La isla de los placeres mortales (capítulos 3 y 4)

Autor: Reneamo | 17-Feb

sadomaso
(Cap. 3°: Seducción y secretos mortales)

Eran ya pasadas las once de la mañana, cuando se consiguieron apaciguar las cosas, el capitán reordenó a las invitadas en tres camarotes; en uno de ellos dispuso que se alojaran solo dos de las tres integrantes que se habían sumado a la cuadrilla esta mañana, la americana Sadie y la turca Killar, en el siguiente se acomodarían Ebba y Paula, quienes gustosamente accedieron al lugar asignado, y en un tercer camarote, con un guardia estable, quedaron relegadas Seba y Rouge, previendo así cualquier probable incidente en el futuro. Y como era su navío, ejerció toda su autoridad, revisando todas las pertenencias de las mujeres, por si encontraban algún tipo de arma, ya sea de fuego, o cortante, lo cual no era muy extraño que cargaran estas ?señoritas?.
Aunque quedaba solo una breve, y última jornada de travesía, lo cual el capitán les informó, diciéndoles, que mañana muy temprano, probablemente de madrugada, estarían arribando a su destino final, a la isla ?Spintria?, siempre y cuando no se presentara ningún contratiempo.
Lo que quedaba de la mañana, transcurrió con relativa normalidad, excepto por la natural tensa quietud que se respiraba en el ambiente, sobre todo cada vez que Rouge se cruzaba con Paula, que no fueron más de un par de ocasiones por fortuna, de todas formas, se programaron las actividades para impedir estos eventuales encuentros que pudieran ser desafortunados. Por otro lado la tripulación colaboró con lo suyo, aun cuando Ebba se mantuvo durante gran parte del tiempo escoltando a Rouge, aunque esto sin embargo, no ayudó mayormente, más bien al contrario, puesto que las relaciones entre estas mujeres, no eran las mejores, más aun cuando Ebba, no ponía nada de su parte, fastidiando y provocando a Rouge en el par de ocasiones en que apareció la latina, exhalando ardientes suspiros y mirándola fijamente, correspondiendo de la misma manera la morena, la que sabía muy bien que Rouge habiendo infringido las normas establecidas, cualquier otra falta agravaría mucho más su pena, por lo que ?El castigo?, del que había oído hablar tan solo un par de veces, sería también mayor.
La pregunta del millón era: ¿Cómo participaría ella en el castigo?, ¿Será como se lo habían descrito?, tendría los privilegios de la ?retadora? y Rouge el hándicap de la ?castigada? en un enfrentamiento realmente ?a finish?, Paula si bien tenía claras expectativas de lo que se le venía a futuro, aun no tenía plena seguridad de que así fuera, y solo lo estaría en el mismo momento del encuentro, no puede ser tan alucinante y emocionante (terminó por meditar).
Paula había tenido la oportunidad de hablar con el capitán la noche anterior, e informarse solo en parte, pero le intrigaba lo que el capitán había dicho textualmente, si bien lo recordaba: ?puede que estés involucrada en el proceso?, pero no le esclareció cuál era el alcance de estas palabras, por lo que debía esperar a platicar con su nueva amiga Ebba, con quien no había tenido oportunidad de comunicarse en extenso desde la noche anterior, y al consultarle a Manuel por la mañana, él gentil varón, evitó hablar del tema.
El día era apropiado para pasear, y los cuidados que se debían tener con las dos supuestas pendencieras ya no eran necesarios, ya que el motivo de su mal proceder, era la presencia de Paula y Ebba, quienes pudieron reunirse recién pasado el medio día, aprobando la proposición del capitán, quien previamente había hecho las indicaciones de cómo debían comportarse si deseaban bajar al puerto para recorrer los alrededores de este.
Se les había sugerido a las muchachas que en cada oportunidad que bajaran de la embarcación, o se reunieran en público, vistieran de manera diferente, para que así no las asocien con alguna clase de espectáculo, y despertar en los fisgones cierta curiosidad por las actividades que ellas realizan.
Las dos chicas al bajar del yate, llevaban para la oportunidad unas reducidas y vistosas tenidas del mismo color, aunque con diferentes estilos, Ebba, una del tipo marinero, y Paula, una blusa y shorts, lo que incomodó un poco a Theodoridis, dadas las advertencias previas, en cuanto a no provocar la atención, aunque en el mejor de los casos, los curiosos podrían pensar que se trataría de un uniforme, como una manera de promover algún show artístico, un equipo deportivo, o bien algo parecido, que anduviera en gira por las islas, por lo cual más de algún mirón podría tratar de indagar de que se trataba la presencia de estas dos hermosas y atléticas damas, que abiertamente destacaban a su paso. Razón de sobra para no llamar la atención, para comenzar evitando llevar el mismo color, como les había aconsejado el capitán, para pasar lo más desadvertidas posible.
Las cuatro muchachas que quedaron a bordo se dispusieron a tomar baños de sol sobre cubierta y zambullidas en el mar. Mientras tanto Paula y Ebba visitaban los alrededores del puerto, el que tenía el ambiente propio de estos pintorescos lugares del Mediterráneo; marinos y pescadores de piel morena, y curtida por el sol, hablando varios idiomas, por otro lado estaban los alegres turistas que circulaban parloteando en un ambiente distendido y relajado por las aceras de los cafés.
Las mujeres se sentaron en una de las mesas al exterior de uno de estos locales, ordenando café turco, disponiéndose a tratar temas intranscendentales, para luego, al cabo de pocos minutos, llegar hábilmente a lo que le interesaba a Paula.
Habiendo ya apurado sus cafés, y tal como le había indicado el capitán en algún momento, que zarparían a las dieciséis horas para tomar rumbo a ?Spintria?, llamaron al mozo para pedirle dos cafés más, ya que tenían aun tiempo por delante antes del zarpe.
-Creo que daremos una buena exhibición una vez en ?El fuerte Spintria?, comentó la sueca, yo ya hice lo mío, ahora tendré la oportunidad de desafiar a esa negra estúpida, como tú tendrás la ocasión de retar a Rouge, ambas fuimos agredidas, y antes que se fijen las duplas por nuestros protectores y Karl, se nos preguntara, si queremos ejercer nuestro derecho a desafiar a nuestras agresoras, confrontaciones que por lo común satisface las expectativas del público asistente, que como en los antiguos juegos romanos, estos vienen a observar brutales ajusticiamientos en la arena, pero no efectuados por rudos gladiadores, si no que por bellas y fornidas mujeres, lo que agrega una cuota más de atracción a los que gustan de estos bizarros juegos, más aun si pueden luego complacerse en privado con la hembra vencedora, siempre y cuando esta haya logrado enardecer lo suficiente a quienes deseen adquirir sus servicios.
Con tal información Paula terminó por comprender en su totalidad a que se refirió el capitán al decir las palabras: ?puede que estés involucrada en el proceso?, entendiendo muy bien ahora que podía desafiar con evidentes razones a Rouge a un combate, por lo que sonrió complacida diciendo:
-¿O sea que yo puedo hacer uso de todas estas prerrogativas?
-Por supuesto que si amiga Paula, deberás retar a Rouge ante la comisión, reclamando
así los derechos que te brindan las reglas ya establecidas para todos estos juegos, igual como
lo haré yo enfrentándome a esa sucia somalí.
-Que bien, que bien, no puedo estar más ansiosa a que llegue el momento, dijo Paula.
-Por otro lado, ?prosiguió Ebba?, existen otros combates entre ?Superiores? o ?Gatas?,
que son los programados según sus ubicaciones en el ranking, que sirven solo para qué las
muchachas se valoren y expongan sus atributos y habilidades ante una asistencia más bien de
manera moderada, sujetos a reglamentos y límites que resguardan nuestra integridad física,
estos naturalmente carecen de suficiente estímulo en oposición a lo que realmente vienen a
observar y a disfrutar nuestros entusiastas protectores.
-Creo que empiezo a entender, continúa por favor, háblame de estos últimos, apremió
Paula a su interlocutora.
-Estos encuentros son muy esperados, aunque no son programados, y usualmente
son provocados por los invitados, acordándolos con las mismas participantes, ya sea para
sacar a alguien del medio por los intereses de la sociedad, o bien como en estos casos, por
una simple discordia personal. En los que si bien son contrincantes de la misma categoría,
los privilegios, ventajas y licencias de invulnerabilidad se le dan solo a la retadora agredida,
quedando indefensa la sometida al ?castigo?, creo que entiendes querida Paula.
-Si, si y me encanta la forma en que tu lo explicas, por favor continúa
-Entonces de aquí se desprende el concepto del ?Castigo?, por lo que la castigada,
tendrá una sola opción; ganar forzosamente el combate, ante una inminente derrota, y la
posterior ejecución a manos de su rival, que es lo que generalmente se acuerda y se quiere
conseguir, terminaba diciendo casi con excitación la rubia.
-Dime entonces, es de esta manera como se supone que deben terminar todos estos
encuentros, Preguntó Paula.
-Bueno ?contestó Ebba?, a la castigada se le hace muy difícil el combate, por la torcida
exigencia de los concurrentes, lo que no hace más que animar la salvaje determinación de la
inminente vencedora, a la que inducen ser más violenta y brutal con la vencida, y contar con
su piedad, ni pensarlo. El público y la ganadora no querrán haber llegado a esta instancia para
luego ser indulgente, es más, acepciones como esta no tienen cabida alguna en estos eventos,
por lo que la abatida tendrá que defenderse hasta el final, con escasas posibilidades de éxito, y el desenlace dependerá de tan solo cuál de las formas sugeridas por el público aprobara la vencedora para terminar el combate, entre las más irrazonables sugerencias, pero finalmente, será ella, libre y soberanamente quien decidirá el destino de la desgraciada, decisión también conocida como ?Finish her off?.
-Hay alguna diferencia si este final es por decisión propia, o por las solicitudes del público, en forma casi ingenua preguntó Paula a la escandinava.
-No por supuesto que no, puede ser por nuestra propia decisión, o bien por las que nos
requieran nuestros protectores, de todas formas hay retribuciones e incentivos, dependiendo
de lo que consigamos estimular con nuestras presentaciones, enardeciendo al calenturiento
auditorio, y como ya te lo dije, incitándolos a solicitar más tarde nuestros especiales servicios
extras, ya lo verás querida, ya lo verás, concluyó diciendo la nórdica, que se explayaba como
la experta que era.
Pasados algunos momentos, la conversación se orientó en la dirección que esperaba Paula en el momento en que Ebba miró hacia arriba pensativamente manifestando:
-Rouge sabe muy bien como se procede con el ?Castigo?, ya que hace un par de años
cuando me iniciaba en estas competencias, desafío a una mujer, a quien inculpó de agresión
injustamente por supuesto, siendo esta entonces sometida al castigo.
-Al igual como lo hiciste tú con la somalí, le dijo Paula.
-Así es querida, le contestó la rubia, (celebrándose a si misma, a la vez que lanzaba una
fingida carcajada) en el engaño y la falacia, tienes a las mejores maestras, y cuando aun esta
no acababa de reírse Paula insistió acentuando con la cabeza para preguntarle:
-¿Dime que me puedes contar de aquella ocasión?
-Ahora sí me recuerdo, la mujer a la que desafió la llamaban Paula igual que tú, y a la canción ?La vida loca?, sí, así es, la llamaban Paula ?La loca?, y vaya que se parecen, aunque tú, sin dudas eres mucho más joven y hermosa.
El corazón de la latina dio un vuelco cuando escuchó el nombre de su mentora y tocaya, pero se esforzó por no demostrar un particular interés, y como ya estaba conociendo a Ebba, prefirió que ella misma en su indiscreción le confiase los sucesos, eso sí motivándola a narrar los detalles escabrosos y obscenos, los que disfrutaba ahondar cada vez que se refería algún suceso de este tipo, luego de lo cual la morena le dijo abiertamente:
-Quiero desafiar a Rouge cuando lleguemos, ¿Crees que respetarán mi condición de ?gata?
o de contrincante ?Superior?.
-Sin lugar a dudas que respetaran tu categoría, esas es la idea querida, le expresó la rubia,
los asistentes estarán encantados de presenciar sendos duelos mediante el ?castigo?, a mi me
conocen, y saben de mis artes, por otro lado, como tú te integras recién ahora, yo me ocuparé
de promocionar tus habilidades ante Karl y sus invitados, las que exhibirás libremente cuando
la enfrentes.
-Me gustaría saber cómo fue el encuentro de Rouge con esa muchacha a la que llamaste
?La loca?, continuó indagando Paula, me gustaría saber cómo lo hiso para poder darle a ella
de su misma medicina, ¿No te parece?, por favor vamos cuéntame, y cambiando su voz como
ya había empezado a ser habitual entre ellas, le acarició la cara y le platicó tiernamente de la
misma manera como una madre lo hace con su pequeña:
-?Vamos cuéntele a mamita, mi princesita?.
Mientras Paula acariciaba la cara de la rubia, esta deslizó su mano por debajo de la mesa, acariciando una de sus rodillas, la que apretó delicadamente correspondiendo a sus caricias, y frunciendo el seño como una cría que está por ponerse a llorar, para cambiar de expresión repentinamente, diciendo graciosamente con su peculiar acento:
-?Tu niñita te va a contar un bonito cuento mamita?, después, casi sin contenerse, ambas
acercaron más sus sillas, besándose con arrebato por algunos segundos, no importándoles la
presencia de los parroquianos y de los transeúntes de todas las edades que circulaban por el
sector, quienes no miraron con muy buenos ojos la escena, por lo que decidieron ingresar al
interior del local a un lugar un poco más privado.
Aun tenían una hora disponible al menos antes de regresar al yate, por lo que ordenaron
algo para comer. La latina había descubierto en Ebba ?El talón de Aquiles?; sus inclinaciones
más oscuras y los juegos sexuales duros y retorcidos contrarrestaban, con la inocente y dulce
personificación de ser tratada como a una bebita, Paula iba a averiguar, cuál de los dos le era
más seductor; el sexo duro, o el tierno juego de la madre y la hijita.
Las dos mujeres se sirvieron unos platillos típicos de estas islas, y antes que Paula insistiera en el tema, la sueca inició su narración:
-Hace poco más de tres años me ocupaba como ?Escort? o acompañante, para decirlo de
una manera más elegante, en fin una meretriz refinada, si se puede decir así. Hacía esta tarea
para un traficante de personas, un turco que se llama ?Osman?, que abastece de mujeres y
jóvenes varones especialmente del tipo europeo, entre otros servicios a exigentes y exclusivos
clientes del cercano y medio oriente, no solo como escoltas, sino que para cualquier quehacer
que ellos soliciten, él las puede conseguir, dependiendo tan solo del monto que estos clientes
quieren pagar, a cambio de ello, les asegura, confiabilidad y discreción. Sus prestaciones son
bastante gravosas, pero esto no es problema para estos millonarios, y poderosos señores a
quienes ofrece tan peculiares favores.
-Entiendo le dijo Paula, ¿Es así cómo te conectaste con estos eventos?
-Espera un poco, no seas impaciente mamita, le dijo Ebba con el mismo tonillo de la cría
del íntimo juego que mantenían durante esta plática.
-Está bien mi muñequita, sigue con tu bonita historia, enmendó su interrupción Paula, por
lo que la rubia siguió con la reseña:
-Como estos clientes y Osman no se podían comprometer en ordenar y poner en su lugar
a las chicas que no cumplían con las tareas encomendadas, como ser atentas y complacientes
con nuestros clientes, entonces me encargó a mí hacerme cargo de esa labor disciplinaria, en
la cual tal vez fui muy enérgica, quizás solo un poco, acabó diciendo con una sonrisa maliciosa.
-¿Qué quieres decir con la ?labor disciplinaria? amiga mía?, la interrumpió de nuevo Paula.
-Sucede que esta clase de trabajo es muy desesperante, (le explicaba la sueca), sobre todo
con algunas mujeres empecinadas, que reincidían en conductas muy poco participativas, con
las que fui muy estricta, de tal forma que una vez que acababa de disciplinarlas, ya no estaban
en condiciones de poder volver a ejercer su trabajo.
-Lo que me cuentas es muy interesante, pero no me has dicho aun como llegaste a estos
juegos insistió Paula.
-En esta ocasión la rubia hiso caso omiso a la pregunta, prosiguiendo:
-En más de alguna ocasión tuve que demostrarles a nuestros clientes, que el propósito de
Osman y de nuestra organización era cumplir con el tipo de prestaciones que nos solicitaban,
y cuando estas muchachas no se comportaban a la altura de las demandas que se le hacían
yo en persona me encargaba de corregirlas frente a los molestos clientes, demostrándoles de
esta manera que nos preocupábamos de entregarles un buen servicio.
-Ya veo, entonces, por lo que me cuentas, eras una especie de madame y guardiana, creo
entender sin darle muchas vueltas, entonces tú eras la perra que cautelaba los intereses del
turco Osman, le expuso directamente Paula.
-En ese tiempo fue cuando algunos de ellos prefirieron mi intervención disciplinaria como
estricta ?escort?, en vez del servicio que les daban las mujeres. Aquellas que toleraban mejor
el castigo que les administraba, comencé a usarlas como ?partenaires? y esclavas sexuales en
sesiones especiales de sexo duro, el castigo que les infligía era por supuesto placenteramente
compartido por mis clientes, para que después de esta ilustrada demostración y estando muy
estimulados, me solicitaban los complaciera para consumar sus apetitos sexuales.
-Bueno, ahora que conozco bien tu historia, ?dijo Paula?, entonces buscaste después algo más extremo en estos eventos, dime como fue eso mi niñita.
Ebba no contestó a su pregunta y continuó monopolizando el tema, diciendo:
-Mira, hacer sufrir y ocasionar dolor para mí ha estado asociado al placer desde hace
tiempo, es más, te diré que lo entendí así desde mis primeras relaciones, las cuales empecé a disfrutar a muy temprana edad.
-Cuéntame entonces, quiero saber más de ti mi niñita la azuzo Paula con sus palabras.
-Era una joven chiquilla cuando tuve sexo con el novio de mi hermana mayor Hanna,
Verner se llamaba, era un aventajado amante, quien me inició en estas relaciones, estuve muy
enamorada de él, tanto que hacía lo que él me pidiera.
-Ya veo esto le sucede a casi todas las jovencitas acotó Paula, mientras Ebba proseguía.
-En las noches, por expresa petición de él nos juntábamos a los pies de un viejo roble
ubicado bajo la ventana del dormitorio de Hanna, quien desde allí nos observaba sufriendo el
martirio de la infidelidad de Verner teniendo sexo con su hermana menor.
-Querrás decir con la pequeña zorrita, le interrumpió nuevamente la morena.
-Los encuentros si bien eran furtivos las primeras veces, a medida que se empezaron
hacer rutinarios, me fui comportando cada vez mas desvergonzada; mis suspiros y gemidos
durante el acto los hacía sin ninguna moderación, cada vez más fui siendo más descarada y
bulliciosa por petición de Verner y luego por mi propia decisión.
-Y en cada ocasión tú hermana los miraba desde su ventana, entonces eras desde ya
una pequeña perrita, dijo con cierta seguridad Paula, como queriendo que Ebba le confirmara
lo que le estaba narrando, a lo que nuevamente la rubia le negó la respuesta, prosiguiendo:
-Ansiaba que llegaran estos momentos, cada vez que observaba la cara de dolor y congoja
de Hanna iluminada por la mortecina luz de su lámpara de noche que se filtraba tenuemente,
acompañándome en cada sesión de placentero sexo, que el insensible Verner me hacía sentir,
llevándome hasta el cielo para luego venirme exquisitamente con sus íntimas caricias hasta
saciarnos, consumiendo nuestras inagotables energías hasta casi no poder respirar.
-Pero tú hermana no te enfrentó, ni puso fin a su relación con Verner, interpuso Paula en
medio de la narración que hacía la escandinava, quien siguió con su monólogo como si nada.
-Fue en una de esas noches en que fue consumado este éxtasis supremo, cuando Hanna
saltó al vacío desde su ventana, seguido por un golpe sordo que oímos al estrellar su cuerpo
contra el césped a un costado de donde nos hallábamos tendidos. Te confesaré que aun así
no interrumpimos nuestro coito, continuando en ello, saciándonos hasta irnos con la última
convulsión de placer, mientras mirábamos como se estremecía el agónico cuerpo de Hanna en su postrero aliento al expirar.
-Es lo más insensible que he oído decir,...me gusta, eres una verdadera perra le dijo Paula
-Entonces ¿crees que esta experiencia me marcó?, pues yo creo que sí, formuló Ebba, y sin ningún resentimiento agregó; me gusta ser una perra insensible, lo disfruto desde aquella vez, más aun si el sexo incluye, dolor y muerte, esto es lo máximo que se puede alcanzar.
-Entonces venir a estos eventos es lo que andabas buscando (manifestó la morena).
-Bueno eso te lo confirmaré una vez que acabe con mi historia.
-Entonces continua por favor, le dijo Paula para motivar aun más su narración.
- Después de aquello empecé a buscar el placer a través de esa vía, ingeniándomelas para hacer luego de Verner mi próxima víctima, y lo mejor, es que ya estaba en camino para iniciar esta manera de vida, por la cual no siento remordimiento alguno. Todo esto me preparó para más tarde vivir haciendo lo que más se acomodara a mi naturaleza, como eran las tareas que realizaba para Osman, las que debían ser compatibles con esta, si se puede decir así, (sonrió maliciosamente) creo me explico bien ¿No es así querida?
-Claro que sí, ahora se puso más interesante tu historia, por favor continúa Ebba.
-Por supuesto querida Paula, volviendo a lo relacionado con Osman; todo marchaba a la
perfección, hasta que en algunas oportunidades desafortunadas, ciertas perras no resistieron
la energía que usaba durante estas sesiones, con letales consecuencias para ellas, y molestas
situaciones para Osman y para mí, por lo que una vez resueltos, y solventados estos impasses,
Osman me aparto de estas funciones, concluyendo que mis talentos, servirían más bien para
entrar a otro singular servicio, para el cual también proveía algunas mujeres, que le encargaba
Pierre Dupont, a quien tú conoces ya.
-Ya veo, a sea que empezaste desde ese momento a formar parte de estos juegos ¿No es
así mi querida bebita? Dijo Paula, casi afirmando su pregunta.
-Efectivamente mamita mía le respondió Ebba, conservando el tono de la nenita del juego.
-Me parece muy interesante tu expediente profesional dijo Paula con un dejo de sarcasmo
a modo de cumplido. A lo que Ebba agregó
-Bueno como te dije, Osman envía a las mujeres más agresivas, con actitudes compatibles
con la actividad que realizarán, para que Pierre se dedique a potenciar sus letales instintos, y
así alcanzar óptimos resultados en uno de estos círculos secretos, como es el que tutela Karl
Hermann y sus asociados, uno de los que vas a conocer ahora donde nos dirigimos, el fuerte
?Spintria?.
-Dime Ebba, ¿Todos estos eventos se realizan en el llamado ?Fuerte Spintria??, continuó
indagando la morena.
-Los eventos o ?Juegos? como también se les llama, son realizados cada cierto tiempo en
diversos lugares, y países en donde tienen los asociados propiedades aptas para estos juegos.
-Cuando Osman me dio a conocer en el ambiente, ?siguió exponiendo la sueca?, una de las
mujeres que más me alucinó por su actitud y encono, fue ?La Harpie Rouge?, la relación entre
ambas se inició al principio sin mayores acercamientos en el mismo ?Fuerte Spintria?, llamado
así, en cita a los palacios de recreos que emperadores, patricios y ricos comerciantes romanos
mantenían en la isla de Capri, no muy distintas a las actividades que se realizan hoy día en el
Spintria. Con Rouge congeniamos desde aquel día, intimidamos algún tiempo después, ni que
decir de los gustos en común que compartíamos y de qué modo lo disfrutábamos, en realidad
como todas las gatas que venimos a estos juegos, al igual que tú también lo harás mamacita.
-Algo comentaste Ebba en relación al castigo de ?La loca?, acaso esta, podía comprometer de alguna forma a la organización, o bien la ?La Harpie rouge? tenía algún problema personal con ella, ¿Cómo fue todo aquello?, puedes contarme algo más al respecto, a lo cual Ebba asintió, continuando:
-Bueno, el caso es que en mi primera visita a la isla Spintria conocí a Rouge, donde junto a
Osman planeamos mi debut en un torneo que se iba a realizar en una hacienda de Florida, en
donde Rouge me informó que ella tendría un duelo privado, y que este debería efectuarse a
través del llamado ?Castigo?. Para ello había sido bien recomendada para que provocara un
enfrentamiento, naturalmente del tipo ?Mismatch? vale decir con ventajas para la desafiante supuestamente agredida como en este caso, y con abiertas desventajas para la desafiada y agresora, en donde su rival sería una mujer de igual categoría, conocida como Paula ?La loca? a la cual ubicaba, y con quien no tenía diferencia alguna, aun así la enfrentaría, puesto que este era el tipo de contienda que más disfrutaba siempre y cuando el final del encuentro fuera de su elección, y la paga conveniente, aunque esto último no era importante para ella, ya que su motivación principal era el combate mismo, para así poder proceder con total libertad cuando llegara el momento del esperado desenlace, por otra parte se dijo en aquella ocasión que Karl había decidido eliminar a ?la loca?, puesto que su comportamiento no convenía a la seguridad ni a los intereses de este círculo.
-Ya veo confirmó diciendo Paula, pero dime ¿Cómo se planeó esta situación?, por lo
que Ebba continuó con su narrativa:
-No habiendo problema con lo pedido, ya que sus servicios serían muy bien pagados
por un potentado al parecer mexicano quien la había elegido expresamente para esta ocasión, se empezó entonces a planear el encuentro una vez que hubieron llegado a un conveniente acuerdo entre las partes. Rouge inició el compromiso, provocando una fingida disputa con ?La loca? a la llegada al aeropuerto de Miami, en donde confluyeron, desde donde iban a dirigirse luego a un rancho próximo a esta ciudad, donde participarían en una de estas reuniones.
-En realidad según lo has expuesto al parecer cualquier muchacha podría haber hecho esta faena, pero hubo alguna razón especial para que fuera Rouge la elegida, preguntó Paula. -En realidad cualquiera de las chicas que asistían a este evento calificaban para este trabajo, pero los requisitos exigidos por el sujeto, eran exactamente los que La Harpie Rouge detentaba para satisfacer de mejor manera los anómalos gustos de este individuo, mas no me aclaró muy bien cuál era la relación que este tenía con Karl y la organización.
-Entiendo que ?Paula la loca?, estaban en el ocaso de sus capacidades, expresó Paula,
¿Entonces Rouge era superior a ella?, ¿Como estaba segura de tener éxito en este encuentro,
acaso su disposición física no había menguado también.
-Rouge siempre ha sabido mantenerse en buenas condiciones, llevando una existencia austera, aparte de su tipo de vida y sus predilecciones, por lo que hace poco años, aun estaba vigente, además de las obvias ventajas concedidas para poder aplicar el castigo, lo cual, esto sería para ella solo un mero trámite, repuso Ebba.
-Como tú lo explicas, insistió la morena: ?La loca?, al parecer ya estaba físicamente acabada, entonces, ¿Por qué continuaba participando en estos eventos?, o sea que la infeliz era carne de cañón, como se estila decir, y Rouge la desafió sobre seguro, de manera abusiva.
-Bueno, te explico ahora, Rouge aprobó esta propuesta, y como no tenía un ápice de estúpida, sabía que debía enfrentar a una rival, a la que superaría con facilidad. ?La loca? había ingresado al círculo como una ?Gata?, antes que yo, siendo una mujer ya madura, pero con méritos suficientes para intervenir en estas justas, más al cabo de un tiempo sus destrezas empezaron a disminuir, y no era una adversaria para nadie, ni siquiera contra las mismas ?Ratas?, ahora enfrentándose con una rival de igual jerarquía, más aun, siendo Rouge algo más joven, lo cual unos años atrás sí gravitaba, entonces ?La loca? no tendría oportunidad alguna contra ella.
-Deberían haber algunas razones de peso por parte del circulo para tomar la decisión de eliminarla ¿No es así Ebba?, en realidad esta mujer ¿Representaba un real peligro para la sociedad?, continuó indagando la muchacha latina, a lo que Ebba contestó:
-Paula ?La loca? era una mujer que andaba entre los treinta y tantos años, más cerca de los cuarenta, y ya no daba la talla que le demandaba mantenerse en el circuito para ese entonces, y no tanto por su edad; sino que por los continuos desenfrenos y escándalos, como asimismo por el consumo de drogas y alcohol, que la tenían en la mira de las autoridades donde se ubicara, representando un serio peligro para la organización, por lo que solo estaban esperando la oportunidad propicia para eliminarla, mediante la muy frecuente excusa de ?un lamentable accidente?, cosa que ocurre con cierta periodicidad en estos eventos.
-En mi opinión, declaró Paula, me parece, que por tu relato, ?la loca? no fue elegida solo como una víctima al azar, ¿No es así?
-Así es, como te decía, el comportamiento de ella originó esta situación, por lo que no fue difícil conseguir que cayera en la trampa ideada por Rouge. Los detalles, de qué manera lo consiguió, no son importantes dijo la escandinava, lo que si te puedo revelar, es que ayudé apoyando la artera mentira de Rouge ante la comisión, declarando que efectivamente, había sido agredida por ?La loca?.
-O sea que te especializas en este tipo de ardides, comentó Paula.
-Mi declaración, fue solo un trámite, ya que la ocasión serviría para quitarla del medio,
puesto que su presencia no convenía a ninguno de los intereses que estaban en juego, por lo
que unánimemente el comité aprobó el desafío así hecho por Rouge.
-Entonces Rouge tomó todas las ventajas que le permitían como retadora, ¿No es así? -Ni que decirlo ?formuló la rubia?, habiéndole sido aceptado el reto, por parte de la comisión, Rouge tenía el beneficio de escoger como ataviarse para el enfrentamiento; esto lo realizó con poca protección, solo con un ajustado taparrabos de cuero y una daga atada a él, para usarla solo si fuera imprescindible, de la cintura hacia arriba iba desnuda, con sus pies descalzos, lo que favorecía en ella, una sensual apariencia. En contraste, a su antagonista Paula ?la loca? la humilló antes de las acciones, y como retadora, tenía el derecho de cambiar y modificar a su antojo parte o toda la indumentaria que ella usaría, exigiendo que se presentara totalmente desnuda. También demandó que les fueran cortadas y lijadas romas, las uñas de pies y manos antes del combate, en cambio ella tuvo el privilegio de conservarlas del largo conveniente, afilándolas y esmaltándolas con un duro barniz metálico, maquillada exageradamente como la zorra que era, con su rojiza y larga cabellera entrenzada y sujeta por un cintillo con agudas púas adheridas, evitando así ser cogida por la cabeza. Las reseñas que la escandinava hacía de este encuentro, no hacía otra cosa más que potenciar su gusto por describir morbosamente los hechos, y sin olvidar detalle alguno continuó explayándose:
-La primera en presentarse fue ?La Harpie Rouge?, que era el orden en que esta pidió que se hiciera; saliendo por una puerta que daba a un extremo del cobertizo, siendo recibida con aplausos por la reducida concurrencia. Llegó cubierta solo con un corto batín blanco atado a la cintura, que dejaba al descubierto la mitad de sus fornidos muslos, caminando y avanzando segura con arrogancia frente a los concurrentes, contoneándose al pasar en forma atrevida, para apoyarse finalmente en posición de calmada espera sobre uno de los caños metálicos que conformaban el cuadrilátero, que eran utilizados para delimitar zonas de las caballerizas, y que en esta ocasión conformaban el área de lucha. Instantes después apareció por el acceso principal, ?Paula la loca?, custodiada por dos guardias mujeres, una a cada lado. Fue recibida con murmullos y comentarios. Llegó desnuda, lo que le daba claramente una sensación de inseguridad, siendo llevada hasta el cuadrilátero, pasando al interior de este por entre las barras horizontales, mientras Rouge se pavoneaba, apoyada en los caños metálicos permaneciendo aun fuera del cuadrilátero, poniendo atención a una de las chicas custodias, que anunciaba el inicio del esperado encuentro.
-Además de las mujeres escoltas; estaba Karl con una mujer rubia de rasgos orientales, llamada Kim, de la que después te hablaré, por supuesto también estaba Osman, el protector interesado mexicano o sudamericano, y yo, que por invitación expresa de Rouge quería que observara su presentación.
La narración que hacia la sueca no requería de pregunta alguna por parte de la atenta Paula, ya que el tema era lo que más le apasionaba, insistiendo como de costumbre en los detalles, continuaba novelando la situación:
-Cuando se acabaron las presentaciones, Rouge se aproximó a nosotros, sacándose con una simulada calma el batín, que depositó en el regazo del ?protector? sudamericano y admirador, ofreciéndosele abiertamente. Después se volteó y avanzó hasta el cuadrilátero, pasando ágilmente entre las barras metálicas, que estaban separadas algo más de un pie entre ellas, deslizándose ágilmente hacia el interior, cerca de donde se encontraba ?La loca?.
-Rouge me confidenció, que el sujeto venido de América, había sido muy generoso con
ella y que lo sería aun más si terminaba el combate de la manera que él le había sugerido.
-Este tipo igual que todos los miembros de esta cofradía, como sabes eligen a las más
agresivas, capaces de cualquier acción que les soliciten, reiterando majaderamente que es
una de las principales razones por la cual nos seleccionan, ?expuso la escandinava, a manera
de ilustración?. Para continuar comentando que Rouge sabía que podía vencer a la loca en
poco tiempo, pero prolongaría un poco el encuentro, para satisfacer a ?Mon homme?, como
llamaba a su ?Protector? y cliente, quien de manera insistente, le había solicitado que debía
prolongar la refriega para aplicarle en su desempeño un luctuoso castigo antes de ejecutarla,
con lo cual él se excitaría convenientemente.
-Pero por favor Ebba, cuéntame cómo fue el encuentro en sí, insistió La morena
-La rubia sin tomar en cuenta la petición de su interlocutora, continuó con los detalles:
-Luego que una de las guardias escolta subiera los interruptores de unos focos, se iluminó todo el cuadrilátero, entonces Karl levantó una de sus manos, liberando un pañuelo blanco, típica señal para iniciar la contienda. ?La loca? llegó preparada con una droga que le fue inyectada de manera forzada antes de la contienda, perdiendo totalmente la noción de donde, y en qué situación se encontraba, advirtiendo en forma errónea los ánimos y vítores que iban dirigidos a Rouge, como si fueran destinados a ella. La droga además producía otras falsas sensaciones, como me parece que ya estas al tanto de sus efectos, como las de tener una gran fortaleza, y resistencia al cansancio y al dolor.
-Efectivamente, ya he escuchado de estas drogas en otras ocasiones, asintió Paula
-Rouge sabiendo de la comprometida situación en la que estaba ?La loca?, primero como de costumbre, representó una absurda contienda pareja, en donde la timada mujer se involucraba en arriesgados y temerarios acercamientos, y cuando Rouge la tenía a su alcance, solamente la abofeteaba y la escupía.
-O sea que no la agredía mayormente, más bien la humillaba y provocaba, ella sí que sabía la muy perra como interesar a la audiencia, comentó Paula.
-Exactamente le confirmó la escandinava, durante los primeros cinco minutos Rouge eludió todos sus intentos, sin agredirla mayormente, por lo que ?La loca? logró confianza a estas alturas del match, Rouge ya no podía resistir seguir simulando , por lo que se divirtió tan solo un poco, castigándola a distancia con puños y pies sin provocarle mayor daño, pero si cansancio. En cuanto la agredida Paula se esforzaba en alcanzarla y evitar los rápidos golpes. En los siguientes cinco minutos de la trifulca, la edad y el disminuido estado físico de ?La loca? disminuyó su accionar, haciendo más lentos y torpes sus movimientos, a la vez que se le aceleraba la respiración. Este era el momento que usualmente esperaba Rouge, cuando su antagonista estuviera agotada e incapacitada de poder defenderse.
La escandinava no paraba de narrar los detalles del encuentro; de como Paula ?La loca? bajo los efectos del alucinógeno no tenía conciencia de la situación en la que se hallaba, y de cómo Rouge se burlaba dejándose atrapar por unos momentos, para después reprimirla con facilidad, mostrándole al reducido público, como su madura y agotada rival, se convertiría fácilmente, en pocos minutos más, en su víctima.
-Dadas las torcidas inclinaciones de los espectadores, todos estaban complacidos por las expectativas que les ofrecería Rouge a partir de ese momento.
-Como tú también ?mi nenita mala?, manifestó la morena, para incentivar a Ebba a proseguir con su disertación.
-Había transcurrido ya un cuarto de hora, tiempo suficiente para quedar definido un combate, para no arriesgar más de lo necesario la integridad física de las contrincantes. Era el momento de detener la lid y anunciar la vencedora, ya sea por abandono o por decisión de la comisión, pero este no era el caso, más aun, ahora que Rouge ya se estaba entusiasmado, iniciando el cruel juego de ?El Gato y el ratón?, aprovechando de mostrarse en cada ocasión cuando ?La loca? se abatía, dejándola recuperarse por algunos momentos, para exhibir lo que tenía, y que podía ofrecerle a su ?Protector? después del encuentro.
-Ebba le comentó entonces, que los efectos de los estupefacientes, iban disminuyendo después de un tiempo, y necesitaban de un momentáneo descanso las mujeres así drogadas, para recuperarse y seguir en el enfrentamiento, situación que favorecía altamente la manera de prolongar el desenlace. Rouge comentaba, que desgraciadamente en esta situación, sus antagonistas no sentían inseguridad ni miedo por el obvio resultado del combate, una lástima, ya que esta incertidumbre en sus rivales, le provocaban un mayor placer, pero a cambio de eso, las muy ingenuas toleraban más el dolor y el castigo, lo que también era muy satisfactorio para estimular sus insanos deleites, los de los fisgones y los de su ?Protector?, al prolongar por más tiempo la exhibición, (revelaba la sueca de esta forma la perversidad de la pelirroja).
-En verdad Rouge es una verdadera perra, dijo la joven Paula, me alegra saber la clase de animal que es, solo deseo estar frente a ella para darle de su misma medicina, sin sentir el menor resquemor, para así castigarla y torturarla hasta el final, mostrándome de la misma forma que lo hacía ella frente a sus rivales incapacitadas para defenderse.
La sueca seguía describiendo como ?La loca? trataba inútilmente de llamar la atención de Karl, a fin de parar el combate, con inútiles resultados, mientras la pelirroja alrededor de la infeliz, comenzaba un sensual y voluptuoso paseo, arqueando sus caderas insolentemente, lanzándole patadas voladoras en cada vuelta que daba, convirtiendo a la infeliz mujer en un mero instrumento para deleitar a su ?protector?, al público, y a ella misma.
Cuando había transcurrido media hora de iniciado el encuentro, (continuaba Ebba con su reseña) Rouge empezó a soltarse el cabello que había tenido cogido todo este tiempo con el cintillo metálico, el que arrojó a los pies del sudamericano, empezando a semejar ahora su melena como la de un león. Siendo esta la seña distintiva, con la que indicaba tácitamente su intención de seguir con la fatídica faena, quiéralo, o no ?La loca?, que ya no podía defenderse, y sus energías le alcanzaban tan solo para poder estar en pie, sin opción alguna frente a la sádica y soberbia Rouge.
-Ahora dime Ebba, entonces como podría continuar el combate Rouge, sin tener a una rival capaz a quien pudiera enfrentar, preguntó Paula.
-Bueno exclamó la escandinava, me parece que no has entendido bien que después del abatimiento de una de las antagonistas en estas luchas no existe la rendición. La ?loca? a decir verdad, nunca tuvo ocasión ni siquiera de provocar un esfuerzo mayor en Rouge, por lo que no sería objetivo formular que podría haber remontado en su accionar, por lo que de ahora en adelante, ?La loca? será protagonista tan solo del inhumano tratamiento a la que Rouge la someterá, complaciendo las peticiones de su protector.
La sueca siempre con la misma descripción continuó exponiendo que en espera de la decisión que tomaría la comisión presente, o sea Karl Hermann, el tipo protector y la rubia asiática, para detener o continuar el combate, Rouge se deleitaba manoseándose, pasando las palmas de sus manos entre sus muslos hasta sus pechos obscenamente, en espera del giro que darían los acontecimientos por la inequívoca decisión de Karl, quien hacía caso omiso de las señales de ?La loca?, lo cual era bien recibido por la perversa Rouge, que expectante, daba como aceptada expresamente la continuación del combate, o de la masacre, tal cual como se le debiera llamar.
-Debo confesarte que Rouge esa noche provocó sensaciones que surgieron desde mis más ocultos desvaríos, los que aun no se manifestaban en su plenitud, presenciando con un nuevo y excitante arrebato la manera en que esta iniciaba la ejecución.
-Ahora sí que se pone entretenida tu historia Ebba, por favor prosigue la animó Paula.
-Asiéndola por uno de sus brazos, la impulsó azotándola salvajemente contra el entramado de tubos metálicos, para voltearla y mirarla fijamente a la cara, la que sangraba copiosamente de nariz y boca, habiendo perdido algunas piezas dentales por el salvaje golpe recibido, quedando algo aturdida, por lo que Rouge la tomó por el cabello, evitando que se fuera al piso, levantándole la cabeza para girársela y mostrárnosla por algunos momentos.
Paula se acomodó en su asiento, apoyando su codo en la mesa y haciendo descansar su barbilla en la palma de su mano, señalando la gran atención que ponía a la narración que hacía Ebba, animándola así a continuar con su declaración, manifestándole:
-Esto se pone muy interesante, por favor dime ¿Cuál fue tu reacción mi nenita traviesa.
-Yo me mantuve solo observando, aclaró Ebba, mientras los demás aplaudieron muy complacidos esta maniobra. Una vez terminados los vítores, ?La loca?, desde su incómoda posición, intentó atrapar del cuello a Rouge, y esta haciendo ostentación de lo poco que tenía que afanarse para evitar la inútil intención, le quitó las manos de su cuello, cogiendo los dedos de la infeliz, y con estudiada parsimonia empezó a doblárselos hacia atrás lentamente, hasta quebrárselos uno a uno, oyéndose el crujir de las falanges, seguidos por los gritos y aullidos de dolor de la martirizada ?Loca?. Seguidamente se dirigió hasta nosotros, consultándonos si queríamos más. Quienes conocían sus torcidos talentos, guardaron silencio, esperando con ansias que continuara su excitante exhibición con uno de sus imaginativos términos de faena, los que ella sabía hacer con lucidas rutinas para regocijo del honorable y respetable público, explicaba la sueca con sarcasmo.
-Tu forma de contar los hechos, me encienden, le dijo la latina, mientras acariciaba por debajo de la mesa las piernas de la rubia muy cerca de su sexo, con la clara intención que esta no parara de describir los sucesos.
Reanudando Ebba con su exposición, detallaba como la francesa se movía, frotándose impúdicamente enfrente de la maltrecha Paula, que apenas si podía sostenerse en pie, viendo como sus manos se agitaban con involuntarias convulsiones, y sus quebrados dedos ya no le respondían.
En otro pasaje Ebba le ilustró la manera en que Rouge frente a ?la loca? pasaba los brazos de esta con fingido desinterés por detrás de los caños horizontales sin tener ninguna oposición por parte de esta, sujetándola firmemente de los antebrazos de cara a ella, para evitar que se desplome, iniciando una serie de duros golpes de rodillas al estilo ?Muay Thai?, en las costillas, abdomen y piernas. El castigo recibido hubieran sido más que suficiente para ocasionar un inmediato desmayo en cualquier tolerante persona, pero gracias a las drogas suministradas, pudo resistir los embates con algunos quejidos durante algún tiempo, luego del cual, la confundida mujer, empezó a tener recién conciencia, aunque veladamente, de su estado y situación. Continuando luego Ebba con su historia:
-Yo observaba atentamente a Rouge cuando miró al sudamericano, quien le hiso una tenue señal, la que acusó echando su cabeza hacia atrás para darse impulso, y presionar a ?la loca? en contra las barras con su abdomen, pelvis y muslos, inmovilizándola totalmente. Paseando luego su lengua por el borde de sus labios, arrastrando la saliva que se le escapaba de ellos, para acumularla en su boca y escupirla súbitamente en el rostro sanguinolento de la latina, a la que tomándola por el cabello, la observó por algunos instantes con la expresión de no estar muy conforme por el trabajo efectuado hasta ahora, pensando seguramente, cómo podría hacer para exhibirse con mayor ensañamiento.
-Entiendo muy bien ahora las expectativas que tienen, o mejor dicho que tenemos, tanto los espectadores como nosotras, al asistir a estos eventos, por lo que tú me cuentas no pueden ser mayores mis ansias a que llegue el esperado momento en que deba intervenir, de tan solo pensarlo me pongo muy cachonda, a punto de venirme, por favor continua Ebba, ¡continua!, insistió la morena.
-Mientras esperábamos la decisión que tomaría Rouge más adelante, y estando impedida la avasallada Paula de escabullirse, mi amiga Rouge le hincaba las uñas en las mejillas con parsimonia y ensañamiento; arrancándole la piel a jirones, torturándola y desfigurando su cara indolentemente, aplastándola con toda su anatomía, en una absurda muestra de fuerza, plena de encarnizado y voluptuoso erotismo.
Paula interrumpió la conversación para recordarle a la rubia que ya era hora de volver a bordo, por lo que se retiraron del lugar que quedaba a pocos minutos del muelle, retomando el camino a este, durante el cual la sueca no interrumpió la descripción de lo ocurrido en el rancho de Florida, de cómo Rouge en su torcida mente, ideó la mejor manera de continuar su rutina para conseguir exhibirse con su aguda y brutal creatividad hasta el fin, volteando bruscamente el inerte cuerpo de su víctima, para atraparla esta vez de espaldas, apresándola entre sus piernas y las barras, aprisionándola obscenamente por detrás como si se tratara de una violación anal, haciéndole así una férrea llave de palanca, aprisionando el cuello de ?la loca?, entre sus brazos y la metálica barra horizontal, teniéndola totalmente a su merced.
-Dime Ebba como terminó este encuentro dijo Paula tratando de agilizar el relato.
-Rouge representaba la apariencia de una magnifica e infernal bestia asesina, estando soberbiamente erguida, esperando la aprobación por parte de los presente, la que no se hiso esperar, como tampoco el final de la narración que hacía la escandinava.
-Rouge luego sin liberarla, manteniendo la presión, representó al principio un simulado acto de penetración sexual, con cadenciosos movimientos pélvicos atrás y adelante, los que se fueron haciendo cada vez más rápidos y reales, hasta que en los últimos meneos tensionó los músculos de sus piernas y brazos, comprimiendo a ?la loca? en un inmóvil y asfixiante abrazo, asociado a leves estertores, experimentados por ambas mujeres, una por la sufrida agonía y la otra por el deleite epicúreo de subyugarla, esta última mantuvo el mortal abrazo durante más tiempo del necesario, el silencio era casi total, solamente interrumpido al comienzo por las quejas de la martirizada Paula, las que se fueron silenciando poco a poco, y finalmente por la enardecida y lujuriosa respiración de la salvaje y soberbia Rouge, quien bañada en brillante transpiración liberó después de prolongados momentos, a la ya fenecida Paula que se abatió pesadamente a sus pies.
-¿Esta es la forma en que usualmente terminan estas presentaciones?, preguntó Paula para provocar en Ebba otros comentarios al respecto.
-Bueno, así es efectivamente, por supuesto con las evidentes variables que cada una
de nosotras aportamos en nuestros números, corroboró Ebba, para agregar a continuación:
Momentos después Rouge abandonó el lugar, no sin antes mirar con indiferencia el resultado de su faena enjugándose la transpiración de su rostro con el reverso de su puño, mientras iba poco a poco atenuando el ritmo de su sonora respiración, para finalmente lanzar un grueso escupitajo sobre la exánime mujer, dejando de manifiesto el desprecio por quienes eran víctimas de sus viles instintos y abyectas inclinaciones, manifestándolas fría e indolentemente frente a todos los presentes.
-¿Cuál fue la reacción del individuo sudamericano?, ?preguntó Paula.
-En realidad, el sujeto tuvo una reacción muy poco usual en estos casos, expresó Ebba.
-¿Quedó complacido con esta presentación, o no?, ¿le solicitó después los particulares
servicios a Rouge? preguntó ansiosamente Paula.
-Tú sabes, con este desenlace lleno de perversa sensualidad, para quienes son adeptos
a estas exhibiciones, esperaba mucho más del tipo sudamericano, quien extrañamente aceptó
con un moderado aplauso la estupenda presentación hecha por Rouge, le reveló Ebba.
-Qué extraña la reacción de este individuo, comentó Paula, luego de las peticiones que le hiso a la complaciente Rouge.
-Siendo yo partidaria de estos juegos con brutales desenlaces y bisexual, agregó Ebba,
cuando se trata de sexo duro, prefiero compartirlo con mujeres, y en este caso Rouge me
había excitado totalmente, revelándome esa noche, lo más siniestro y malvado de su
naturaleza convirtiéndome desde entonces en su compañera y amante hasta hace poco tiempo, pero ahora, ya no me atrae y necesito otra hembra que me entusiasme y me satisfaga, creo que me entiendes mamita.
-Amiga mía dime ¿Que pasó luego con la loca, fue su final o se recobró, le preguntó Paula.
-La verdad es que después de aquella noche no volví a verla más, contestó Ebba, aunque
no creo que haya sobrevivido a esa clase de castigo que sabía administrar Rouge, por lo que se
jactaba diciendo que sus rivales tenían su último combate cuando se enfrentaban a ella.
Paula no tuvo que afanarse mucho para conseguir que Ebba continuara con esta historia.
-Rouge aunque un poco decepcionada, recibió un bono extra por parte del generoso tipo,
creo que ella quedó herida en su vanidad, agregó Ebba, al no lograr excitarlo suficientemente
con su presentación, este al parecer exigía más para ser entusiasmado, según me confidenció
ella más tarde, prefiriendo alejarse del salón conversando animadamente con el turco Osman,
antes de disfrutar las especiales atenciones de Rouge.
-Entiendo, por lo que hasta ahora me has contado; que lo usual, y la razón de estas previas
sirven para estimularse con la vencedora asesina, quien se expone frente ellos para que mas
tarde soliciten sus especiales oficios a fin de que estos consigan consumar sus ansiedades,
pero este individuo no requirió sus servicios, al menos, es como entiendo el relato que tú me
has contado hasta ahora, ¿No es así?, le dijo la morena.
-Exactamente, como tú lo dices, le confirmó Ebba, Rouge debía descargar toda esa lujuria
salvaje para terminar de gozar plenamente, fue entonces cuando me le ofrecí para satisfacer
todos sus caprichos, iniciando este vinculo con ella, satisfaciéndola en toda clase de sufridos
castigos, los que te aseguro soporté muy a gusto, me había enardecido a tal punto, que sentía
imperiosamente la inclinación por cambiar mi habitual rol, sentí incontrolables deseos de ser
la parte pasiva y disfrutar ser castigada por la sádica e insatisfecha Rouge, en lo cual esta era
una experta en este tipo de relaciones tortuosas.
-Siempre me consideré solo una sádica, mas ahora, quería ser sometida, había hallado a la
mujer que me hiciera sentir su sirvienta y esclava, deseaba satisfacerla, complacerle todos sus
caprichos y ahora que el sudamericano la había rehusado, este era el momento ideal en que
tenía que insinuármele.
Paula la interrumpió preguntando por este hombre, más que todo por conocer su nombre,
el que podría tener alguna relación más íntima en esta situación pensó, insistiendo en porqué
no tuvo un intimo encuentro, con la francesa luego que hubo invertido su dinero y tiempo.
-Bueno dijo la sueca, ya que lo preguntas creo que él nunca tuvo el deseo de relacionarse
con Rouge sexualmente, noté que a este le interesaba más ver como sufría a ?La loca?, creo
que el gordo se satisfizo tan solo observando el castigo, me parecía a ratos que era un sádico
sodomita, para terminar diciendo, bueno de todas formas no se nos paga tan bien como para
cuestionar a nuestros generosos ?protectores?, sino para satisfacer sus caprichos.

-Poco antes de llegar a la embarcación que ya divisaban a unos cincuenta metros Paula
se dirigió nuevamente a su interlocutora, para decirle:
-Termina con tu historia, antes que lleguemos hasta el yate, tal vez no tendremos una oportunidad mejor que esta para conversar, aunque espero que sean muchas más mi ?bella niñita?, le señalo la hábil Paula, para que esta terminara con su narración.
-Aquella noche Rouge consiguió estimularme más que cualquier hombre o mujer que
hasta ese momento había conocido. Estaba soberbia y altiva al salir del cuadrilátero, deseaba
su cuerpo, me provocaba adorarla mientras la miraba infligiendo esos dolorosos tormentos,
me sentí hechizada por ella, deseaba dejarme seducir por su mirada, sabía que iba a llevarme
a sentir placeres inimaginables, una hembra que disfrutaba martirizando a las personas, más
tarde supe que ella a su debido tiempo, deseaba ser sometida y castigada también.
-Cuando llegaron a la altura del muelle, en donde estaba el yate, observaron a dos de las chicas que estaban en la popa dándose baños y zambullidas, sobre la cubierta las dos mujeres ?Castigadas? Seba y Rouge tomaban el sol, mirando a Paula y a Ebba que llegaban, ahora como la relación entre ellas, no era un misterio, más bien era un secreto a voces, Paula besó en la boca prolongadamente a la sueca, provocando abiertamente a Rouge, de la cual ya tenía información del tipo de hembra que era, demostrándole que no le tenía temor alguno.
Como a las diecinueve horas el capitán Theodoridis, reunió a las invitadas y a la tripulación, para decirles que el crucero continuaría con solo tres miembros de la tripulación:
El segundo de a bordo el ingeniero Hans, Manuel el cocinero y yo quien les habla. Estamos a menos de doce horas de navegación para llegar a la isla Spintria, por lo que les pido su cooperación durante el corto tiempo que nos queda por delante, la rutina será la misma, excepto que esta vez no contarán con sus asistentes. En cuanto a la atención por parte de Manuel, este no tendrá inconvenientes para las comidas en el breve tiempo que nos queda por delante, además hago la recomendación, para que cada una de las invitadas ocupe solo los camarotes asignados, para así conservar las buenas relaciones.
Una vez dicho esto se despidió de los tripulantes que bajaban del yate, donde uno de ellos soltó amarras lanzándolas al piso de la cubierta, para hacer después señas de despedida a los que continuábamos en la travesía.
Esta última noche, el capitán Theodoridis congregó al resto de la tripulación del navío y a las pasajeras, que entre todos no llegaban a un par de dígitos, para darle las indicaciones de cómo tenían que proceder al llegar a la Isla.
Lo reducido de la dotación en el último trayecto tenía como finalidad mantener en reserva las actividades de la entidad y el emplazamiento de la isla, manteniendo solamente a los empleados de mayor confianza, como lo eran: Theodoridis, Hans y Manuel.
Esta última noche en que la luna empezaba ya a menguar Ebba y Paula subieron a cubierta, la primera le describió la isla; su extensión, construcciones, acceso, y las personas que ahí encontrará, de la misma manera trató de describir al enigmático Karl Hermann, sus excentricidades y su relación con los demás invitados, cuando la escandinava estaba en esto último, Paula le interrumpió para preguntarle por la asiática a la que había mencionado.
-Kim creo que la llamaste ¿no es así?
-Así es le contestó Ebba, ese es su nombre, ella es germana asiática, que es como le agrada que la individualicen, y es la compañera, amante, e hija de Karl y una mujer coreana llamada ?Sumin? la que fue su concubina, y más tarde su esposa creo, una de sus favoritas algunos años atrás, no me preguntes más al respecto, ya que para mí esta relación es un enigma, aun cuando soy una de las concurrentes predilectas y habituales en sus tertulias más privadas, lo que sí te puedo expresar que es un honor ser considerada dentro de este círculo más íntimo, Rouge también lo fue hace un tiempo.
-Afortunadamente para el resto de la travesía, no se tuvieron que tomar medidas especiales para vigilar el comportamiento de las mujeres, especialmente de Rouge y de la africana somalí Seba, por lo que la escasa tripulación se dedicó a sus tareas habituales, no teniendo que descuidarlas, para hacerse cargo de esta otra ocupación.

Eran las seis horas del día lunes cuando llegaron al ?Fuerte Spintria?, echando anclas frente a una angosta orilla de playa de unos treinta metros de extensión; rodeada en todo su perímetro inmediato por rocas, haciendo imposible el acceso por sus costados. A un extremo de la playa existía un pequeño atracadero de piedra, junto al que flotaban unos botes con motores fuera de borda, distanciado de ahí a unos cincuenta metros desde la orilla, estaba la zona máxima de calado, en donde habían fondeado la embarcación, donde se encontraban dos más de similares dimensiones.
Uno de los botes salió al encuentro de los pasajeros, mientras estos terminaban de arreglar sus pertenencias. En el primer viaje abordaron Seba, Rouge, Hans y Manuel, ?los dos últimos iban como custodios de las castigadas?. Después de dejarlos en el muelle, el piloto regreso al yate unos minutos más tarde, abordándolo esta vez; Paula, Ebba, ?Killar?, ?Sadie? y Theodoridis el capitán, llevándolos hasta el muelle, en donde esperaban los demás.
Junto al grupo que desembarcó primero, estaban dos altas mujeres ataviadas con vestimentas de cuero negro, equipadas con un bastón, una daga y un arma de fuego al cinto, al más puro estilo de las mujeres espías de una película de acción, esto ratificaba la exposición que le había hecho la sueca en alguna ocasión a Paula, sobre las caras excentricidades de Karl Hermann, de sus gravosos juegos y fantasías, las que compartía con sus asociados, en estas clandestinas funciones encubiertas como competencias deportivas.
Las dos mujeres dada su intimidante indumentaria, no tuvieron problema en hacerse cargo de la custodia de Rouge y Seba, conduciéndose con hosca y agresiva actitud, apoyadas por Manuel y Hans, quienes fueron trasladadas a su lugar de reclusión, en un sector de la villa, al final de un extenso pasillo; el cual tenía por ambos lados apartamentos, cuatro mayores a un lado y seis menores por el otro. Entorno en el cual debió existir originalmente un antiguo ?fuerte?, y luego posiblemente un refugio para marinos, sobre cuyas antiguas ruinas se levantó esta villa.
El recinto en que acabaron detenidas estaba aislado de las otras habitaciones, era un celda frente a un jardín que se erguía entre unas rocas, sobre las cuales unas escalinatas de piedra caliza subían hasta los aposentos privados de Karl y Kim, en los cuales, un vigilante armado cuidaba el ingreso; un fornido eunuco africano, al que llamaban ?Lothar?, el que también hacía las veces de valet incondicional y guardaespaldas personal de Kim. A un costado del parterre se ubicaba el salón de los ?Eventos? que daba frente al mar, el que le había descrito detalladamente Ebba en algún momento a la chica latina.
La sueca le explicó a Paula que los cuatro apartamentos mayores eran ocupados por las participantes ?Superiores?, unas seis que por lo común venían a los torneos, el mejor y el más grande para las más privilegiadas, los otros seis que dan al frente son ocupados por participantes ?inferiores? o ?ratas?, y por el personal de servicio, pero solo durante el periodo que duran los juegos.
-Al final del pasillo frente al jardín y al lugar de reclusión, están las habitaciones de los invitados, o bien de los ?Dirigentes deportivos?, decía esto la rubia mientras se desvestía para tomar una ducha.
-Quítate tú la ropa también Paula bañémonos juntas.
-¿No es algo pequeña la ducha de este baño como para las dos?, le dijo Paula
-Hay que ahorrar agua, pues es escasa, ?Dijo Ebba en tono de humor, con una risita?.
El comentario implicaba una situación real, ya que en estas pequeñas islas, es muy escaso el preciado líquido y el que sacan de los pozos, junto a las pocas lluvias que caen en esta época del año, alcanzan solo para el consumo de un pequeño grupo de personas, por lo que deben traerla, entre otras provisiones; en lanchones cisternas de modo regular, para distribuirla por medio de bombas y ductos desde el dique a unas cisternas, durante al menos los meses más calurosos, más todavía cuando llegan un mayor número de personas a estos eventos de las que comúnmente habitan en ella.
Esta misma explicación que le dio Ebba a Paula para ilustrar en qué condiciones se desarrollan esta y otras labores en las islas mediterráneas en cuanto a la escasez de agua, aun cuando poco o nada le importaba, le sirvió más bien como un válido pretexto para un sensual encuentro bajo la ducha.
Una vez que se hubieron refrescado y ?todo lo demás?, se dispusieron a reposar, mientras lo hacían, alguien golpeó a la puerta, la rubia que aun estaba desnuda la abrió, era Pierre Dupont que ya se hallaba en la isla, este saludó amablemente a ambas mujeres:
-¡Hola!, ¿Como están?, veo que ya se conocieron, según me informó el capitán Theo, expresando luego gentilmente unas palabras de bienvenidas, esperando una respuesta por parte de las mujeres.
-Así es le confirmó Ebba alegremente satisfecha, ¿A qué se debe tú grata visita Pierre?
-Vengo a informarles que a un costado del embarcadero y bajo una marquesina, si lo desean, estarán dispuesto refrigerios y comidas para servirse, ya que en la isla no hay servicio de habitación, añadió esto con un dejo de humor. A continuación les notificó que Karl Hermann y su compañera Kim acababan de llegar a la isla, al parecer en un hidroavión, y que a eso de las veinte y treinta horas se reunirán en el salón principal, el que se ubica en donde termina el pasillo, como ya te deben haber informado ?mon chérie? Paula, y como tú eres nueva en estos certámenes, (especificó el francés), de igual modo te documentaré que es el lugar en donde se efectúan y se planifican los eventos, siendo este el motivo principal por el que todos nos encontramos aquí.
-Así es Pierre, le contestó Paula, ya me han instruido al respecto casi de todo, y por la mejor instructora y guía, le sonrió, girando la cabeza para indicar a Ebba.
-Me encargó el señor Hermann, les hiciera llegar la sugerencia de lucir ataviadas muy sensuales y atractivas para la ocasión, es todo lo que debo comunicar? ¡ah!... Ebba tengo una nota para ti de Kim, éste sacó del bolsillo de su camisa un sobre, el que extendió a la aludida, agregando además, me pidió que te informara que durante la tarde te comunicaras personalmente con ella, luego el varón se despidió, retirándose cortésmente.
Ebba tomó el sobre, extrayendo del interior una postal que ojeó en pocos segundos y que pasó trivialmente a la morena, quien leyó un mensaje que tenía escrito en manuscrito escuetamente: Esta noche ?Gladiadoras & esclavas?.
En la isla, como en todos los eventos que se hacían, se tenía prohibido comunicarse por algún sistema telefónico, sea celular, satelital o por otro sistema, los únicos que podían efectuar llamadas pero no recibir; eran Karl y Kim, aunque podrían hacerlo eventualmente Dupont y Theodoridis, siempre y cuando lo ameritaran forzosamente las circunstancias.
Una vez que se hubieron vestido, las dos chicas se dirigieron directo a la marquesina mencionada junto al muelle para comer algo, era un local de estilo rústico pero cómodo, ahí se encontraba el conocido y gentíl Manuel con otros empleados de la isla, a quienes saludaron, para luego tomar el menú que le ofrecieron, después de merendar y disfrutar un breve paseo por las inmediaciones, subieron hasta sus habitaciones, desde donde Ebba se despidió de Paula, siguiendo de largo para dirigirse a las dependencias privadas de Kim, tal como le había notificado Pierre esa mañana. Por lo que la chica morena decidió tomar una placentera siesta, esperando el regreso de su amiga.
Al atardecer llegó animadamente Ebba de su reunión con la enigmática Kim, diciéndole a Paula que tenía un plan para antes de ir a la recepción.
-Primero comeremos algo en el embarcadero, para después ir a ver a nuestras amigas que están en prisión, ¿Te parece?
-¿Qué sentido tiene hacerlo? preguntó Paula.
-Bueno, como tú deberás saber, disfrutar antes, durante y después de los encuentros, ¿Entiendes?, le dijo la escandinava, prosiguiendo con la explicación:
-Antes, debes asustar a tu rival, ella te debe temer, su miedo debe nutrirte, eso lo aprendí de la mismísima Rouge, créeme que es muy estimulante hacerlo, entonces sí podrás darle de su propia medicina.
-Durante el enfrentamiento, ni que decirlo, el momento de la verdad llega cuando desahogas todas tus reprimidas ansias de castigar y vejar sin límites a la infeliz a quien convertirás en tu víctima, en este caso Rouge.
-Después del combate; no sé si en tus experiencias anteriores, sentías la imperiosa necesidad de prolongar todo ese deleite, terminando por satisfacerte una vez que hallas encendido en cada fibra de tu cuerpo el deseo de ser adorada en premio a tu excitante y despiadado desempeño, de poseer y ser poseída, consumando de esta forma el deleite final que tu cuerpo reclama.
-Lo de antes y durante lo entendí muy bien, ?formuló Paula?, pero explícame mejor aquello del después.
-Y bueno, el Después ?sonriendo la rubia explicó?; en las veladas que realizan Karl y sus íntimos, es lo más parecido a un ?Pandemónium infernal?, en donde el significado de orgía, sobrepasa la imaginación de las mentes más corrompidas.
-Entonces el ?Después?; es cuando se hace necesaria una de esas tertulias, si mal no entiendo, para compartir finalmente todos esos momentos, ¿no es así Ebba?
-¡Oh si!, me encantan esas reuniones, respondió la entusiasmada escandinava, y estoy segura que a ti también te van a gustar, si tienes la oportunidad de ser invitada.
-Ya veo dijo Paula, como eso de ?Amazonas y esclavas?.
-Es muy similar querida, pero ese, es otro ?Jueguito?, le corrigió Ebba, el de esta noche se llama, ?Gladiadoras & esclavas?, ahora vístete lo mas perra que puedas, que yo haré lo mismo, para que nos luzcamos en esta reunión preliminar que tendremos junto a Karl y sus amigos, no te olvides que ellos disfrutan solo con las mujeres más despiadadas y agresivas. Pero antes, ya sabes, iremos al calabozo a atemorizar a esas miserables.
Las dos mujeres, luego de cenar en el muelle, dejaron sus habitaciones vestidas con trajes muy ceñidos, ambas con tacones y por cierto con todo desparpajo, para mostrar lo que tenían, Ebba lucía un corto vestido rojo, abierto a un lado, dejando ver su bronceada y tonificada figura, mientras la morena llevaba una cortísima prenda oscura, abierta también bajo la cintura, descubriendo y exhibiendo sus bellas y largas piernas.
Eran aproximadamente las veinte horas, ya terminaba de anochecer, cuando las dos mujeres salían de sus aposentos para caminar hasta el final del pasillo.
El sonido de sus tacos en el adoquinado alertó a una mujer de ceñuda mirada, y de unos cuarenta años, que estaba de guardia junto al calabozo, la que frente a ellas, les cercaba abiertamente el paso, advirtiéndoles enérgicamente:
-Nadie puede visitar a las detenidas.
-Hazte a un lado mujer estúpida o quieres que te arroje a los acantilados, le dijo Ebba.
La mujer aludida tomó el bastón que llevaba, con la clara intención de querer usarlo en contra de la sueca, pero ágilmente esta se lo arrebató antes de poder terminar de levantarlo y con la otra mano la agarró vigorosamente del cuello, diciéndole:
-¿Creo que no me conoces imbécil, o si?, la agredida mujer le respondió con temor:
-Sí,...sí, sí la conozco.
-Bueno deberías saber que no estás en condiciones de dar órdenes a quienes pueden revolcarte, le dijo la nórdica, ahora retírate y déjanos pasar a ver a estas necias recluidas, y desenfadadamente caminaron al interior de la prisión, a la vez que tiraba lejos el garrote que le había arrebatado a la timorata y madura guardia.
La sensual y rítmica resonancia de los tacones de ambas mujeres en el duro pavimento al caminar las precedía sonoramente, por lo que las dos detenidas estaban ya sobre aviso del acercamiento de unas visitas, poniéndolas sorpresivamente en alerta a las ya angustiadas mujeres, añadiéndoles más estrés a sus impacientes estados, produciéndose desde ese momento, el efecto deseado, tal como lo había dicho Ebba; ocasionarles miedo antes del combate.
-¿Como están?, las atienden bien aquí chicas, exclamó la rubia con su típico tonillo escandinavo que retumbó por todo el lugar cuando aun no alcanzaban la reja que las aislaba del resto del conjunto.
Las dos mujeres confinadas, sin estar sorprendidas miraron a las inesperadas visitas.
-Para que vienes Ebba, seguramente para atormentarme con tu nueva amiguita ?le dijo Rouge?, ella ya te conocerá bien; debe saber de las intrigas de las que estoy enterada desde hace un tiempo, y como te prestas para hacer desaparecer mediante ?El castigo?, a quienes están al tanto de ciertas situaciones que molestan a Karl y a sus cercanos, de cómo las adecuas a estos eventos mediante tus alevosas mentiras, y la forma en que alteras la verdad de los hechos, vamos cuéntale a cuantas has eliminado incitándolas injustamente al castigo, ni aun las más cercanas a ti se han escapado de tu perversidad y falsedad, hay que estar demente para estar contigo, estás enferma de la cabeza, incluso más que yo, lo que es mucho decir, aguarda que salga de aquí, y apelaré a la comisión, y una vez que me de otra oportunidad Karl, te enfrentaré, y te mataré, traidora intrigante, terminó diciendo muy convencida la alterada francesa.
-No puedo estar más ansiosa, estaré esperando que llegue ese momento dijo Ebba
-Ahora tenemos un acuerdo entonces, le contestó Rouge.
-Tendrás dos arduos acuerdos, le corrigió la rubia, porque deberás enfrentarte primero
con mi amiga Paula ?La furia latina?, que te desafiará de acuerdo a las facultades que tiene, y
no creo que quede suficiente de ti, luego que ella termine contigo, seré su ?Protectora?, para
sugerirle de cómo tendrá que proceder durante el combate, aunque creo que no necesitara
de estos consejos, puesto que ella es muy lista al respecto, ¿O no querida?, le preguntó a
Paula, que estaba al margen de la charla hasta ese momento, a lo que esta manifestó:
-Será mi debut y tu final Rouge, espero que procedas de frente, y no por la espalda,
como la otra noche, y te comportes con mucha más dignidad cuando llegue el momento de
nuestro inevitable encuentro, terminó diciendo Paula, luego Ebba interrumpió diciendo:
-Aquí tenemos a otra más que usa las malas artes, cuando no lo puede hacer en buena
lid, te estoy hablando a ti, negra, tramposa y cobarde, ahora no te daré la oportunidad de que
contamines mis bebidas, esta noche nos reuniremos con la comisión y se expondrán nuestros
retos, estoy decidida a enfrentarte, lo único que lo impediría, sería que Karl no lo autorizara,
lo cual sería muy lamentable, al oír esto último la africana pensó que se abría la probabilidad
de cancelar el probable combate, por lo que levantándose ansiosamente del camastro en
donde había estaba sentada, titubeando atolondradamente preguntó:
-¿Y cómo sería?eso?, tú renunciarías al reto y podría suspenderse el combate.
-¡No! le corrigió Ebba, igual tendrías que combatir pero con otra adversaria, hay una sola persona que puede evitar estos desafíos, Seba con la voz entrecortada y ansiosa se apresuró a preguntar, obviamente para conocer al parecer una mejor opción.
-¿Quién es esa persona?
Ebba hiso una gran pausa antes de responder, manifestando al final:
-La persona es..., Kim, quien tiene por hábito, tomar los retos que se le niegan a la agredida retadora.
-Seba se mostro nerviosa y con su voz trémula, casi musitando dijo: O sea que si tú?, no eres mi rival, tendré que enfrentarme a?, Ella? ¿No es así?
-Efectivamente, sí, así es, le respondió Ebba.
Al oir esta lapidaria afirmación, la somalí inclinó su cabeza, tomándosela con ambas manos y apoyó los codos en su regazo, haciéndose un silencio total por un momento, hasta que la rubia con voz sarcástica y burlona exclamó con su particular acento:
-Seba pero ¿porqué tan callada?, al parecer creo que le temes más a Kim que a mí.
La somalí conocía el mortal proceder de la oriental en sus presentaciones, Ella no tenía que pedir autorización para acabar con sus rivales de la manera más disoluta y cruenta imaginable, era la reina de las perras, si bien todas las que llegan a estos eventos lo son, estas últimas eran discípulas aprendices de las técnicas usadas por Kim, siendo tan solo una velada copia del inhumano proceder no solo en estas lides, sino que en el quehacer usual de la perversa germana asiática.
Insistiendo con el mismo modo de relacionarse con las detenidas, Paula y la escandinava
continuaron con las intimidaciones por algunos momentos más, hasta que dejaron el lugar,
gritándoles todo tipo de obscenidades e insultos mientras se alejaban, para encaminarse hacia el salón, cuando ya casi era la hora señalada para la convocada recepción.



(Cap. 4°: ?Spintria?, la isla de los placeres sádicos)


Eran las veinte y treinta cuando las participantes e invitados entraban al salón, en cuya periferia se ubicaban cómodos asientos donde charlaban animadamente algunos invitados. Al otro extremo del salón se concentraban las participantes al evento; además de las que llegaron junto a Paula en el yate, se encontraban, Dae una atlética coreana y Elke una esbelta y fornida alemana, todas muy atrevidas, luciendo más epidermis y maquillaje que vestuario, esto último potenciaba la naturaleza fetichista y provocadora de sus personalidades, como ajustados y reducidos vestuarios, mayormente confeccionados con metales y mucho cuero, destacando los colores bien definidos, principalmente el negro, rojo, y marrón, conduciéndose con desvergonzadas y sugestivas actitudes frente a los visitantes, capaces con sus miradas de seducir y matar, especialistas en esto último, en lo que se especializan y lo que mejor saben hacer, lo cual en estas reuniones, no disimulan para nada, y muy al contrario, es la ocasión propicia para lucir esta tendencia, siendo su principal carta de presentación.
Los invitados, en esta ocasión eran seis personas, cantidad que usualmente se reunían en cada una de estas sesiones, quienes miraban con prudencia pero sin disimulo a las mujeres, eligiendo seguramente a sus favoritas, ellas se saben muy bien observadas, y su presencia en estos juegos constituye la principal atracción; bellas fieras, ansiosas por entrar en la arena, las que pueden ser apreciadas en insólitos y sangrientos enfrentamientos, estimulando a quienes se deleitan con estas exhibiciones, como asimismo de sus exclusivos servicios, los que pueden adquirir después de las primeras motivaciones que provocaran en la arena de combate.
Los más inaccesibles y torcidos placeres imaginables, todas las fantasías prohibidas para el común de las personas, en esta isla y en otros escenarios similares, son posibles para este peculiar y limitado grupo de ricos y poderosos hombres y mujeres, que detentan el poder, los recursos y las licencias, como para disfrutar sin problema alguno, sus inusuales tendencias en estos paraísos de prohibidos placeres.
Cuando eran pasadas las veinte y treinta horas, unas solicitas criadas servían cocteles a los invitados que esperaban la llegada de Karl y Kim. Habían pasado cinco minutos desde que habían ingresado al recinto, tiempo suficiente como para que examinaran a las muchachas participantes y estas a su vez para mostrar lo que podían ofrecer por el momento, luego de lo cual, se produjo la entrada de los anfitriones.
El primero en ingresar fue el turco Osman, de quien Ebba le había hablado a Paula, junto a él Dupont que anunció la llegada de los anfitriones Karl Hermann y Kim, quienes lo seguían más atrás, caminando hasta llegar al centro del salón.
El salón en cuestión básicamente estaba formado por un muro curvado de unos tres metros de altura y unos ocho metros de diámetro, al medio de este, un anillo menor inscrito con una circunferencia de cinco metros aproximadamente, limitando toda su periferia un pasamanos de brillantes caños de bronce, del mismo material un pequeño y levadizo antepecho que de ser necesario se levantaba para permitir el acceso, como en este caso, por donde entraron los anfitriones, el suelo era de arena cuarzosa de un tenue tono azulado. Anexo a esta aula se hallaban otros espacios que complementaban la funcionalidad del particular recinto. Evidentemente aquí era donde se hacían los encuentros, por lo que los asistentes a estos, lo denominaban con cierto sentido de la importancia y el interés que representaba esta estructura dentro del conjunto, como: ?El anillo de oro?.
Kim era la mujer que más llamaba la atención, inclusive por sobre las participantes, y las invitadas, una belleza excepcional, con el poder de estimular los más ocultos y reprimidos instintos de cualquier varón o mujer. Por sus genes asiáticos; Ojos rasgados, de contextura atlética, de cabello lacio y brillante, y por su herencia germana; alta, espigada, de ojos grises, cabello rubio y largo. Vestida con una ajustada y escotada tenida metalizada de lycra azul, andando con altivez, como una soberana entre sus súbditos, una hermosa hembra, misteriosa, y deseable.
Para Paula era difícil comprender la relación entre el alemán y Kim, aun con su formación más que liberal, le costaba asimilar lo de amante de Karl e hija del mismo con una mujer
coreana llamada Sumin, quien fue su amante y también compañera con la que compartía estos prohibidos juegos hasta hace unos quince años, cuando Kim la reemplazó, todo esto según le había confidenciado brevemente Ebba. Siendo este el tipo de relatos que gustaba de narrar comúnmente la escandinava.
Karl los saludó y les dio la bienvenida desde el centro del circulo, tanto a los invitados, como a las muchachas participantes, estas últimas se acercaron a los primeros, a medida que estos las solicitaban con leves señales, Ebba se acercó a Osman, Killar y Elke socializaban con un par de hombres, los que eran aparentemente antiguos conocidos, entre tanto Dae lo hacía también con una pareja formada por un individuo cano, y una mujer más joven, Paula fue abordada por otra invitada, pero esta se hiso la desentendida y sonriendo cortésmente la esquivó, prefiriendo estar a un costado para investigar y estudiar a los concurrentes, y muy especialmente a la hermosa y misteriosa germana asiática, como asimismo familiarizarse con todo este entorno.
Sadie la bella sordomuda americana, se acercó a los anfitriones, que con señales de manos, y gesticulaciones propias de su limitación física, se esforzaba en comunicarse, especialmente con Kim, con quien parecía tener una especial afinidad, esta con sutiles e indiferentes movimientos de cabeza, y sin mirarla, acentuaba altivamente, señalando en forma displicente, que le entendía, sin ponerle mayor atención, probablemente todo este esfuerzo que hacía la americana era para pedirle que intermediara por ella, al momento de programar las duplas de contendientes, que amenizarán las veladas, ya que estas eran las solicitudes que se le hacían frecuentemente, tanto las chicas lidiadoras, como los asistentes, cuando se les daba la oportunidad de convenir con ellos.
Transcurridos algunos minutos Dupont se dirigió a los presentes:
-Nos complace anunciar nuestro programa de enfrentamientos ?Deportivos?, exclusivamente entre mujeres, serán cinco las veladas, arrancando desde hoy día lunes hasta el viernes, donde nuestras gladiadoras darán lo mejor de cada una en su esfuerzo por llegar a ser la número uno del ranking.
Mientras Sadie insistía en llamar la atención de Kim, Ebba por su lado tenía mejores resultados, compartiendo sin problemas con Karl, solicitándole con toda seguridad, que tomara en cuenta los desafíos hechos por ella y su nueva amiga Paula, ya que a una señal de este, Pierre hiso un alto en su alocución, para acercarse al teutón, quien le dijo algo al oído, y le pasó una breve nota escrita con anterioridad, para luego seguir con la presentación:
-Las participantes son ocho, dos combates por jornada, los primeros en programarse serán los desafíos por medio del ?Castigo?, el primer encuentro, a las veintidós horas de esta noche, será por parte de Ebba ?La pantera rubia?, clasificada tercera en nuestro ranking, que desafía por medio del ?Castigo? a Seba ?La pantera Negra?, ubicada en el segundo lugar.
En ese momento, la nórdica buscó con la mirada a Paula, haciéndole un breve guiño, indicándole sin lugar dudas, que había conseguido incluir sus desafíos en el programa, según lo habían planeado.
-Más tarde el segundo encuentro será entre Killar ?La asesina?, cuarta en el ranking y Sadie ?La muñeca americana? en quinto lugar, quien pretende escalar posiciones. Para mañana habrá una nueva participante; Paula quien desafiará a la madura Arpía roja, más conocida como ?La Harpie Rouge?, asimismo por medio del castigo, combate que se anotará como el primero del martes, el segundo será entre Dae, ?La guerrera coreana? rankeada en sexto lugar y Elke ?La hiena nazi? ubicada en el séptimo lugar, los enfrentamientos para las sesiones venideras se darán, según sean los resultados obtenidos en estas dos primeras noches de competencia.
Las miradas de la nórdica y la muchacha latina se volvieron a cruzar, la morena estuvo en esta oportunidad más sonriente aun.
Luego de escuchar toda la programación, cuando eran las veintiuna horas, con la facultad que le otorgaban las normas de la organización, Ebba expuso sus exigencias a la comisión, en desmedro de la castigada Seba: Esta deberá combatir desnuda, esto se hace al menos por dos motivos; primero para evitar que pueda ocultar algún tipo de arma entre sus atavíos, y por otro lado el efecto sicológico que les ocasiona, al exponerse desnuda ante su rival y la asistencia, lo que produce una ventaja más para la retadora, si a esto le sumamos privar de la defensa que aportan cierto tipo de indumentarias, la castigada está en evidente desventaja con respecto a la retadora, las que generalmente van protegidas con vestimentas de cuero y metal, sirviéndole naturalmente estos elementos para causar daño, como para evitar con estos, que las coja su adversaria, siendo muy efectivas también para impedir y atenuar los golpes, y por supuesto para intimidar a su rival. Otra de las exigencias es la de cortar y limar romas las uñas de pies y manos a la ?castigada?, lo que también se hiso en este caso. Además exigió que se le tapara la boca con una mordaza de cuero, similar a la usada en el film ?The silence of the lambs? por el personaje Hannibal Lecter, a fin de evitar mordeduras, acciones muy recurrentes en este tipo de encuentros, sobre todo cuando la castigada está en desventaja total y tiene que usar los pocos recursos con los que puede disponer para poder defenderse.
Eran pasada las nueve y cuarenta y cinco de la noche, cuando Ebba pasó por detrás del salón, para entrar en unos camarines donde se hallaban los atuendos de lucha personalizados para cada una de las chicas, según sus exigencias, gustos y las estimulantes reacciones que quisieran producir en los fanáticos del fetiche, y como es de suponer, diseñados para infligir el mayor daño posible a su antagonista.
Minutos antes de las veintidós horas, Karl y Kim dieron instrucciones a Pierre, quien se dirigió a las guardias que estaban ubicadas tras las puertas de acceso, quienes abrieron ambas hojas, apareciendo en el umbral de la entrada Seba, desnuda y amordazada, flanqueada por las dos mujeres confiadas a su custodia, las que pasaron directamente al ?Anillo de oro? en el centro del salón. Seis visitantes, además de Karl y su comitiva recibieron con un abucheo a la africana, quedando escoltada y a la espera de Ebba, la que fue proclamada con una fanfarria de clarines y trompetas al estilo de los filmes de gladiadores, ritmos marciales que fueron preparados previamente desde un equipo de sonido muy bien sincronizado. Una vez que se acalló el sonido de los clarines, Pierre se dirigió a los entusiastas presentes:
-Señoras y señores para mí es un verdadero privilegio, presentarles a una de nuestras más caras combatientes, ubicada por ahora en el tercer lugar, pero no me cabe la menor duda que esta noche se subirá al podio, para ubicarse en el segundo puesto de nuestra clasificación, me refiero a la que ustedes han hecho su favorita: ¡Ebba! ?La pantera Rubia?, vaticinio con que aduló sin disimulo alguno a Ebba, en desmedro de la africana Seba.
Al terminar la presentación el público irrumpió con gritos y aplausos de beneplácito, a la vez que en la otra esquina del salón, surgía mostrando su estatuaria figura, la soberbia y bella escandinava, maquillada como una maligna deidad del mal, vistiendo una indumentaria de gladiadora en cuero negro, con agudos metales adheridos, todo el conjunto muy corto y ceñido, lo que le permitía lucir su hermoso y fornido físico. Además de una espada corta y un escudo del tipo traciano, su cabello dorado sujeto por un casco con penacho rojo.
-Los espectadores serán, testigos de un inusual combate, ?promovía Pierre el duelo? Ebba la magnánima retadora en un generoso y noble gesto deportivo, le dará la oportunidad de poderse reivindicar a la infractora Seba por la tropelía cometida durante el viaje hacia este fuerte, siendo interrumpido por las risas de parte de la audiencia, dada la sarcástica afirmación. Una vez que se hubieron acallados, Pierre continuó:
-Ebba dará a su rival ventaja los primeros cinco minutos, durante los cuales no podrá atacarla, ni devolverle los golpes, eso sí, Seba deberá confrontarla desarmada, contando tan solo con su destreza y habilidad, en donde nuestra combatiente solo se defenderá, si Seba logra tan solo derribarla, podrá demandar que se le asignen las mismas armas con las que cuenta Ebba, o sea escudo y espada traciana, para seguir así la contienda,? ¿No les parece justo?, preguntó Pierre a los presentes, los que entre risas y burlas gritaban:
-¡Si, si, si!, avalando la improcedente moción, a sabiendas que se trataba de un ardid, para hacer desde el inicio una mofa de su antagonista por parte de la retadora, la que terminó de lucirse entre los asistentes, caminando provocativamente hasta la arena, cimbrando sus caderas, dejando atrás a la concurrencia, mientras apuraba el paso, para tomar impulso y saltar ágilmente sobre la baranda de bronce, cayendo dentro del ?Anillo de oro?, destacando de esta forma sus habilidades atléticas, arrancando silbidos y aplausos de admiración.
En los momentos siguientes la expectación creció, haciéndose un breve silencio cuando Dupont extendió su brazo alzando su mano con la palma hacia arriba en dirección a Karl, concediéndole el honor de iniciar el duelo, este se irguió con un brazo en alto y un pañuelo blanco en la mano, a la vez que se apagaban las luces y se iluminaba el anillo, observó de lado a lado a los que se encontraban en el salón para anunciar:
-Corren los cinco minutos de ventaja para la castigada Seba, dijo con su inconfundible acento el alemán, acompañando toda esta ceremonia con los característicos sones marciales de clarines que anunciaban el comienzo del encuentro.
-Desde ahora ¡Ya!, y soltando el pañuelo Hermann, dio inicio al esperado enfrentamiento.
Seba sin perder un solo instante de su tiempo se abalanzó sobre la sueca, pero esta vigilante a mismo jueguito que había ideado, previó las acciones que tomaría su morena rival y diestramente saltó a un lado, estando tentada de golpearla cuando pasó de largo, pero se contuvo, respetando las reglas que ella había puesto y que ya recuperaría los cinco minutos regalados a esta sucia perra ?pensó para sus adentros?, la rutina se repitió en varias ocasiones y cuando habían pasado un par de minutos, la escandinava tomó la decisión de dejarse atrapar, jugada por lo demás ya programada. La estrategia era la siguiente: Se trataba en extender una mano abierta frente a la cara de Seba, obstruyéndole la visual, con el consecuente rechazo natural de esta, quien a manotazos, trató de apartársela, con el ulterior daño producido al impactar sus desprotegidas manos en los punzantes blindajes de los brazaletes y el escudo, que aun sin usarlo para agredir cumplía las mismas funciones, ya que la sueca también arremetía con este al contener los golpes enviados por la africana, ya sea abajo o arriba, teniendo especial cuidado de no utilizar la espada, la que previo al inicio, enfundó en una vaina atada a su cintura.
Hasta ahora la táctica usada por la morena somalí no le estaba resultando, aun cuando Ebba no la embestía, al menos directamente, y el tiempo de gracia se le estaba terminando, no pudiendo tomar ventaja de este fingido beneficio, por lo que tenía que aprovechar los pocos momentos que le quedaban para remontar en la contienda.
Sangrando de brazos y piernas Seba presentaba una imagen funesta, y la pérdida de sangre pronto la debilitaría, por lo que debía jugárselas del todo, sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre Ebba, quien consiente de la desesperación de la morena, se dejó tomar del cuello por uno de los heridos brazos de esta, y asegurando el enganche, formó un anillo con ambos brazos alrededor del cuello de Ebba el que estaba bien protegido por un collar de cuero blindado con filudos metales que se incrustaron en la piel de la incauta africana, y cuando intentó aplicar una palanca, la ladina rubia que estaba atenta a esta táctica, en el preciso instante giró con violencia hacia uno y otro lado su cuello produciendo que las metálicas púas rasgaran profundamente la piel de la infeliz morena en su última y fallida tentativa por superar a la aventajada y malintencionada rubia.
Seba trató de soltar el agarre que Ebba prolongaba sujetando los brazos de esta en su
cuello mientras pudo, virándolo con energía, para infligirle mayor daño, entretanto
presionaba el canto del escudo cruelmente entre las piernas de la morena.
En los instantes finales de este apronte, Ebba se regocijaba burlándose de Seba,
convirtiendo esta presentación en una bufonada, haciendo que todos los presentes
se unieran también a esta burla en los momentos que las trompetas activadas desde un
equipo de sonido, anunciaban el término de la fase de gracia.
La imagen que exhibía Ebba era capaz de amedrentar al más osado de los presentes
esa noche, su cuerpo relucía a la luz de los focos, luciendo más grandes sus músculos que
brillaban como estatua de bronce vuelta a la vida por un extraño sortilegio. Una diabólica
diosa extraída de alguna oscura y ancestral leyenda, con su radiante y largo cabello dorado que sombreaba su rostro en los que se apreciaban azules ojos de pérfida mirada, que vaticinaban siniestras intenciones, ensangrentada, pero con la sangre de su émula que caía desde las agudas puntas del collar que protegían su cuello hasta sus redondos y pétreos pechos luego de haber rasgado la carne de los brazos de la afligida morena cuando ésta trataba ineficazmente de agarrarla por el cuello en un vano esfuerzo, siendo martirizada a causa del mismo empeño.
El público se animó más, cuando Ebba desenvainó su espada, sabían de la inventiva y crueldad de ella, si esto es parte de lo que vendrá, no podían estar más anhelante por el desarrollo del resto del combate, si se le puede llamar así, aunque en la germanía usada en esta comunidad, es común quitarle dramatismo y sensibilidad a algunos conceptos, como solamente llamar Combate a lo que debieran decirle Masacre, pero bueno, esta es la forma que usan en este medio para interpretar las acepciones y significados de las palabras, restándole gravedad a estas censurables exhibiciones, y justificar así sus desviaciones.
El momento llegó cuando se le pidió a Hermann la condonación del castigo, lo que se estilaba en estos casos, como si se apelara a la caprichosa clemencia de un emperador romano en un gran coliseo.
Todos estos rituales eran parte de las reglas, las que podían variar la decisión tomada previamente por una de las muchachas, en este caso la de Ebba ?La pantera rubia? que intrínsecamente indicó esta sentencia, con el solo acto de desenvainar su espada, optando por continuar con el enfrentamiento a pesar del evidente final que tendrá según las expectativas dadas, pero aun de todas formas, se tiene que cumplir con el ritual, ya que un arranque de piedad por parte del veleidoso Hermann, podría modificar la determinación previa tomada por la sueca (situación muy improbable).
El distante Karl se llevó la mano al mentón como evaluando la situación, para luego observar a Kim como pidiéndole su consejo, la rubia asiática fijó la mirada en Ebba por algunos segundos y luego le sonrió en forma confabuladora, girando la cabeza hacia el alemán, para moverla de manera negativa y lentamente, sin dejar de sonreír, entrecerrando sus ojos, como procurando que a través de ellos no se escapara la perversidad de su determinación, Hermann la aceptó naturalmente como una negación de clemencia, la cual admitió públicamente con un ademán que satisfacía los anhelos de todos los presentes, celebrando la determinación con comentarios y aplausos.
Toda esta innecesaria y burda aprobación no duró más de un minuto, momentos en que Ebba se paseó alrededor del anillo, y una vez que se terminaron las ovaciones, se trasladó hasta donde se encontraba la somalí, situándose frente a ella, para levantar después su espada, y apuntarla hacia el cuello de esta, quien retrocedió nerviosa y torpemente, perdiendo el equilibrio y yéndose de espaldas, aprovechando esta situación la escandinava, para ponerle un pie sobre el cuello, en clara actitud de victoria, lo que fomentó aun más el ánimo y los gritos de la audiencia, quienes aplaudieron esta característica postura de provocador sometimiento.
Ebba jugueteaba palmoteando la hoja de la espada en la palma de su mano, esperando que los presentes hicieran silencio, una vez que se hubieron callados, se dirigió a ellos exclamando con su singular acento:
-Todos ustedes serán testigos de cómo esta fea y sucia negra tendrá el privilegio de
ser escogida, para hacerle una ?cirugía estética?, mediante un antiguo método conocido
como ?La tortura china de los mil y un cortes?, la mordaz y breve declaración hiso que
las risas de los adeptos a este humor negro se manifestara, lo cual agradó a la nórdica.
Ahora sabiendo que tenía en sus manos al público, de aquí en adelante entonces podría
hacer lo que se le viniera en ganas.
-Levántate le ordenó a la somalí sacando el pie con el que le presionaba la garganta, o
quieres entregarte sin poner resistencia, le decía esto Ebba mientras la apuraba dándole
duros puntapiés, los que la mujer trataba de evitar rodando sobre sí misma, para alegarse
de su martirizadora, hasta que logro separarse lo suficiente como para erguirse.
-Al menos espera que esté de pie para poder enfrentarte, perra abusiva la increpó la
africana con cierta dificultad dada la mordaza de cuero que le cubría la boca.
-Así me gusta, que afrontes con valentía tu final y no como una cobarde sin dignidad,
en el piso como una rata, la sermoneaba Ebba mientras le ponía nuevamente la aguda
punta de su espada en el cuello, pero esta vez presionándolo para hundirlo un poco hasta
hacerla sangrar, Seba se quejó un poco, para después imprecar nuevamente a la rubia torturadora diciéndole:
-Muy valiente con la espada, en iguales condiciones te vuelvo a vencer cobarde zorra.
-Es una pena que no te pueda complacer, ya que sería difícil proseguir con el método chino que anuncié sin la ayuda del filo de mi espada, le objetó la sueca, mientras bajaba la punta del arma con rapidez, desde el cuello hasta el ombligo de Seba, esta sintió como la punta del arma abría su piel, más no sabía en ese instante que profundo era el corte y cuan herida estaba, horrorizada miró hacia abajo, entre sus pechos y presintiendo lo peor, retuvo un ahogado grito al ver una delgada línea roja, de la que poco a poco fluía un hilillo de sangre.
-Es solo un rasguño negra cobarde, la reprendió Ebba, un poco de sangre, un poco de dolor, un pequeño tajo por ahora, pero mil cortes más como este serán muy efectivos para lograr mi objetivo, creo que empiezas a comprender aquello de ?La tortura china de los mil y un cortes?.
No viendo por donde huir, la africana estando en abierto hándicap, simuló un desmayo cayendo de rodillas, solo para tomar un puñado de arena y arrojárselo en la cara a su torturadora, teniendo éxito esta vez.
Ebba quedó por un momento cegada por la arena que entró en sus ojos, tiempo suficiente para que Seba saltara como una gata sobre ella, asiéndola del brazo con el que sostenía el arma, la ansiedad de la morena somalí le jugaba a su favor, jugándose en ese movimiento el todo por el todo, debiendo enfrentar a la rubia con lo poco que tenía, por lo que el combate fue parejo por algunos instantes dada la desventaja que tenía Ebba por la arena en sus ojos, por lo que ambas mujeres se trabaron en una escaramuza con un final incierto por el momento, pero solo una combatiendo por su vida, y la otra tan solo por su orgullo y arrogancia.
Estaba claro que de aquí en adelante Ebba luego de este impasse, no le daría más licencia a la africana, cuya mente estaba puesta en poder luxarle el brazo y muñeca para quitarle el arma, por de pronto tendré que asegurar mi espada ?pensó Ebba?, soltando el escudo para disponer de un brazo libre para el ataque además de sus dos fuertes piernas, mientras la morena se esfuerce en arrebatarle el arma no podrá atacarla ni hacerle daño, entonces la llevó hasta el borde del anillo y pasó su brazo libre por detrás del pasamanos cogiéndola por la melena y tirándole la cabeza hacia atrás, apoyó la cerviz de esta sobre la dorada estructura en el mismo momento que con un brinco se alzó atrapando entre sus muslos y la baranda el enjuto cuello de la morena, formando con ellas la figura de un cuatro, manteniéndose así colgada del horizontal caño.
La figura del cuatro o bien ?Figure four?, típico lance de una lucha catfight, en donde la hembra victoriosa inmoviliza a la vencida, teniéndola totalmente a su merced entre sus piernas, con las que forma la figura de un cuatro, discurriendo en la mente de la concurrencia y de las luchadoras un desenlace final por medio esta lúbrica estrangulación, lo que no deja para nada indiferente la retorcida imaginación de estos, dado el nivel que estaban tomando las acciones, solicitando una ejecución por esa vía, lo que la escandinava con su malicioso proceder daba ciertas señales de aceptar esta expectante posibilidad.
Una vez que Ebba hubo liberado su brazo aprisionado por la africana, esta continuó colgando del pasamano, después se dejó caer de espaldas en la arena, con sus brazos abiertos, manteniendo la espada en una de sus manos, para voltear la cabeza y mirar al público en una plácida actitud de abandono.
Ahora la nórdica empezaba a sentir la carnal fruición en su cuerpo, mientras se aceleraba su respiración, hinchando sus pechos cada vez que inhalaba aire al comprimir el cuello de Ebba entre sus piernas, suspirando placenteramente, y meneando su esbelta figura a la vez que colgaba apoyando su nuca y espalda en el suelo, mientras jugaba como una chiquilla dibujando curvas con una de sus manos en la arena y girando la cabeza, observó al público con una fingida mirada infantil, como preguntándose, ?¿Por qué este gente me mira con tanta atención??. Tierna personificación que la escandinava comúnmente hacía en sus presentaciones, para luego iniciar un radical cambio de actitud, convirtiéndose en una despiadada asesina.
Sabiendo Ebba que esta representación de la ingenua e inocente cría que no sabe muy bien lo que está estimulando, enardecía al público, potenciaba aun más esta actuación, introduciéndose los dedos en su boca, como lo hubiera hecho una bebita, haciendo que la baba le brotara, resbalando por sus mejillas y humedeciendo la arena.
Los expectantes asistentes, urgían a la demoniaca sueca a que iniciara el desenlace que les había sugerido de manera tan provocadoramente infantil.
Actuando en consecuencia, ?La pantera rubia? comenzó a aplicar un estrangulamiento al cuello de la africana, satisfaciendo las peticiones de los asistentes, al que ha sabido entusiasmar, brindándoles estas dos excitantes contradicciones; primero la exhibición que hace de una candorosa bebita, con la que lucubraran sus abyectas fantasías, y luego en la transformación de esta, en una bestia que aplastará a su víctima, de la misma forma en que la boa sostiene y oprime a su presa mientras esta inhala y exhala. Un contraste, entre el acto de la tierna nenita y el ominoso final ejecutado por una fiera que encenderá la libido de quienes la observarán extasiados.
Seba con los ojos totalmente desorbitados trataba inútilmente de librarse del brutal agarre de su ejecutora, más los intentos le resultaban vanos, ya que estaba impedida de defenderse, y aun cuando hubiera podido hacerlo, como se dice, ?con dientes y uñas?, le hubiera sido imposible, pues habían cubierto su boca, además de sus uñas romas y cortas impedían esta posibilidad, como lo había exigido previo al encuentro la ladina Ebba.
Por espacio de un par de minutos Ebba sometió a la somalí a esta asfixiante rutina, la que los presentes seguían en silencio con expectante atención, hasta el momento en que la morena comenzó con movimientos espasmódicos involuntarios, fue cuando la desalmada Ebba levantó su espalda de la arena para levantarse y agarrarla del pelo, para observarla como temblaba en indolente y pasiva actitud.
-¡Comprime, comprime! La azuzaba el público.
La faz de oscura piel de la somalí había cambiado a un tono azul grisáceo, sus ojos casi se le salían de las cuencas y empezaba a desfallecer, entonces la rubia presintió que la resistencia de la africana llegaba a su fin, acabándose la diversión, por lo cual cesó de presionar, soltándola solo un poco para permitirle respirar, entonces estiró su brazo para tomar la espada que había depositado en la arena, y en la misma posición que se hallaba colgando de espaldas, empezó a juguetear, delineando círculos en la arena, pero ahora con la punta del arma en lúdica y pausada actitud, meditando seguramente cual sería la mejor manera de finalizar su depravada faena.
Mientras el reducido público estaba dividido según las opciones dables para quienes conocían a la escandinava; por un lado algunos se inclinaban por la constricción, mientras otros optaban a gritos por ?La tortura china de los mil y un cortes?. Ebba que mantenía atrapado entre sus piernas el cuello de la infeliz aparentemente reflexionando cual sería finalmente su decisión, y muy cierta de lo que estaba alentando, miró con aparente desganada atención la espada, acercándola a sus labios, para pasar incitadoramente su húmeda lengua por la hoja, en varias ocasiones, con las correspondientes exclamaciones de aprobación.
Luego de algunos momentos, manteniéndose suspendida y aprisionando a la africana, Ebba terminó de exhibir sus habilidades con la espada, pasando ahora el filo de esta por la cara de Seba, arrancándole de un hábil corte la mordaza de cuero, por supuesto sin evitar que la hoja cortara los labios y parte del mentón de la somalí, a la vez que subía el tono de su voz de tal forma que se escuchara en todo el recinto, diciéndole:
-Me has hecho malgastar valiosos minutos de mi labor quirúrgica, dime si prefieres seguir con la cirugía o bien morir sintiendo mis suaves piernas aplastando tu cuello.
El público que estaba a escasos metros de ellas, emitía enardecido sus preferencias:
-¿Los escuchas bien?, qué opinas tú Seba, inquirió Ebba, me parece que la asistencia está muy entusiasmada manifestándose, y girando la mirada hacia ellos, sin soltar a la muchacha, se despojó de la parte superior de su atuendo, mostrando sus senos, lo que era otra clara señal indicadora de querer continuar, lo que incentivó aun más al encendido auditorio, que no cesaba de gritar.
Al igual que la rutina anterior, Ebba inició su pérfida labor de torturadora agarrando del pelo a la agobiada mujer, con el mismo desanimado y simulado talante, echándose de espaldas a medias, sobre la arena, iniciando nuevamente el trabajo de constricción en el cuello de la somalí, al comienzo con poca energía, estimulando deliberadamente el enardecido entusiasmo del ávido auditorio. Regalándoles un poco de la deseada y libertina exhibición cada vez que añadía más compresión sobre el cuello de la africana, lo que la perversa escandinava acompañaba con lascivos gemidos, que empezaban a aumentar en intensidad, al mismo tiempo que se le aceleraba la respiración y brillaba su piel por el sudor, el que no era solo causado por el calor de los focos que iluminaban el anillo, sino que además, por el carnal goce que le causaba aplastar a la infeliz morena, mientras la sangre caía desde el cuello y la boca de esta, hasta las piernas, abdomen y pechos de la inhumana Ebba.
La escena fue observada en silencio durante varios minutos, solo interrumpida por el sofocado resoplar de la víctima y por la epicúrea respiración de la torturadora.
Como era habitual, durante el tiempo en que transcurrían estos espectáculos, estas mujeres se encargaban de dilatarlos, para poder ofrecer más y mayores momentos de embeleso al exigente público, y Ebba, no era la excepción.
La devastada africana comenzó a desvanecerse, sus convulsiones fueron disminuyendo, lentamente, haciéndose más débiles y silentes, al mismo tiempo que la fogosidad de la rubia en su máximo y desenfrenado frenesí aumentaba con rápidos movimientos pélvicos, golpeando y aplastando la cabeza de Seba contra el dorado caño, en un brutal y prolongado clímax, en el que se provocó sucesivos y descarados orgasmos, animando por supuesto a todos los presentes con el pervertido acto.
Había transcurrido, más de media hora en que las mujeres habían ingresado al anillo por segunda vez, a estas altura de la brega, Seba ya había sucumbido, y Ebba aun la mantenía atrapada por el cuello contra la bronceada baranda, y cuando hubo saciado totalmente su insano apetito, y transcurridos los momentos de mayor ímpetu, entonces recién libero de entre sus piernas el inerte cuerpo, cayendo este a la arena, apartándolo luego violentamente con las plantas de sus pies, para acostarse de espaldas a un costado con ambos brazos extendidos y con una de sus piernas recogida. En esta posición; giró su cabeza, mirando al auditorio con la boca entreabierta, lamiándose satisfactoriamente sus carnosos labios, evidenciando su placer por la labor hecha, recibiendo la aprobación del auditorio con bulliciosos hurras y aplausos.
Segura de haber satisfecho las expectativas de los inclementes asistentes hasta ahora. Ebba sabiéndose ardientemente deseada por todos aquellos que buscan a estas inusuales mujeres capaces de satisfacer sus insólitas demandas, debía exhibir además de esta estimulación, los encantos de su anatomía, debiendo complementar ambos a la vista del ansioso público, por lo que se mantuvo recostada sobre la arena por algunos momentos, durante los cuales culebreó y onduló su cuerpo, como lo haría una víbora quemándose al fuego, y con este final, encender hasta el espectador más circunspecto que pudiera estar presente en el salón.
Ebba conoce y comparte estos inusuales y prohibidos placeres por lo retorcido, también tiene bastante claro el poder que tiene en este medio, ya que en sí, ella es uno de los más fuertes e irresistibles afrodisiacos que se pueden conseguir en estos clandestinos sitios de corruptas diversiones, por lo que deberá cumplir a continuación con la ceremonia de rigor impuesta, como es exhibirse entre los invitados, tenga o no la intención de acordar algún encuentro para más adelante.
Una vez que terminó de entusiasmar al público con su muestra de ?histriónico? erotismo, se levantó lentamente, saliendo del anillo para ir hasta los presentes que ansiosamente la solicitan para que se les acerque. Es ahora cuando la descarada hembra, se debe arrimar hasta ellos, para que valoren sus encantos y oferten por ellos, o bien que ella misma les indique sus condiciones, por lo que se exhibirá, entregándose a las miradas de adoración y deseo, aun cuando en esta ocasión solo cumplirá con esta rutina, sus favores ya están reservados para Kim y su inmediato entorno.
Ebba se dirigió hasta donde estaban los anfitriones, pasando primero en medio de los demás presentes, teniendo que sortear a una atractiva y madura fémina, quien se le acercó para proponerle pasar una velada intima para tres, lo que tuvo que programar para otra oportunidad, posiblemente para la noche siguiente, esforzándose en ser gentil, ya que estas no son cualidades de esta calaña de mujeres, dándole explicaciones y esperando que mantenga encendido el interés por ella. Más adelante un par de varones que estaban en la pasada hacia los anfitriones, le hicieron ofertas similares, con los que de igual manera se disculpó debidamente.
Ebba sabe bien que para esta noche no podrá aceptar ninguna propuesta, ya que su obligación es con quien sabemos tiene la prioridad de su atención, y a quien se debe por sobre todos los demás, o sea a Karl y compañía, para participar en los ?Roller play? o los llamados ?Juegos de caracterización?, los que realizara junto a Kim.
Al llegar la sueca hasta Karl y su grupo, la recibieron con aplausos, el alemán fue quien primero se le aproximó con decisión, abrasándola y acariciándole la espalda y el trasero con más lascivia que afecto, luego llegó el turno de la oriental Kim, quien estando detrás de ella, la tomó de las caderas apretándose contra su cuerpo y acercando su mejilla a la de ella, le susurró con su teutónica acentuación, en voz baja y sensual:
-Sabes que me encendiste a punto de humedecerme perra, recuérdamelo esta noche en ?Gladiadoras & esclavas?.
Mientras decía esto, sus fornidas y suaves manos subían desde sus caderas, pasando por la cintura de la rubia hasta sus desnudos pechos, acariciándolos y jugueteando con sus pezones entre sus largos y fibrosos dedos, actitud que no inquietaba, ni molestaba a su no menos lujurioso padre y amante, puesto que se trataba tan solo de lascivas manifestaciones, las que ambos compartían, y que no comprometían en nada la relación y estabilidad entre ellos, al contrario, la hacía más férrea.
Los que esperaban su turno para felicitar a la nórdica por su ?gran? espectáculo, se armaron de un poco de paciencia, quedando a prudente distancia de los anfitriones, hasta que reservadamente se fueron acercando según su gravitante influencia en el medio. Así lo notó Paula que se había mantenido con cautela observando estas conductas.
La chica latina puso especial atención a la participación de Ebba, y de la manera en que ejecuto a Seba, no es que ella tuviera algún problema en realizar uno de estos actos, sí no más bien para ver cuáles eran las rutinas en que Ebba entusiasmaba más a la concurrencia, para después emularla o mejor superarla. Por otro lado Paula no dejaba de pasmarse pensando que era la misma mujer con la que se había estado relacionando estos últimos días, de no haber sido así, no la hubiera reconocido en este escenario,
Aun cuando los resultados de estos encuentros eran los esperados, lo que más le llamaba la atención a la chica latina era la actitud festiva con que se mostraba el público, compartiendo sin reservas los mismos intereses que las desalmadas mujeres.
Paula cavilaba por momentos, que dado su entusiasmo, podría haber considerado muy altas las expectativas que se había hecho de estos juegos, que en las licencias que se daban, deberían haber algunos límites no revelados, inclusive llegó a pensar que no había indagado bien la clase de eventos a la que asistía.
Pero esto era ya más que suficiente para sus intereses, siendo justamente las fantasías más permisivas y corrompidas que había concebido, un paraíso privado para gozar las más irracionales perversiones, creadas por estos buscadores de nuevas emociones anómalas, que eran las mismas que ella había imaginado y que venía a mostrar a estos certámenes, junto con otras corrompidas mujeres.
Esa noche Paula terminó por entender, más allá de la idea que se había hecho de la situación, como estos centros de velados encuentros, que para los asistentes habituales era un esparcimiento frecuente, y no solo en algunas ocasiones como en las que Paula había participado en otros enfrentamientos programados, donde tenían sus límites, deteniendo el combate una vez que se anunciaba a la ganadora, mientras que la vencida se retiraba por sus propios medios, o en el peor de los casos con algo de ayuda, aunque maltrecha y golpeada, pero con vida, aun cuando ella ansiaba traspasar estos límites, los que en muy pocas ocasiones había conseguido, con los consiguientes problemas que originaba tener que justificarlos, que por lo general se basaban en la misma repetida excusa muy usual en cualquier caso de asesinato, en casi todos los ámbitos judiciales, a la que se le echa mano como: ?Un lamentable accidente deportivo?, o bien tener que ocultar la evidencia, lo que era el medio más utilizado, pero también el que requería mayor cuidado y reserva.
En contrapunto aquí se programan funestos combates en donde se busca justamente provocar estos accidentes, para atraer a los fanáticos asistentes que concurren a recrearse con estos espectáculos de dolor, castigo y muerte; dosificados con desvergonzado erotismo, aplicado por bellas y fornidas amazonas, seleccionadas especialmente para estos fines.
Ahora Paula tendrá la ocasión de intervenir exhibiendo sus talentos, los que le serán valorados conforme al grado de entusiasmo que logre conseguir en estos escenarios. Para lo cual no tiene ningún cuestionamiento moral, imaginación no le falta, por otro lado, ahora sabe muy bien que será protegida, cualquiera sea el resultado que suscite su presentación, ya que su impunidad ahora está garantizada.
Paula mientras observaba a Ebba rodeada por sus admiradores, meditaba como estos eventos que en todas las sociedades gobernadas por leyes, no serían tolerados en lo más mínimo y castigados con duras sanciones por decir lo menos, aquí paradójicamente son animadas y respaldadas para que intervengan sin ningún tipo de reglas ni limitaciones, para más tarde ser premiadas, y lo que es mejor aun ?discurrió?, según su percepción, ellas son adoradas y deseadas lo mismo que si se tratara de verdaderas divas de la opera, o el teatro, al término de una exitosa función.
Por supuesto que esta barbárica e inusual demostración previa que ofrecen, les sirve para estimular a los enardecidos asistentes, dándoles exactamente lo que ellos vienen buscar, una función que no podrán conseguir en otros lugares, en los cuales difícilmente podrían igualar a las soeces demandas que les exigen a estas pervertidas mujeres. Dada esta insana atracción que sienten por sus abominables actos, estos espectadores no se irán, sin antes conseguir un encuentro íntimo con al menos una de ellas, a cambio de una considerable gratificación.
El siguiente en saludar a Ebba fue el muy compuesto y reservado Pierre Dupont, el que se le acercó diciéndole:
-Me parece que has recuperado el lugar que te pertenecía en nuestro ranking, para
agregar algunas frases de cortesía y despedirse.
Prosiguiendo la sueca con una amena charla más tarde con el joven Osman; que era uno de sus más encendidos admiradores y en oportunidades cuando estaba con alguna disposición especial, se comportaba también como un generoso cliente, quienes observando al anillo, advirtieron que iba a comenzar el segundo encuentro.
Habiéndose reestructurado y haciéndose público el ranking en donde Ebba rescataba el segundo lugar, se aprontaron para presenciar los próximos enfrentamientos.
Eran pasadas las once de la noche, Pierre que oficiaba de maestro de ceremonias, luego de los marciales sones de clarines que ambientaba el espectáculo, se ubicó dentro del anillo y anunció el próximo combate:
-El siguiente enfrentamiento como ya había sido anunciado, será entre nuestra Sadie, la muñeca americana, cuarta en el ranking, que está ansiosa por subir su ubicación, enfrentando a quien a llegado desde Turquía: Killar ?La asesina?, tercera en el ranking, la que tratara de impedir que le arrebate su posición la ambiciosa y bella Sadie, quien promete cambiar esta noche las cosas, declarando con alguna que otra dificultad, que no tiene dudas que será la segura vencedora.
Estas últimas palabras del francés fueron muy bien recibidas por el público, especialmente por aquellos adeptos a la ?muñeca americana?. Luego sin mayor verborrea, Pierre alzando un poco el tono de su voz vociferó:
-¡Chicas ingresen a la arena!
Ambas muchachas hicieron su aparición al mismo momento, acompañadas por las mujeres custodias asignadas, saliendo por detrás del salón, desde los camarines en donde previamente se habían preparado para el encuentro.
Sadie se presentó con una reducida y apretada indumentaria de dos piezas, con los característicos símbolos y colores de la enseña americana y como lo ordenaban las reglas, llevaba una máscara con las mismas características, que le cubría toda su cabeza, dejando al descubierto sus grandes ojos verdes y un rubio mechón cola de caballo (Pony tail) que le salía por la parte posterior de la prenda, además iba desnuda de pies y manos.
Por otra parte la espigada Killar se presentó con las dos piezas exigidas por la organización, las que eran de cuero color marrón, también llevaba una máscara del mismo material, que le ocultaba tan solo una parte de la cabeza, dejando al descubierto todo el rostro muy maquillado, para causar el mayor efecto intimidante, una verdadera diablesa de pesadilla, con la respectiva ?Pony tail? o cola de caballo saliendo detrás de su antifaz, pero esta vez el cabello de brillante negro azabache, también lo hacía desnuda de pies y manos, según las reglas establecidas.
Las dos mujeres estaban frente a frente, los punzantes ojos de cada una clavados en la otra, como queriendo traspasarse, el compañerismo que en el corto crucero parecía que hubiera existido, era solo una manera de conveniente comportamiento, sin ninguna clase de afecto ni lealtad, solo egoístas intereses. Forjadas por similares y duras experiencias que cada una de estas singulares mujeres han tenido, por lo que son capaces de enfrentarse y destruirse una a la otra sin reparo alguno ni remordimientos; primeramente por el placer de hacerlo, luego por las pingues recompensas que recibirán por sus particulares participaciones, y finalmente por la única razón válida como competencia deportiva, la ubicación en el ranking.
Las dos hembras estaban preparadas, la turca para defender su posición y Sadie para mejorar la suya, además debían vencer a su émula sin sufrir mayores contusiones ni heridas, para así satisfacer los requerimientos de más de algún protector que ya las habría requerido para después de este combate, siempre y cuando saliera victoriosa una sobre la otra.
La codiciosa americana sabía de su superioridad, había estado ganando posiciones desde que se inició en estas justas hace solo cuatro eventos a la fecha y no podía estar más ansiosa, teniendo que responder por sus logros a sus protectores y a Kim, ya que de alguna forma estaba apadrinada por la asiática, por quien experimentaba una no disimulada atracción, que al parecer también era mutua.
El momento esperado llegó cuando se escuchó a Pierre decir:
-Ahora ¡ya! muchachas inicien el encuentro. Sadie fue la primera que reaccionó,
abalanzándose con un gran salto, y con una de sus rodillas en alto, con la que golpeó a la
turca Killar en pleno rostro, que estando desprevenida no esperaba tan temprana y rápida
maniobra, dejándola en la arena totalmente inconsciente apenas comenzaba la contienda.
Sadie sabiendo que tenía el pleito ganado y que de aquí en adelante, si hacía lo debido
no debía temer ya por los posibles embates de Killar, entonces se echó frente a ella,
presionándola a lo largo contra el suelo bajo el peso de todo su cuerpo, separándole y
atrapándole las piernas con sus pies a la altura de los tobillos, avivando con esto, el interés
de los presentes por la manera en que la inmovilizó, lo cual bien sabía la chalada joven que esta cogida era para ellos sexualmente estimulante.
Mientras Killar estaba aun en estado de inconsciencia, la muñeca americana, que estando
sobre ella, se tomó todo el tiempo necesario para que esta recuperara su lucidez, una
vez que esta empezó a despabilarse, estiró ambos brazos, y tomándola de las palmas de las
manos, alzó medio cuerpo de la cadera hacia arriba, haciendo de esta manera mayor presión
con su pelvis y piernas, y teniéndola a su antojo comenzó a arquearle sus dedos hacia atrás
lentamente, mirando la sufrida expresión del rostro de la turca, regocijándose con el dolor
que le producía en cada ocasión que crujían y le fracturaba despiadadamente una a una las
falanges de los dedos, con el beneplácito de la malsana y entusiasmada audiencia y el total
consentimiento de Hermann.
Sadie como todas las chicas participantes, sin excepción, complacía las demandas de los concurrentes dilatando los despiadados tormentos como se sabe, preocupándose de dosificar el tiempo, tanto en causar dolor, como en mantener consiente a la turca, rutina que se repitió cada vez que le fracturaba cada uno de sus dedos, por lo que la tortura se alargó por varios minutos.
Una vez terminada con su lacerante labor, la pérfida Sadie se levantó, recibiendo la aclamación de los concurrentes, mientras miraba como se revolcaba de dolor la torturada y abatida Killar sobre la arena, por lo cual los presentes debían suponer que los funestos pensamientos de Sadie iban en la dirección de cuál sería la forma en que continuaría con su presentación, inyectándole una mayor cuota de incertidumbre al momento, lo que estas hábiles maestras del suspenso dominan a la perfección.
Sadie se echó un poco hacia atrás, hasta el pasamanos, en donde se apoyó mientras se despojaba de la máscara y el brasier que arrojó con indolencia sobre el rostro de la turca, desenmarañando su rubio y largo cabello con las manos, bajándolas lentamente, rozando primeros sus juveniles y pétreos pechos, pasándolas luego por su duro vientre hasta su sexo, el que acarició delicadamente, mientras miraba con fría indiferencia a la sufrida mujer como se quejaba acuclillada en la arena.
Era evidente su disposición de seguir con el combate, o mejor dicho con la tortura, por la inequívoca señal dada al quitarse la caperuza y el top de sus pechos, ahora siempre y cuando así lo considerara el alemán a pesar del seguro final de la contienda.
Los espectadores miraban a la hermosa muchacha de tan bellas facciones, las que no reflejaban para nada lo oscuro de su corazón, quien se recreaba observando el dolor que le provocaba a su rival a la vez que sonreía muy satisfecha.
Esta combinación de dulce jovencita, de cuerpo escultural y de perversos instintos, es un arrollador incentivo para aquellos que buscan nuevas emociones, una mezcla de inocencia y perversión, candidez y maldad, una criatura irresistible para los que desean deleitarse con esta jovencita de tan ambigua naturaleza.
Karl esperó que se acallaran las aclamaciones, para comunicar, que no tenía sentido alguno continuar con el combate entre dos contendoras superiores y que era suficiente el castigo recibido por Killar, la que por de pronto ya perdió su posición, quedando en el cuarto puesto, el tercer lugar es ahora para Sadie, anunció el alemán. La muñeca americana finalmente se retiró del anillo muy molesta, evidentemente por no haber acabado con su presentación como hubiera querido.
La ganadora de esta última contienda se dirigió hasta el público, los anfitriones, y sus protectores. A los primeros que saludó fue a Karl y especialmente a Kim, quien sabiendo la atracción que la joven sordomuda sentía por ella; la acarició y estrecho obscenamente, en impropia forma de felicitar. Sosteniendo luego la misma rutina acostumbrada, aproximándose a la muchacha luego al resto de la asistencia, por orden de relevancia en el medio, haciéndose entender con mucha dificultad como lo hacía habitualmente, con algunos ademanes y sonidos que lograba expresar, como eran los que podría articular una salvaje sacada de un antiguo film ambientado en una jungla tropical, dándole un exótico y torcido atractivo animal, a los ya conocidos talentos de la corrupta jovencita.
Era poco más de las veintitrés y treinta horas, cuando Karl y Kim se retiraron, luego lo hiso Pierre, Osman, y la joven Sadie para cumplir con sus compromisos ya convenidos, mientras tanto los que quedaban en el salón, se recreaban con espontáneos y arbitrarios duelos en los que Dae ?La guerrera coreana? y Elke ?La hiena nazi?, enfrentaban, o mejor dicho masacraban a unas ?Ratas?, o rivales inferiores, que habían reemplazado a las contendientes oficiales, que por causas ?ajenas a su voluntad? no se pudieron presentar, como era el caso de Rouge y Seba.
Las ?Ratas? como sabemos están desprovistas de protección, tanto por parte de la sociedad, como en la lid misma, durante la cual solo cuentan con la remota posibilidad de vencer a su oponente, para no tener que someterse a la voluntad de esta, la que decidirá con toda seguridad finalizar el combate de la manera que favorezca los anhelos del respetable público, el que por lo general y en una decisión unánime, no admite derrotas, con los correspondientes desenlaces fatales para las desafortunadas, las que serán inmoladas finalmente en la arena.
Una media docena de personas se hallaban en el salón esperando los encuentros, Paula entre ellas, en las que participaban las contendientes ya citadas. Poco antes del inicio de estos apareció Ebba que venía saliendo de los camarines, que luego de tomar una ducha, se vistió con la misma tenida de gladiadora, oculta bajo un sobretodo, dirigiéndose hasta Paula para decirle:
-Mi putada ahora será en privado para Karl, le dijo la rubia a la vez que estrechaba el talle de la latina, compartiré roles con Kim, para esta noche no me esperes ?Mi mamita?, acto seguido la besó apasionadamente en la boca.
En el anillo el turno le correspondía a la combatiente alemana mejor dicho la ejecutora alemana, estaba ataviada con un ajustado traje de cuero negro de dos piezas; brasier que dejaba a la vista gran parte de sus pechos, y una sucinta falda abierta en uno de sus lados para facilitarle movilidad muy necesaria en estas exhibiciones, sus piernas cubiertas con botas altas dotadas de tacos y puntas metálicas, completaba este atuendo un látigo enrollado sobre su hombro izquierdo adecuadamente, y una daga sujeta a la parte superior de su bota derecha. La ?hiena? debería liquidar a una delgada mujer indoeuropea que estaba sentenciada por una rebuscada y dudosa falta, la cual era no haber actuado lo suficientemente complaciente con un invitado. En realidad el motivo de esta sentencia no tenía importancia, ya que lo que se quería era una víctima a quien podría ocupar la experta teutona para brindar una mórbida exhibición.
La morena indoeuropea recibía golpes de puños y puntapiés que Elke le propinaba en cada ocasión que podía alcanzarla, mientras esta trataba de escabullirse, a la vez que se esforzaba inútilmente en atacarla cuando creía tenerla a su alcance, para evitar el despiadado castigo que la inhumana ?hiena? le suministraba.
En aquellos momentos Ebba y Paula se despreocuparon de lo que pasaba en el anillo, estando más interesadas en sus arrumacos, acariciándose y besándose a vista y presencia de los demás que ignoraban los impulsos amorosos de las dos muchachas, pues estaban más estimulados por lo que acontecía en la arena, lo cual resultaba mucho más tentador para sus abyectos propósitos.
Ya habiendo acabado el tiempo en que ?La hiena nazi? le concede ciertas licencias a las ratas, creándoles falsas expectativas de poder escapar airosamente de este aprieto, cuando ha conseguido acabar con gran parte de las energías de ellas, y cuando el efecto de las drogas que le suministraron empieza a disminuir despues de exánimes minutos, es cuando Elke queda en total control sobre la débil fémina, sometiéndola fácilmente en variadas e inspiradas maneras, las que sabe muy bien acompañar con desvergonzadas manifestaciones, todas las veces que pueda hacerlo con los puños, y una vez que estos ya resentidos por los continuos golpes a mano desnuda que ha propinado, entonces continúa castigándola, pero ahora con la ayuda del flagelo que carga sobre su hombro, y con las puntas y tacos de sus botas.
En tanto las drogas ya no le ayudan a resistir el cansancio a la pobre infeliz, pero sí consiguen aun bloquear el dolor, con lo cual no corre el riesgo de que esta claudique antes del tiempo que Elke necesitará para encender el ánimo de los asistentes, quienes la animan a seguir con su tarea, cuando la presentación llega a su punto culminante con gritos y sugerentes requerimientos, mientras la ?hiena? se complace a más no poder con una nueva variable de su creativa crueldad, asfixiando a su víctima, presionándole salvajemente el cuello entre el caño y su duro abdomen.
-Disfruta de esta magnífica exhibición, Dae y Elke son muy buenas en esto, cada una con su particular estilo, las que estoy muy segura que te excitarán, además que todo esto te resultará muy ilustrativos le expresó la rubia a Paula a modo de despedida.
-¿Por qué tan rápida esta despedida le dijo Paula.
-Bueno si deseas, me acompañas camino a la villa de Karl para, bueno tú ya sabes, el jueguito que recrearemos con Kim esta noche, le contestó alegremente la sueca.
-Me parece muy bien dijo Paula, aceptando la propuesta, y cruzando ambos brazos por
la espalda una a la otra, y tomándose muy juntas por la cintura, se encaminaron fuera del
salón a la vez que se brindaban apasionados besos e intimas caricias.

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