Relatos Eroticos de azotes

Mientras la lefa salía de mi rabo y se desbordada por su coño la chica, que hace unos pocos días no conocía, se dejaba caer sobre la cama respirando profundamente. Me estiré a su lado y empecé a observarla. Su pequeño y apetecible culo aún estaba enrojecido de mis azotes. Sus tetas se bamboleaban con su respiración. Su cara estaba desencajada por el orgasmo. Pese a ello lo que más me excito fueron las palabras que salieron de su boca.
15-Oct
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[Sexo con Maduras] Entré a la fonda en la que hacía mis 3 alimentos diarios, en donde pagaba una cómoda cantidad de dinero por semana. Como estudiante provinciano en la Capital que era, ese lugar resultaba el más adecuado a mi precario estado económico. Pero más me gustaba dicho restaurante porque ahí atendía como mesera Luz María, una mujer de unos 40 años, alta, morena, rolliza, con unos brazotes como de levantador de pesas, unos muslos muy gruesos, estómago prominente, y lo que más atraía de su voluminoso cuerpo eran sus nalgas; no, nalgas no, nalgotas. Siempre usaba vestidos muy entallados, y era una alegría muy grande para mí ver cómo se movían esos glúteos de un lado a otro al desplazarse por las mesas. Hagan de cuenta que estaba viendo por atrás a una hipopótama, quizás la de “Fantasía” de Disney. La deseaba intensamente, ¿por qué? Sencillamente porque quería disfrutar un cuerpo así, una apetecible bola de carne.
01-Jan
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