Amor de verano

Autor: Anónimo | 28-Jan

Lesbianas
Siempre soñé con tener uno de esos amores que responden al perfil típico de amor de verano, esos en los que todos los retoricismos se dan cita, ya se sabe, viaje a otro lugar, grupo de amigos que se hacen allí, y por supuesto, beso en la playa en la penumbra mientras en el cielo se iluminan miles de fuegos artificiales... Sé que puede parecer una cursilada, pero a mí me pasó. Lo que no pude nunca llegar a imaginarme, fue que la otra persona de la que me enamoraría, sería de mí mismo sexo y que a partir de ese momento cambiaría mi vida.

Mi historia comienza una mañana del 1 de Agosto tres años atrás. La paliza de coche desde la ciudad donde vivo a esa pequeña villa pesquera en las rías bajas de Pontevedra había sido criminal. El ansia de mi padre por llegar pronto había hecho que en casi siete horas de viaje solo se hubiera parado una vez y lo justo para tomar un café. Incluso, en su cabezonería, se había negado a la petición de mi madre de parar a ver la catedral de Santiago de Compostela, la cual no habíamos visitado nunca.

Yo, que ya sabía que mi opinión no se tomaría en cuenta, ya que aún con mis veinte años jamás se me tomaba en cuenta porque todavía se me veía como una niña, me limite a quedarme pensando y viendo el paisaje a pesar de los reiterados intentos de mi hermana pequeña por molestarme y sacarme de mi pequeño letargo. Al bajar del coche el espectáculo de este era bochornoso. Botes de agua, bolsas de patatas fritas y muchos envoltorios de caramelos decoraban el interior del coche, mientras que su exterior era aún peor, lleno de polvo y mosquitos estrellados en todo su frontal.

Picamos en la puerta de la pensión donde teníamos reservado el alojamiento para todo el mes. Nos abrió una señora de unos cincuenta años, muy amable la cual, al identificarnos, nos hizo pasar y tras las pertinentes preguntas de “que tal el viaje” y demás, nos dijo que no podía acompañarnos a la habitación porque estaba haciendo la comida para su marido, pero su hija lo haría en su lugar. La llamo y por la puerta apareció una chica de mi misma edad más o menos, la cual, tras saludarnos nos invitó a subir las escaleras para acceder a nuestra habitación. Mi cansancio era patente y subir aquellas interminables escaleras me había acabado de destrozar. Tras enseñarnos las dos habitaciones, la muchacha se nos presentó como Silvia, tras lo cual nos dijo repetidas veces que si necesitábamos cualquier cosa, nos dirigiéramos a ella, llamando a la puerta del piso bajo, donde vivía toda la familia dueña del edificio. Luego de esto se marchó, lo que permitió que todos nos pudiésemos acomodar y cambiarnos de ropa tras una reparadora ducha.

Camino de las nueve de la noche, toda la familia salimos a cenar a un restaurante cercano a la pensión. La verdad es que no disfruté de la cena, porque me seguía agotada y nada mas cerrar los ojos mi cabeza repetía continuamente la visión de carreteras y más carreteras. Al acabar la cena, mi padre propuso la idea de dar una vuelta por el pueblo, que al estar de fiestas patronales, estaba lleno de atracciones y tenderetes en el paseo de la playa y el puerto. Yo tomé esta proposición como el remate final a mi estado, por lo que aun a sabiendas que a mis padres no le haría gracia mi rechazo por ser considerado como un acto de rebeldía muy típico en mi y que se sumaría a la larga lista de desmanes que ellos veían en mis acciones, decidí tomar el camino hacia la pensión. Cuando comencé a subir las escaleras a mi habitación, de la puerta del bajo apareció la chica que nos había recibido por la tarde, Silvia. Parecía haber salido a propósito para desear buenas noches, sin saber siquiera quien era el cliente que subía. Constaté que las gentes de esta zona son muy amables y atentas. Tras cruzarnos una buena noche, continué mi pesado ascenso a mi dormitorio, en el cual me acosté, quedándome frita en cuestión de segundos. Por fin podía descansar y para mí fue hasta entonces, el mejor momento de las vacaciones.

Los siguientes cinco días fueron un aburrimiento continuo. El pueblo era bonito, pero pequeño. Mi madre se pasaba todo el día como una lagartija con mi padre y mi hermana tumbada al sol en la playa.

Yo no era una chica que gustase de ir mucho a la playa. Mi piel ya era bastante morena y no me apetecía llenarme de arena la cual después hay que quitarse de todo el cuerpo y del pelo, que por tenerlo largo, se me llena de pequeños granos, los cuales me da mucha rabia que se me destaquen por su tonalidad amarillenta sobre mi cabellera negra azabache y no tenía ganas de lavármelo todos los días por el engorro que produce. Era por eso y no por otra cosa por lo que no tenía ganas de playa, ya que complejos no puedo tener porque tengo, modestamente, un buen cuerpo bien proporcionado, con un pecho bonito de la talla noventaycinco y un trasero bastante valorado por mis compañeros de clase, aunque eso conlleve alguna palmadita y tocamiento por su parte. Pero mis padres, en su persistencia en pensar erróneamente que me conocían, pensaban en tonterías como que no me gustaba mi cuerpo e incluso tenían miedo de que cayese en una anorexia cada vez que comía poco porque estaba desganada.

Así pasaban los días, pensando en mis amigas que ahora estarían reunidas en mi ciudad tomando algo y en lo mucho que me gustaría tenerlas allí. Entonces si que sería divertido aquel pueblo, que por las noches tenía mucha vida pero que una persona sola no podía aprovechar nada. Seguro que mis amigas y yo, arrasaríamos, lo pasaríamos genial y seguro que nos sacábamos algún rollito con alguno de los chicos que veraneaban en el pueblo, en su mayor parte madrileños. La situación era cada vez más frustrante y se me debía notar en la cara porque Silvia, la chica de la pensión, una tarde, mientras bajaba a dar una de esas tediosas vueltas por el pueblo, se acerco a mí y me dijo:

- Se te ve bastante aburrida, ¿no es así? Te comprendo, estar con tus padres en un lugar así sin conocer a nadie debe ser aburridísimo. ¿Por qué no te animas a conocer a mis amigos y sales con nosotros hoy por la noche?.

La proposición me sorprendió, pero aunque me apetecía cambiar mi situación, no me gustaba la idea de entrar a formar parte de un grupo de sopetón, casi forzadamente, donde por mi timidez, me costaría entrar en contacto, así que le respondí:

- Gracias, Pero no te preocupes, no lo estoy pasando mal tampoco, hay muchas cosas que hacer aquí y este pueblo es divertido, con sus fiestas y todo lo demás.

- No me cuentes cuentos - dijo ella - Te veo todos los días y no veo que te lo estés pasando bien. Te aseguro que mis amigos son divertidísimos y te vas a encontrar muy a gusto. Además, no puedo permitir que una chica como tu este aburrida sin salir un sábado por la noche. Venga, no me digas que no.

Ante la insistencia por su parte, me vi obligada a aceptar casi por compromiso, a lo cual ella añadió:

- Perfecto, entonces me picas a esta puerta a eso de las siete, que luego cenaremos todos juntos en una hamburguesería. Ya veras como te lo pasas muy bien. Hay muchos chicos y quien sabe, igual encuentras lío hoy mismo, porque te veo potencial.

Ante la última frase solté una pequeña sonrisa entre la complacencia y el nerviosismo. Sin más, nos despedimos hasta las siete y continuamos con nuestros planes.

A las siete en punto, me encontraba llamando a la puerta de Silvia. No tardó nada en salir y la chica que vi me contrastó con la que me había encontrado a primera hora de la tarde. Entonces estaba con ropa de faena, zapatillas y el pelo y la cara sin arreglar. Ahora estaba lista para salir, con una camisetita ajustada de color fucsia y una minifalda de lino de color blanco que me encantaba para mí... Su pelo, rizado de un color castaño cercano al pelirrojo, se encontraba recogido en la zona superior de su cabeza. Sin duda Silvia debía ser una chica que no tendría problemas a la hora de triunfar con los chicos. Era alta, con largas piernas quizás demasiado finas, por darle algún defecto. Un bonito pecho, quizás llamativo en su cuerpo, porque aunque no pasaría de una talla noventaycinco, contrastaba con la delgadez de su tronco.

He de decir que yo tampoco iba mal, con mis mejores galas para salir un sábado a triunfar. Quería dar la mejor impresión posible al grupo de Silvia, sobre todo a los chicos.

La noche fue fantástica, porque el grupo me acogió increíblemente bien, haciéndome sentir feliz por fin en aquellas vacaciones. El grupo era muy variopinto, formado por gente del pueblo y turistas como yo que pasaban las vacaciones allí. Había muchas parejas, la mayor parte de las cuales estaba formada entre gentes del pueblo y de fuera. Incluso había parejas que llevaban varios años juntas, viéndose nada más que en el periodo estival. Por mi parte, además de divertirme mucho con todos ellos, conocí a un chico llamado Alberto, con el que después de un par de copitas, no tuve problema en enrollarme, aunque sin permitirle llevarme a una calita que me decía que conocía y en la que estaríamos “muy a gusto”. Si la cosa iba bien, eso se lo permitiría en un par de días más, pero no me gusta darme a un chico sin más, antes de conocer un poco su situación. No es la primera vez que me lío con alguno demasiado pronto y luego resulta tener una pareja que me acaba dando quebraderos de cabeza.

Así pues, tras quedar con todos para el día siguiente, que sería el día grande de las fiestas, me dirigí con Silvia a la pensión. Fui contándole detalles sobre mi “ligue” y nos reímos un montón. La verdad es que Silvia era una chica fantástica muy alegre y graciosa con ese acento cantarín que tienen los gallegos. Me daba la impresión que seríamos muy buenas amigas. Al llegar a la pensión nos quedamos un ratito hablando en el portal sobre como era mi vida en la ciudad a la que pertenezco. Que tal era el pueblo por el periodo invernal e incluso cotilleos sobre algunos de los que conocí en su grupito. Era ya tarde, casi las seis de la mañana, y comenzaba a aclarar el cielo. Por la calle solo quedaban los restos de la movida nocturna y los gatos en busca de algo que comer. Nos pusimos en dirección a nuestras habitaciones, despidiéndonos hasta el día siguiente.

La tarde del domingo no llegó rápido, porque estuve acostada hasta las tres. Comí algo y me preparé para salir. En previsión de volver a ver a Alberto y ante la posibilidad de darle un pasito mas en su avance, me puse un tanguita blanco muy sexy, una faldita de lino parecida a la de Silvia del día anterior y una camiseta negra de tirante ancho sin mangas que cruzaba en mi escote dejando ver el canal de mi pecho, exagerado gracias a un sujetador que lo ensalzaba.

Volví a llamar a Silvia a su puerta a eso de las cinco y nos encaminamos juntas al punto de reunión del grupo. Una vez allí, todos reunidos, nos recorrimos unos cuantos pubs y bares pero en ninguno de ellos Alberto me miró. Creo que yo no hice tampoco mucho por el encuentro. Es la típica timidez del día después. Llegó la noche, y tras cenar en la misma hamburguesería del día anterior, no fuimos a los coches y nos dirigimos a una pequeña playa a las afueras del pueblo para ver los fuegos artificiales que daban el punto culminante a las fiestas. Hacíamos esto, porque los que ya conocían la situación en años anteriores, nos dijeron que el pueblo y la playa de este se llenaban hasta la bandera de gente y era muy incomodo estar. En cambio, en esa playita, no estaba nadie y se veían estupendamente, además de poder tomarse la bebida que habíamos comprado previamente en el supermercado tranquilamente. El problema estaba en que al estar fuera de la villa, no tenía luz alguna, por lo que alguno de los que iba con nosotros, se pegó un par de tortas a causa de la falta de visión, las dunas de la arena y por supuesto, el alcohol.

Comenzaron los fuegos, yo me senté al lado de Silvia. Mi sorpresa vino cuando me percaté que Alberto se había puesto detrás de nosotras, con las rodillas abrazando mi trasero. Lo supe más por su voz y perfume que por verlo, ya que solo veía una silueta recortada contra el cielo. Me encantaba sentirlo cerca de mí y más aún cuando sentí su mano tocarme la pierna que tenia cruzada con la otra. Permaneció así unos minutos mientras que yo miraba el cielo disfrutando del espectáculo. De pronto, su mano empezó a recorrer la parte superior de mi pierna ya por debajo de mi falda. Me dejé hacer disimulando para que Silvia no se diese cuenta. La mano llegó a su objetivo y con un movimiento rápido, apartó la tela de mi tanguita y comenzó a acariciar mi clítoris suavemente. Le empapé la mano porque yo ya estaba muy mojadita antes de que siquiera me deslizase la mano bajo la falda. Mi excitación comenzó a subir gradualmente y comencé a pasarlo mal para disimular mi placer, pero por otro lado, estaba contrariada por la posición que tomaba su mano ya que en la postura que se encontraba Alberto, era muy rara y casi imposible aunque seguí disfrutando cada vez más.

De pronto, cesaron los fuegos artificiales a baja altura. Comenzaron los más altos en el cielo iluminando toda la zona y a la vez, Alberto apartó su mano no pudiendo verle la postura que tenia para estar metiéndome mano. Yo le mire en una sonrisa complacida y él me contestó con una tímida sonrisa de sorpresa. Tal fue su cara que mi extrañeza se acrecentó más. ¿Cómo podía ser que llevase mas de cinco minutos con su mano acariciando mi sexo y en cambio estuviese con una cara como de estar en las nubes?. Durante el tiempo que duraron los fuegos mas altos, Alberto permaneció quieto, pero nada mas volver a los artificios de agua, volvió su mano al interior de mi falda, volviendo a meter sus dedos entre mis labios, pero tras unos segundos sobándolos, pasó a introducirlos en mi vagina lo que me hizo multiplicar mi placer exponencialmente. Hasta ahí todo iba genial. Yo, con Alberto, al borde de un buen orgasmo rodeada de gente, lo que aumentaba mi excitación... Pero entonces, fue cuando la situación giró rotundamente. Mientras Alberto recorría mi interior vi como este se levantaba y decía que iba en busca de más bebida mientras su mano seguía bajo mi falda. ¡No era Alberto!. Miré hacia atrás y a los lados. ¡Solo podía ser Silvia! Sin duda era ella. No había retirado su mano porque no se debía haber dado cuenta que Alberto se había incorporado y ella seguía dándome placer. A esas alturas, con el calentón que me rodeaba, no pude hacer más que tomarle el brazo y decirle en voz baja que se detuviera, ya que nos podían descubrir si no lo habían hecho ya. Silvia apartó la mano de mí y me dijo al oído:

- ¿Te apetece ir a dar una vuelta? - Debía de estar loca, pero acepte. Nunca pensé que me lo llegaría a montar con otra chica, pero en aquel momento, mi cuerpo era fuego y ningún chico podría apagármelo, solo ella.

Nos incorporamos y me dijo:

- No digas nada, solo vamos. Los demás o están en otros lados montándoselo o borrachos. No se darán cuenta de nuestra ausencia.

Subimos la escalerilla de la playa y nos dirigimos al aparcamiento. Nos montamos en el coche y nos pusimos en marcha en dirección contraria al pueblo. Mientras Silvia conducía me metía su mano entre mis piernas para que no me enfriara. ¡Para enfriarme estaba yo! Tenía unas ganas de meterme en harina con ella que me cegaban. Sabía que lo que iba a hacer no era lo que se correspondía a mí, pero me daba igual, ya me arrepentiría mañana, si es que me arrepentía. Llegamos a una playa muy larga y abierta, mucho mas iluminada que donde estuvimos. Bajamos del coche y Silvia me dijo:

- Conozco un rinconcito que te va a encantar.

El rincón se encontraba escondido entre las rocas y era bañado por las olas. En él había una roca muy diferente a las otras, de textura lisa y suave, en una especie de forma ovalada. Silvia me hizo sentarme sobre ella. Ella se puso en cuclillas al borde de la roca, abrió mis piernas y apartándome el tanga, introdujo su cara hasta que sus labios besaron mi vagina. Entonces sacó su lengua y me la pasó repetidamente sobre mi clítoris pasando luego a introducirla a pequeños golpecitos en mi vagina. Tras un ratito moviéndose ágilmente con su lengua sobre mi sexo, levantó su cara hacia mí y sonriendo me dijo:

- Traes tu conejito muy bien depilado. Se ve que hoy contabas con que alguien te viese.

Ciertamente, así era, pero nunca calculé que fuese ella quien lo disfrutase. En cambio, allí estaba bebiéndose hasta la última gota de mi fluido mientras yo no paraba de pensar que era la primera vez que alguien metía su boca en la parte más intima de mi cuerpo. Poco pude aguantar aquel placer sin llegar a un orgasmo brutal que me hizo soltar unos grititos contenidos por miedo a ser descubiertas. Silvia parecía encontrarse en su salsa y lejos de detenerse, comenzó a bajarme la faldita y el tanga, continuando luego por la camiseta una vez incorporada, lo que aproveché yo para quitarle también la suya. Así fue como me dejó totalmente desnuda mientras ella se quedaba solo con su falda, que pasó a quitársela con rapidez.

Por fin la tenia desnuda delante de mí. Su cuerpo era aun más bonito de lo que podía haber vislumbrado la primera vez que me fijé en ella. Sus pechos eran redonditos y grandes respecto a la complexión de su cuerpo. Sobre todo me agradaron sus pezoncitos, de un color marrón clarito muy largos y abultados. Su silueta era suave y no muy contorneada, pero con una sensualidad increíble. Su piel brillante y de apariencia suave tenía una tonalidad ganada al sol ya que se veía que originalmente debía ser muy blanca. Tal vez él encontrarnos solo con la iluminación de la luna la hacia más oscura ya que yo misma me veía la piel diferente. Su vello púbico era una simple tirita rasurada de un color casi pelirrojo por donde asomaba en su parte inferior unos labios vaginales abultados. Sus piernas, largas y delgadas, acababan de completar el cuerpo de una chica que debía ser un caramelo para los chicos, pero que suponía habían descubierto ya varias chicas.

Ella se abalanzó sobre mí y comenzó a chuparme los pezones, a estirarlos y contornearlos con su lengua mientras no dejaba de introducir sus dedos en mi vagina, siguiendo con mi placer hasta que, de pronto, uno de sus dedos bajó por el canal que describen mis piernas hacia el ano. Allí comenzó a acariciarlo suavemente en pequeños circulitos que me estaban dando un placer extra hasta que sin mediar palabra, introdujo lentamente uno de ellos suavemente. Al principio no me gustaba, sentía un pequeño dolor y molestia, además de asco por el mismo hecho, pero poco a poco me comenzó a agradar. Silvia no se detenía en su escalada para que yo conociese el placer lésbico y fue introduciéndome un segundo dedito. Yo, a esas alturas estaba a punto de reventar, viéndome devorada por ella, que se encontraba sobre mí, sin haber dejado de mamar mi pecho en ningún momento y fue así como no tardé en explotar exteriorizando un orgasmo aun más fuerte y sonoro. Ante mi mirada atónita, tras ese orgasmo, Silvia cogió de improviso mis tobillos, tirando de ellos hacia arriba y haciendo que mi culito quedase orientado a ella. Me abrió a tope mis extremidades y con gran rapidez se lanzó con su lengua a la entrada de mi ano. Me lamió todo el contorno e incluso introducía su lengua a pequeños golpecitos en él. Jamás pensé que podría llegar a vivir aquella situación tan brutal, pero lo cierto es que jamás disfrute hasta el punto de sentirme derretir.

Tras unos minutos jugando con la entrada prohibida de mi culito, subió su cara de nuevo a mi vagina, donde me obsequió con unas buenas lamidas. Silvia, tras haber explorado totalmente mis interioridades se colocaron sobre mí y acercó sus labios a los míos. En una situación de cordura, jamás le daría un beso a una persona que me hubiese recorrido mis partes más sexuales, pero como aquella no era una situación normal y yo estaba calentísima, nos fundimos en un largo beso, mezclando nuestras salivas y, por que no decirlo, otro tipo de sustancias de mi pertenencia. Tras el largo beso que nos fundió en una sola, decidí que era mi turno para darle al menos, una parte del placer con el que ella me había regalado. Gracias a ella, había aprendido a hacer los juegos más adecuados para hacer pasar un buen rato a otra chica.

Coloqué a Silvia sobre la roca que hacía las veces de cama. Abrí sus piernas y no sin cierto reparo, introduje mi cara entre sus piernas, quedando a un par de centímetros de su vagina. Saqué mi lengua y comencé a lamerle sus labios vaginales. He de reconocer que el sabor de sus fluidos no me gustó, aunque no podría describirlos comparándolo con otro tipo de sabor. Tal vez podría tildarlos de salado, por decir algo. En un primer momento, mi lengua se retrajo algo ante este nuevo sabor, pero tras sentir a Silvia retorcerse y emitir pequeños gemiditos, me abandoné a servirle todo el placer posible, cosa que ella tomó con avidez, sobre todo cuando me agarró de la cabeza para hundírmela contra su sexo. No tardó ni un minuto en tener un buen orgasmo, que exteriorizó con extremado escándalo, lo que hizo que me sintiera por un momento, preocupada de que alguien se percatase. Seguí lamiendo y bajando por el canal de su entrepierna hasta su culito. Allí le hice, con mala gana pero con un sentido de la responsabilidad por lo que ella me había hecho, todo lo que había aprendido, pero con una varianza. Mientras alternaba los lametones a su anito con la introducción de un par de deditos en él, introducía los dedos de mí otra mano hasta el fondo de su vagina. ¡Cómo se retorcía la muy bruja! Su espalda era traspasada por infinitos espasmos, que hacían elevar su pelvis en ocasiones un par de palmos de la roca donde reposaba.

Tras otro brutal y escandaloso orgasmo, las dos nos tumbamos rendidas sobre la roca, abrazadas, besándonos y mezclando nuestro sudor caliente. Silvia, que aun tenía la respiración acelerada, no tardó en incorporarse y recogió su bolso del suelo. Introdujo su mano en él y sacó un pequeño frasquito y acto seguido, un plátano. Mi mente calenturienta, imaginaba lo que Silvia estaba pensando y me apetecía muchísimo, por lo que elevé mi pelvis abriendo las piernas para recibir lo que mi amante quisiera darme. Así fue, ya que Silvia, tras embadurnar el plátano con el líquido viscoso que contenía el frasquito que había extraído de su bolso, lo acercó a la entrada de mi vagina, introduciéndomelo poco a poco, me encantaba y se lo hice saber, con una sonrisa y tomándola por la nuca para atraerla hacia mi y besarla. Silvia se las sabía todas y no mantenía un ritmo constante en la introducción, sino que alternaba un vaivén suave que me relajaba y agradaba, con uno mas fuerte y rápido que me ponía al máximo. No paró hasta hacerse con mi orgasmo.

A esas alturas, me disponía ha coger el relevo de Silvia, cuando ella me ordenó ponerme sobre la roca de rodillas. La obedecí, pues sabia que todo lo que se le ocurriese, sería en pos de conseguir mas placer para mí. Ella me ordenó no mirar y tras unos interminables segundos, sentí aquel plátano en la entrada de mi ano. Sentí angustia por la situación, no quería ser penetrada de tal modo, pero me sentía clavada a la roca por las manos y las rodillas. Mi amante, comenzó la introducción muy suavemente, aunque eso no evitó un gran dolor en los primeros minutos que aguanté estoicamente apretando los dientes. Incluso sentí un hilillo de líquido que recorría el canal de mi vagina proveniente de mi trasero, tras comprobar pasando mi mano por el de que se trataba, constaté que era sangre, pero eso no me impidió seguir aguantando, porque presentía que tras ese sufrimiento había de encontrarse un inmenso e irrepetible placer. Así fue. Una vez introducido por completo toda aquella fruta y tras acomodarme a la situación de ser ensartada por detrás, comencé a pedirle a Silvia más vivacidad con la mano. Ella no me desobedeció y comenzó con un continuo mete-saca rotando el plátano en mi interior, lo que hizo que el ano se dilatase a tope. Fue ahí donde experimente un placer prolongado y extasiante que jamás volví a sentir con una penetración vaginal. Así pues, tras una explosión final, me quedé tumbada, agotada y empapada de sudor mientras ella sacaba poco a poco el platanito que me había hecho enloquecer. Sabía que era el momento de tomar yo la dirección de la fiesta y me dirigí a coger de su mano el improvisado pene que Silvia había preparado, pero ella apartó su mano y tras un pequeño beso me dijo:

- Cariño, estas rendida, preferiría algo más ligero y en el que estuviésemos más unidas.

Asentí con la cabeza y ella me ordenó colocarme sobre la roca, abrió mis piernas y coloco su vagina contra la mía. Comenzó a frotarse contra mí en un movimiento extenuante que nos hizo tener nuestro primer orgasmo conjunto que puso el colofón a los momentos más sexuales de nuestro encuentro. Nos quedamos juntas, abrazadas y besándonos mientras los primeros rayos del sol del amanecer nos incitaban a vestirnos y marcharnos.

Aquel encuentro quedó grabado en mi a fuego y, aunque tengo novio desde hace dos años y le quiero, sigo viajando todos los veranos a aquel pueblecillo, donde Silvia y yo nos volvemos a convertir en pareja por unos días. Aun no sé que voy a hacer cuando me case, pero haré lo posible por volver siempre, ya que no estoy dispuesta a perderla. La quiero.

Relatos eróticos relacionados

Mi nombre es José y esta historia que les voy a contar me sucedió cuando tenía 18 años. Yo vivía en un pueblo pequeño donde me crie y terminé mis estudios secundarios pero para seguir estudiando e ingresar a la facultad me tuve que mudar a una ciudad vecina ya que en el pueblo no había universidad dejando asi a mi novia y amigos de ese momento. Mis padres con mucho esfuerzo me buscaron un alojamiento cerca de la universidad en un barrio aledaño y estudiantil por la cercanía claro. Fue...
24-Aug
52041
Era de noche ya y en un momento pare el auto y comenzamos a charlar, de trabajo, de música y todo eso, pase mi brazo por sobre sus hombros y sin mediar palabra le di un beso de lengua firme, con ganas, para ver su reacción. Allí mi primera sorpresa, respondió a mi beso dejando que su lengua se enredara en la mia, lentamente la fui abrazando y haciendo mas pasional ese beso, al tiempo que mis manos empezaban a acariciar sus piernas desde la rodilla, lentamente fui subiendo mi...
12-Mar
65867
Yo tenía 15 años.Ya tenía alguna experiencia sexual, aunque de escaso valor.Alguna prostituta.Nunca había tenido ninguna aventura sexual resultado de una relación.Vivíamos en el campo. Una tía vieja nos visitaba por alguna temporada. Hermana de mi padre, y mayor que él. Hoy pienso que ella tendría más de 50 años. Era viuda, y sus hijos, mis primos hermanos, eran mayores que yo.Viajábamos una noche en el auto de mi padre hacia unos vecinos de campo, distantes unos 20 o 30 minutos, por caminos de tierra. Mi tía vieja y yo...
13-Oct
126703
Cuando fue a llevarle a Diego algo para que cenara, lo encontró dormitando, tendido boca abajo en el camastro y después de dejar en el piso el cuenco con trozos de carne asada y unas papas hervidas y un vaso de agua se demoró unos instantes en la contemplación de ese culito tan perfecto, empinado, redondo y firme, según había comprobado el día anterior al sobarlo varias veces durante la paliza. Las nalgas se veían surcadas por algunas líneas de tono rosáceo levemente inflamadas y entonces decidió que volvería para...
19-Sep
38755
estudio en la uni de gobierno medicina. me gusta la carrera, pero ahi cambio mi vida sexual por completo.mi hermano es menor que yo por dos años. al estar en la carrera nos dejaron de tarea traer temprano a un familiar para hacer un estudio de la sangre, asi que mi hermano menor fue el elegido para mi. al llegar a la muestra de sangre mi hermano al pasar al cubiculo y estar sentado se desmayo despues de que le tome la muestra de sangre. asi que las demas compañeras...
17-Aug
28345
Me llamo matiaa y vivo enbs.ar desde hace algunos años. Tengo 25 y voy a contarles un hecho real que comenzo hace escasos meses. La verdad es que siempre me he dedicado a la familia sin interesarme por otras adventuras ya que todo marcha bien entre nosotros. Vivimos en un barrio tranquilo con casas separadas por una valla, un jardin delante y un amplio patio en la parte trasera de la casa. El garaje da a la calle y yo me paso horas a veces en el haciendo mis cosas....
10-Aug
70673
Bueno aquí de nuevo. disculpas por no escribir ,estuve de viaje por trabajo. esta ves les dejo lo que me contó que hizo con su perro estando sola. como siempre la llamo por las noches y una de esas noches me contó que después que su hijo de fue al colegio le ocurrió tener sexo con roco su perro. lo llevo el cuarto y ya desnuda con un pote de mermelada se puso un poco en la vagina y el perro lameo por largo rato hasta tener un orgasmo brutal....
19-Oct
44953
Hola,,,, mi nombre es barman hace un tiempo que trabajo en un bar cerca de la playa en el caribe,una noche mientras limpiaba el bar se acerca una pareja y rápidamente les pregunto que van a tomar. ella una margarita y el un tom coling. e iniciamos una conversación bastante amena ¿que tiempo llevas aquí trabajando?me pregunta el hace ya 4 años le conteste. esposa:¿haces muchos ejercicios? yo:si estuve un tiempo en la fuerza armadas y me mantengo con los ejercicios. esposo:¿has visto muchas cosas me imagino? con una sonrisa barman:pues si aquí se...
19-Jan
5975
Todo comenzo cuando me puse de novio con una chica de unos 18 años, yo en ese momento tenia 17. Mi novia tenia un cuerpo expectacular, tetas grandes, un culo perfecto, como los que se ve en los que se ve en la tv, era una perra como para darle todo el tiempo sin descansar. Un dia me invito a ir a la casa a cenar, entonces ahi conoci a mi suegra, una mujer de unos 40 años con un culo paradito y durito, unas tetas grandotas que con solo verlas se...
28-Sep
101571