La isla de los placeres mortales (enter the dame)

Autor: Reneamo | 22-Dec

sadomaso
La isla de los placeres mortales (Enter the Dame) En 116.000 palabras
Es una narrativa que no se ajusta necesariamente al tipo de relato erótico, aun cuando tiene mucho de ello, pero va más allá, ahondando en las personalidades y perversiones de los personajes, especialmente en las mujeres que son las protagonistas principales de esta historia cargada de sexo sádico, intrigas, crímenes y opulentos excesos, todo esto en paradisíacos y secretos lugares propicios para el desarrollo de esta narrativa.
Si me lo permiten haré una breve exposición y resumen, para después mostrar extractos de cada uno de los 13 capítulos, y finalmente exponer el primer capítulo, si tiene la acogida esperada, continuaré con los demás capítulos.

Es una novela básicamente de aventuras, escrita en tercera persona, donde se mezcla la realidad con la fantasía llevada más allá del erotismo, donde las pasiones de sus personajes los hacen transgredir todo orden de normas legales, sociales, éticas y sobre todo morales en busca del sexo llevado a límites que solo pueden ser concebidos en sus mórbidas mentes. Aquí el placer sexual tanto en hombres como en mujeres está asociado primordialmente a disfrutarlo a través de la perversión, de la cual existen numerosas propensiones, respecto de las cuales, quien más quien menos, hacen de ellas ocultas fantasías que por razones evidentes la gran mayoría solamente se las puede imaginar, pero que jamás se atreverían a realizar, excepto como decíamos solo en sus mentes, en donde dentro de cada una de ellas se puede tener todo un mundo de placeres prohibidos y por cierto en todos, o al menos en su mayoría si los llevaran a cabo, estos serían totalmente condenables, por decir lo menos.
En esta sociedad todas estas últimas aprensiones son totalmente obviadas, pues se trata de que quienes comparten estos censurados gustos son de una ralea poco común. Para empezar al igual que muchos personajes lideres poseen la seguridad y la soberbia de sentirse por sobre el común de los demás, por otro lado, estas personas sienten total desprecio por el resto de la sociedad, seguros que esta existe para servirles y hacer uso de ella del modo que más les venga en ganas. Naturalmente que esta condición no se obtiene solo con las ?cualidades? anteriormente mencionadas, si no que además deben detentar el poder; el cual les resulta fácil de obtener a quienes tienen estos ?valores?; con las relaciones precisas, la política y sobre todo el dinero, no necesariamente en el mismo orden.
Ahora con la facilidad con que hoy en día se pueden interrelacionar las personas con gustos afines mediante el abanico de posibilidades que les ofrecen las nuevas tecnologías, no es extraño que estos se hayan contactados para satisfacer mejor sus anormalidades, manteniendo su privacidad y reserva, de tal forma de poder organizarse mediante sociedades como estas, para poder disfrutar sus abyectas fantasías, como son las de sadismo extremo, la cual es su tendencia predominante, que en la mayor de las veces incluye altas dosis de erotismo aportado por bellas y libertinas hembras quienes obviamente provienen de medios amorales y carentes de toda formación convencional, preparadas especialmente para satisfacer los desvaríos y demandas por más abyectas que estas sean, solicitadas por quienes integran esta siniestra sociedad, la que es protegida por los mismos inmorales miembros, que la conforman, actuando totalmente al margen de la ley, protegiendo naturalmente a cada uno de ellos y a las complacientes ?damas? que ofrecen sus objetables y peculiares servicios.
Los miembros de esta sociedad se reúnen cada cierto tiempo en diferentes partes del mundo. En esta ocasión se reunirán en una isla del Mediterráneo, la cual es propiedad de un potentado varón apellidado Hermann y de la libertina Kim, quienes realizan en esta localidad unas reuniones en donde se realizan encarnizados enfrentamientos exclusivamente entre mujeres, con desenlaces usualmente fatales, además de otras actividades a fines, con similares cuotas de sexo e infamia.
A estas reuniones se les llama ?Eventos?, los que se realizan al anochecer, dos por cada velada, ?amenizados? por dos expertas luchadoras a quienes se les conoce como ?Gatas? las que enfrentarán a dos disminuidas contrincantes, conocidas como ?Ratas?. Por supuesto que no se trata de un evento deportivo, si no de un despiadado juego donde las ?ratas? serán manifiestamente derrotadas por las superiores, soberbias y fieras ?gatas? al término de un fingido, sufrido y letal combate.
Pierre es el encargado de reclutar por todo el mundo a las gladiadoras llamadas gatas, las que son ocho por evento, por otro lado Osman surte de mujeres que serán castigadas y torturadas por las primeras, el que ?disfrutará? un público no mayor a seis personas, quienes luego podrán acordar una cita con una de estas sádicas abusadoras, capaces de ofrendar estas inhumanas exhibiciones con las que logran estimular su libido. Todo esto en medio de intrigas, crímenes e inconcebibles pasiones.

Muestra de extracto por capitulo (con la forma de exponer la historia)

(Cap.1°: Contrato para matar)...condiciones que no eran fáciles de lograr, tenían que ser jóvenes, solteras, sin compromisos, independientes, audaces, hermosas y atléticas, sin ser para nada del tipo hombrunas, ni algo que se le parezca, las cuales no tendrían cabida alguna en este clase de justas, estas características y otras eran estudiadas por el francés, para que finalmente en una entrevista personal decidir su incorporación o no, a estos exclusivos circuitos. Este era el caso de la llamada ?Paula?, la cual había quedado de encontrarse en el club a eso de la medianoche....
(Cap.2°: ?El castigo?)...Paula observaba extasiada, no podía dejar de embelesarse por la mirada de la soberbia vikinga, que se cruzaba insolentemente con la suya, su dorado cabello le cubría medio rostro y sus bellos ojos azules entreabiertos con una expresión de maldad la seducían, induciéndola a que continuara atenta a esta descarada exhibición. La nórdica montada con altivez y soberbia, apretó sus musculosas piernas, hundiéndole las rodillas, comprimiéndole las costillas y la cintura, infligiéndole gran dolor, por la fuerza o por el propio y enfermizo consentimiento de la.... (Cap. 3°: Seducción y secretos mortales)... Rouge tomó todas las ventajas que le permitían como retadora, ¿No es así? -Ni que decirlo ?formuló la rubia?, habiéndole sido aceptado el reto, por parte de la comisión, Rouge tenía el beneficio de escoger como ataviarse para el enfrentamiento; esto lo realizó con poca protección, solo con un ajustado taparrabos de cuero y una daga atada a él, para usarla solo si fuera imprescindible, de la cintura hacia arriba iba desnuda, con sus pies descalzos, lo que favorecía en ella, una sensual apariencia. En contraste, a su antagonista...
(Cap. 4°: ?Spintria?, la isla de los placeres sádicos)...el segundo encuentro será entre Killar ?La asesina?, cuarta en el ranking y Sadie ?La muñeca americana? situada en quinto lugar, quien pretende escalar posiciones. Para mañana habrá una nueva participante; Paula quien tendrá el privilegio de desafiar a la madura Arpía roja, más bien conocida como ?La Harpie Rouge?, asimismo por medio del castigo, combate que se anotará como el primero del martes, el segundo será entre Dae, ?La guerrera coreana? rankeada en sexto lugar y Elke ?La hiena nazi? ubicada en el séptimo lugar, los enfrentamientos para las sesiones venideras se darán, según sean los...
(Cap. 5° Las Reinas del paraíso perverso)... distancia desde la ventana en que se encontraba Paula, a los jardines del lugar de los sucesos, no era mayor a unos veinte metros, pudiendo escucharse los ahogados gritos agónicos de la pobre infeliz, los que se fueron acallando hasta transformarse en solo tenues gemidos, mientras era alentada la bestial asiática por Karl y los demás participantes a exhibir toda su crueldad...
(Cap. 6° ?Las personificaciones de Kim, la hembra alfa?)...le dará a su libertino amante un bárbaro espectáculo; con el que le demostrará a que limites puede llegar ella en creatividad y crueldad, le probará en esta oportunidad, que no existe hembra alguna que la iguale y menos aun que la pueda aventajar. Razón por la que debe constantemente concebir todo tipo de insensatas recreaciones para poder satisfacer los excéntricos gustos de Hermann, y seguir siendo la.... (Cap. 7° ?May, sangre nueva en la arena?)...un desigual enfrentamiento entre la tigresa depredadora y su presa, lo que estimulaba fuertemente la retorcida imaginación del público, quienes naturalmente no esperaban un combate deportivo, sino, una desigual contienda, en donde la hembra superior exhibirá sus mortales recursos, subyugando a una disminuida y confundida rival, para satisfacer los gustos de la despiadada y corrompida concurrencia....
(?Cap. 8°: Intriga y venganza?)...el indicado para informarse de los eventos, el programa de la siguiente jornada, los horarios, las condiciones en que se encuentran las participantes que se enfrentaran, y más que todo para crear acercamientos entre los interesados, particularmente en estas últimas apariciones donde los invitados tendrán la ocasión final de observar a las mejores y más despiadadas hembras en encarnizadas ejecuciones y posteriormente compartiendo en íntimas....
(Cap.9°: El quinto y último día, el ?Ultimate?)...estaban todos los invitados, los últimos que habían llegado, y los que aun quedaban de las jornadas anteriores, en espera que esta noche su favorita les conceda una sesión privada. Eran seis los invitados, número que por lo usual se mantenía en cada una de las reuniones a medida que estas se desarrollaban, en esta ocasión asistía una madura mujer platinada, la que concurría usualmente a estos torneos, siendo del entorno más íntimo del alemán, su nombre era Sava; de postura intimidante, con un sensual atractivo de mujer madura, en apariencia no mayor a los cuarenta, aunque probablemente se empinaba alrededor de los cincuenta o tal vez un poco más, lucía una figura tonificada y firme. Entró junto a Karl y May, luego....
(Cap.10°: El Secreto de Sava)...los más insospechados temores que hubiera podido concebir a estas alturas de su vida, lo que produjo en ella desde que pensó en esto, un inseguro cambio en su relación con Kim, esperando con inquietud y temor el día en que deberá enfrentarse a la jovencita que se convertirá en la hembra que sin lugar a dudas, una vez llegado el momento la desafiará a un duelo a muerte para ganarse el puesto de la hembra dominante, y también al macho supremo de este reino, todas estas expectativas y otras preocupaban a la sorprendida y ahora cobarde Sumin conforme su básica y torpe manera de solucionar los problemas, acrecentando así....
(Cap.11°: El revancha de Kim)...Theodoridis sentía que su lealtad para con Hermann no era la misma que le tenía a la asiática mujer, en realidad el griego comprendía que el alma de esta organización era ella, y por su condición de mujer había un plus como para inclinarse a su favor en estas circunstancias. En más de alguna ocasión se sirvió Kim de los servicios de Theodoridis, quien en su condición de capitán a solicitud de ella se internaba en alta mar llevando con algún pretexto a la ocasional rival en la que había puesto sus ojos y sus manos Hermann, a quien había eliminado Kim, por supuesto a su modo, y una vez hecho esto, las hacía desaparecer tirándolas por la borda, por supuesto todo esto a espaldas de Hermann. Razón de sobra para que a Theo como lo llamaba con familiaridad Kim, mantuviera silencio y lealtad hacia ella, gratificando económicamente sus servicios y siendo también generosa de otras formas, lo que no era usual en la exigente asiática, pero...
(Cap.12°: Mortal vuelta a casa)... jueguito lo hicimos una vez con Ebba, el día previo a su debut en un rancho de Florida, en donde se le encomendó liquidar a una mujer de la que no supe su nombre, pero a quien llamaban ?La loca? y cuyo protector fue el gordo Miguel, del que ahora sí me recuerdo bien, quien le encargó la misión, a la ?Harpie Rouge? pero esta le delegó gentilmente la tarea a quien en esos días se estaba convirtiendo en su amante y compañera de juegos, nuestra citada amiga Ebba. Mientras narraba los acontecimientos Kim disimuladamente observó la expresión de Paula y después de una estudiada pausa le preguntó...
(Cap.13°: Una nueva sociedad)... esto no es ningún problema, mi amiga Catalina y sus colaboradores ya conversaron con tus superiores y les hizo una oferta que ?ellos? no podrán rechazar, (usando en esta retórica un conocido diálogo cinematográfico) tu seguridad e inmunidad, está totalmente garantizada, cualquier agresión, o al menos animosidad en tu contra, la haremos nuestra, y nosotros sabemos cómo tratar a nuestros amigos y enemigos, ya has tenido pruebas suficiente durante tu estadía en el fuerte Spintria, por lo que espero que apruebes nuestra oferta, además ya conoces las ventajas que has podido disfrutar con nosotros, las que serán mayores...



(Cap.1°: Contrato para matar)

Eran minutos antes de la medianoche, el lugar, un club nocturno en el sector del ?downtown? en las cercanías del puerto de Miami, en Florida, desde donde se podía oír el sonido característico de las sirenas a esas horas, algunas policiales en posibles alarmas de persecuciones, y otras de vehículos de emergencia que transitaban por las avenidas y calles aledañas al lugar, formando con esto la típica disonancia sonora que acostumbran escuchar los habitantes de las grandes ciudades en las zonas de agitada vida nocturna a estas horas de la noche, y esta no era la excepción.
Los parroquianos del local ya ocupaban los espacios de las primeras ubicaciones, que obviamente eran las más cercanas al escenario mientras miraban el número del momento, que congregaba a un público de entusiastas a los shows de desnudistas y afines, en donde pueden manifestarse mientras se echan un trago o más charlando animadamente.
El espectáculo era un combate del tipo ?catfight?, entre una espigada y atlética latina, y su oponente, una madura rubia con características anglo; no muy agraciada, fofa y entrada en kilos, claramente en desventaja física, y en atributos.
La función se realizaba dentro de una jaula formada por artificiales cañas de bambú, con lo que forzadamente trataban de darle un aspecto selvático del tipo cinematográfico, pero para lo que realmente servía, era para evitar el ingreso de los entusiasmados y casi siempre ebrios que querían participar del espectáculo, lo que en algunas oportunidades un grueso referí llamado Miguel se los permitía, para darle un incentivo mayor al vulgar show, además de prolongar el mismo, excusa válida por el tiempo que se demoraban en sacar del escenario a los obstinados parroquianos entre las risas y gritos del resto de los clientes.
En el plató el suelo de la jaula estaba acolchado con una mullida alfombra de brillante pasto, naturalmente sintético, que servía para aminorar los efectos de las caídas de las chicas, del mismo o de un material similar eran unas palmas en las esquinas del recinto, con unos bongos de cartón dispuestos bajo estas. Todo este ?creativo? decorado parecía haber surgido de la imaginación de un adolescente entrando a la pubertad, completaba la ambientación del local, la gran humareda producida por los fumadores, a pesar de la reiterada prohibición de no hacerlo dentro del local, además del característico y fuerte olor a cerveza y otros tipos de bebidas alcohólicas que invadía el mismo.
La rubia visiblemente estaba perdiendo el encuentro, la morena en cada oportunidad que tenía la ridiculizaba; parodiando sus torpes movimientos, haciéndole zancadillas, o bien propinándole rápidos golpes en el rostro, y en las nalgas, para acto seguido saltar hacia atrás o a los lados haciendo ineficaz la lenta reacción de la rubia que se esforzaba inútilmente en alcanzarla, provocando con esto, las risas de los espectadores, sobre todo de los que estaban situados a un costado de la barra, que rodeaba gran parte del escenario que se ubicaba en un nivel algo superior, lo cual facilitaba la visión de los habituales al lugar, los que se encontraban un poco más cerca del proscenio, y dada la naturaleza del espectáculo, formaba una necesaria barrera entre el resto de los parroquianos y el escenario.
El show consistía más o menos en la misma y repetida rutina, excepto con algunas variables, dependiendo de la creativa capacidad de las participantes, que la mayoría de las veces, y con muy poca imaginación se arrancaban la escasa indumentaria, para quedar parcial o totalmente desnudas, ya sea una, o las dos contrincantes, momento que esperaban con impaciencia los tolerantes y poco exigentes clientes, estas prácticas se repetían en al menos nueve de cada diez encuentros, cosa que era una motivación extra para mejorar la habitual función, con una que otra ocurrencia por parte de ciertas chicas para amenizar el show.
Los enfrentamientos estaban pactados a tres asaltos, de más o menos cuatro minutos cada uno, la misma duración entre uno y otro round, durante los que el moderador y arbitro se las ideaba para alargar el tiempo de espera, unos cinco o seis minutos más entre cada una de las presentaciones, de tal manera que duraran una media hora, que en lo posible debía cumplirse, para no alterar el programa total, el que tendría que extenderse unas dos horas por función, el que se repetía en tres ocasiones, donde cuatro a seis parejas de muchachas se turnaban para entretener cada noche a los concurrentes, comenzando a las veintiuna horas, de tal forma que los clientes estuvieran lo suficientemente entusiasmado luego de charlar y beber al menos un par de horas antes del inicio del show.
Ahora entre presentación y presentación, las chicas ofrecían otros servicios anexos al espectáculo, bailando para algunos clientes más entusiasmados en una sala privada, como también compartiendo un trago o más, para programar en algunos casos acercamientos más personales e íntimos una vez que las funciones hubiesen terminado.
Las duplas variaban en algunas ocasiones, reemplazando al menos a una de las mujeres del equipo estable por improvisadas contrincantes ?Freelance?, las que carecían de la conveniente habilidad (al menos en la lucha) y que se confrontarían a las más experimentadas y atractivas, que eran las muchachas que más atraían clientes, este era el caso de la pareja que estaba presentándose en esta oportunidad, en donde la muchacha latina era parte del equipo estable, por supuesto la más bella y joven, en cambio la blonda era una circunstancial participante madura, naturalmente con poca experiencia.
Ya había finalizado el segundo asalto, y la deslucida rubia apenas si pudo terminarlo, yendo hasta su rincón jadeando y maldiciendo, mientras la probable ganadora instigaba a los entusiastas espectadores a aplaudirla, paseándose y complaciendo a los más cercanos al escenario, acercándose hasta las barras de la jaula para manosearlos atrevidamente y dejar de igual forma que lo hagan con ella hasta donde pudiera controlar el ímpetu de estos fogosos admiradores durante los minutos de descanso, antes de proseguir con el tercer asalto.
La chica morena estaba ataviada con un diminuto y ajustado bikini rojo de los que usualmente se usan en este tipo de shows, la rubia contrincante con una desteñida tenida de color amarillo, la que al parecer no era de su talla, en el entretanto el árbitro se ocupaba de poner en orden a los bulliciosos clientes, a la vez que hacía de interlocutor entre ellos y las chicas, los primeros haciendo solicitudes indecorosas y de mal (o buen) gusto, como de que manera proseguir con mayor descaro, a lo que las chicas les respondían con desvergonzadas respuesta y gritos, según ameritaba la situación.
El ambiente se repetía cada noche en el club, las mismas muchachas, básicamente con la misma clase de parroquianos, salvo algo que rompía lo acostumbrado entre el público asistente aquella noche; había un espectador inusual, el que escapaba a la ralea de individuos que frecuentaba el local, ya sea en su comportamiento, en su apariencia y en su vestimenta.
En la barra, estaba sentado un varón, que como ya se sabe, no era uno de los clientes habituales del Club, un francés llamado Pierre Dupont; de apariencia educada, bien vestido, de porte elegante, las sienes con un entrecano incipiente, y por supuesto con el característico acento galo, el que sobresalía en el lugar tanto como lo hace una mosca flotando en una jarra de leche, el que miraba como buscando en ocasiones algo o a alguien a su alrededor.
El bullicio que se formaba en cada uno de los encuentros; entre el griterío, vítores del público y de los agudos improperios que se hacían las mujeres para estimular a los asistentes de un lado al otro, a lo largo y ancho del lugar , era totalmente ensordecedor, de tal manera que hasta los pensamientos eran silenciados por toda esta algarabía, lo cual era más o menos la típica función, condición que era del total agrado de la clase de personas que cada noche asistían al club, los que sin este acicate, además de otros, no sería tan atractivo ni entretenido para sus básicos requerimientos.
El francés decidió retirarse a un apartado menos animado a un extremo del escenario, en donde se pudiera conversar, no sin antes encargarle al barman que le hiciera llegar una botella de champagne de la mejor calidad que tuviera y que también, le condujera hasta allí a una joven llamada Paula, que con seguridad preguntaría por él, agradeciéndole de antemano el encargo, depositó sobre la barra varios billetes con el retrato de Benjamín Franklin en el anverso de ellos.

A Dupont se le había encargado la tarea de reclutar chicas alrededor del mundo para participar en encuentros muy privados de lucha femenina para un exigente público, para este efecto el francés se contactaba con los managers y participantes de los deportes de contacto, buscando otras alternativas en esta clase de clubes, las elegidas debían cumplir con ciertas condiciones que no eran fáciles de lograr, tenían que ser jóvenes, solteras, sin compromisos, independientes, audaces, hermosas y atléticas, sin ser para nada del tipo hombrunas, ni algo que se le parezca, las cuales no tenían cabida alguna en este clase de justas, estas condiciones y otras eran estudiadas por el francés, para que finalmente en una entrevista personal decidir su incorporación o no, a estos exclusivos circuitos. Este era el caso de la llamada ?Paula?, con era el caso de la llamada la cual había quedado de encontrarse en el club a eso de la medianoche, por lo que cuando se aproximaba la hora señalada, el hombre cambió el ángulo de su asiento, para tener una mejor perspectiva del entorno, quedando en alerta.

El francés primero se informaba de todo lo concerniente a las posibles participantes, además de las condiciones anteriormente nombradas; debían poseer arrojo, ser reservadas, audaces, de gran temperamento, y al menos hablar y entender inglés.
Dupont se preocupaba de conocer bien sus orígenes, y sus íntimas tendencias, las que tenían que ser necesariamente compatibles y afines con las actividades que realizarían, las que por ningún motivo deberían entorpecer los intereses de esta exclusiva sociedad, en la que tendrán que ser capaces de estimular a una exigente y extravagante audiencia, la cual a su debido tiempo, sabrá recompensarlas si quedan satisfechos con su participación.
Dupont mientras observaba como se iniciaba el tercer y último asalto, miró la hora, era ya cerca de la medianoche, y aunque no parecía mayormente preocupado, echaba uno que otro vistazo a la entrada del nightclub por si veía alguna mujer con este tipo de características, o la que pudiera parecerse a primera vista, ya que no la conocía, ni siquiera por fotografía, habiendo escuchado tan solo algunos comentarios de ella por boca de terceros, habiéndola contactado más tarde mediante un par de llamadas telefónicas, acordando el día, la hora y el lugar de este encuentro.
Dada las condiciones que la misma muchacha le propuso para proceder al encuentro, aparentemente esta conservaba celosamente su privacidad, lo cual agradó más aun al francés anotando esta un plus más para poder calificar a este selecto grupo de mujeres.
El espectáculo carecía de categoría, inclusive para los menos exigentes, que esperaban en algún momento, un lance excepcional en el que pudiera tener alguna lucidez la rutina escénica, como era la ocasión cuando acordaban entre ellas, quien sería la ganadora, donde las más avezadas practicaban algunas rutinas previas de artes marciales, con lo que aportaban cierta calidad a la función, como para poder entusiasmar al ?respetable? público.
Mientras tanto los espectadores abucheaban los decaídos movimientos de la contienda, más aun cuando la inhábil rubia con fingidos gritos hacía aun más fallido y tedioso el espectáculo, cada vez que se producía una simple embestida sin mayores consecuencias.
Al cabo de algunos momentos la morocha advirtió la disconformidad del público, y tomó la iniciativa, haciéndole una zancadilla a su rival, a la vez que la tiraba fuertemente del corpiño, o lo que semejaba serlo, arrancándoselo y lanzándola al suelo, quedando expuesta desde la cintura hacia arriba, lo que produjo las risotadas y un renovado estimulo entre los asistentes, que era lo que quería conseguir la joven y astuta morena.


Pierre Dupont en el night club

La que ahora yacía en el piso con los pechos desnudos, muy molesta y con una mirada hosca, increpó airadamente a la chica del bikini rojo que la había arrojada sobre la alfombra:
-¡Estúpida!,...¡Rompiste mi atuendo!,?¡Te haré pagar por esto!, a lo que la otra parada firmemente sobre la verde alfombra le expresó burlonamente:
-¡Vamos!, entonces por de pronto, empieza levantándote,? porque desde el suelo no creo que puedas hacer gran cosa,? ¡Perdedora!, terminó diciendo la morena, para después soltar una risita, confabulando con él público y buscando la aprobación de este, que ya seducido, aceptaba la moción de la hembra dominadora que poniéndose a horcajadas sobre su inhábil antagonista reía burlonamente, satisfaciendo de esta forma las groseras y obscenas solicitudes de los asistentes.
Una vez sometida a su caprichosa voluntad, la morena empezó con vulgares meneos pélvicos adelante y atrás, mientras tenazmente inmovilizaba a la rubia, tomándola por las muñecas, comprimiéndole entre sus musculosos muslos, la cintura y las costillas de la vencida, en una exhibición de abusiva superioridad, con abiertas intenciones de producir otras febriles sensaciones en la mente de algunos espectadores, lo cual iba más allá de un mero show de erótica fantasía como se suponía que era.
Si bien las reglas eran las básicas, entre ellas; no agarrar ni tirar del cabello, tampoco los golpes de puño, ni usar los dedos y uñas para atacar los ojos, la nariz, o la boca, además de otras cavidades, sin embargo, podían las más experimentadas prescindir de estos recursos, usando tácticas que parecían ser lícitas como; arrojar a la rival contra el piso o a los barrotes perimetrales, aplastando con el peso de su cuerpo, apretando con brazos y piernas las zonas más blandas y sensibles de su opositora, lo cual garantizaba los mismos resultados, o sea infligir castigo y dolor, autorizándoles este accionar a las más diestras de las luchadoras.
Estas actitudes más agresivas, y que escapaban al propósito del espectáculo, se les permitía solo a algunas consentidas del equipo oficial, que realmente disfrutaban esta faena y que deseaban igualmente interesar a quienes gustaban de esta clase de extremos, valorando a las más agresivas y atractivas, contratándolas para que participen luego en enfrentamientos privados muy bien remunerados, más íntimos y permisivos
La fornida y hábil morena sabía de estas ardides y sus beneficios, porque ahora las usaba a placer con la vencida y fatigada mujer, montada alegremente a horcajadas sobre ella, en actitud de soberbia dominación, dedicándose a humillarla, solo por diversión, con un dejo de maldad que evidenciaba en su mirada, cada vez que alzaba la vista para saberse observada por algunos de sus más ardientes admiradores, cuando el desenlace de la contienda, estaba totalmente definido a favor de ella.
El réferi intranquilo por la situación, se dispuso terminar la contienda, sin embargo una parte de la concurrencia animaba a la morena latina, la que gratamente entusiasmada no quería renunciar a su tozuda determinación de proseguir atormentando a su entregada rival, en una absurda conclusión del combate.
El gordo mediador anunció el termino del enfrentamiento, seguramente para evitar una mayor vergüenza y castigo a la extenuada perdedora, que de espaldas en el piso, inútilmente golpeaba con la palma de su mano libre la alfombra en varias ocasiones, en indudable señal de retiro y rendición, sin embargo la vencedora aun así se negaba a terminar con su porfiada actitud, por lo que el árbitro tomándola por uno de sus brazos la levantó, desmontándola, ante la evidente molestia de esta por tal decisión, alentando luego el mismo individuo a que el público aplaudiera, para así dar por terminado el match.
Los aplausos se prolongaron por varios segundos, hasta que la derrotada irrumpió con insultos y gritos, lo que la joven vencedora soportó con estoica actitud. No conforme con esto, la odiosa e irreflexiva rubia le arrojó un grueso escupitajo, que la hábil morena esquivó con un rápido movimiento de sus caderas, a la vez que alzaba una de sus fornidas piernas, y dándose impulso, dibujó en el aire un rápido arco con ella, golpeando con su talón la barbilla de la perdedora, que se fue de bruces al suelo. El árbitro se movió prestamente, tratando de evitar la acción, pero fue tan rápida esta, que antes que pudiera intervenir, la morena ya había dado cuenta de la torpe y grosera mujer.
Los vítores se repitieron, el público estaba más que satisfecho con el número extra, la triunfadora con el brazo sostenido por el referí recibía la ovación, mientras la malparada adversaria era ayudada por algunas compañeras a dejar el escenario una vez recobrada del brutal golpe recibido, para retirarse trastabillando y maldiciendo, sin ganas de enfrentar de nuevo la misma situación.
Pierre de pie, también se sumó a las palmas, notando que por algunos instantes la mirada de la joven se cruzó con la suya, la que luego después de terminados los aplausos, se cubrió con un breve batín, para retirarse del escenario a través de la parte posterior, para irse rodeándolo por el contorno en dirección al francés, entonces este perspicazmente empezó a entender la situación, el porqué del lugar, la habilidad que mostró la morena, su actitud, su mirada y la probabilidad que fuera Paula la chica vencedora del bikini rojo.
-¡Hola...yo soy Paula!?se presentó con alegre voz la joven ganadora, que se aproximó a un par de metros del francés, interrumpiendo sus pensamientos.
La joven estiró su mano hacia Pierre a modo de saludo, este la recibió cortésmente:
-Pierre, un gusto conocerla.
-Igualmente para mí respondió su interlocutora,
-Por favor acompáñeme dijo Dupont indicándole un asiento, para luego ofrecerle algo de beber, a lo que la muchacha contestó:
-Sí por favor, un vaso de agua con hielo gracias, el francés alzó la vista para ubicar a un camarero, pero el barman muy solícito ya enviaba a uno para recibir la orden.

Pierre Dupont era un hombre culto, con ciertas habilidades y por supuesto que así lo entendía también quien le encargaba estos quehaceres, y uno de estos talentos, era conocer muy bien a las personas con tan solo tratarlas en una o un par de veces, casi como un síquico o adivinador, esto le venía muy bien cada vez que tenía que entrevistar a algunas personas, y no solo le era útil en estos asuntos, sino que también para otro tipo de menesteres que le encargaba su jefe; un maduro alemán, empresario, e inversionista de comportamiento muy poco frecuente, de gustos excéntricos por decir lo menos, llamado Karl Hermann, quien tenía por el momento su base de operaciones en una pequeña isla del mar mediterráneo, desde donde administraba todos sus negocios, y también disfrutaba de su centro de inusitadas entretenciones, como lo eran estas lides femeninas, entre otros prohibitivos, extravagantes y costosos ?pasatiempos?.



Paula en acción

Paula era todo eso que Pierre podía esperar para alistarla en su nómina de inusuales mujeres, por lo cual después de la entrevista, le propuso directamente, intervenir en estos especiales enfrentamientos, la reunión fue breve, no más de media hora, el tiempo que duró la escaramuza de la dupla de turno en el escenario, la que fue amenizada, por una pequeña asiática y una delgada afroamericana, que a la postre término siendo la dudosa ganadora.
El varón le describió abiertamente la clase de contiendas que se realizaban; cuál sería su participación, lo que se esperaba de ella, y las retribuciones que recibiría si la organización de estas justas quedaba conforme con su participación en ellas.
Las mujeres venían de diferentes lugares, por eso era importante hablar y entender un idioma de uso universal, el inglés se acomodaba a esta exigencia, Paula hacía dos años algo más que estaba en los estados unidos y dado su entorno mayoritariamente anglo, al menos en el medio en que se encontraba, aprendió rápidamente el idioma, aunque no de manera muy fluida ni académica, pero lo suficiente para entender y hacerse entender.
Dupont estaba al tanto de la orfandad de Paula y los efectos que le produjo desde sus primeros años, los que a falta de una figura materna que imitar, y sin haber adquirido una identidad propia, copiaba constantemente el proceder de otras personas con las cuales podía identificarse, por las que sentía alguna admiración según su básica formación, las que eran obviamente mayores y más prudentes que ella, lo cual le entraba en provecho, aunque no fueran estas las mejores figuras a emular, pero que al menos la haría presumir más madura e importante, cuál era su más grande anhelo en aquellos años, en que solo era una flacuchenta chiquilla que la edad le jugaba en contra, su mayor preocupación era aparentar ser más mujer de lo que en realidad era, situación por la que pasan casi todas las adolescentes, y Paula no era la excepción.
Aunque la muchacha no tenía clara idea de sus orígenes, de vez en cuando recordaba algunas escenas vividas en Colombia, luchando por sobrevivir, entre un grupo de pilluelos, fumando ?Bazuco? que es un subproducto de la cocaína, naturalmente nocivo, pero que entre otras sensaciones; sacia el hambre, produciendo un falso bienestar de carácter lúdico, y que por el pacto de compartirla produce singulares lazos de amistad.
Un mundo en donde se mesclan las dualidades del hambre y la pobreza, la agresividad y el poder, la violencia y la muerte, entre otras tantas lacras sociales.
Si bien sus recuerdos eran pocos, los hábitos aprendidos en este corto periodo de su existencia, la acompañarían todo el resto de su vida.
Habiendo sobrevivido en su infancia y en su temprana adolescencia a la pobreza y al hambre, con el pasar de los años, esto ya sería una preocupación menos, hacía un tiempo que había aprendido a venderse, solo la violencia asociada a la muerte seguían siendo parte de su subsistencia, aprendió que la agresividad y el poder podían obrar en su beneficio, por otra parte, el bazuco, lo cambió por otra droga mejor, (si así se puede decir), sus necesidades elementales ya las tenía solventadas, en general no modificó sus costumbres, sino que con el pasar del tiempo las mejoró y moderó, para adquirir más tarde otras costumbres, una mayor independencia, y mejores ingresos, pero manteniendo siempre el mismo modelo de conducta y de proceder irreverente.
Increíblemente todos estos pasajes e incluso detalles de la existencia de Paula, que ni ella misma estaba enterada Dupont los conocía, y se lo hiso saber. Estaba al tanto de cómo una traviesa y rapaz pendenciera de doce años, fue tomada de la calle por unos delincuentes, a quienes lideraba un gordo homosexual llamado Miguel, y Paula ?La loca?, una madura mujer que lindaba los treinta, de la cual heredó su nombre, ya que a la pícara chiquilla se le conocía solo como ?Bronca?, bajo cuyo alero y como componente de esta pandilla, tendría protección y respeto, subiendo algunos escalones en su inicial carrera delictual ante sus iguales.
La jovencilla Paula fue iniciada primero en el tráfico y ventas de drogas por las calles, para más adelante participar junto a estos malhechores, al principio en simples misiones de amedrentamientos y más tarde en violentas ejecuciones, las que realizaba sin ningún tipo de remordimiento dada su limitada formación carente de principios, donde se dio a conocer a temprana edad, por su audacia, osadía y predilección por la violencia y crueldad en cada una de estas letales misiones, características que compartían ambas Paulas, las que se hicieron muy temidas y conocidas en el medio delictivo y por la policía, siendo protegidas desde ya por los jefes de los carteles para quienes trabajaban, además cuando debían afrontar a la justicia, era utilizada como una especie de solapado escudo legal, subterfugio muy recurrente por estos antisociales, puesto que por ser menor de edad tenía cierta inmunidad ante la ley.
Durante los años siguientes y en su adolescencia; mientras escalaba posiciones en la organización delictual junto a su mentora y homónima Paula, y más tarde liderando sola las peligrosas misiones encomendadas, la joven Paula se fue convirtiendo en toda una mujer, incluso antes de alcanzar la mayoría de edad, beneficiando este proceso un desarrollo físico precoz lo que evidenciaba su aumento de estatura y cambios hormonales, que al contrario de las incomodidades propias de este desarrollo en la mayoría de las adolescentes, la joven Paula lo tomó con entusiasmo pues era obvio que con ello conseguiría así sus mayores anhelos, lo que era conducirse como toda una mujer ante los demás.



Durante la entrevista, Pierre le señaló que las competencias se harían en ?El fuerte Spintria?, una pequeña isla en el centro del Mediterráneo, y que estos enfrentamientos no revestían peligro alguno, al menos para ella como contendiente.
Para sellar el compromiso, y dando el primer paso en señal de confianza y formalidad; Pierre Dupont le extendió un grueso sobre con dinero en efectivo, por supuesto en euros, en cantidad más que suficiente para poder cancelar pasajes a Europa de ida y vuelta, además de costear su estadía y manutención, diciéndole por último:
-Toma este celular por intermedio del cual me comunicaré para darte las instrucciones; primeramente llegarás al aeropuerto de Atenas, después te dirigirás a un hotel donde te haré reservaciones, para hacer contacto contigo y darte las indicaciones de cómo llegar hasta un fondeadero cercano a la ciudad, donde estará esperándote una pequeña embarcación en diez días más para llevarte al lugar de los eventos. Paula de naturaleza desconfiada, miró al francés de manera meditabunda y hasta un poco imprudente para preguntarle:
-¿Qué pasará si no te comunicas conmigo?, Pierre Dupont hiso una larga pausa antes de contestarle, denotando un poco de molestia, pero sin alterarse le dijo:
-Paula por favor fíjate en la cantidad de efectivo que te entregué, puedes usarlo como quieras, para darte una vuelta por toda Europa, cómodamente y volver en unos días, o para lo que tú desees, en la supuesta y remota probabilidad que plantea tu desconfianza, la latina si bien no tenía el don de la prudencia, tampoco era estúpida, pues acusó la falta de tino en su pregunta y exclamo a modo de remediar su error:
-¡Perdón, lo?lo siento!...es que toda esta situación es inusual, y no tengo la costumbre de alternar con caballeros como tú. Dupont ajeno a dejarse llevar por los halagos y sabiendo que la moderación y el tacto no está entre las cualidades de esta especie de mujeres, le quitó toda importancia ingeniosamente al incidente, diciéndole amablemente:
-Cuando nos conozcamos mejor, verás que la confianza será mutua, amiga Paula, luego
como si nada continuó explicándole otros pormenores no menos importantes, los que debería observar una vez que llegara a ?Spintria.
Cuando ?La loca? se trasladó a los estados unidos para encargarse de los intereses del cártel, la joven ?Bronca? como aun la llamaban, adoptó el nombre de ella legalmente, con la ayuda de una firma de abogados consiguió documentar su identidad, en los que se afirmaba supuestamente que su madre era ?Paula la loca ?, cuando tenía solo dieciséis años, pero ya destacaba como toda una mujer; de belleza exótica, altiva, tez morena, bellos ojos verdes con un gran temperamento y personalidad, y de cinco pies y nueve pulgadas de estatura, además de sus ciento cincuenta libras de deseable y bien formada anatomía.
A pesar de la diferencia de edad, ambas mujeres eran físicamente parecidas, tanto es así, que Paula (como sabemos), tomó su lugar, como también su modo de vestir y de caminar, la muchacha era una copia de ella, un clon mejorado de la original, con menos de la mitad de su edad, a la cual había formado en los últimos tres años en las tareas del trafico y protección al narco, labores que ya podía realizar sola, sin el apoyo de su tutora Paula, quien en aquellos tiempos mantenía diferencias de procedimientos con Miguel, el líder homosexual y enajenado de los sicarios, con lo cual se producían algunos conflictos, que hacían en no pocas ocasiones peligrar las misiones dadas, por lo que la madura mujer, fue trasladada, encomendándosele otras funciones, como era el acceso y distribución de la ?mercancía? en los estados unidos. Cambio que fue muy bien recibido por las partes interesadas.
En esta posición la joven Paula se desenvolvió durante un par de años, poco tiempo el cual le tomó insertarse exitosamente (si se puede decir así), en casi todo el quehacer de este bajo mundillo del tráfico de drogas, consiguiendo el respeto y notoriedad ante sus iguales y principalmente ante sus jefes, lo que había anhelado desde su ingreso al delictivo medio.

Hacía un par de años que la joven Paula había sido enviada a los estados unidos para ponerse a cargo de los intereses del cártel, llegando hasta el mentado club nocturno, el que había sido regentado por la ?La loca?, y desde algún tiempo a esta parte por otro miembro de la organización; Miguel, el marica demente y viejo conocido que reemplazó a Paula ?La loca?, su amiga y maestra, quien era como una hermana, o amantes, como comentaban algunos, la que luego de desempeñarse por casi tres años, y sin anuncio previo desapareció de este medio en misteriosas circunstancias.
Dada esta coyuntura y como la joven Paula ya había obtenido su mayoría de edad hace unos pocos meses, entonces la organización decidió que ella sería desde ahora el nuevo nexo, junto con Miguel, encubriendo su identidad de la misma manera que lo hiso ?La loca?; como bailarina y luchadora en shows del tipo catfight, para dedicarse veladamente a su verdadera función, como era la de cooperar con el cártel.

Durante el tiempo que tenía por delante, y según lo charlado con Pierre su reclutador, Paula se alejaría entonces, alrededor de un par de semanas del medio, la muchacha se dedicó a reorganizar todos sus compromisos, y no era solo el show en el club, ya que este lo utilizaba (como ya se sabe), al igual como lo hiso ?La loca?, para encubrir su actividad delictiva, razón principal por la que se encontraba en el país del norte, la que era rentable, ilegal y peligrosa, trabajando para el cártel de la droga sudamericano; eliminando la competencia, creando los nexos necesarios para facilitar la entrada de la droga por las costas de Florida, asegurando el tránsito de esta por vías más confiables, recibiendo los envíos de las mismas y distribuyéndola entre los traficantes minoristas del lado atlántico.
Paula había encontrado en su tocaya, la orientadora natural para el tipo de vida que quería llevar, incluso participar en números de lucha femenina de fantasía, para encubrir su otra actividad, lo cual fue ingeniosamente concebida y realizada por la madura Paula, y que después la joven, una vez que se hubo encargado de estas tareas la asumió perfectamente, como asimismo conseguir mejorar sus habilidades combativas, con la práctica de las artes marciales en competencias deportivas legales, las que habían sido motivadas por su madura homónima hace un tiempo atrás en Colombia, para beneficiar sus otras ocupaciones ilegales.
Paula comunicó de su ausencia a sus jefes y a Miguel su actual copartícipe en el tráfico de ilícitos, aduciendo que viajaría fuera del estado, para concurrir a un evento ?Deportivo?, como acostumbraba comunicar también la madura Paula cada vez que se ausentaba para participar en alguna competencia de verdaderas competencias en estas ligas, pretexto que usaban también para los encuentros, ?underground? privados, en los cuales tanto mujeres como hombres participan con más o menos discreción, según sea el grado de truculencia que puedan tolerar y aportar, los que económicamente son más lucrativos mientras más violentos sean, no obstante tenían el inconveniente de terminar contusas en algunas ocasiones, pero que bien valían la pena, no solo por las retribuciones recibidas, sino también por la ocasión de poder dejar salir sus salvajes instintos naturales de sádica castigadora, donde podía golpear, aplastar y hacer sufrir a su oponente, en un escenario con muy pocas reglas, limitadas tan solo por la rendición de su rival, o un sufrido ?knock-out?.
De todas maneras el pretexto fuera válidamente deportivo o no, sus jefes serían los menos indicados para cuestionar a tan caras colaboradoras, es más, en no pocas ocasiones ellos mismos alentaban a su personal a participar en estas actividades, que beneficiarían a la postre su actividad criminal.

Con toda su documentación en orden, Paula separó un billete para la semana próxima, siguiendo con la misma rutina de todos los días, hasta el momento de dirigirse al aeropuerto, para tomar el vuelo a Europa temprano por la mañana del día viernes, oportunidad en que informó recién, solo por seguridad y privacidad a los más cercanos de su ausencia, dejándole precisas instrucciones hasta su regreso en unos quince días más, de todas maneras estaría en contacto e informada de ser necesario a través de las redes disponibles para estos efectos.
Luego de un rápido trasbordo en Málaga, el avión aterrizó antes de la medianoche en el aeropuerto de Atenas, a los minutos sonó el celular que ya estaba habilitado para ser usado tal como le había dicho Dupont, este la saludó y le indicó el hotel en que tenía reservas y otros pormenores. Paula luego de los acostumbrados trámites en el aeropuerto, tomó un taxi desde el mismo al hotel que se hallaba a no más de media hora. Era mediados de julio, pleno verano en este hemisferio y la temporada se hacía notar.
El clima era caluroso, ¿era al que llamaban mediterráneo?, ?meditaba?, más bien había pensado que este era un clima más templado, más moderado, más agradable, pero bueno, estoy acostumbrada a estos climas, en Colombia, en Florida y ahora el clima mediterráneo, ¡Vaya! ?se dijo para sus adentros?, mientras echaba una mirada por un ventanal de su alcoba del hotel que daba al mar y ordenaba sus pertenecías, para luego disponerse a dormir.
Esa noche, pudo mucho más el cansancio del ajetreado día, fácilmente llegó a conciliar el sueño, para despertar por la mañana, cerca de las once para darse un corto y frío baño para despabilarse, vistiéndose con una tenida playera. Estaba en esto cuando nuevamente sonó el teléfono celular, por supuesto que era Dupont, para indicarle el lugar exacto donde tendría que abordar un yate llamado ?Achillia?, que estaría anclado al mediodía, esperándola para zarpar en un embarcadero privado, a pocos minutos del hotel, cerca del puerto del Pireo.
Una vez recibida toda la información y teniendo unos minutos disponibles aun, se dirigió a la cafetería desde donde llamó un taxi mientras apuraba un café con croissant. El día era sábado y una vez que hubo finiquitado los pormenores de su estadía, salió del hotel a eso de las once con cuarenta, abordando el taxi que la estaba esperando en las puertas del hotel, una vez arriba, le indicó al conductor la dirección del embarcadero, sin antes batallar con el testarudo sujeto que se negaba a entender otro idioma que no fuera el griego, finalmente las señas y los ademanes funcionaron, unos diez minutos más tarde se detuvieron frente a un atracadero, en donde estaban fondeadas varias embarcaciones.
Paula canceló el viaje, sin dejar propina, y se bajó muy molesta del carro. Ya en el malecón, indagó por una pequeña nave con el nombre de ?Achillia?, según le había indicado Dupont, observando a unos marineros y a dos espigadas mujeres que deambulaban por el sector delante de ella, a poco caminar, y a no más de veinte metros de donde se encontraba, divisó un yate con este nombre, aproximadamente de unos treinta metros de eslora, cuatro hombres estaban sobre la cubierta, parecían estar atentos a quienes pasaban transitando, sería mucha la coincidencia, o era el yate que estaba buscando, vaya que es pequeño, ?pensó? como serán a los que llamará grandes Dupont, luego recordó eso de la ?confianza mutua? que este había expresado en el club hace unos días.
Bueno las cosas se estaban dando según lo planeado, me gusta, si me gusta ?Pensó la
chica?, y se aproximó sintiéndose ahora mucho más tranquila. Sin lugar a dudas se trataba del mentado navío, los cuatro hombres eran parte de la tripulación, que en ese momento recibían y atendían a las dos mujeres que Paula había advertido momentos antes, observando cómo eran invitadas a abordar la nave por el que parecía ser el jefe, que sobre la cubierta, apremió las acciones, indicándole a dos de los marineros presentes, que asistieran y acompañaran a las invitadas, conduciéndolas al interior del yate, a la vez que se volvía a poner atención a Paula que se hallaba aun sobre el muelle, deduciendo que probablemente era otra de las invitadas que se aproximaba. El individuo saludó desde la cubierta haciendo señas con la mano a Paula que se encontraba sobre el muelle, y formando un cono con ambas manos, se las llevó a la boca vociferando en español con un marcado acento griego:
-¿Es usted invitada del señor Dupont?
-Sí así es, le contestó la morena.
Entonces el sujeto descendió presto desde la cubierta al muelle a través del pequeño
puente inclinado, este vestía uniforme blanco con insignias alusivas, una gorra de capitán con
la típica ancla distintiva, que a diferencia del resto de la tripulación quienes iban uniformados
en forma menos ostentosa, y con un estudiado proceder se presentó aparatosamente:
-Permítame presentarme yo soy el capitán del yate, Theo Theodoridis, sea bienvenida
a bordo, yo y mi tripulación estamos para servirla. Debo decirle que han sido muy puntuales a
la hora de llegada, lo cual le agradecemos, puesto que por fortuna la mar estaba calma, por lo
que pudimos atracar junto al malecón, sirviéndonos solo con las defensas del yate y un par de
amarras, y no tener que echar anclas mar adentro para comodidad de ustedes y la nuestra,
por lo que debemos abandonar el embarcadero mientras se mantengan las condiciones del
tiempo y no abusar de nuestra suerte, dicho esto con un gesto indicó a unos de los tripulantes
que subiera el equipaje de la joven muchacha, luego con un teatral ademán extendió el brazo
a manera de invitación diciendo:
-Por favor?
La chica imitando el comportamiento del capitán aceptó la insinuación acentuando con un tenue movimiento de cabeza, y haciendo una burda reverencia, subió al yate, seguida por su amable anfitrión.
Una vez a bordo el capitán la acompañó hasta un camarote, diciéndole:
-Como usted debe haber visto hace algunos instantes subieron dos mujeres, a quienes
no conoce supongo,... ¿O sí?
-¡No!,? no las conozco respondió Paula, pero ya habrá tiempo para conocerlas.
-No lo creo, dijo Theodoridis, aquí no se hacen amistades, y a cada cual lo suyo.
-¿Estas mujeres también participan en los eventos, no es así? inquirió Paula
-Así es le señalo el capitán.
-Ahora entiendo, manifestó la chica.
A continuación el capitán continuó explayándose:
-Al parecer es la primera vez que usted participará. Ellas lo han hecho ya en varias ocasiones y lugares, este yate traslada a las mejores contendientes, pero mayor información no puedo darle; ni nombres, ni lugares, son las normas establecidas, como se lo tiene que haber hecho saber Pierre en su primera entrevista.
-¡Oh si por supuesto! respondió la morena, luego el capitán Theodoridis continuó con
otras breves pero necesarias aclaraciones:
-La organización tiene por norma la discreción de sus empleados y participantes, es tan
simple que con tan solo esta consideración, cada persona asegura el éxito de su estadía, todo lo que debe saber ya se lo ha informado el señor Dupont, y si la calificó para presentarse en este evento, también debió aconsejarle cautela, por otro lado debe haberle sugerido que su continuidad en este círculo, si así usted lo desea, dependerá del compromiso y lealtad que tenga con este. Si no hace preguntas y mantiene reservas, tendrá una provechosa estadía en esta exclusiva comunidad que tutela el señor Hermann, que como se lo debe haber dicho Dupont es nuestro empleador; y si queda satisfecho con su participación, como también los demás miembros, tendrá la ocasión de presentarse en futuros y singulares eventos, pudiendo conocer a poderosos, generosos e influyentes personajes, lo que le puede reportar suculentos dividendos.


Paula abordando el Achillia con otras letales pasajeras

Más tarde mientras Paula ordenaba en el camarote sus pertenencias, escuchó al capitán dando las órdenes de rigor, para vociferar finalmente a viva voz:
-¡Desaten cabos?suelten amarras!
La chica latina acercándose a una ventana ?Ojo de buey?, miró hacia afuera como un joven marinero saltaba de la cubierta al muelle para desatar hábilmente los gruesos cabos de la embarcación, arrojándolos después sobre la marquesina, operación que tardó unos tres minuto, para volver prontamente a bordo de la misma manera en que lo había dejado, de un brinco, luego escuchó el característico sonido metálico de la cadena del ancla al recogerse, sintiendo más tarde un sonido de motores, y un bamboleo mayor que el habitual, lo que indicaba que la nave empezaba a dejar el muelle en donde estaba atracada.
Durante una hora más menos estuvo recostada en una de las dos literas que tenía el camarote, naturalmente eligió la que le pareció mejor, luego se levantó para observar por la pequeña ventana circular como el yate iba bordeando la costa, para volver nuevamente a la cómoda litera por algunos momentos, cuando se sintieron tres golpecitos en la puerta de su camarote sacándola de una tranquilizante modorra que casi consiguió dormirle, la muchacha entonces se levantó y caminó con desgano hasta la puerta, abriéndola, quien golpeaba, era un apuesto varón quien se le dirigió cortésmente:
-Señorita soy Arsenio su asistente, el capitán me pidió le dijera, si usted tenía a bien reunirse con él en cubierta, en unos momentos.
-Muy bien Arsenio, dígale a su capitán que estaré allí en un unos minutos, gracias.
Una vez que Paula llegó al puente donde estaban reunidos la tripulación y las dos
mujeres que habían abordado antes que ella, escuchó al capitán decir:
-Tengo el grato honor de darles la bienvenida a nuestras distinguidas invitadas, estoy
a vuestro servicio, como también la tripulación que nos acompaña, mientras Paula escuchaba
buscó un lugar donde sentarse para continuar así atenta a la arenga del capitán.
-Quiero presentar les a Hans, el segundo de a bordo, mi lugarteniente y mecánico, el es
alemán, luego presentó a un sujeto de rostro y actitud afable?, el es Manuél nuestro cocinero
y es español malagueño, yo, como ustedes saben soy el capitán Theo Theodoridis, soy griego,
como el resto de la tripulación, vuestros asistentes y ordenanzas.
-Para mí es un deber comunicarles que el yate y todas las personas que se hallan a bordo, están regida por la jurisdicción del país o estado en que se encuentren, vale decir; dentro de un espacio marítimo determinado a lo largo de la costa de las aguas por las cuales navegamos, me hago cargo del mando del yate según estas leyes normas y procedimientos internacionales para la navegación.
El capitán les expuso las reglas generales, agregando finalmente:
-Cualquier pregunta pertinente en cuanto a los servicios, estoy presto a informarles, además, debo indicarles que por explicito mandato de nuestros superiores, en nuestro paso por los puerto en que recalaremos deben mantener una conducta discreta de la misma forma que lo haría cualquier persona que se encuentre de turista o prestando algún servicio en hoteles, como tourist guide, o estudiantes haciendo investigaciones de algunas ruinas de la cultura helénica, lo cual es muy común en estas islas. No deben llamar la atención usando vestimentas llamativas, como tampoco aquellas que puedan parecerse tanto en sus diseños, como en sus colores o en apariencia cuando se reúnan dos o más de ustedes en lugares públicos, ahora no habrá problema si esta situación se produjese en la embarcación o bien en el emplazamiento donde se desarrollen los eventos a los que nos dirigimos. Cualquier otra cosa que necesiten, pueden solicitarlas a sus asistentes, o bien a algún otro miembro de la tripulación que se encuentre disponible.
-Que hay de las comidas, preguntó Paula, interrumpiendo con poco tino al capitán.
-Las comidas diarias durante cada jornada serán tres, (manifestó a modo de respuesta el capitán Theodoridis), nuestro cocinero Manuel y un auxiliar serán las personas encargadas de prepararlas; en la mañana, luego del mediodía y en la noche. Para estos efectos no habrán horarios fijos, siempre y cuando lo hagan en horas razonables, excepto por razones obvias para la tripulación, y como esta la hemos reducido para la oportunidad, no tendremos servicio de habitación, por lo que les sugiero tomen sus respectivas colaciones en un comedor adjunto a la cocina, o si lo prefieren aquí en cubierta, aprovechando el buen clima que tenemos. Estará disponible además el servicio de cafetería y snack bar durante el día, para quienes deseen tomar alguna bebida, o algún bocadillo entre comidas, para tal efecto tendrán a su disposición diferentes comestibles envasados para que cada uno de ustedes dispongan, ¡Ah! exclamó, en algunos momentos más Manuel tendrá listo los refrigerios del medio día.
Agradeciéndoles la atención a esta información, Theodoridis se retiró junto con sus hombres a sus labores habituales,
Paula hizo lo mismo dirigiéndose a su camarote, mientras las otras dos mujeres que se conducían con actitudes apáticas y distantes, permanecieron en cubierta para disfrutar de la agradable brisa marina y broncearse el sol.


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