La gran señora

Autor: cansaode | 31-Mar

Sexo con Maduras
Tengo 19 años recién cumplidos, estudio en la universidad, y desde hace ya varios años vivo solo en un piso en Madrid. Soy del sur, de un pueblecito de la provincia de Cádiz, y mis padres viven de caseros en un gran cortijo. Este verano, sin planes, decidí darles una sorpresa y me fui a pasar con ellos unos días. Mi padre pasa el día en el campo trabajando, cuidando los animales que hay, toros bravos y caballos, y mi madre pasa el día en la casa de los señores, limpiando y haciendo de comer para ellos, llevan toda la vida trabajando para ellos, la señora de la casa, por esos días estaba sola en casa, ya que toda la demás familia estaban de vacaciones en no se donde.

Pasear por la casa era una pasada, suelos de maderas, trofeos de caza por todos sitios, biblioteca inmensa, cosa que me gustaba, pasaba mucho tiempo por allí, leyendo los libros que me parecían interesantes. Mi madre siempre me decía que tuviera mucho cuidado de no romper nada, y de no cambiar las cosas de sitio, por lo normal evitaba estar en la casa principal cuando estaban los señores en ella, o algunos de sus hijos, que además nunca me gustaba como trataban a mi madre, que parecía la criada de ellos, y eso me reventaba. La señora ronda los 50 años, y ella al contrario de los demás miembros de la familia, siempre había tratado con mucha educación a mis padres, y siempre que podía los ayudaba con dinero extra, con cosas para mi de sus hijos menores, que normalmente yo solía vender, ya que no me gustaba usar la ropa de ellos, y siempre era ropa de marca y sacaba una pasta por ellas. Además ella provenía de una familia normal del pueblo, se había quedado embarazada en su juventud y el señorito la tomó por esposa, por lo que ella sin quererlo se parecía más a nosotros que el resto, aunque con los años, tenía ese aire de superioridad característico de la gente con dinero, mucho dinero.

Un día estando en la biblioteca, la señora pasó por mi lado, sin darse cuenta de que yo estaba sentado en un sillón inmenso leyendo un libro, iba en bikini con un pareo amarrado a la cintura, no es una mujer muy alta, 1,67 o 68, tiene unos pechos que ahora visto en bikini, eran mucho más grande de lo que yo hubiera podido imaginar, no tenía barriga, estaba completamente lisa y el bikini se le metía por el canal entre sus nalgas dejando estas moverse libremente, nunca imaginé que esta mujer tuviera ese porte, su piel se notaba que no estaba tersa como la piel de una mujer joven, pero sin darme cuenta mi pene se puso duro y sin poder evitarlo, mi primera intención fue seguirla y expiarla, pero después pensé en su dormitorio y sigilosamente me dirigí a él, la puerta estaba entreabierta y con un poco de miedo y con el corazón encogido, entré. Su ropa estaba sobre la cama, sin poder evitarlo busqué su braga, y comencé a olerla, su aroma era extasiante, estaba mojada de su flujo y sin querer evitarlo me propiné una paja soltando toda mi leche sobre ella, salí de nuevo a buscarla después de haberme quedado satisfecho, la estuve espiando un rato, verla sentada sobre la tumbona y ver como se juntaba la crema por el cuerpo fue una pasada, se apartó la parte de arriba del bikini para juntarse crema por los pechos, dejándome ver sus aureolas y sus pezones negros, que resaltaban sobre la parte de sus pechos que no estaba bronceada por el sol.

Cuando sentí que mi madre se acercaba, me fui para no levantar sospechas, ya que ella tendría que pasar por donde yo estaba, me fui a nuestra casa a propinarme otra paja pensando en lo que había visto. Ese día no volví a verla, pero desde ese momento procuraba encontrármela y por supuesto encontrármela cuando tenía la polla bien dura y ella pudiera darse cuenta de mis terribles erecciones. Soltar mi leche en sus bragas se había convertido en mi pasatiempo predilecto. Que decir tiene que mis días de estancia en casa de mis padres se alargarían por lo menos, dos semanas, ya que ese sería el tiempo que la familia estaría fuera.

Una tarde que ella se estaba duchando en su cuarto de baño, me aventuré a entrar en su dormitorio, lo primero que encontré fue su pequeño bikini, y sin pensármelo me pajeé soltando mi leche caliente en él, conseguí salir justo cuando ella salía, y al cabo de un rato cual fue mi sorpresa cuando la vi aparecer en el porche de la casa llevando el bikini, yo estaba con mi madre ayudándola con unas macetas, la señora tuvo que darse cuenta de mi nerviosismo al verla, sobre todo porque yo podía ver la mancha de mi leche en la parte de debajo de su bikini y sabía que tenía haberse dado cuenta de que estaban llena de algo que no era normal, pero allí estaba con ella puesta, y marcando sus pezones en la parte de arriba, mi madre ajena a todo aquello no se daba cuenta de nada, pero la señora no dejaba de mirar el paquete que empezaba a asomar en mis calzonas.

Después de una conversación que giraba en torno a mi, de mis estudios, de mis gustos y sobre todo de que si tenía novia o no con mi madre, esta tuvo que volver a sus tareas, y la señora como no queriendo dejar escapar una ocasión de quedarse a solas conmigo, me dijo que no me fuera, que tenía algunas cosas de su hijo pequeño que me podrían servir y que me las iba a enseñar por si me gustaban y las quería, no pude rechazar la invitación que además fue muy aplaudida por mi madre que nos dejó a solas ya que ella tenía que salir a comprar unas cosas, eso quería decir que mis padres tendrían que coger el coche y ausentarse del cortijo durante al menos 3 horas. La señora no dijo nada, solo se limitó a caminar delante de mí, quitándose el pareo que llevaba puesto, dejándome ver en todo su esplendor sus nalgas moverse de un lado a otro mientras caminaba y se dirigía al cuarto de su hijo.

Entramo en el dormitorio y después de abrir el armario del hijo se sentó en un cómodo sillón a mi espalda, y me dijo que cogiera lo que quisiera de él, para probármelo, los dos somos casi iguales de edad y de estatura por lo que sus cosas me vienen que ni al pelo, me saqué la camiseta que llevaba puesta y me coloqué unas camisas, la señora no dejaba de mirarme, y abriendo las piernas varias veces me dejaba ver sus abultados labios vaginales, y como el bikini se le metía entre ellos, y sobre todo la mancha de mi leche, una de las veces pude ver por el espejo del armario, como ella se metía los dedos por dentro del bikini y seguidamente pasaba sus dedos mojados por su labios, eso me puso como una moto y sin poder evitarlo mi polla creció hasta dolerme, seguidamente me dijo que había unos pantalones que me vendrían muy bien con esas camisas y me dijo que me los pusiera, tuve que sacarlos del armario y antes de que me los pusiera, me pidió que me acercara para verme de cerca, una vez frente a ella y con los pantalones superpuestos a mis calzonas, me pidió que me los pusiera, tenía que quitarme la calzonas y quedarme en bóxer, sabía que mi polla iba a quedar en todo su esplendor y como decimos aquí, “de perdió al río”, me bajé las calzonas dejando que ella pudiera ver mi pene apretado por mi bóxer, la tenía bien grande y dura, me dolía, ella se echó hacía delante quedando muy cerca de mi abultado pene, y antes de que yo pudiera decir nada, me dijo.

- Llevas días malgastando tu leche en mis bragas, no sabes el trabajo que me cuesta sacarla de mis bragas y saborearla.

Y antes de que me diera tiempo a nada, acercó su mano y tiró de mi bóxer dejando en libertad mi pene, tiró de mi por mis caderas y se la llevo a la boca, primero paso su lengua por mi glande sacando las gotas de mi flujo preseminal que ya estaba en él, y luego me bajo el capullo para chupar todo mi glande con glotonería, sacando todo el resto de mi leche pegada a ella, para después como la que le fuera la vida en ello, metérsela en la boca con ansias, me la chupaba, metiéndosela por completo, a la vez que recorría mi polla por completo con las dos manos, chupaba todo mi tronco y se metía los huevos en la boca, tremenda paja nunca ninguna chica me había hecho, por lo que sin poder evitarlo, no tardé en correrme soltando una buena cantidad de leche en su boca, que desde luego ella no dejo escapar ni una sola gota, se relamía las comisuras y seguía chupando, hasta conseguir que de una sola vez mi polla volviera a estar igual de dura que al principio.

Cuando terminó me había dejado igual que al principio, igual de empalmado que cuando entré. Se echó para atrás y sin decir nada, colocó su culo al filo del sillón, bajo su mano hasta apartarse la parte de abajo del bikini, dejando a mi vista un tremendo coño, sus labios eran grandes, su piel estaba bronceada menos la parte que cubría su bikini, apenas tenía vellos, solo una pequeña hilera de vellos de color castaño, que dejaban paso a unos labios grandes y oscuros, se los abrió con sus dedos dejándome ver la parte interior de sus vagina, resaltando ese color rosado de su interior, me arrodillé para demostrarle que no era un principiante en la labor de lamer un buen coño, y apartando sus manos para dejarme hacer, comencé a lamer todo su borde, el aroma que desprendía se mezclaba con el sabor de mi leche pegada a su bikini, lamía y chupaba sus labios, consiguiendo sacarle gemidos que cada vez se hacían mas sonoros, hasta por fin dedicarme a lamer y chupar su inmenso clítoris, que ya estaba duro y grande, mis manos recorrían sus muslos, apretando cuando podía sus flácidas nalgas, pude notar que estaba a punto de terminar en mi boca, cuando sus gemidos se fueron haciendo más sonoros a la vez que apretaba mi cabeza con sus manos, una vez que comprobé que había terminado, ya que soltó una cantidad de flujo, que me llenó toda la boca de un rico sabor, me dediqué a meter mi lengua en su dilatado coño, y seguir bajando hasta alcanzar la entrada de su ojete, eso parecía volver a ponerla a tope, con mis manos acaricié su vientre hasta subir a sus pechos, que saqué del bikini, jugando así con sus pezones que parecían dos botones grandes y duros en medio de sus flácidas e inmensas tetas, subí mi lengua por todo su vientre, jugando con sus vellos, hasta alcanzar esas tetas, que colgaban , las mordí con furia, y eso parecía ponerla como una moto.

Parecía que le gustara que le dieran fuerte, mi polla jugaba entre sus piernas, se la coloqué entre los labios, y apreté, mirando como mi polla entraba en su gran hueco, estaba completamente lubricado, su gemido tuvo que resonar en toda la casa, pero por suerte estábamos solos, de rodillas, mi polla llegaba perfectamente, cogí sus piernas por debajo de las rodillas y se las subí para de esa manera embestirla con toda la fuerza que pude, sentía como mi polla entraba hasta lo más hondo de su ser, su interior quemaba, sentía mi polla dura como un piedra, y sentía incluso como me dolía el capullo después de dos pajas, pero no pensaba parar hasta hacerla reventar de placer, y desde luego que lo estaba consiguiendo, ella soltaba gemidos, como una loca a la vez que no paraba de decirme obscenidades que hacían que cada vez le diera más fuerte, yo no conseguía correrme, y ella estaba ya exhausta, podía ver sus tetas rojas de mis mordidas, y como sus pezones parecían que iban a estallar de tanto chupárselos. En eso ella ya no podía más y me dijo.

- Correte ya, cabrón, que me vas a dejar rota por dentro.

Por mi cabeza, pasó una idea, que nunca había conseguido realizar, darle por el culo a una tía, mi polla es bastante grande y cualquier niña joven, le da miedo, pero con la señora iba a ser diferente, se la saqué y sin darle muchas opciones conseguí darle la vuelta y colocarla a cuatro encima del sillón, me coloqué detrás de ella, y volví a embestirla con fuerza por detrás, ella gemía y seguía gritándome cosas como.

- No me la saques, dame fuerte cabrón, quiero sentir tu leche dentro de mí, rómpeme.

Abría sus nalgas con mis manos, ver su estriado agujero trasero, me estaba volviendo loco, sentir mis muslos haciendo estallar sus nalgas, me estaba llevando al límite, paré de darle fuerte, para sobar sus tetas por delante, ella apretaba su coño, para hacérmelo sentir, le dije en un susurro, que deseaba darle por detrás, a lo que ella me respondió que nunca le habían dado por ahí, que eso tenía que doler mucho, pero cuando se la saqué y busqué la entrada de su culo, no hubo impedimentos por parte de ella, así que muy despacio y jugando con su agujero, poco a poco la fui abriendo hasta tener la punta de mi polla en su gran culo, ella se mordía los labios, y con su mano se daba placer, tirando a veces de mis huevos para refregárselos por su dilatado coño, yo abría sus nalgas y metía mi polla poco a poco, sacando pequeños gritos cada vez que ella sentía más adentro mi polla, así hasta que mi polla estuvo hasta los huevos dentro de su apretado culo, la saqué por completo y la metí varias veces de una sola vez, hasta que su agujero se quedó abierto y mi polla entraba y salía sin ninguna dificultad, fue cuando agarrándola de las caderas, comencé a embestirla con toda la fuerza que pude, era una pasada verla chillar como una loca, sentir como se metía los dedos todo lo que podía en el coño, y como se chupaba ella misma los pezones, así estuve varios minutos todos los que pude aguantar antes de soltar toda mi leche en ese estrecho y caliente agujero y todo lo adentro que pude.

Los dos quedamos sudorosos, sacar mi polla de su culo, y verlo palpitar y ver como salía mi leche de él, hizo que no me pudiera contener, y sin pensármelo me abalancé a chupárselo y lamérselo, pasaba de su culo a su coño, metiendo todo lo que podía mi lengua en sus dos agujeros, ella volvió a correrse con mi boca. Y de esa manera dimos por terminada nuestra primera sesión de sexo.

Fue la primera, pero ni mucho menos la última, follamos todos los días que me quedé en la casa de mis padres, y ahora que he vuelto a Madrid, me llamó para decirme que pasaría unos días sola en la capital, y que me olvidara de mi vida social. Que me quería solo para ella.

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