Coño húmedo

Autor: Anónimo | 03-Sep

Fantasias Eroticas
Soy una chica de 21 años, rubia, de ojos azules, y de preciosos labios rojos. Mis tetas son grandes y manejables, con unos grandes pezones rosados que apuntan hacia arriba, tengo un gran culo redondo al que le siguen unas largas piernas. Mi coño es muy húmedo, y normalmente lo llevo rasurado. Mis medidas son: 89-59-89, altura: 1,77m.

Desde que vivo sola soy más libre, me paseo desnuda por la casa, follo cuando quiero, me masturbo, veo pelis porno. Me gusta ponerme faldas cortísimas, grandes escotes, ropa interior sexy... e insinuar a los hombres. No tengo prejuicios, me gustan los penes grandes o pequeños, gordos o delgados, rectos o torcidos, los hombres jóvenes o mayores, y las mujeres. Me encanta chupar pollas y tragarme el semen o restregármelo por las tetas, y también que me den por el culo y por el coño a la vez. A veces me excito solo con la goma de las bragas, y empiezo a mojarlas cuando se introducen por mi rajita mientras me toco el cuerpo suavemente con mis manos.

Aquel día me encontraba en mi casa, sola, desnuda sobre mi cama, solo llevaba unas braguitas blancas. De repente tú me llamaste, querías quedar para ir a tomar algo, yo me excitaba de oír tu voz, y me movía lentamente entre las sábanas, seguías hablando y mis bragas estaban cada vez más húmedas, casi transparentes. Deslizaba mis manos sobre mi cuerpo, ¡sí! ¡sí! ¡sigue! pensaba mientras mi mano derecha acariciaba mi clítoris por debajo de las braguitas. Puse el teléfono sobre mis pechos, mientras tu seguías hablando de algo que te había ocurrido ayer, y me imaginaba la fresa de tu pene introducirse lenta y suavemente como un susurro entre mi vagina, mis dedos hurgaban entre mis labios inferiores y llegué al orgasmo, gracias a ti, a tu sensual voz. Quedamos a las ocho en el bar de la esquina. Después de ducharme, me empecé a vestir, me puse medias de rejilla, ligueros, y bragas negras, y no me puse sujetador. Escogí una falda muy corta negra, y unas sandalias de tacón alto negras también, y me puse una blusa blanca ligeramente transparente, tenía la impresión de que aquella noche iba a ser inolvidable.

Llegué al bar cinco minutos tarde, tú ya estabas allí, avancé hacia la mesa donde estabas sentado, despacio, suavemente, contoneando las caderas, tu cara lo decía todo, y la mía también, notaba que algo se movía debajo de tu pantalón, algo grande. Tú y yo habíamos salido dos o tres veces, y habíamos hablado por teléfono mucho, pero aún no habíamos follado, e intuía que no faltaba mucho para ello. Me senté delante de ti, y tú notaste mi perfume, te di un beso de amigo con mis carnosos labios rojos y empezamos a hablar de cosas intrascendentes. Abrí el bolso y al sacar el paquete de cigarrillos se cayó encima de la mesa el mechero y un consolador, quedaste con cara de asombro, pero yo deprisa lo volví a meter. Empecé a fumar como lo hacen las putas y tu cara cada vez me excitaba más, me quité el zapato y con el pie busqué tu paquete, empecé a tocártelo, tu verga se movía dentro, era cada vez más dura, y tu cara, era de satisfacción. Me incliné para susurrarte al oído, mientras tú mirabas mi escote, mi gran busto, mis redondas pechugas, acerqué mi boca a tu boca y mi lengua se mezcló con la tuya de forma magistral. Nos levantamos para ir a tu casa, tú disimulabas tu paquete como podías. Al llegar al edificio empezamos a meternos mano suavemente en el ascensor, cuando llegamos al piso, yo estaba súper cachonda, mi cuerpo ardía.

Me senté en la cama, desabroché dos botones de mi blusa y abrí mis piernas como una zorra, te acercaste a mí, me levantaste y me llevaste contra la pared, allí acariciaste mi culo con las dos manos, después tocaste mis muslos, yo te desabroché la camisa y te tocaba el pecho, te besaba, te chupaba tus pezones. Sin que lo esperaras me di la vuelta y con mi culo, te rozaba el paquete, cada vez con más fuerza, de repente me agarraste de los senos, con una fuerza que me ponía cachonda, y me llevaste a la cama. Estabas encima de mí y te empecé a desabrochar el pantalón, te lo quitaste, y tú me desabrochaste completamente la camisa mientras me chupabas los pezones, me quité mi pequeña falda y te pasé la pierna por tus calzoncillos, notando tus huevos. Te bajé el calzoncillo y tu polla, tu gran polla, se empalmó de golpe y me dio un escalofrío, era grande gorda, con un glande rosado, húmedo y terso. Te agarré el falo con la mano, suavemente, acaricié tus cojones y toqué una y otra vez el pellejo del glande, después me acerqué tu pene y le di un par de lametazos, lo chupé, te chupé los huevos también, y con la lengua en punta te acaricié con mucha saliva el capullo de tu polla, tu cara decía, es la mejor mamada que me han hecho. Yo chupaba y chupaba tu polla, retirando a cada mamada el prepucio de tu fresa, luego te saqué la polla de mi boca y eyaculaste en mi cara, a mí me gustaba y relamía la leche que había por mi cara tragándomela.

Te tiraste encima de mí y tocabas mis tetas con fuerza, mordisqueando mis pezones y chupándomelos, mientras me metías dos dedos en la vagina entre las bragas, mi coño estaba húmedo, estaba ardiendo y pidiendo sexo a gritos, me quitaste las bragas y el ligero lentamente, tenias la verga totalmente empinada y de vez en cuando rozaba mi piel, ahora estaba solo con las medias puestas y con las piernas abiertas. Con tu lengua acariciaste mi concha, me chupabas, me absorbías y me introducías la lengua en la rajita, yo mientras, con una mano me estrujaba las mamas y con otra me acariciaba el clítoris, ¡sí! ¡aah! ¡aaahhh!. Te agarré el pene y me penetraste, acariciando con el glande mi raja, yo notaba la dureza de tu polla introducirse en mi vagina, tu falo era una estaca que me hacía tocar el cielo, jadeaba, jadeaba con fuerza, gritaba, mientras tú sacabas y metías tu miembro viril en mi orificio, unas veces rápidamente y otras lentamente, ¡ah! ¡ooohhh! ¡si! ¡más! ¡fóllame! ¡jódeme! ¡sí aaahhh! Cambiamos de posición, sin dejar de follar, y yo me puse encima, movía mi cadera con fuerza en todas direcciones y notaba como se movía tu polla dentro de mi chocho. Te agarraba con fuerza, cerraba los ojos y disfrutaba como cuando una adolescente echa su primer polvo, ¡dios!, ¡sí, así, más! ¡fóllame, jódeme como una zorra!, mete tu polla en mi coño ¡ah! ¡sí, más fuerte!... ¡sí! ¡ah! ¡aaahhh!, llegamos al orgasmo, fue el mayor orgasmo que he tenido en mi vida, al sacar la polla aún expulsaba semen, así que te la chupé con suavidad, tú te diste la vuelta y nos pusimos en posición 69, tú me chupabas la almeja y yo sorbía tu pene de leche. Antes de que me diera cuenta me estabas chupando el ano, me diste la vuelta, me puse a cuatro patas, y me la metiste por el culo, al principio me dolió, pero cuando la empezaste a menear dentro del ano me dio un gusto..., y empecé a tocarme la concha, me viste, y tú me acariciabas y presionabas mi culo, mientras me follabas como nunca antes nadie me había follado.

Mis tetas se movían al compás de tus penetraciones, te saqué la polla de mi ano y puse mi pierna derecha en tu hombro, me empecé a quitar lentamente las medias, tu cara estaba enfrente de mi coño y a veces me lo lamías, yo veía como tu pene se movía, completamente empinado, cogí las medias y me las pasé entre las piernas, luego te las enrollé en el pene, y te las pasé entre las piernas mientras tú me metías mano, te agarré de las nalgas y te acerqué tu estaca a mis tetas, pasaba tu glande húmedo por mis pezones, agarré mis tetazas y te estrujé la polla entre ellas, podía sentir las formas de tu pene, y su calor. Más tarde te tumbé y con tu falo totalmente vertical me senté encima, introduciéndome la polla por el ano, mientras yo me masturbaba, cogí un consolador y me lo metí por la raja, follábamos como fieras, cuando ya ibas a eyacular me pusiste boca abajo en la cama, me echaste el semen en el culo y la espalda y te echaste encima deslizándote con el semen y con la polla apuntando hacia arriba.

Habíamos echado tres polvos, no estaba nada mal, así que nos fuimos al baño, y nos metimos en la bañera juntos, la llenamos de espuma, nuestros cuerpos estaban resbaladizos, estábamos uno enfrente de otro, y cual fue mi sorpresa cuando al verme enjabonarme las tetas, tu polla se entrampó de golpe, ¡menudo pollazo!, me acerqué a ti, abrí las piernas y las saqué de la bañera, entonces tú me penetraste hasta el fondo, mis pezones enjabonados subían a través de la espuma, y tú empujabas con fuerza, después de un rato sacaste la polla y me eyaculaste en el pecho, y yo me restregaba tu leche por mis tetas, y acariciaba mis pezones, te empecé a chupar la polla, de arriba a abajo y tú te pusiste tan cachondo y yo tan zorra y viciosa que me eyaculaste en la boca y me tragué tu maravilloso semen.

Dos días después te llamé, quedamos en mi casa, yo te había preparado una sorpresa. Llamaste a la puerta, fui a abrir. Cuando abrí la puerta me viste, vestida se sirvienta, con el vestido negro corto, medias negras, zapatos de bacón negros, y el delantal y la diadema blancas. Te abracé, y empecé a besarte el cuello, a besarte, a mezclar mi lengua con la tuya, te empecé a desnudar, te tocaba el calzoncillo, pasaba mi pierna entre tus piernas, estabas ya desnudo, con la polla relajada, entonces, nos tumbamos en la cama. Entonces te di la sorpresa, dije: ¡chicas!, y salieron del cuarto de al lado, una chica morena joven vestida de colegiala, con medias blancas, faldita gris corta, camisa blanca, y dos coletas en el pelo, miraba con cara de buena y de zorra a la vez. También salió una chica vestida de enfermera, rubia, con cara seria, y un tío totalmente desnudo con una polla enorme. Te quedaste con la boca abierta, ellos se acercaron a la cama. La colegiala, se te acercó y empezó a tocarte la verga con curiosidad, empezó a chupártela, a lamértela con la lengua, mientras te miraba con cara de niña buena, y te tocaba los huevos. La enfermera se sentó en una silla cerca de la cama, el tío se le acercó, y ella se abrió de piernas mirándote a ti y le agarró la verga enorme del tío, no llevaba bragas.

Yo me pegué a tu cuerpo mientras la chica te la chupaba, y me empezaste a acariciar el culo con las dos manos, mientras nos besábamos, la chica chupaba tu polla y mi culo desde el ano hasta la raja, e intentaba penetrar tu polla en mi culo, doblándola hacia arriba, mientras la lamía. Me empezaste a meter tu rosado capullo en mi vagina, mientras la chica nos chupaba a los dos, la chica se empezó a quitar la ropa, su cuerpo era rosado, tenía unos pechos muy finos, de adolescente, y el coñito sin pelo, se estaba metiendo los dedos por la rajita mientras nos chupaba, y daba gemidos suaves y agudos. La enfermera se puso detrás de ti y se desnudó, tenía pelo en el chocho y sus tetas eran enormes, mientras el tío se acercó a mí y me metió su gorda verga por el culo, y grité, gemía mucho, ¡ah! ¡si!, tú sentías como los pezones de la enfermera se ponían duros, sus tetas eran enormes, y te besaba la espalda y el culo.

Nos tumbamos, tú seguías con tu pene en mi vagina, me puse encima de ti, y el tío metió su polla por el coño, las dos pollas en mi vagina me hacían gemir, jadear y gritar, a ti te daba mucho más gusto, vuestras pollas rozaban, se movían a la vez, y se podía oír el ruido de mis fluidos vaginales, al entrar y salir de vuestras vergas. Cuando cambiamos de posición vimos como la chica y la enfermera se lo montaban, se metían sus dedos entre sus rajas y se tocaban las tetas, tú te acercaste y pusiste el falo entre las dos, y empezaron a chupártelo, las dos a la vez, mientras yo te chupaba los huevos y el tío me daba por el culo. Entonces eyaculaste y las chicas se empezaron a restregar el semen por sus tetas y a chupar y succionar tu polla, entonces la enfermera se te echó encima y se metió tu polla en su raja y tú empezaste a tocar sus enormes tetas. Me excitaba veros follar y mi coño húmedo empezó a ser lamido por la chica mientras el tío le daba por el culo con mucha fuerza, tanta que la chica gritaba como una zorra, y se tocaba las tetas como una putita cachonda. Empecé a chuparos la polla a los dos a la vez, vuestros penes se introducían en mi boca y las fresitas rosadas de la punta eran lamidas con precisión, y tocaba vuestro pellejo con mis femeninos dedos con uñas rojas y largas de ramera, mientras las chicas me chupaban el clítoris, y el ano.

Entonces el tío se empezó a correr y lleno de semen toda mi boca, tu polla, mi cara, mis senos, parecía una manguera de leche caliente, que lubricaba mi cuerpo. En ese momento, llamaron a la puerta y fui a abrir, desnuda con semen por todo mi cuerpo, mientras la enfermera te estrujaba tu verga entre sus grandes tetas, abrí la puerta, era un vecino, se quedó con la boca abierta y noté como se movía su falo entre sus pantalones, le puse la mano en los huevos y le metí dentro del piso. Entonces le desabroché la cremallera y le saqué la polla, la tenía larga y delgada, con el capullo rosa y muy húmeda, se quitó la ropa y fuimos a la cama, me tumbé en ella y mientras yo chupaba tu polla, el tío del gran pene se masturbaba sobre mis tetas, el vecino me la metía por la almejita hasta el fondo y luego la movía dentro, me daba mucho gusto, y gemía, ¡Síiiii! ¡aaaahhhh más! ¡Mmmmm tu polla esta buenísima! ¡Me gusta su sabor! ¡Síii! ¡Quiero leche! ¡Correte!, el tío se corrió en mis tetas moviendo la polla entre los pezones, entonces me puse de lado, y tú me la metiste por detrás mientras el vecino me la introducía con fuerza entre mis labios vaginales húmedos, entonces me metí dos dedos en la vagina a la vez que la polla del vecino salía y entraba en un movimiento que hacía que sus huevos se movieran rápidamente, y las venas de su pene se tensaran. Entonces el vecino y tú eyaculasteis casi a la vez, y dabais unos pequeños gemidos graves que me excitaban y que acompañaba yo con mis gritos.

Empezamos a follar todos con todos, se veían rabos, pollazos, gemidos, chochetes, conejos, semen... por todas partes, bocas húmedas chupando pollas a lengüetazos. Tú me cogiste por las caderas y me metiste el pollazo hasta el fondo del coño, yo le hice una señal al tío de la gran polla, se te acercó por detrás y, sin que tú te dieras cuenta, te la metió suavemente por el culo, nunca habías tenido una experiencia de ese tipo, pero te daba placer, y a mi también. Acabasteis eyaculando los dos, y las chicas os chupaban y succionaban el semen de vuestros capullos. Un día te llamé, otra vez, para que vinieras a mi casa, iba a enseñarte unos juegos sexuales que, debido a mi experiencia, he comprobado que a los hombres les gustan mucho. Llegaste, me encontraba desnuda en la cama, te acercaste y te desnudé completamente. Estábamos los dos desnuditos enlazando nuestros cuerpos y nuestras lenguas, y empecé con los juegos, agarré tu pene con las dos manos y empecé a apretar fuerte, a cortarte la circulación, tu glande se ponía rojo, mientras lo chupaba y mordisqueaba, al rato tu polla explotó, eyaculaste, en mi cara.

Luego introduje tu verga en mi raja y después bajé tu pellejo con las manos hasta la base de tu pene con fuerza, estaba totalmente tenso, mientras yo subía y bajaba mi culo, y tu polla se introducía y salía de mi coño, tu pene chorreaba semen y yo ponía mi boca para tragar todo lo que podía. Luego nos tumbamos uno encima de otro, yo estaba arriba, primero acaricié tus huevos con mi pelo y hacía rozar tu capullo con mi cuerpo, sobretodo con mis pezones duros. Después puse tu polla apuntando hacia tu ombligo y me tumbé encima, mi peso presionaba tu polla entre nuestros cuerpos y yo me movía hacia adelante y hacia atrás, hasta que echaste tu lechecita y nuestras caras y nuestros pechos quedaron inundados como en el diluvio universal. Al terminar fuimos a tomar un café, estábamos sentados uno enfrente del otro, no había nadie alrededor, así que me metí debajo de la mesa, te saqué tu precioso pene, y con mi lengua hice brillar tu fresita rosada, y empecé a chupar y chupar como una zorra tu polla, hasta que explotaste y me tragué tu lechecita.

Para todos y todas que hayan leído este relato, espero que os haya excitado.

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