Ardiente noche Gay

Autor: Anónimo | 14-May

Gays
Llevábamos con Pablo más de seis años de pareja. Como suele pasar en todas las relaciones, con el tiempo uno puede visualizar claramente las muy diferenciadas etapas y procesos, en nuestra pareja sucedía lo mismo. Cuatro años iniciales sostenidos por la afectuosidad y la confianza que un día de pronto comenzaron a formar parte del pasado para darle paso a la pasión, la locura, el desenfreno. Ese giro no era caprichoso. Una situación de infidelidad de su parte puso en evidencia su temperamento y salieron a la luz otras situaciones parecidas hasta ese momento para mi desconocidas. Todo ese pasado de confianza tácita quedó teñido de oscuro.

Esa segunda etapa que iniciamos si bien tuvo la ventaja de saber más cada uno del otro, de sus instintos, sus pasiones ya puestas a la luz, también tenía la sombra eterna de la sospecha y de la duda. En ese proceso de reacomodamiento supe que hacer el amor tres o cuatro veces a la semana era casi nada para él. El necesitaba del sexo cotidianamente y no sólo una vez al día. En esos momentos de sinceridad en medio de una situación al riesgo del naufragio las confesiones tenían un solo objetivo. Lograr reacomodarnos y probar si funcionaba.

Yo me masturbo entre dos y tres veces por día, me dijo Pablo en una oportunidad. Esa confesión de su parte llenó mi cabeza de fantasmas. Durante el primer tiempo posterior a la reconciliación cogíamos dos veces cada noche. Cada vez mas pasión, más juegos, más sexo, más y más. Así fueron apareciendo otras posibilidades de excitación, contarnos nuestras fantasías, nuestras historias sexuales previas a nuestra relación, etc. Descubrimos la estimulación visual, auditiva, las fantasías y la imaginación empezaron a tomar un peso hasta ahora ausente entre nosotros.

Una noche a la hora en que nos juntábamos como todas las noches a la salida de los trabajos de ambos, después de comer unas pizzas me sugirió ir a un cine porno en donde estaban pasando un par de películas gay. Tres horas sentados en las butacas viendo hombres hermosos luciendo sus capacidades amatorias nos éxito desde el primer minuto que nos sentamos hasta la hora de partir. Mientras las escenas se sucedían en la pantalla nuestros pantalones reventaban impulsados por nuestras pijas inflamadas de deseos. En esa sórdida penumbra solo podíamos tocarnos disimuladamente sobre nuestras ropas. En algún momento de circunstancial oscuridad nos besábamos urgentemente, salimos del cine y nos tomamos el colectivo hasta su casa donde ambos vivíamos con su madre. Nos sentamos en el último asiento y el largo recorrido no pudo contra la calentura que habíamos logrado obtener. Nos mirábamos con complicidad pensando que en pocos minutos estaríamos a solas en nuestro cuarto. Nuestros cuerpos casi pegados entre sí sintiendo el roce entre ambos como una posesión o casi un acto erótico. Disimuladamente apretábamos nuestras manos, como si en ese gesto que en otro momento podría entenderse como tierno o solamente un gesto de afecto, en esos instantes era un acto sexual en si mismo. Los pasajeros iban descendiendo a medida que el colectivo se iba alejando de la ciudad. Por debajo de mi abrigo sentí su mano apretarse contra mi pija, dura y húmeda que luchaba por liberarse de las ropas. Abrió el cierre de mi bragueta y comenzó a acariciarla. Yo moría de placer y de temor de ser descubierto. Le dije…

- Espera cinco minutos que ya llegamos - en el mismo instante en que su cabeza se agachó como recogiendo algo del piso y su boca ardiente tomó contacto con mi pija. Yo me puse tenso de temor y de placer. Fue solo un instante que no duró mas de cinco segundos. Se incorporó, y acercando su boca a mi oído me dijo; - deseaba locamente tus 19 centímetros en mi boca y no quería perderme el presemen. Quiero aclarar que siempre sentí orgullo por el tamaño de mi miembro aunque el de Pablo era apenas un poco más pequeño que el mío. Pocos minutos más transcurrieron para terminar nuestro viaje. Yo tratando disimuladamente debajo de mi abrigo de dejar todo en orden para poder pararme y bajar dignamente del colectivo. Lo pude hacer sin mucha dificultad y me levanté tratando de ocultar con el abrigo mi bulto delator.

Su madre ya dormía y así como veníamos entramos a nuestro cuarto casi desvistiéndonos en el camino. Nuestras bocas no se separaron desde que la puerta se cerró, así besándonos apasionadamente nuestras manos luchaban por dejar nuestros cuerpos desnudos a la mayor brevedad. Con los pies nos ayudamos a quitarnos el calzado. Sus manos desataban mi cinturón y las mías hacían lo mismo con el de él, pudimos abrir nuestros cierres, y nuestras pijas durísimas se juntaron acariciándose rozándose mientras nuestras manos seguían en la tarea de desnudarnos lo antes posible. Los pantalones a la altura de las rodillas, nuestras camisas abiertas totalmente permitían a nuestros cuerpos tomar contacto con la piel del otro. En ese momento, recordando tiempo después ambos reconocimos que hubiéramos deseado ser pulpos, necesitábamos mas brazos y más manos para calmar nuestra sed.

Así seguíamos aún de pie entre las dos camas, su boca comenzó el anhelado descenso desde mi boca, pasando por mi cuello, mi pecho, mis tetillas, mi vientre, mi pelvis, hasta que se detuvo totalmente a escasos dos centímetros de mi pija. Yo miraba de pie ansiosamente, esperando el momento sublime de sentir su boca tibia tomar contacto con mi glande. Me encontré con su mirada, su sonrisa y su rostro que con expresión infantil me preguntó: Puedo? Mis manos tomaron ambos lados de su rostro y el movió su cabeza para besarlas. Uno a uno besó mis dedos, la palma de mi mano mientras las suyas recorrían desde mi pecho hasta mis rodillas acariciándome lentamente y a la par terminaba de desnudarme sacando totalmente mis pantalones y mis boxer. Su boca siguió el mismo recorrido de sus manos, besando mis rodillas, mis muslos, mis pies. Hizo que me diese vuelta y quedase a espaldas de él. Su boca siguió recorriendo mis piernas, demorándose curiosamente en la parte posterior a mis rodillas. Comencé a darme cuenta en ese momento que todo mi cuerpo era posible erotizarlo, que todo mi cuerpo era sexo. Su boca seguía en mis rodillas mientras sus manos acariciaban subvente mis nalgas, mi cintura. Su boca siguió subiendo hasta mis nalgas, rozó suavemente mi ano y siguió por mis caderas, mi cintura, mi espalda, mi cuello, sus manos en mi pecho, su boca en mis orejas, y sentí la tibieza de su pija rozar mi entrepierna. Mis manos se deslizaron hasta ella rozando simultáneamente mis testículos y mi pija. Sentí sus brazos fuertemente tomarse de mi torso mientras su boca y la mía se buscaban ansiosamente. Los dos parados entre las dos camas demorando conscientemente los instantes más ardientes.

Sin movernos del lugar, estiré mi mano hasta la cama de él y tomé el acolchado de plumas que la cubría y lo arrojé al suelo. El aún a mis espaldas comenzó el descenso de mi cuerpo con su boca y con sus ardientes manos. Yo hasta ese momento no era más que un maniquí de pie, poco podía hacer además de sentir sus estímulos. Su boca mordía dulcemente mis nalgas mientras sus manos acariciaban sutilmente mis testículos. Subió con su lengua a mi cintura y comenzó a descender por la raya de mi cola lentamente hasta mi ano. Sus manos tomaron mis pies haciendo presión para que yo los separase. Su boca que presionaba dulcemente sobre mi ano empezó a moverse de un lado para otro de mi entrepierna. Instintivamente me agache liberando el espacio y su lengua llegó dulcemente a mis testículos y sus manos nuevamente a mi pija. Apenas la acariciaba.

Me deslice lentamente en dirección al acolchado que estaba en el piso, y en el gesto natural de intentar acomodarlo mejor en el piso mi cuerpo se estiró dándole mayor libertad a su boca. Quedé en posición de perrito él se agachó detrás de mí y con mayor comodidad siguió lamiendo mi ano. Su mano agarró mi pija y la llevó lentamente hacia atrás. Su boca era un ir y venir desde mi ano hasta mi glande. Luego sin que yo cambiase de posición el giró sobre sí mismo quedando boca arriba poniéndose de esa manera en posición natural para poder chupar totalmente mi pija. Su cabeza entre mis piernas…mis movimientos de coito dentro de su boca. Lentamente comenzó a deslizarse por mi cuerpo, el siempre abajo y en la misma posición hasta que nuestras bocas se encontraron. Mi cuerpo quedó cubriendo totalmente el suyo. Estiré mi brazo para apagar la luz de la mesa de noche. La poca claridad que entraba por la ventana nos alcanzó a los pocos minutos para vernos sin problemas y esa claridad le daba a los cuerpos un brillo extraño, absolutamente sensual.

Así estuvimos unos instantes, besándonos apasionadamente, acariciándonos, mientras nuestros cuerpos se movían rozándose uno con el otro al igual que nuestras pijas y nuestros testículos. Comencé mi descenso por su cuello, su pecho, sus tetillas que eran su punto erógeno por excelencia su vientre, mientras el se retorcía en la cama buscando con sus movimientos que mi boca llegara a sus puntos más calientes. Salté de su ombligo directamente a la entrepierna, besé los alrededores de su ano, subí a sus testículos mientras veía como sus manos apretaban de sus tetillas. Mi lengua con suaves movimientos acariciaban todo su pubis sin tocar para nada su pija. El se movía buscando que mi boca se encontrase con ella y yo a propósito demoraba aún mas ese momento. Comencé desde el nacimiento, besaba cada centímetro dando la vuelta con mi boca a todo el perímetro de ese centímetro. Subía otro poquito, mientras mis manos seguían acariciando su ano, sus bolas. Asi lentamente fui ascendiendo sus casi 18 centímetros hasta llegar a su glande. Jugué unos minutos con mi lengua besándolo lentamente, dulcemente trataba de lamer el interior de su orificio. Sentí su gemido de placer estallar en el momento en que su pija entró dulcemente en mi boca. Subía y bajaba mi cabeza lamiéndola.

Moví mi cuerpo acercando mi pelvis a su cabeza y él inmediatamente comenzó a repetir mis movimientos sobre mi pubis. Toda nuestra calentura y nuestra pasión estaban localizadas en nuestras bocas, nuestras manos, las lenguas. Acercamos nuestras bocas entre si, nos besábamos mientras nuestras manos seguían acariciando los genitales del otro, mi boca comenzó nuevamente a descender por su tórax mientras mi cuerpo lo giraba en posición boca abajo sobre su cuerpo. Quedé nuevamente en posición de perrito con mi pubis sobre su cabeza. El ansiosamente llevó nuevamente su boca a mi pija y yo hice lo mismo con la de el haciendo ambos movimientos de coito. Asi estuvimos un par de minutos hasta que con mis brazos levanté sus piernas para lograr cómodamente poder lamer su entrepierna y su ano. El comenzó a lamer el mío. Nuestras lenguas trataban de entrar dentro del otro. Nuesto movimiento de coito proseguía rozando nuestras pijas con el pecho del otro. El placer era infinito, era todo nuestro cuerpo que sentía la presencia total del otro. Metía su pija en mi boca, moviendo mi cabeza y su cuerpo a ritmos coordinados, mi pija en su boca repetía el placer invertido. Bajaba por sus testículos besando toda su entrepierna, lamiendo su piel, mordiendo dulcemente sus bolas rodeando mi lengua su ano que sentía dilatarse de placer.

De vez en cuando me separaba y trataba de mirar entre los cuerpos, veía mi pija entrar y salir de su boca, eso doblaba mi placer y mis movimientos en busca de mayor excitación se hacías más rápidos. Luego retiraba mi pija y le ofrecía mis testículos…mi ano. Sentía su lengua entrar apenas en el, morder mi entrepierna, volvía a poner mi pija en su boca y la suya en la mía y acompasábamos movimientos en busca de mas placer aun. Giramos sobre el edredón, su cuerpo quedo sobre el mío. Y reiniciamos el juego. Ahora su cola apoyada sobre mi boca, mi lengua intentaba penetrarlo el jugaba con mi pija, besándola, lamiéndola, acariciándola con sus manos, su boca, su lengua. Sentía su saliva correr sobre ella en busca de mayor suavidad aun. Levantó su cola dejándome ver sus juegos, su boca se abrió de nuevo y sentí que mi pija era totalmente devorada por el, sus labios tocaban mis testículos el glande de mi pija rozaba su garganta. Yo lo miraba entre los dos cuerpos, nunca antes mi pija había estado totalmente dentro de su boca. La sacaba, respiraba y recomenzaba, mi placer no era solo físico, que además de ser infinitamente agradable, era también un placer visual total y absolutamente excitante, yo comencé realizar movimientos rápidos aprovechando esa totalidad adentro suyo.

Volteamos nuevamente nuestros cuerpos quedando ambos apoyados nuevamente el edredón, retomando sin parar nuestro beso negro. De pronto su mano izquierda se acercó a mi mano izquierda untándome los dedos con lubricante. Comenzamos a acariciarnos nuestros anos con los dedos mientras nuestras bocas gozaban de nuestras pijas y testículos. Sentí uno de sus dedos que con inmensa dulzura entraba lentamente en mi ano. Eso duplicó largamente mi placer, mi excitación. Hice lo mismo y sentí como su pija se inflamaba más dentro de mi boca. Sentí su gemido de placer y su placer excitaba más el mío, ambos seguíamos haciendo movimientos de coito gozando en la boca del otro y gozando los dedos dentro de nosotros. Ese movimiento lento y placentero comenzó a acelerar su ritmo. Con creciente excitación cada uno trataba de meter dentro del ano del otro mas dedos, el placer iba aumentando de una manera incontrolable Sentí de pronto que su glande se inflamaba mas al momento en que su mano tomaba mi cabeza apretándola contra su pija. Seguíamos moviéndonos más rápido hasta que sentí su gemido explotar en el momento en que se leche golpeaba con fuerza sobre mi paladar. Nunca había bebido su leche y esa noche al tenerla en mi boca sentía además del placer un raro placer, una excitación que no había tenido nunca antes. Me volqué de espaldas y mientras el besaba mis testículos y me cogía con los dedos, un place infinito me abrazaba desde mis pies a mi nuca, logré acabar sintiendo una fuerza tremenda en mi eyaculación que los chorros de leche saltaron hasta mi cara, mi pelo. Creo que la cantidad de leche de esa acabada era la que podía haber lanzado en tres acabadas distintas.

El se fue acercando hacia mi nuevamente bebiendo lo poco que quedaba en mi pija y recorriendo mi cara mi cuello en busca del resto. Nos besamos largamente intercambiando sabores. Así quedamos tendidos sobre el edredón unos minutos. Sentí algo de frío. Estiré mi brazo para tomar el otro edredón y las almohadas. Nos cubrimos abrazados apretadamente. Ambos tácitamente preferimos no hablar, no decirnos nada, solo sentirnos. Así permanecimos unos veinte minutos. Solo nos movíamos apenas para besarnos silenciosamente. Su cabeza apoyada sobre mi hombro y mi brazo derecho cruzaba por debajo de su cuello y mi mano apoyada sobre su brazo derecho. Ambos solo teníamos un solo brazo liberado que de vez en cuando se movía para ejecutar alguna caricia acompañando nuestros besos. Acercando su mano a mi rostro para besarme, me dijo...te quiero tanto. Yo sentía que sus palabras producían en mi en ese momento un efecto afrodisíaco. Creo que esa fue su intención porque su mano se deslizó directamente a mi pija que ya estaba dura. Me volví con mi cuerpo hacia él, acariciando desde su rostro a su pelvis. Su pija estaba tan dura como la mía. Me acosté sobre él permitiendo que nuestros cuerpos y nuestras pelvis se tocaran totalmente. No necesitamos mucho para retomar la pasión. El recuerdo de lo que habíamos disfrutado minutos atrás nos llenó de deseo nuevamente. Me senté sobre sus muslos dejando ambas pijas juntas. Puse saliva en mis manos y comencé a acariciarlas. Su cuerpo respondió con movimientos de ascenso y descenso. El placer de sentir en mis manos las dos pijas suaves lo acrecenté cuando busque el lubricante y envolví con movimientos suaves ambas pijas con el mismo. Tomé su mano, la lubriqué también y la acerque a las pijas. Apenas empezó a acariciarlas gimió de placer - es hermoso, me dijo -. Así estuvimos unos minutos gozando con un nuevo placer recientemente descubierto. Nos besamos y nuestros cuerpos se movían provocando el roce de ambas pijas. Lubricamos nuestros vientres y el placer de ambas pijas rozando la zona lubricada se duplicó. Rodamos sobre el edredón quedando el sobre mi. El sentado sobre mis muslos repetía el ritual iniciado por mi momentos antes. Yo también me senté, deseaba locamente besarlo. Nos abrazamos besándonos y moviendo nuestros cuerpos en busca de mas placer. Hice que se recostara y yo hice lo mismo, nuestros cuerpos quedaron unidos por nuestras pelvis. Pusimos nuestras piernas en forma de tijeras dando mayor contacto a nuestras pelvis. Nos movíamos al principio lentamente, buscando mas roce y más placer mientras nos masturbábamos lentamente. El placer era inmenso y creciente, el se incorporó dándome la espalda y buscando con su ano mi pija. Se movía sobre ella acariciando el borde de su ano. Mis manos acariciaban sus nalgas, si cintura, su espalda. Sus manos mis piernas, mis testículos y mi ano. Lubricó con abundancia mi pija y lentamente la fue introduciendo dentro suyo, salía unos instantes y volvía a introducirla. Movimiento que repitió al menos tres veces. La luz que entraba por la ventana recortaba su cuerpo y yo podía ver a contraluz como iba penetrándolo, el entrar y salir de su cuerpo.

Se incorporó y se acostó sobre mi cuerpo, nos besábamos, levanté mis rodillas para dejar mi pija en mejor dirección a su ano. Con nuestros movimientos buscábamos la penetración, asi fue. Puse una almohada debajo de mi cola para lograr una penetración mas profunda. El se puso en cuclillas y comenzó a moverse, al principio lentamente, yo lubrique mi mano derecha y comencé a masturbarlo. Ese estímulo hizo que el acrecentara el ritmo de sus movimientos sobre mi pija, yo gozaba inmensamente no solo sintiendo como su ano recibía cálidamente mi pija si no que además su perfil a contraluz era como una película de nosotros mismos. Mientras más rápido se movía sobre mi, más rápido movía mi mano sobre su pija. Con una de sus manos comenzó a acariciar mi ano, cuando metió sus dedos sentí que mi pija se endurecía aun más. Nuestra respiración denotaba que su excitación iba llevándonos al clímax. Sentí que su ano apretaba con fuerza mi pija, su cola contra mi pelvis buscando más y su movimiento se aceleraba. Sentí en mi mano que su pija reventaba y así fue, se incorporó metiendo su pija en mi boca y su leche lleno nuevamente mi boca en el mismo momento que mi pija explotaba y derramaba mi leche en su espalda. Me besó y con su lengua buscaba su leche en mi boca, seguimos besándonos, su boca se apoyo sobre mi cuello, quedamos así abrazados, nos envolvimos en el edredón y seguimos así unos minutos, no se cuantos porque ambos entramos así en el sueño.

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