamente trate de tomar la toalla.

Don Eusebio, lo impidió otra vez y con voz entrecortada me dijo:

- Desde hacia tiempo te he venido observando y tus atributos son envidiables, me has llamado la atención y quiero que esto sea un secreto sólo entre tu y yo y ya veras que te irá mucho mejor. - No entendía lo que me quería decir, qué me proponía y a dónde me llevaría.

Entonces el patrón me agarró mi cara y estampó un beso en mi boca, me mordió los labios y se prendió de ellos, pero yo forcejeé con él y me hice a un lado, no me sentía preparado para lo que él quería, por lo que me aparté y él con fuerza me volvió a tomar, se me acercó hasta sentir su aliento y me volvió a decir:

- Sergio, eres un chico guapo, y a partir de hoy tu y yo seremos mucho más que amigos, quédate tranquilo que yo te conduciré y se que lo disfrutarás tanto como yo?

Pero yo estaba perplejo, sacado de onda y no aceptaba mucho su propuesta, él me veía y acariciaba mis nalgas, yo me confundía y no sabía qué papel jugaría. Después me volvió a besar, aprisionándose otra vez de mi boca, la cual besó con pasión y fuerza, me apretaba hasta hacerme daño agarrando mis manos y repegando su cuerpo, sintiendo su agradable olor, lo peor del caso fue que la caricia me había gustado y me estaba excitando.

- ¡Vamos Sergio!, Tu me gustas mucho. ¿Qué tiene de malo que nos divirtamos un rato? Somos amigos ¿qué no? deja que te manosee, estás bien guapo y bien bueno, estás hecho todo un hombrecito bien nalgón y bien dotado, no te vayas, anda, ven amigo.

- Usted lo ha dicho, amigo. - Le reclamaba yo encabronado. - ¡No soy un pinche maricón así que suélteme, no me gusta lo que me está haciendo! - Ni yo me creía lo que estaba diciendo pero tenía que decirlo, no aceptaba mucho la situación que estaba viviendo en ese momento?

Estaba bien nervioso, todo me confundía, yo aún pensaba como niño, me sentía muy temeroso y mi voz se escuchaba débil y no debió ser muy convincente, porque no me soltaba ese cabrón, al contrario, me apretó mas fuerte y me dijo:

- Pues yo si soy maricón, y tu me gustas a madres ¿cómo ves? Tienes unas nalgas impresionantes, una verga marca diablo, fabulosa, hermosa, carnuda y bien cabezona, unas piernas que ya quisiera el mejor futbolista, un pecho bien trabajado y tu cara es atractiva, pero más que todo eres muy varonil. Tú decides si hacemos el amor o te obligo. ¡Cómo tú quieras cabrón!

- No lo creo capaz Don Eusebio - le dije ya bastante asustado y con la voz temblorosa. La verdad es que me temblaba todo, un tanto que tenía miedo, además me apenaba porque mi verga había crecido exageradamente, me estaba excitando, pero sobre todo, que jamás había hecho el amor con nadie y me ponía de nervios pensar que perdería la virginidad con Don Eusebio, aunque él era un hombre maduro de 40 años, pero bien parecido, buen cuerpo, buena nalga, y muy buena persona, muy puto el cabrón, pero buena persona, jajaja. Pero eso no era todo, también eran los nervios de pensar ¡por fin dejaría de ser virgen, tal vez de mi culito o quizá de mi verga, no sabía aún cuál sería mi posición.

Alguna vez imaginé mi primera relación sexual, pero no con un hombre, aunque en el estanque del rancho me bañaba con mis demás compañeros, siempre jugábamos y nos mediamos la verga, y no sé, pero me atraía el juego y verlos orinar a toda la bola de cabrones. También me gustaba mucho tocarles las nalgas, disfrutaba mucho un buen par de nalguitas, sobre todo las de un cabrón moreno que tenía un esplendoroso culo. Con el tiempo comprendí ese detalle de ese caliente juego. En algún tiempo pensé que yo moriría siendo virgen, pero en ese momento parecía que no iba a ser así.

Don Eusebio sintió que me temblaba la voz; supongo que pensó que estaba asustado (y de verdad que si lo estaba), y dejó de apretarme tan fuerte, su rostro cambió y agarrándome la cara ya sin violencia, me besó tiernamente dándome muchos besitos, suaves, y respirando fuertemente y con emoción me dijo:

- Me gustas cabrón muchacho, y no sabes todo lo que pensé para atreverme a esto, eres un niño hermoso y siempre te me has antojado, tus labios dulces, todo me gusta de ti, tus nalguitas redonditas, te he deseado de a madres y como no tienes puta idea, y eso ha sido desde que te conocí. Estemos juntos ahora ¿si?, anda apaga este tremendo calor que tu cuerpecito me inspira, quiero sentirte así encueradito, mira que hermosas tus nalguitas, quiero ver que esta víbora me lance su leche, quiero ver que tan lejos disparas, ¡anímate amigo! - Yo no sabía si quería mis nalgas o mi verga, ya que todo le gustaba, yo temía ser penetrado por el patrón

Yo no lo pensé mucho, él también me gustaba, así que dejé que me besara y poco a poco empezó a soltarme para acariciarme. Pero no estaba del todo convencido, y decidí mejor evitar aquello y salir huyendo, y en ese momento se me ocurrió correr hacia la puerta, pero él iba detrás de mí.

De un fuerte jalón me detuvo, me hizo recostarme en la puerta jaloneándome y me llevó al cuarto donde estaba la paja. Yo estaba incomodo ya que estaba en pelotas, aunque nadie estaba por ahí por ser la hora de la comida, pero nunca falta quién esté al acecho.

Así encuerado me hizo tirarme en la paja y me tapó la boca para evitar que gritara.

- Bien amigo Sergio, ahora te voy a preguntar de nuevo, pero será la última vez que lo haga, ¿quieres hacer el amor conmigo o prefieres que te obligue y te raje la madre cabrón? - me lo dijo ya encabronado.

- Si, Don Eusebio, ya no se enoje, si quiero hacer el amor con usted. - Le contesté perturbado y con mucho miedo, y con voz quejosa le suplique:

- Pero quiero que sea muy cuidadoso Don Eusebio, no quiero que me vaya a violar, nunca he estado con nadie, por favor, no me hagas daño ni me vayas a lastimar. - Le suplicaba? tenía miedo.

- Métete a bañar y te haces un lavado bien de culo y huevos.

Me fui de nuevo al cuarto de la regadera. La verdad es que si me daba pena, sobre todo porque él se me quedaba viendo con lascivia y de una forma muy lujuriosa. Me siguió yyo me empecé a bañar, y cuando me estaba lavando la verga entró Don Eusebio totalmente desnudo y con su pene erecto, no se cuanto medía, pero si me pareció demasiado grande, era una hermosa verga, preciosa, estaba brillosa, muy amenazante.

Me obligó a agacharme y me lavó la entrada de mi culo, pero el cabrón viejo me acariciaba con malicia restregando su mano, después agarró mis huevos y los apretó con fuerza. Me estaba aseando por el culo porque pensaba darme una buena cogida, pero yo no lo aceptaría. Él era muy limpio y eso me gustaba, además era muy cuidadoso, pero yo jamás imagine estarme lavando el culo para ser penetrado y ahora lo estaba viviendo con miedo, pero a la vez con emoción, era emocionante ese encuentro con el patrón, que no me desagradaba el viejo, y demás eso podría tener sus ventajas.

Yo traté de quitarme de su lado, no quería que me tocara pero me agarró del cuello y me dijo:

- O te estás quietecito o te pegaré, y sabes que si lo haré. - Así de rotunda fue la amenaza, y yo no hice ningún movimiento.

Después de que terminó de lavarme, se lavó bien su ano, se hizo un buen lavado dejándose el hoyito limpio y muy oloroso, eso admiré mucho en él, que fuera tan pulcro y delicado, y se lo aprendí a Don Eusebio y por él soy así ahora, siempre que tengo un encuentro sexual me gusta estar impecable y oler bien, y lo mismo exijo.

Terminamos de bañarnos y él ya se estaba comportando muy dulcemente. Me secó la espalda y cada tanto me daba besitos cortos en el cuello y la cara; yo seguía sin hacer nada, sólo me dejaba hacer lo que él quería. Para como estaba la situación, no me pareció buena idea él hacerlo enojar y simple y llanamente me dejaba llevar por él, además que ya me había gustado ese cabrón, pero no podía confiarme, porque desde el momento que utilizó la fuerza para que se hiciera su voluntad, demostraba ser un cabrón capaz de todo, aunque yo lo acusara de violación.

En cuanto terminamos de secarnos me llevó al granero y con suave voz al oído me dijo:

- Espero que te guste este detalle cabrón culoncito, me encantan tus duras nalgas y también tu pájaro que veo que está bien despierto jejeje. Te amo mucho y me encantas, y lo que más deseaba era estar así contigo, y pues ya estamos preparados y listos. No sabes cuánto tiempo he esperado este momento, pero por fin llegó Sergio.

Su cara era totalmente diferente de la de hace un rato, su cara era de felicidad, de amor, de deseo. Me hizo sentir orgulloso y deseado. Nunca había sentido nada igual, y al mirar hacia mí estomago, mi pene se había transformado, por sus palabras y su cercanía ahora era una tremenda verga erecta. Me gustaba el momento y lo que pensaba iba a suceder. ¡Me estaba excitando demasiado! Mi cuerpo parecía haber sido golpeado con un shock eléctrico. Retorciéndose en éxtasis al mismo tiempo que Don Eusebio besaba, mamaba y mordía suavemente mis pezones, lo hacía con una calidez y una dulzura que más me excitaba y me calentaba un chingo.

Dios, estaba muy caliente, jamás sentí sensaciones tan padres, me excitaba su manoseo, sus palabras y verlo desnudo, me sentía en el limbo y creí que me iba a desmayar. ?Qué sabroso el encuentro de dos machos, el halcón devorando el palomo", pensé y me reí

Me volví loco por el deseo y la lujuria de la situación, cuando sentí que Eusebio se había levantado y se dirigía a mi verga. Como dije en un principio yo era virgen, y nunca había sentido nada sexualmente tan acogedor en mi vida. Pronto sentí como Eusebio buscaba entre mis piernas y tomaba mis delicados y pesados huevos en su boca, uno a uno. Instintivamente, yo abría mis piernas para darle completo acceso a mi escroto, me gustaba lo que me hacía y me tenía muy caliente, ya no podía negarlo ni ocultarlo. Sentí su ardiente lengua lamer arriba y alrededor de mi suave saquito, moviendo las bolitas dentro y afuera de su boca. Qué delicia que te mamen las bolas, me daba escalofrío y también cosquillas, eso me hacia contraer mis nalgas. Las mamadas eran impresionantes y qué forma tan exquisita de mamar, me excitaba mucho las chupadas que le estaba dando a mis huevos, era muy bueno para mamar, eso me hacia desfallecer, ponerme accesible y cooperar mucho, así que empujaba mi pelvis hacia adelante, ofreciéndole también mi culo y yo me estiraba cada vez que me las chupaba. Es una delicia que te mamen esas partes tan sensibles, en lo personal, me excita una lengua caliente lamiendo suavemente mis grandes huevos, eso lo practico mucho en cada encuentro que tengo con alguien, me tiene que mamar muy bien los huevos, jejeje.

Pronto experimenté sensaciones aún más fuertes cuando Don Eusebio comenzó a mamar arriba y abajo de la punta de mi palpitante y humectada verga. Mamaba con gran experiencia, de manera deliciosa, sabía hacerlo muy bien; la ensalivaba, la metía y la sacaba con precisión, sabía como excitarme el cabrón tragándose toda mi verga en su jugosa y babeante boca, con mamadas tremendas que me hacían retorcer y revolcar como un gusano, y eso me ponía más dura la verga. Subía y bajaba mamando la punta y rápido bajaba otra vez, aprisionando mi verga y dejándola toda empapada, mamaba con experiencia, eran unas mamadas nuevas para mi que me estaban haciendo gozar de a madres.

- "Oh Dios, ¿dónde estoy? porque esto es el paraíso, todo es nuevo para mi, pero es hermoso, jamás imagine que el sexo fuera tanto placer y dicha, he muerto e ido al cielo." Yo le decía a Don Eusebio mientras su ardiente y húmeda boca envolvía mi verga.

Involuntariamente comencé a enterrar mi verga en su garganta, dando suaves empujes, uno tras otro, empecé a cooperar porque me estaba gustando mucho. Podía sentir el semen hervir en mi próstata, aquello era la locura, mi placer era algo increíble, mi leche estaba gritando por salir. Pero Eusebio tenía otros planes.

- Oh no querido Sergio, no te vas a escapar tan fácil. Cuando esta puta verga dispare, lo hará pero... ¡en mi culo! - Con eso que me dijo, me hizo comprender que el cogido sería él, y eso me relajó mucho más y así podría más disfrutar esos momentos de tanta calentura.

- Oh, por favor Eusebio, déjame venirme en tu boca. No puedo esperar más, por favor, déjame echarte mis mecos.

- ¡Qué chingaos! - Don Eusebio balbuceaba desesperado, impresionándome a mí mismo al ver que estaba gozando como nunca, y... ¡con un hombre!

Don Eusebio, contra su voluntad, decidió que por ser nuestra primera vez juntos, no insistiría en ser cogido y sometido. Levantó mis piernas en el aire y puso a trabajar su lengua a los lados de mi ano, pero eso fue peor, poner su lengua erecta en mi hoyo, porque sentí como si cayera en una nube? No hubo mayor deleite que me mamaran y chuparan ese espacio tan chiquito y delicado y con el cual se podía gozar tanto, ese orificio tan caliente, con ganas de experimentar la dicha de ser penetrado, pero sabía que no era lo mío.

Para no dejarme tocar mi pulsante verga y arruinar su plan de tomar todo mi delicioso jugo, Eusebio me tomó de ambas manos y las mantuvo entre las suyas. Aquí fue cuando en verdad comenzó a cogerme con la lengua en mi rosadito y fruncido ano que estaba muy palpitante, muy gozoso, disfrutando esa grata experiencia. Yo literalmente gritaba:

- Por favor Eusebio, déjame venirme.

Don Eusebio sacó su lengua fuera de mi culo dejando libre mi mano. Chupó su dedo central de su mano derecha con su propia boca. Una vez bien resbaloso lo empujó dentro de mi colita, pero yo enseguida se lo retiré.

- Don Eusebio, si me ha convencido para disfrutar esto, no para sufrir?

Rápidamente lo retiró de mi culo mientras masajeaba mi próstata, tomó de nuevo mi verga por completo dentro de su boca y la aspiró. Eso acabó conmigo, me tumbo, perdí la total concentración y ya no pude más y exploté en su boca. Disparé seis o siete gigantescos chorros de jugo de amor, entrando furiosamente en la boca de Don Eusebio.

El cabrón se tragó tanto como pudo, pero yo había sido ordeñado tan violentamente que parte de mi sabroso liquido blanco se escapó de su boca y bajó por mi aún pulsante verga hasta la corona de vellos púbicos en la base de la misma, los chorros no dejaban de fluir.

- ¡OH, Puta Madre, Don Eusebio, porque me estás enseñando todo esto que es tan rico! - Ya no lo respetaba y decía lo que sentía, yo le gritaba mientras me golpeaba el éxtasis del orgasmo. - ¡Oh, madre de Dios, aughhh, aughhh qué delicia cabrón!, ...puta madre Eusebiooooo auuughhh ooohhhhm me estoy chorreando de lo lindo y qué ricooooooo auuughhhh auuughhh qué ricoooooo, qué rico Eusebioooooooooo, aughhhhh.

Don Eusebio soltó mi mástil de su boca. Con mis piernas aún en sus hombros recogió el semen de mi pubis y se lo llevó a la boca En ese momento, me dijo

- Ahora Sergio es mi turno. Voy a comerme esta bella verga en mi culito, vas a gozar tanto y tan fuerte que no sabrás ni qué día es.

Los dos sudábamos abundantemente, se acostó de lado y me besó tiernamente en la boca. Esto me relajó y es que es tan hermoso sentir los labios húmedos de Eusebio. Nos quedamos dormidos un rato.

El no estar en mi cama me hizo despertar. Vi a Eusebio acostado a mi lado Empecé a besar su cuello mientras le daba la vuelta lentamente, y durante mi viaje descendente, alcancé los pezones erectos. Suave y amorosamente lamí y pellizqué los pezones, permitiendo que un gemido de éxtasis saliera de su boca, y que un gran latido se apoderara de su verga que ya estaba totalmente dura entre sus piernas

- Oh, Sergio. ¡Mámamela! Quiero venirme en tu boca, amor.

Yo le separé las piernas. Inhalé profundamente ese olor a almizcle que provenía de la ingle de mi amante. Tomé sus manos entre las mías sosteniéndolas apretadamente. Mi lengua caliente comenzó a escabullirse desde arriba de la verga bien parada, no estaba realmente lamiendo la verga, sino que estaba jugando con ella con mi lengua, revoloteaba en la parte interior de la cabeza de la verga, bajando suavemente hasta llegar a los carnosos huevos que colgaban libremente entre sus muslos, eran unos señores huevos, pesados y boludos, cargaditos de leche, eran impresionantes y se antojaba estarlos mamando y gozando.

Don Eusebio se retorcía del placer y hacía movimientos como si estuviera cogiendo restregando su verga contra mi cara. De repente me levanté bruscamente y le dije:

- Todavía no, Eusebio. ¡Yo quiero que esto dure! - De momento, yo ignoré la verga y los huevos de mi amante.

Empecé a lamer y pellizcar en la parte interior de los muslos de Eusebio, chupando la tersa piel y mordiéndolo suavemente. Entonces comencé a lamer un poco más debajo de sus huevos colgantes, principalmente sobre el perineo. Me gustaba chuparle entre los huevos y el culo haciendo a un lado los huevos con mi nariz. Eventualmente cambiaba de muslo donde repetía mi tortura, la cual hacia que Eusebio se retorciera de placer, tenía un culo muy pequeñito, pero me gustaba su olor y también su sabor, además sus contracciones me ponían más caliente.

- Ah, ¡estás caliente cabrón! - Le dije mientras subía sus muslos sobre mis hombros y los sostenía con mi pecho, metiendo mi cara entre sus nalgas

Mi lengua encontró el caliente culo que lo estaba esperando y comencé a girar mi lengua a lo largo de los bordes de su ano, pellizcando y mordiendo suavemente esa piel rozada y estirada dejándole pequeñas marcas de las mordeduras.

Mis movimientos lo volvían loco del placer ocasionando que moviera sus caderas en un frenesí de lujuria y excitación. Enrollé mi lengua como un taco y la empuñé hacia el ano, tratando de forzar con mi lengua a entrar en aquella apertura caliente. Pronto, el ano se relajo de tal forma que permitió la entrada de mi lengua. De esa manera me cogí a mi amante con la lengua hasta que chorros de saliva escurrían fuera de su ano que estaba dilatando por tanta mamada y ensalivada de culo.

Ambos, estábamos casi delirantes de placer. Las sensaciones sexuales que yo estaba sintiendo me tenían al borde del orgasmo, aún sin que me estuviera tocando mis genitales.

Yo sabía que no iba a aguantar mucho más, así que saqué mi lengua del ano de Eusebio, me levanté como un semental y le metí mi verga ya lubricada en su culo. Un gran empujón fue todo lo que necesité para metérsela y pasar el esfínter de Eusebio, lo que me provocó un temblor violento. Lo atrinqué con seguridad, mi reata se fue al fondo y empecé rápidamente el jineteo. Los movimientos se aceleraron de inmediato. Lo cogía duramente y con desesperación. En mi incipiente experiencia no era nada difícil, sólo me dejé llevar por el instinto como los animales jejejeje. Sentía en cada movimiento la resistencia de su hoyito, no estaba muy cogido el cabrón, mi verga es grande y estaba muy dura en su culo aguantando mis 23cms., y gemía y pujaba por la penetrada que le daba, pero aquello fue la gloria y el máximo placer y en un santiamén estallé en un gran orgasmo, bombeando mi semen en el interior de mi amante.

Después de recuperarme del orgasmo, saqué mi verga del ano de Don Eusebio, le bajé las piernas y le empecé a mamar la verga palpitante hasta hacerlo llegar a un clímax tan gratificante como el mío.

El delirio de ser mi primera vez y el olor a rancho hicieron que no se me bajara mi erección, él se dio cuenta y me dijo:

- Te voy a enseñar hacer algo diferente.

Se acostó boca arriba y me dijo que íbamos a hacer un 69. En ese momento me acosté arriba de él a la altura de su verga, arrodillado con su cabeza entre mis piernas, y empecé a mamársela, no sabía hacerlo muy bien, pero creo que a él le gustaba por los gemidos que daba, y él empezó a darme una mamada de fábula.

El es un gran amante, porque al mismo ritmo que nos la estábamos mamando ambos. Yo lo estaba disfrutando, como que eran muchas emociones para ser mi primera vez, pero yo estaba como loco, me estaba dando el placer suficiente para descargarme una vez más, y así fue. De repente estallé en un orgasmo increíble. Más grande que el primero, sentía que la respiración me faltaba, de tan intenso que fue.

Don Eusebio empezó a masturbarse violentamente ya que yo interrumpí la mamada al sentir mi orgasmo, le ayudé apretando sus testículos y se vino tan violentamente como la misma masturbada.

Yo quedé acostado sobre Eusebio, no tenía fuerzas para levantarme, sentía que las piernas me temblaban y no me podía levantar. Me sentía extraño pero no me sentía mal, era un temblor de todo mi cuerpo, ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Eusebio se dio cuenta y me empezó a besar y a decirme:

- Cálmate chiquito, cálmate, pronto pasará. Calma bebé.

Tenía tan sensible mi pene, mis testículos que me dolían, me dolían mucho y al mismo tiempo gozaba demasiado.

Caí sobre mi estómago en la cama, sin fuerzas ni siquiera para hablar. Él se acercó a mí y me besó la nuca.

- ¿No que no eras maricón? Jejeje!

Así fue la historia, estuve muchos años cogiendo con mi patrón. Siete años después se convirtió en mi suegro, pero él murió en 1995 de un infarto. Nuestra relación fue descubierta por su hijo, y sucedió que? que ese será otro relato.

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