La primera vez con un hombre

Autor: Anónimo | 03-Jul

Gays
Hola, mi nombre es Augusto, tengo 19 años y la historia que les voy a relatar me pasó apenas el verano pasado. Era un día de esos aburridos, me pasé más de dos horas buscando que hacer, llamé a más de 15 amigos y amigas para ver si había un buen plan, pero no me convenció nada así que decidí dar una vuelta por el centro comercial yo solo para ver si ya en la calle se me ocurría algo para entretenerme, después de medio verano ya no es fácil distraerse con cualquier cosa.

Me pasé un buen rato en la tienda de artículos deportivos, ya que a parte de gustarme los deportes, las pocas mujeres que entran a esas tiendas suelen ser deportistas y por lo tanto siempre tienen un buen cuerpo, pero la verdad terminé por aburrirme y decidí que regresaría caminando a casa, pues aunque el trayecto es un poco largo, no tenia nada mejor que hacer y el ejercicio no me caería mal.

Fue después de varios kilómetros cuando me percaté de lo absurdo de mi osadía, no iba ni a la mitad del camino cuando ya me sentía exhausto, entre que llevaba los zapatos menos apropiados y que había estado fumando mucho por esas fechas, me tuve que detener en una tienda por un refresco y algo de descanso si quería terminar mi viaje, aunque debo confesar que me pasó por la mente el renunciar y tomar un taxi, pero me llevé una sorpresa inmensa cuando descubrí al llegar a la tienda que mi cartera se hallaba vacía, el viaje al centro comercial lo había pagado con las monedas que tomé de mi la mesita de mi cuarto, pero había dejado mis billetes en el sobre de la nómina y me encontraba en ceros.

Ya se podrán imaginar mi frustración, mi viaje a pie se había convertido en una obligación y mis fuerzas estaban por agotarse, así que me quedé sentado fuera de la tiendita recuperando aire y maldiciéndolo todo. Un automóvil último modelo se detuvo frente a la tienda y se bajó un hombre de unos 35 años de él a comprar algo, pero al salir se acercó a mi y me preguntó si me encontraba bien, puesto que me veía alterado; me sorprendió un poco que se me notara tanto el mal momento, pero aproveché la ocasión para desahogarme y le conté todo lo ocurrido, él por su parte después de escucharme y reír un poco con mi estupidez me ofreció invitarme un refresco y llevarme a casa, yo por supuesto acepté de inmediato jurando que le pagaría llegando a casa su amable favor a lo que el se limitó a decir - si hombre, ya me lo pagarás luego - y nos pusimos en camino.

El automóvil era de lujo y estaba increíble, después de las presentaciones normales, no pude dejar de comentar lo mucho que me gustaría tener un carro como el suyo algún día y Carlos me dijo que también era su sueño a mi edad, así que me iba a permitir conducirlo hasta mi casa, la idea me pareció increíble, nunca había manejado un carro tan caro y la idea era muy emocionante, así que cambiamos de puesto y nos pusimos en marcha.

Carlos parecía un tipo agradable, era muy buen conversador y parecía entender perfectamente mi forma de pensar, cuando nos encontrábamos cerca de llegar a mi casa me preguntó si tenía prisa por llegar, y la verdad yo me asusté un poco con la pregunta, por que aunque Carlos no tenía facha de ser gay, era una pregunta sospechosa, así que le pregunté abiertamente por que lo preguntaba, y me respondió que solo quería ofrecerme un poco mas de diversión yendo al Periférico a correr un poco el auto por que se notaba que lo estaba disfrutando muchísimo, además de que estaba gozando mucho la conversación, y como la verdad yo estaba fascinado con el carro y también muy entretenido con la plática, borré mis sospechas de la mente y acepté de inmediato.

Ya en el periférico me sugirió que me abrochara el cinturón de seguridad y yo obedecí de inmediato, pero apenas comenzaba a jalar el cinturón de su lugar cuando el se ofreció a ayudarme y pasó su brazo por el frente tomó la punta que se inserta y comenzó a llevarla a su posición, pero al hacerlo su mano rozo levemente mi cuerpo, y luego con el pretexto de ajustarlo bien a mi medida sentí como, al parecer sin querer, rozó mi paquete un par de veces; yo no le di importancia puesto que sus acciones me parecían casi paternales, pero tampoco pasaron desapercibidas, pues aunque hasta ese momento me sentía seguro de que sólo me gustaban las mujeres, la situación en general me resultaba extrañamente excitante, es decir, me encontraba en un carrazo último modelo, manejando a gran velocidad con un perfecto extraño que casi me doblaba la edad y que por accidente había rozado mi entrepierna, -debo estar loco- me dije a mi mismo y seguí disfrutando del paseo.

Sin darnos cuenta de cómo habíamos llegado a esa conversación, de pronto nos encontramos hablando de sexo, Carlos me contaba algunas experiencias muy excitantes y en mi curiosidad comencé a pedirle detalles, sin darme cuenta de que mientras más me contaba sus historias, me estaba excitando muchísimo y mi pene se encontraba bastante erecto. Fue entonces cuando Carlos dijo algo que me aterrorizó, me contó que también se había acostado con algunos hombres pues era bisexual, yo me puse muy nervioso, pero traté de comportarme maduramente y decirle que me había sorprendido por que no parecía un tipo con esas tendencias, pero que yo respetaba todas las formas de pensar; el se sintió aliviado de mi respuesta pues no quería asustarme y siguió con un relato de tendencia gay, al principio pensé que no me gustaría oírla, pero mientras me hablaba con lujo de detalle acerca de una deliciosa mamada, mi excitación seguía en aumento, y mi pene estaba a punto de explotar.

Carlos seguramente ya había notado mi erección, pero no había hecho comentario alguno, sin embargo, después de terminar su relato me dijo como en burla, -oye, que si no te calmas vas a romper tu pantalón- y esbozo una extraña sonrisa; Yo no sabía que hacer, no me atraía la idea de que un hombre bisexual estuviera viendo mi paquete, pero estaba muy, pero muy excitado, así que solo atiné reír nerviosamente. Carlos puso una mano sobre mi hombro y me dijo muy serio, -¿recuerdas que te dije que ya me pagarías luego el favor de llevarte?-, y mientras lo decía llevó su mano sobre mi pene tomándolo con firmeza; yo estaba petrificado, sentí un nerviosismo muy intenso, pero entre que estaba manejando y que la sensación no era del todo desagradable no supe moverme o decir palabra alguna, solo volteé la cara un poco hacia a él y lo miré fijamente con mis ojos asustados por un segundo, en su cara había algo que me provocó un escalofrío, en sus ojos se reflejaba una lujuria brutal, pero a la vez tenía una de esas miradas que inspiran confianza, y con su mano frotándome el pene muy despacio, descubrí que esa sensación tan rara que recorría todo mi cuerpo, no era otra cosa que un delicioso placer y a pesar de que mi mente se esforzaba por rechazar la situación, mi cuerpo respondía con ardor a la caricia que me brindaba Carlos. Él por su parte no dejaba de sobarme, y volviendo con lo del favor me dijo - pues éste es el momento en que me vas a pagar el viajecito, así que relájate y disfrútalo -, y comenzó a bajar el cierre de mi pantalón dejando salir de su encierro a mi desesperado pene que se encontraba en su mas excitada dimensión, se desabrochó el cinturón de seguridad y lentamente, sin dejar de mirarme, se agachó sobre mi para comenzar a chupármelo de una manera deliciosa, su lengua recorría todo lo largo de mi pene y sobaba mis bolas con la mano, se introducía la cabeza de mi miembro y la masajeaba con su lengua para después metérsela toda en un terso y pausado movimiento en su boca, ¡era alucinante!, el vaivén de su cabeza chupándome me excitaba horrores y las sensaciones que me provocaba me tenían enloquecido, apoyé mi mano sobre su espalda y la recorrí hacia su nuca, para apoyar ese movimiento cadencioso con el que me la estaba mamando, y el sentir su piel en mi mano me excitó mas, estaba muy caliente y la sensación era muy agradable, no podía explicarme como es que estaba disfrutando tanto de esa situación sin haber sentido nunca alguna clase de atracción por un hombre, pero me quedaba claro de que algo tan maravilloso como lo que estaba sintiendo en ese instante era digno de ser explorado en su totalidad, así que dejé seguir lo que ahora recuerdo como la mejor mamada de mi vida, tratando de manejar lo mejor posible; con toda la excitación previa mi pene ya gritaba por disparar, y me pareció decente avisarle como a cualquier chica, pues la verdad es que ninguna de mis novias había aceptado tragarse mi leche y me imaginé que él tampoco, pero para mi sorpresa, al avisarle que estaba cerca de terminar no se retiró, sino que aumentó la intensidad de su succión y la velocidad de sus movimientos hasta que por fin me corrí con muchísima fuerza dentro de su boca, tragando con euforia toda la leche que de mi pene salió, como si se tratare del mas delicioso néctar que alguien pudiera jamás probar.

Después de la increíble chupada Carlos se portó muy normal, me preguntó si me había gustado y si me gustaría probar mas, a lo que yo contesté todavía extasiado que sí, y me convenció de que fuéramos a su casa para estar más cómodos, aunque debo confesar de que no tenía ni la menor idea de lo que significaba eso de “probar más”.

La casa de Carlos era preciosa, me explicó que había sido heredada por su abuelo pero que la decoración era totalmente suya, sirvió un par de tragos y me invitó conocer la casa mientras me hablaba de su trabajo y como empleaba su tiempo, la verdad es que de alguna forma comencé a sentir cierta admiración por él, era un hombre exitoso y centrado, sabia disfrutar de la vida y tenía una gran facilidad para expresar sus pensamientos, creo que mas allá de lo que estaba sucediendo me agradaba mucho la idea de tenerlo como amigo.

Después de tres rondas de bebidas me sugirió que fuéramos a su habitación y yo recobré todo ese nerviosismo que sentí en el auto, pero entre el alcohol y su personalidad relajante, me tranquilicé y acepte tímidamente. Llegamos a su habitación y me quede fascinado con la decoración, Carlos tenía un gusto muy refinado y mientras me regocijaba viendo una pequeña escultura que tenía en la esquina de su cuarto, se puso detrás de mi tomándome por los hombros; la sensación era muy rara, nunca había tenido esa clase de contacto con otro hombre y a pesar de que en el carro me gustó mucho la mamada, estar en el umbral de una experiencia totalmente gay me hacia sentir algo inexplicable que era impactante pero placentero a la vez.

Yo no tenía ni la menor idea de lo que iba a pasar, pero traté de protegerme un poco recordándole a Carlos que jamás había hecho algo así, a lo que el respondió en un tono mimador que me iba a cuidar y que me iba a hacer sentir como en el cielo, mientras comenzaba a besar mi cuello y a acariciarme el pelo, yo por mi parte cerré los ojos y decidí entrégame completamente al placer, Carlos comenzó a quitarme la ropa delicadamente, y a besar tiernamente cada parte que desnudaba, me llevó hacia su cama y terminó de despojarme de mi ropa y mientras me daba pequeños besos a lo largo de todo mi cuerpo, percibí que también se estaba desvistiendo, mi pene estaba en su máxima expresión, pero no lo había tocado en lo absoluto como si lo estuviera reservando para algo especial, de pronto comenzó a lamer uno de mis pies de forma muy erótica, yo había leído acerca eso, pero nunca lo había intentado y era en verdad delicioso, siguió lamiendo mis piernas y esquivando mi miembro llego hasta mi cintura, me besó y lamió el ombligo un rato y luego siguió con mis pezones, los dibujó una y otra vez con la punta de la lengua y ya plenamente recostado a mi lado llevó sus besos a mi cuello y posteriormente a mi boca. Al principió sentí algo de repulsión por el beso que me ofrecía, pero un segundo después, me encontré respondiendo apasionadamente el beso de Carlos, sintiendo su lengua explorar toda mi boca y el calor de su ardiente cuerpo quemando el mío, sentí su pene junto a mi y no me causo asco, por el contrario me incitó a tomarlo con la mano, y al sentirlo caliente y palpitante en mi mano se lo comencé a sobar torpemente, mientras su mano correspondía la caricia en mi erección; deteniendo el beso delicadamente, Carlos volvió a besar mi cuello en forma descendente, besó mi pecho y bajó hasta mi vientre, yo imaginé que repetiría la actuación del automóvil, pero ésta vez, solo lamió un momento mis pelotas y siguió su recorrido de nueva cuenta hacia mis pies, los siguió saboreando con pasión mientras acariciaba mis piernas, yo había comenzado a emitir unos ahogados gemidos, pues las sensaciones placenteras se abultaban una tras otra en mi cuerpo, luego Carlos tomó con firmeza uno de mis tobillos y lo movió indicativamente para que me diera vuelta quedando boca abajo, nuevamente recorrió con su lengua toda la planta de mis pies y siguió por la línea de mi pierna, llego hasta mis nalgas y comenzó a besarlas y lamerlas de manera muy sensual mientras me abrazaba por las piernas, cada caricia de Carlos provocaba en mi un placer enorme y cuando me tuvo boca abajo, el placer me provocaba contornear un poco mi cuerpo empujando mi pecho contra la cama y sacando el trasero al mismo tiempo, de repente llevó su lengua hacia mi ano y comenzó a chuparlo minuciosamente, nunca había sentido algo igual en mi vida, ¡era lo más delicioso del mundo!, su lengua recorría de la base de mis bolas a la terminación de la raya de las nalgas, jugaba en mi orificio con su lengua y trataba de introducirla, una de sus manos acariciaba mis nalgas y mi espalda, mientras la otra me sostenía con firmeza haciéndome levantar un poco el culo, la mano que me acariciaba, comenzó a rondar mi ano y uno de sus dedos jugueteaba sobre él, poco a poco y aprovechando toda la saliva que tenía en el área, comenzó a introducirme apenas la punta de su dedo haciendo un leve movimiento circular, mientras la lengua no dejaba de recorrer la raya en su totalidad, todo se sentía fabuloso y cada cosa que intentaba Carlos me gustaba mas y mas, sentí como poco a poco fue metiendo mas el dedo, pero lo hizo tan despacio que no sentí dolor alguno, era puro placer, placer como jamás había sentido; habiendo introducido todo su dedo en mi ano, comenzó un delicado mete y saca, hacia movimientos circulares como tratando de agrandar el espacio y yo sabía lo que eso significaba, pronto tendría algo más grande en ese lugar, la idea era alucinante, era tan agradable lo que sentía en ese momento que me hizo desearlo, ya a esas alturas del partido quería probarlo todo, quería ser totalmente poseído por ese increíble hombre que me estaba haciendo gemir como perra de tanto placer, mi sicología se transformó por completo, después de la chupada del carro pensé que Carlos se convertiría en algo así como mi putito, el tipo con el que me desfogaría cuando me faltara un mujer a quien follarme, pero en ese momento en que su dedo preparaba el camino para meterme el pene, mi mente solo podía pensar en que ¡me follara!, quería ser totalmente poseído por Carlos, quería saber que se sentía tener un pene dentro de mi, quería sentirme una perra dominada y sometida, me estaba volviendo loco, mis manos agarraban con fuerza la almohada y mis gemidos iban en aumento, Carlos sacó el dedo de mi orificio y comenzó a besar mi espalda ascendentemente, comencé a sentir el roce de su pene en la parte interior de mis muslos subiendo poco a poco hasta llegar a mis nalgas, Carlos me besaba la nuca mientras con su mano frotaba su ardiente miembro por el área de mi culo, luego recargo la cabeza de su pene contra mi ano y comenzó a introducirlo lentamente, la dimensión era muy distinta, su dedo había entrado con facilidad, pero el tamaño de su pene si me provocaba un poco de dolor, trató de calmarme besándome delicadamente detrás de la oreja al tiempo que me preguntaba si estaba bien, a lo que yo respondí que sí, que no se detuviera, en un tono francamente femenino. Mi cuerpo no estaba acostumbrado ni remotamente a algo así, pero una vez que logró introducirme la cabeza del pene todo fue más fácil, logró meter todo su miembro en mi interior y a pesar del dolor, yo lo disfrutaba muchísimo, tenerlo sobre de mi, sentir su pecho contra mi espalda y sus brazos por debajo mío sosteniéndome por los hombros me hacia sentir realmente feliz, su respiración en mi oído me excitaba muchísimo, los empujes de su cadera contra mis nalgas me volvían loco, todo mi cuerpo se derretía en placer y mi mente era satisfecha de manera perfecta, me estaban follando como a una perra. Sentir su orgasmo me hizo llegar a un especial éxtasis, la fuerza con que me abrazó y el chorro caliente que sentí en mi culo, me llenaron de felicidad, su sudor resbalaba por mi espalda y su respiración agitada en mi oído era como una bella música que me mantenía en una especie de trance de satisfacción, fue lo máximo.

Después de la descomunal follada, Carlos me lleno de besos como agradeciendo el placer que mi culo le había brindado, me pregunto como me sentía y me lleno de caricias, yo estaba fascinado y así se lo expresé, sin embargo, al concentrar toda la satisfacción en mi orificio posterior, mi pene había quedado totalmente desatendido y dado lo erótico del momento seguía muy erecto; Carlos me sugirió que tomáramos una ducha, y prometió recompensarme en ella, así que tras descansar unos minutos abrazados, nos levantamos para bañarnos.

Mientras se llenaba la tina, Carlos y yo platicamos un poco sobre lo sucedido, de regreso en una actitud más varonil, me explicó que lo que me había pasado, es decir, esa transformación de hombre experimentando a zorra en celo, era normal cuando se disfrutaba la experiencia, puesto que el placer de quién recibe la follada es mas sicológico que físico, pero que eso no significaba que me había convertido completamente en gay, sino que había aprendido otra forma de disfrutar el sexo, desde ese día sería bisexual.

Con la temperatura perfecta, nos metimos en la tina para disfrutar de un relajante baño, donde Carlos se portó como todo un anfitrión dejándome disfrutar de un agradable masaje y de un baño de esponja que me proporcionó. Durante éste sensual baño, se tomó un buen rato en limpiar mi sexo de tal forma que al terminar tenía el pene completamente erecto y comprendí que empezaría a darme esa compensación que me había prometido; Carlos se queda acariciando mi pene un buen rato viéndome directamente a los ojos pero sin decir palabra alguna, yo me quede viéndolo también como tratando de comprender lo que sus ojos querían decirme, fue algo muy sensual, era como si provocáramos a la atracción, como si anunciara que los papeles cambiarían respecto de la última experiencia y a si fue, Carlos se levantó de la tina y me tomo de la mano, salí de tras de él y caminamos hacia el vestidor, una vez ahí, Carlos me besó apasionadamente y me susurró al oído –te quiero adentro de mi- y acto seguido se arrodilló para comenzar a chupar mi pene de manera especial, abarcándolo todo y dejando mucha saliva en cada lamida, después de un rato se levantó y se reclinó sobre un mueble que estaba frente a un espejo, dejándome una panorámica de su culo en todo su esplendor, me acerqué lentamente y comencé a frotar mi pene contra sus nalgas y contra su ano, mientras observaba por el espejo el rostro de Carlos lleno de deseo, empecé a introducirlo poco a poco y sentí lo caliente que se encontraba, lo fui metiendo con delicadeza, pero Carlos me pidió que lo hiciera de un solo empujón, y así lo hice, si miramientos, sin compasión, en la cara de Carlos se dibujaba el dolor que le había causado, apretaba los labios y tenía fruncidos los ojos, me quedé quieto un momento para mitigar su dolor, pero Carlos me pidió que me lo follara con fuerza, definitivamente quería sufrir y la verdad a mi me daba igual, la sensación de su agujero apretadito era igual de buena para mi le doliera o no, y comencé a un mete y saca violento y prolongado, dejaba llegar mi cabeza hasta la entrada del ano y luego lo sumía hasta el fondo con rudeza, Carlos dejaba escapar pequeños gritos de dolor y se aferraba con fuerza al mueble, al tiempo que decía -¡párteme el culo, destrózame papacito!- y yo lo obedecía a pie de la letra, aumenté la velocidad de mis empellones y le abría las nalgas con lasa manos para llegar mas adentro, comencé a darle unas vulgares nalgadas y le encantaron, incluso me pedía que fueran más fuertes, lo tomé del cabello y comencé a decirle groserías al tiempo que lo nalgueaba, era muy excitante, como si fuera su dueño y pudiera hacer lo que quisiera con él, lo follé un buen rato hasta que sin poder contener mas mi leche, me corrí a chorros dentro y fuera de su culo, salpicándole las nalgas y la espalda baja, y me percaté de que había un poco de sangre en mi miembro, definitivamente le había partido el culo, pero lo había inundado de placer.

Después de bañarnos nuevamente, nos quedamos recostados en su cama como dos buenos amigos, agotados, satisfechos, felices, sabiendo que esto era sólo el principio de una excitante relación.

Carlos y yo seguimos siendo amigos, y aunque los dos tenemos pareja heterosexual estable, a menudo nos damos nuestras escapadas para gozar de nuestra propia aventura bisexual, creo que sería más fácil que renunciáramos a nuestras novias que a nuestros momentos juntos.

Espero que les guste mi historia y si alguien tiene un comentario lo puede dirigir a la siguiente dirección electrónica:

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