¡Que strike el de aquel día!

Autor: Angel_Perverso | 20-Aug

Heterosexuales
Se había retrasado una reunión dos horas, y por tanto tenía dos horas libres por delante en las cuales no sabía que hacer. Así que decidí darme una vuelta por las calles de mi ciudad, cuando descubrí que habían abierto una bolera nueva. Pensé que era un buen sitio para matar el tiempo que tenía por delante antes de la reunión, y además los bolos siempre habían sido uno de mis pasatiempos preferidos, pese a que no soy un gran jugador. Entré y la verdad es que había muy poca gente, de hecho, solo estábamos un par de chavales que jugaban en una de las pistas, los dos encargados, y yo. Me acerqué al mostrador, y pedí una pista. Al sentarme y al ir a ponerme las zapatillas de la bolera, se sentó a mi lado una chica. Yo me sorprendí al verle ahí, ya que no me lo esperaba. Me dijo que se llamaba Elsa, y que era la primera vez que iba a una bolera, que iba a entrenarse porque no había jugado nunca, y el siguiente fin de semana había quedado con unos amigos. Como me había visto solo, pensó que sería más divertido jugar con alguien que sola, y de paso, me preguntó si podía enseñarle. Yo aún algo sorprendido por su aparición, le dije que porque no, sería divertido, así que me acerqué de nuevo al mostrador, y pedí que pusiesen una nueva jugadora en la pista.

Una vez calzados, comenzó la partida. Al principio la verdad es que ninguno de los dos empezamos muy bien. Yo solo tiré 5 bolos, y ella 2. Pese a eso, la verdad es que fue divertido. Jugamos dos partidas que yo gané, aunque la segunda con algo de sufrimiento y por experiencia más que por otra cosa, ya que en muy poco tiempo, Elsa mejoró su estilo mucho. Aunque no fue solo eso lo que me llamo la atención de ella.

Era una chica bastante agradable a la vista…iba vestida con un pantalón vaquero algo suelto que cada vez que lanzaba, dejaba asomarse un pequeño tanga negro de hilo que se perdía dentro de su pantalón, y una camiseta gris claro donde podía distinguirse un sujetador también negro, que sujetaban unos pechos bastante grandes. Yo, a petición suya, le corregía la posición, y cuando apoyaba la mano en su espalda para guiar su brazo, ella se apoyaba en mí, y restregaba su culito contra mi paquete, rozándose. Yo al principio pensaba que lo hacía sin querer, pero al ver que se repetía, no pude reprimir una hermosa erección.

Terminamos la segunda partida, y como aún quedaba una hora para mi reunión, fuimos a tomar algo a un parque cercano, donde había un bar a la sombra de los árboles, y nos tomamos un par de cervezas bien frías, ya que hacía bastante calor. Estuvimos hablando un buen rato, y me comentó que trabajaba en la administración de una empresa cercana a mi lugar de trabajo, que tenía el día libre y que le sonaba mi cara por haberme visto pasar alguna vez por la calle. Cuando casi era la hora de irme, me llegó un mensaje al móvil, diciéndome que no me preocupase en ir a la oficina, ya que el cliente no podía venir, y se cancelaba la reunión. Eso me alegró bastante, lo estaba pasando bien y no m apetecía ir a trabajar, así que pedí dos cervezas más para celebrarlo. Cuando las cervezas empezaron a hacer efecto, decidimos dar un paseo para rebajarlo. La tarde era agradable pero calurosa, así que después de media hora, decidimos echarnos en el césped y encontramos un sitio bastante resguardado de las miradas de los demás a la sombra de unos arbustos... y ahí se desato la pasión guardada desde la partida de bolos.

Tumbados en el césped, comenzamos a acariciarnos con pasión todo el cuerpo. Yo metía mis manos dentro de su camiseta acariciando esas tetas que apenas podía cubrir con mi mano, mientras ella ya me había desabrochado el pantalón y acariciaba mi paquete sobre la tela del calzoncillo. Apoyó su mano en mi pecho para que no pudiese moverme, y me bajó el bóxer y mirándome con malicia, mordió lentamente la cabecita de mi miembro, para después chuparla, y mientras masajeaba mis huevos, jugaba con mi polla, durísima, pasando la lengua por ella como si lamiese un caramelo, hasta que empezó a metérsela entera en la boca. Mientras lo hacía, yo le bajé el pantalón despacito, notando su calor en mis bajos, y descubrí ante mi un precioso culito tan solo cubierto por un minúsculo tanga. Empecé a pasar mi mano por su rajita, desde su vello púbico, hasta su ano, notando como Elsa iba humedeciéndose por momentos. Finalmente no pudo más y pasando una pierna sobre mi cabeza, se aproximo a mi boca… le acabé de quitar el tanga y empecé a comerle todo, dando ella un pequeño saltito al notar la humedad de mi lengua recorrerle de arriba abajo. Así estuvimos un buen rato, ella engullendo mi polla y yo comiéndome todo su coñito, pasando la lengua por el y haciendo círculos en su clítoris mientras dos dedos se introducían dentro de ella.

De repente se puso de rodillas sobre mí y tras quitarse ella la camiseta y el sujetador, me quito a mí la camisa, y empezamos a besarnos, restregando su pecho contra el mío, mientras, con bastante destreza, empezaba a deslizarse, su rastro de humedad por mi vientre. Cuando noté que su abertura estaba sobre la punta de mi miembro, me miró con sus ojazos verdes, sonriendo, y me besó, como pidiéndome que entrase en ella…y eso hice. De un empujón fuerte y rápido, entre dentro de ella, cosa que no fue fácil, al estar muy húmeda y yo tenerlo muy erecto. Empecé a bombearle cada vez más rápido, haciendo que sus tetas saltasen frente a mí, no pudiendo evitar devorar esos dos pezones grandes y rosados, cosa que a Elsa parecía encantarle, ya que no dejaba de gemir. Mis huevos rebotaban en su culito y mi polla estaba completamente mojada por sus fluidos. Los dos gemíamos sin disimulo, dándonos igual si alguien podía oírnos, estábamos ella para mí y yo para ella, disfrutando de una pasión descontrolada. El ritmo de mis “ataques” cada vez se intensificaba mas, pero para mi sorpresa me dijo que parase, que no quería que me corriera ahí… y me pidió algo que no esperaba, ya que pocas chicas están dispuestas y yo nunca se lo había propuesto a una chica…quería sexo anal, y que acabase dentro de su culito.

Se puso a cuatro patas delante de mí, y comencé a lubricar su ano con mi dedo y con mi saliva, disfrutándolo ella en todo momento, por las caras de placer que ponía mientras le tocaba. Cuando ya estaba húmedo, empecé a entrar despacio en ella, hasta que me pidió que entrase fuerte... y así lo hice. Dio un pequeño grito de dolor, que fue atenuándose en pequeños grititos de placer conforme iba moviéndome. Aquello era una experiencia nueva para mí, el calor que su culito daba a mi polla era increíble, y podía entrar en el con muchísima facilidad. Mientras yo le daba, ella se masturbaba con una mano, mientras que yo masajeaba sus tetas con otra, lamiendo su espalda a cada acometida. Estuvimos así un buen rato hasta que yo noté que no podía más. Mis huevos temblaban de la excitación, y noté que ella también se aproximaba al orgasmo, ya que su cuerpo empezó a temblar, hasta que ya no pudimos más. Lancé todo mi semen dentro de su culito, echando tanta cantidad que al sacarla quedaban restos alrededor, mientras ella también acababa, dejándonos caer los dos en el césped, completamente agotados.

Así nos quedamos un buen rato, hasta que empezó a refrescar, por lo que nos vestimos, y nos fuimos dando una vuelta hasta el metro, donde ella tenía que ir para volver a su casa. Sin embargo, no fue esa la última vez que nos vimos ya que fuimos varias veces a jugar a los bolos, y varias veces al parque a tomar algo en el bar, y a relajarnos en el lugar de nuestro primer encuentro, que se convirtió en un lugar donde muchas cosas pasaron... pero eso, ya lo contaré otro día.

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