Feliz dia de san valentin, noche de mucho sexo

Quiero, quiero sorprenderte esta noche y llevarte por la fuerza a un rincón oscuro, quiero meterte mano entre las piernas y por debajo de la blusa mientras te tapo la boca para que nadie te escuché gritar. Quiero hacerte temblar cuando te roce los senos por encima de la tela de tu ropa mientras se endurecen de a poco. Dime que no, niégate, tiembla y recuérdame que tienes a alguien más, que no deseas que te tome; oblígame a ser más rudo, oblígame a ser violento; dame razones para tomarte del cuello y apretarte mientras azoto tus nalgas con mis manos desnudas.

Gime, siente esa humedad que palpita en tu entrepierna mientras me abro paso hasta hundir mis dedos en ti. Llora, llora en silencio mientras mueves tus caderas al ritmo de mis dedos y abres ligeramente el compás para que pueda entrar más profundamente.

Aférrate a mi espalda mientras niegas con la cabeza y me repites, te repites entre gemidos que está mal porque en tu casa hay alguien que te espera con un enorme regalo: dulces, chocolates y una cena con flores.
Abre los ojos y mira: no hay regalos pomposos ni detalles lindos, mira a tu alrededor el vacío de este rincón al que te he condenado.

No habrá regalos, mucho menos besos y caricias, no los necesitas, no hoy y no ahora así que guarda silencio, el único sonido que te permito es el de tus gemidos.

Forcejea más, mucho más, hazlo de verdad, como si en el fondo de tu alma no desearas que te rompa la ropa y te penetre de un golpe.

Aquí no hay espacio para la tibieza del pusilánime mundo del romanticismo, aquí me perteneces y punto; aquí no te beso, te muerdo, no te acaricio, te azoto, aquí te arrojo contra la pared y te nalgueo hasta doblegarte las ganas y mojarte el coño.

Puta, mía, mi puta, mía en mente, mía en cuerpo, mía en alma, doblegada y entregada a mis deseos entre llano y miedo, con el rostro enrojecido y las diáfanas marcas de mis manos en tu cuello, con las piernas temblando, suplicando, casi de rodillas porque no puedes mantenerte en píe. Esperabas que me apiadará de ti y a estas alturas te besará y te dijera que todo estará bien; malas noticias, no será así. No hoy, no esta noche.

Porque quiero que me lleves marcada en tu piel como una yaga ardiendo, para que cuando llegues con él sin importar más nada, sólo tengas mi cara en tu mente y mi nombre en tu boca que temblará de miedo y de ganas.

Por eso voy a usarte, a arrodillarte, a abofetearte, a ahorcarte, a golpearte las tetas, a azotarte las nalgas, los muslos y el coño, hasta que te chorrees a mis pies y me supliques; así, tal cual, que te tome, que te coja y que ya, termine con tu agonía ? no la del castigo, sino la de no sentirme dentro?.

No voy a parar hasta que no puedas más, no me voy a detener hasta que no puedas mantenerte y entonces y sólo entonces, tal vez te penetre.
Primero tu culo, parar romper tu moral, tu virtud, para convertirte de un golpe en una perra en celo que no deje de gemir y de gritar entre dolor y placer abriéndome más y más el culo para que entre en ti.
Luego tu bocahundiendo mi falo hasta tu garganta, ahogándote con el hasta que te vengan arcadas, azotándote con mi tronco duro. sin besos ni caricias, hasta que parezcas un mal retrato de ti misma, con el maquillaje todo corrido y el rostro todo rojo.

Luego el coño, ahí primero con la lengua, luego con los dedos y finalmente con mi falo.
Que mi boca se empape con tu humedad, porque para entonces, aunque sigas intentando forcejear con las pocas energías que te queden, vas a estar choreando a litros por la excitación, porque tu mente, tu alma y tu cuerpo habrán entendido, al fin, que yo soy tu camino a la condena, al infierno, pero también al paraíso, lamidas rápidas, lengüetazos profundos hasta que te quieras correr otra vez y cuando suceda, porque va a pasar, te convulsionaras con tal intensidad que al final, vas a parecer una simple muñeca de trapo.

Entonces seguiré con mis dedos aunque tú, tirada en el piso, ya toda sucia y sin fuerzas, hagas un último intento por alejar mi mano de tu sexo. Ahí vendrá el segundo orgasmo que terminará por menguar toda resistencia, toda oposición, vibrando en el piso como un pequeño animalito moribundo, explotarás en un squirt como un géiser vivo, una fuente brotan de placer y lujuria, y yo me voy a bañar en tus jugos.

Así te quero, desnuda, ultrajada, sometida, entregada, usada, puta, mía. Pero sobre todo, suplicante porque te penetre con mi verga antes de que termine la noche.

Y ahí estamos, yo de píe, viéndote con desdén, tú en el piso, cuasi moribunda por tanto miedo, por tanto placer; estiras la mano, muevo la cabeza para entender, extiendes los dedos estirándolos lo más que puedes, permanezco impávido, luego el silencio. Al final dos palabra, una sola, que hace el mundo de un vuelco al revés.
?Por favor.

No quieres que me aleje, no quieres que me vaya, no quieres que termine, no quieres ir a casa, no quieres cenar en la mesa, no quieres intimar con un hombre que cuando te toca, a lo más que llega es a acariciarte la mejilla con el dorso de su mano, no quieres besos, no necesitas caricias, no podrías más con esas fútiles muestras de afecto que no dejan marca alguna en tu cuerpo.

Y ahí, en el piso, como animales salvajes, te tomo, te uso, te follo; sin fuerzas, te esfuerzas para moverte, me envuelves con tus piernas, con tus brazos, me besas, tú a mí, no yo a ti, y me miras pidiéndome permiso para terminar, para poder llegar a este tercer maravilloso orgasmo que te hace gritar, poner los ojos en blanco y entregarte a mí.
Luego paz, la paz del silencio que da el lugar que servirá de sepulcro para tu virtud, tu consciencia y tu moral. Sabes bien que no es abuso, si al final, luego de tomarte, de tu boca sale una y solo una palabra que hace que todo el sórdido mundo en el que me muevo, se pinte de luz y valga la pena.

?Gracias.

Habrás de llegar a tu cena del 14 de febrero, habrás de estar y habrás de decirle «te quiero», aunque en realidad estés pensando en mí, como yo estaré, en algún agujero del infierno, pensando en ti.