Mi compañera de clase

Autor: jabr | 05-Mar

Confesiones
Me encontraba a principios de octubre, en pleno comienzo de una nueva etapa semestral en la Universidad. Era lo de siempre, los mismos compañeros y docentes excepto alguna nueva incorporación al curso pero los cuales carecían de importancia para mí, la idea del comienzo de curso poco me agradaba. En mi clase éramos unos 45 tíos y una sola tía, la cual estaba buenísima, pero de ella hablaré mas adelante si me acuerdo. (Que nos les parezca raro, hay pocas mujeres en Ingeniería).

Avanzaban las semanas y en unos pocos días dos docentes tuvieron que darse de baja por las próximas elecciones para el Rectorado, con lo cual tuvieron que contratar a unas suplentes. La primera de ellas era una docente que todavía acababa de terminar los estudios, o eso creíamos ya que más tarde nos enteramos de que todavía estaba estudiando no sé qué. La verdad es que era fea, tendría unos veinte muchos años, y su principal característica es que parecía que no llevaba sujetador, ya que en su típico jersey de lana que solía llevar puesto sobresalían un par de bultos marcando pezones por lo menos de casi un centímetro cada uno. Claro esta que nos reíamos de ella por esa característica, además de porque era media tonta y poco sociable con el resto de los docentes. Por suerte o desgracia a esta docente la echaron nada más que el docente al que vino a sustituir se recuperó de su baja.

La otra suplente en cambio estaba buenísima, había estudiado de abogado y entro en la Universidad ya que un docente amigo suyo le había ofrecido la plaza vacante. Tendría unos treinta y pocos años, morena, con el pelo corto, con un cuerpo y un culo perfectos, y con unas tetitas que nos dejaban colgados de su hermosura. Aunque se nos informó de que estaba casada nunca nos importó ese aspecto. Cristina, que ese era su nombre, nos traía a todos locos, era la única clase en la que la gente se ponía en las primeras filas sólo para verle su cuerpo más de cerca. Flipábamos cuando ella escribía en la pizarra ya que en vez de agacharse para escribir las últimas líneas, ella escribía echando el culo para atrás y agachándose de cintura para arriba, lo cual nos dejaba admirar su culo de una manera inmejorable, ayudados por sus apretados pantalones que solía llevar puestos.

Era la única docente que a veces iba a la “Uni” totalmente en ropa vaquera. Continuamente me pajeaba pensando en ella, en como sería sin ropa, en nosotros follando, en pensar en parar el tiempo y tirármela sin que ella ni nadie se pudiera dar cuenta... Supongo que toda la clase, e incluso media universidad, y lo digo en serio, se debía pajear normalmente pensando en ella. Calculo que solo en nuestra clase habría unas 1000 pajas al año con ella de protagonista, así que con todas las que habría en todo la Universidad ya ni quiero pensarlo. A veces me pregunto que opinará ella de esa situación, porque sabe bien que está buenísima y que mucha gente se debe de masturbar pensando en ella.

Un día llevaba un vestido de esos de una sola pieza, le quedaba holgado, pero estaba buenísima igual, en un momento se agacho de frente para explicarle una duda a uno que estaba delante de mí, y pudo verle su sujetador, dios, esa imagen nunca se me olvidará, como sus lindos pechos estaban tapados por un sujetador de esos simples, sin dibujo ni nada, pero que marcaban bien como era el tamaño de sus pechos. Muchas veces nos pilló cuchicheando de su cuerpo y ponía cara de mosqueada. Para suerte para todos sus alumnos, el docente al que sustituyó nunca volvió (ganó las elecciones), y pudimos, seguir disfrutando de su presencia en la universidad. Ella se encargaba de dar las asignaturas que tenían algo que ver con las leyes, como legislación, organización empresarial.

He de reconocer que con ella pase muchas de las mejores clases de mi vida, exigía poco nivel, explicaba mucho, perdonaba notas, te aprobaba si te faltaba poco para el suficiente... Yo enseguida me convertí en su mejor alumno, ya que puedo considerarme el empollón de clase, o como a mí me gusta decirme a mí mismo, el primero de la clase. Los sobresalientes con ella estaban tirados, lo cual provocó que ella me respetase y admirase, sabía que yo era un buen claval y lo demostró conmigo muchas veces. Yo no paraba de sobarla con la mirada, de desnudarla mentalmente, y ella muchas veces estaba cerca de mí con lo cual yo todavía podía recrearme más con su cuerpo.

Lo acojonante fue una vez en la que yo iba vestido con un chandal y como era normal en su clase, yo estaba todo excitado, en eso tuve una duda y ella vino a mi mesa a explicármela. En eso, ella me echo una ojeada general, y pudo observar el exagerado bulto que tenía entre los pantalones, ya que el chandal no lo disimulaba nada, fue un instante pero pude ver su mirada clavada en aquel bulto, con lo cual me puse rojo como un tomate, pero ella siguió con toda naturalidad explicándome la duda como si no se hubiese dado cuenta, a mi la duda ya me importaba un pimiento y una vez en casa me pajee en ella como un condenado, recordando esa mirada a mis genitales y pensando en que ella había disfrutado con la situación.

Al día siguiente toda la clase siguió normal, aunque yo juraría que no llevaba bragas, ya que no se le notaban entre los pantalones, lo cual no era muy común, ya que tras su apretada ropa casi se podía adivinar hasta la marca de su ropa interior.

Los días pasaban y a mí me parecía que era objeto de sus miradas en cantidad de ocasiones, aunque a lo mejor eran puras imaginaciones mías, hasta que un día en el comienzo de un examen me mandó sentarme justo al final de la clase, yo entendía que era para evitar que los compañeros me hicieran preguntas o me copiasen el examen, algo muy común en clase. Sin más me fui para el final y comencé a realizar dicho examen. Cristina no paraba de dar vueltas por toda la clase y muchas veces se quedaba al final junto a mí para controlar que nadie giraba la cabeza para copiar, lo cual no impedía que lo hicieran. Entonces, mientras yo estaba concentrado en el examen, ella se me acerco, y me susurró al oído que sabía que le gustaba, yo claro está flipe y me desconcentré totalmente, mientras ella siguió susurrándome que se había dado cuenta de que yo no paraba de mirarle su cuero y que suponía que me había masturbado pensando en ella. Yo estaba rojísimo, no era capaz de decir nada ni de pensar nada, estaba absolutamente flipao, ella me pregunto si me masturbaba en ella, y o yo entre tartamudeos y timidez le dije que si.

Entonces ella se alejó y siguió vigilando la clase, yo ya no podía continuar con el examen, había perdido la noción del tiempo y ni siquiera me acordaba de cuales eran las preguntas del examen, y mucho menos de las respuestas, solo podía pensar en ella. Al cabo de unos minutos ella volvió a mi lado, se agachó, me sonrió y acto seguido estiro la mano hasta tocarme por encima de la ropa mis genitales. Eso fue demasiado para mí y se me cayó el boli al suelo, ella con total tranquilidad se agachó a cogerlo y aprovechó para bajarme la cremallera y meter su mano dentro, en un instante mi pene se puso totalmente erecto, ella me devolvió el boli y sacó mi polla por el hueco de la cremallera, después me dejó y siguió vigilando la clase dejándome a mí con el instrumento fuera.

Después regresó y me susurró que me masturbase allí mismo pensando en ella, yo le dije que estaba en medio de la clase, pero ella me tapo la boca con un rápido e inesperado beso. Aunque fueron unas milésimas de segundo, la sensación de ese primer beso de una chica, del calor de sus labios posados en los míos me dejó atónito. Ella siguió vigilando, nadie se había dado cuenta, y entonces empecé a masturbarme, primero lentamente, pero cuando comprobé que era difícil que algún compañero se fijase en mí, comencé a subir el ritmo, Cristina pasó a mi lado mirándome, me sonrió y siguió como si nada. No me hacía falta masturbarme mucho para ya estar a punto de correrme, ella se debió de dar cuenta en la expresión de mi cara de que se acercaba mi final y se me acercó, entonces ya no pude más y me corrí mirándola a los ojos. Ella puso rápidamente la palma de su mano en la punta de mi polla y toda mi descarga fue a parar a su mano.

En ese momento ella se miró la mano, sonrió y se froto todo el coño por encima del pantano con ella, también le quedo un poco en un dedo y en vez de limpiárselo con el mismo sistema se lo llevo a la boca y lo limpió igual que cuando te manchas los dedos con un pastel. Eso me puso a cien, le parecía gustar el sabor que le había dejado y me limpió la polla totalmente con sus manos hasta no dejar rastro de corrida en mi pene, luego paso sus manos por mi cara dejándomela algo húmeda y con ese olor característico. Una vez terminada la situación, la cual había durado tan solo unos segundos, se alejó y siguió con su tarea de docente, dejándome a mi feliz de la vida y cachondo perdido, ni que decir que al llegar a casa me pase la tarde masturbándome. El examen, el cual yo ya no pude continuar rellenándolo debido a mi estado mental, quedo a medio hacer, pero cuando unos días después la docente nos dijo las notas me correspondió a un 95 tal vez la docente sabía que yo no pude terminarlo aunque supiese todas las respuestas, que las sabia, por la situación en la que me metió.

Pasaron unos pocos días, y yo estaba cachondo perdido en su clase, ella me había colocado al final de la clase con la excusa de que así no hablaba tanto con los demás, pero yo sabía que no era esa la realidad. Al cabo de una semana exacta, en mitad de clase, yo estaba hablando con un compañero de nuestras cosas, cuando la docente me nombró y me dijo que saliese de clase, que para hablar ya estaban los recreos. Aluciné, ya que no me habían echado de clase desde el 1 curso hacia 4 años, y el resto de la clase flipó mas que yo aún. Tras intentar quejarme inútilmente, me resigné y tuve que salir, pasaron unos minutos y de repente vi la puerta abrirse y a Cristina salir diciendo al resto de la clase no sé que de ir a por fotocopias o algo así. Cerró la puerta y se dirigió a mí, la vi acercarse y como sus labios se acercaban a los míos para formar parte de un beso de esos de película, ella me metía la lengua y yo le correspondía con la mía, nunca había besado a una chica antes y ese beso fue especial, increíble, sentir su calor en mí, su contacto en mis labios y su lengua buscando a la mía me enamoro perdidamente.

No había nadie en los alrededores que pudiese vernos, nuestro beso ya duraba unos minutos y seguíamos insistiendo, luego nos separamos y nos miramos con esa cara de enamorados que ponen los que están en el altar casándose, acto seguido ella regresó a clase y yo me quede pensando en lo maravillosa que era.

Por suerte para mí me perdonó la expulsión de clase al cabo de unos minutos y me dejo entrar. Ahora si que no podía atender a sus explicaciones, por mi como si quería hablar en chino, ya no me importaba, lo único que quería era volver a notar ese contacto íntimo entre nosotros. Pero pasaron otra vez los días y no cambiaba nada, los exámenes se terminaron y empezaban las recuperaciones, a las cuales yo no tenía que ir, con lo que me quedaban horas libres entre las clases. En una de esas horas vi a la docente en un pasillo, la salude y seguí mi marcha, entonces ella me llamo, me pregunto si tenía la hora libre, a lo que conteste afirmativamente, me ordenó que la siguiese, fui detrás de ella y vi como entraba en los baños femeninos de docentes.

Dude un instante y tras comprobar que no me veía nadie, entré dentro. Estaba esperándome apoyada en los lavabos, me acerqué y nos dimos otro impulsivo beso, mientras nos tocábamos, le acariciaba todo el culo, haciendo ella lo mismo con mi trasero. Después me separé de sus labios y comencé a acariciarle las tetas, ella se dejaba a hacer y soltaba débiles gemidos, bajé hasta su cintura y la bese por encima de los pantalones sin soltar mis manos de sus pechos. La volví a besar y a restregarle el bulto de mi pantalón por el interior de sus muslos, le ayude a quitarse su jersey, quedando con una blanca camisa de botones, seguía besándola y susurrando que la quería, que era hermosa.

Le desabroche uno a uno los botones y le abrí la camisa, pude ver como su sexy sujetador con pequeños adornos, tapaba maliciosamente sus redondos pechos, los besé y acaricié, ella no paraba de tocarme, me quitaba el jersey, quedándome en camiseta, la cual también me quito, quedándome medio desnudo ante ella. Me beso, beso mi cuello, mi cara, mis pechos, mi ombligo, recorría con su boca todo mi cuerpo, yo me abandonaba a esos besos que tanto placer me daban, bajó hasta mi cintura y me desabrocho el botón, la detuve y le quite la camisa, no paraba de besar su hermosa figura, el triángulo formado por sus pechos y el ombligo estaba siendo recorrido centímetro a centímetro por mis labios, podía sentir sus escalofríos al llegar a sitios insospechados para cualquiera. Le desabroche el botón del pantalón, le baje la cremallera y tire un poco para abajo para poder ver toda su hermosura, llevaba unas braguitas lisas, sin encajes, pero que se acoplaban perfectamente a su cuerpo, las bese, era delicioso sentir su olor, su humedad. La escuchaba susurrar lindas frases entremezcladas con sus gemidos, le bajé los pantalones totalmente y se los quité, tenía una figura perfecta, mucho mejor de lo que me imaginaba, con unos muslos tensos y suaves y unos pies de ensueño.

Me aleje para poderla ver en toda su plenitud solo con la obstrucción de su ropa interior, era bella, podía considerarme afortunado de estar en esa situación, la volví a besar, ella me correspondía aún con más ánimo que yo, la abracé y le desabroche el sujetador, se lo quite poco a poco, disfrutando de lo que aparecía a cada momento, besando ese territorio que estaba descubriendo. Los pezones sobresalían unos milímetros y parecían llamarme a gritos, los besaba, lamía esas puntas tan hermosas y acariciaba sus pechos con las dos manos. Ella aprovechó y me bajó el pantalón, quedándome yo solo con los "boxers" puestos, los cuales trataban de tapar inútilmente la tremenda erección que tenía. Ella me la acariciaba por encima de la tela, y yo hacía lo mismo con ella, baje hasta su cintura y poco a poco fui quitándole esas braguitas que me impedían ver todo su tesoro.

Su vello iba apareciendo ante mí, yo seguía pacientemente en mi tarea, disfrutando como se revelaba todo ese paisaje prohibido a mis ojos, finalmente llegue a su fin y mire unos segundos como tenía un coño perfecto como todo su cuerpo. Su oscuro bello formaba un precioso triángulo muy bien cuidado, no sobraba ni faltaba ningún pelo, y la humedad que despedían era todo un reclamo para mí, se lo bese, ella se sentó sobre el lavabo para facilitarme la labor y abrió lentamente sus piernas todo lo que le permitían. Yo seguía en mi tarea de descubrir todos los misterios de ese rincón, seguí hasta su rajita y me puse a chuparla, a meter la lengua todo lo que podía, ella gemía cada vez mas fuerte y me agarraba por la cabeza, yo flipaba, estaba chupándole el coño a la docente más buena de toda la universidad, cualquiera daría lo que fuera por estar en mi lugar. Yo no paraba de pasarle la lengua por su entrada, de lamerle suavemente el clítoris viendo como ella se acercaba a un orgasmo, chupaba todo lo que podía, absorbía lentamente el jugo que iba soltando.

Estaba disfrutando de lo lindo, me sabía a maravillas, podía ver como se movía, como reaccionaba al tocar cada punto de su interior, sus gemidos me hacían insistir mas aún en la tarea y de repente sentí como ella llegaba a un deliciosos orgasmo, su respiración era fuerte y solo era capaz de emitir gemidos, mientras me dediqué a sorber los frutos de mi trabajo. Una vez recuperada me levante y la bese, transmitiéndole parte de sus propios líquidos, los cuales ella se esforzó para conseguir de mi boca. Después se agacho y me bajo los boxers, quedando mi polla totalmente erecta y brillante a su disposición, ella la miró, me sonreía y me la acariciaba dulcemente, después se la acerco a la boca y le dio un beso con lengua incluido en toda la punta, yo me creía deshacer del placer que me provocaba, y le pedía que siguiese, pero ella se levanto y me beso, dándome el sabor de mi propio instrumento.

Después me dijo que quería ser penetrada por mí y me acostó en el suelo encima de toda nuestra ropa, se me puso encima y nos besamos un largo rato, acariciándonos mutuamente y disfrutando uno del otro. Me cogió el pene con delicadeza y me lo arrimó hasta la entrada de su precioso coñito, yo que en mi vida había hecho el amor, disfrutaba a tope de esa sensación de tener la punta de tu pene metida tan solo unos milímetros en su entrada, notaba como su calor llegaba a mí y como estaba mojando mi instrumento con sus líquidos.

Tras esto, hizo una leve presión y se la fue metiendo centímetro a centímetro, notaba como iba avanzando por su interior, su calor arropándome y todo su cuerpo frotándose contra el mío. Se la metió hasta que mis testículos se lo impidieron y empezó a mover suavemente su cadera, yo le agarraba el trasero y la besaba, miraba su expresión de placer, escuchaba nuestros propios gemidos e intentaba memorizarme su olor, su sabor, todo su cuerpo para poder recordarlo en el futuro, ya seguro de que nunca se me olvidaría este día. Nuestros movimientos se aceleraban y ambos notábamos como mi polla entraba y salía de su interior ya totalmente mojada por sus jugos. Mi orgasmo estaba próximo y me esforzaba para retrasarlo, solo que en la situación en la que estaba era imposible, ella se movía más rápido y sus gemidos eran cada vez más profundos.

Yo ya no podía más y avise que yo ya me corría, ella acelero aún mas el ritmo y yo soltamos toda mi carga en su interior. Cristina notaba como mi corrida avanzaba por su interior y tras unos breves segundos se dejo llevar por un fuerte orgasmo que le lleno la cara de felicidad.

Permanecí en su interior todavía un buen rato, pero mi pasión no disminuía su tamaño y estaba dispuesto a repetirlo. Pero entonces nos dimos cuenta que el final de la hora se acercaba y que ya no había tiempo para nada más, lentamente nos fuimos vistiendo, ayudándonos mutuamente en ciertas prendas y rodeándonos de abrazos y besos a cada minuto. Pero como todo tiene un fin, el nuestro llegó y tuvimos que salir del baño con cuidado de que nadie me viese.

Nos dimos un beso de despedida y una sensación de tristeza y alegría mezclada se apoderó de mí. Acababa de perder la virginidad con alguien a la que solo alcanzaba en sueños, había sido magnifico y estaba feliz pero no por ello pensaba que estaba dentro de una relación que no podría mantenerse mucho tiempo.

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